martes, 14 de mayo de 2013

OPINIÓN Fulgurazos

OPINIÓNFulgurazos
9 de Mayo del 2013
Andrés L. Mateo.
Andrés L. Mateohttp://zdigital.do/app/article.aspx?id=95020
UNO
El jueves 25 de abril el portal de la agencia Bloomber publicaba un resumen de la intervención del presidente fundador de la Barrick Gold en la asamblea de accionistas, bajo la firma del periodista de asuntos económicos Lieze Hill. La agencia Bloomber destacaba el temor de Peter Munk a las nacionalizaciones, y apuntaba que Munk decía con énfasis “que la principal amenaza para la sustentación de la industria minera era la nacionalización”.
Según el portal de la agencia Bloomber, Peter Munk hablaba defendiendo un pago inicial de 11.9 millones de dólares para la contratación de Jhon Thorton, ante la oposición de los inversionistas. Y argumentando aún más dijo lo siguiente: “Barrick necesita a Thorton, un expresidente de Goldman Sachs Group Inc. Y presidente de la junta de directores de la Brookings Institution, para garantizar el acceso a los gobiernos y proteger contra la nacionalización de los recursos”. ¿Por qué Peter Munk defendía a Jhon Thorton frente a los accionistas quienes pegaban el grito al cielo por lo elevado de la compensación? Simplemente porque, si bien es cierto que Thorton se convirtió en director de Barrick en febrero de 2012, y luego fue nombrado co-presidente en junio de 2012, sus vínculos con Peter Munk son de larga data a través de viejas relaciones de negocios con Goldman Sachs. Jhon Thorton es un León afeitado y es por eso que él mismo viene a negociar con los dominicanos; y como la asamblea de accionistas decidió que se le pagaría por resultados, los negociadores dominicanos deberían saber que el tipo se está jugando una compensación total de 17 millones de dólares, y ello implica dejar el contrato tal y como está.
Lo penoso es que el señor Jorge Esteva, gerente de comunicaciones de la Barrick, haya respondido mi artículo del jueves pasado sin haber leído las informaciones publicadas por el portal de la agencia Bloomber sobre la asamblea de accionistas de Barrick, porque ése portal es una de las fuentes más importantes de informaciones de carácter económico en los Estados Unidos y el mundo. Quizá sea porque él y yo jugamos en lados opuestos de la mesa.
DOS
Nunca me he decantado por los análisis sicologistas, pero quien dirigió el orfeón de irresponsables que armaron el contrato minero de la Barrick Gold odia profundamente a éste país. En su libro “Tiberio” Gregorio Marañón dice: “Muchas veces, al triunfar, el resentido, lejos de curarse, empeora. Porque el triunfo es para él como una consagración solemne de que estaba justificado su resentimiento”. Yo creo que Leonel Fernández se resiente de haber nacido en éste pobre país, y que lo de la Barrick Gold no es más que la expresión de “la violencia vengativa de los resentidos cuando alcanzan el poder”. Quizás él piensa que éste país le ha hecho un mal con haberlo acogido al nacer, cuando él merecía algo mejor, más grandioso y rotundo; y quizás, también, eso explique todas esas romerías que organizaba a países europeos, con dinero de un país desastrado, arrastrando consigo a una parte de la oligarquía dominicana, para que lo escucharan hablar en grandes cónclaves, ante mandatarios de grandes países, banqueteándose con el Rey de España, o montando caballos pura sangre con Muamar Gaddafi. Únicamente el resentimiento de haber nacido en una mediaisla inhóspita puede explicar el gesto absurdo de tanta grandeza desplegada, de un mandatario que era, en realidad, gobernante de un país pobre y, como dice el poeta, “pateado en las caderas”.
Juan Bosch escribió que “la mina de pueblo viejo se la había dado Dios al pueblo dominicano para resolver sus problemas ancestrales”; y éste engreído se la entregó sin misericordia al poder financiero internacional; con la mano trémula del resentimiento firmó un contrato que luego definió como “modelo para el mundo”, y ni se turbó por el cúmulo de miserias y deudas y déficit que dejaba al marcharse. Ni el don, ni el gesto para la cautela han impedido que brote su acidez interior, porque quien dirigió el orfeón de irresponsables que armaron el contrato de la Barrick Gold, odia profundamente a éste país.

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