Sin lugar a dudas, es una buena base para iniciar un crucero por el
Nilo, el río del que tradicionalmente ha manado toda la vida de Egipto. En Luxor, situada por supuesto a orillas del gran brazo de agua, llueve una vez cada cinco años. ¡Increíble! Bueno, precisamente por esta razón muchos de los templos en esta región están conservados tan bien. Todo lo verde que se ve es gracias a la acción de las aguas del Nilo, aunque desde 1920 dejó de inundar la zona debido a la construcción de la presa de Asuán (todavía la más grande del mundo) que controla las crecidas...
En el otro lado del Nilo está el Valle de los Reyes. Una montaña imponente se levanta al otro lado del gran río. Pensar que tantas dinastías del Nuevo Egipto están enterradas allí
Pero hablemos del fabuloso Templo de Karnak, situado en Luxor. Construido durante las dinastías XVIII y XIX, fue enterrado por la arena en el desierto durante más de mil años. Es simplemente increíble, ¡no tengo palabras! Para empezar es enoooooooorme. De norte a sur tiene siete puertas, de este a oeste, otras seis. Cada faraón contribuyó durante su tiempo con la construcción de su parte. Y cada uno siempre quiso hacer algo más grande y más bonito que el anterior. En Karnak destaca es la habitación de los altavoces. Son sólo ciento veinte columnas. Una de las cosas superinteresantes de Egipto es la reconstrucción de cantidades ingentes de templos, y en Karnak tenemos un buen ejemplo. Obviamente no tienen todas las partes de este enorme rompecabezas. En estas columnas se puede ver las partes que se han unido a la columna y la reconstrucción del templo. La verdad es que es muy interesante. A cualquier viajero le recomiendo entrar en la sala de las 120 columnas porque es absolutamente increíble.
Una de las formas para expresar la importancia de un faraón era construir un obelisco. Cuanto mayor era el monolito, más importante parecía su promotor. Hoy en día, hay cuatro obeliscos en todo Egipto, unos diez en Londres, otros diez en París, otros diez en los EEUU
El obelisco de Karnak está tan bien conservado gracias a que fue realizado por una mujer que robó el trono de su hermano pequeño. Él, cuando se hizo; a adulto, sobrevivió a ella y mandó construir un muro alrededor del obelisco para que nadie pudiera ver la obra de su hermana. Un gran método de conservación. El obelisco está hecho de una sola pieza de granito. Por cierto, pesa unas 300 toneladas. Lo más sorprendente es que todo está pintado con pigmentos naturales (piedras molidas, flores, aceites...) y hoy, 4.000 años después, sigue en pie. Hay dos formas de trabajar la piedra. Una más laboriosa y otra más rápida. Una tallando el diseño (interior), el otro haciendo el relieve en la piedra. Los más apreciados y más bellos son los segundos, pero los primeros resultan más eficientes. Un faraón podía llegar a hacer en su reinado entre siete y diez templos de la técnica lenta, mientras que otro con la técnica rápida podía llegar a tener 50 templos.
Uno de los antiguos templos, los cristianos lo utilizaron como una iglesia. Taparon con una masa y pintura todos los
jeroglíficos. Aún se pueden contemplar algunas de estas pinturas, aunque poco queda. También se usaron estas piedras para construir templos cristianos.
Los egipcios tenían un
calendario con 12 meses de 30 días y un mes de un cinco o seis días. Cada mes se divide en tres semanas de diez días. Eso sale a 365-6 días por año. Sí, es increíble, ¿cómo lo hacían? Más de costumbres egipcias: todas las mujeres que no pudieran tener hijos entraban al templo de Dios para tocarle el miembro de la fertilidad. Lo curioso es que ese Dios siempre aparece representado con un solo brazo. Curioso, pero tiene su explicación. Cuenta la leyenda que hubo una guerra y se dejó a un hombre para cuidar de la ciudad, mientras todos los demás estaban luchando. Los soldados regresaron de la batalla y todas las mujeres estaban embarazadas. Así, los hombres, enojados, decidieron cortar el brazo del semental, que desde ese momento se convirtió en un Dios. ¿Le compensaría?
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