David A. Aguilar (CfA)
Admirar
la grandeza de la Luna llena sobre el horizonte resulta una fruslería
si uno compara esta panorámica con la que puede observarse en otro mundo
a 1.200 años luz del Sistema solar. Allí, mirar al cielo debe de
impresionar de verdad. En vez de una luna como la nuestra, un planeta
gaseoso gigante que parece abarcar tres veces más en el cielo se asoma
amenazadoramente sobre un paisaje de lava fundida. Quizás, si uno ha
visto la película «Melancolía» (Lars von Trier, 2011) puede imaginarse
una estampa parecida. Pero estos dos planetas no chocan. Forman parte
del sistema Kepler-36, recientemente descubierto por científicos de las
Universidades de Washington y Harvard, y orbitan la misma estrella muy
cerca el uno del otro.
«Estos
dos mundos están más cerca entre sí que cualquier otro sistema
planetario que hayamos encontrado», afirma Eric Agol, investigador de la
Universidad de Washington y uno de los autores del artículo, que
aparece publicado en la revista
Science.
Y ciertamente lo están, ya que se encuentran 20 ó 30 veces más cercanos
el uno del otro que cualquier otra pareja en el Sistema solar.
Los
investigadores se dieron cuenta de la presencia de los dos mundos a
partir de los datos del telescopio espacial Kepler de la NASA, capaz de
descubrir un planeta cuando pasa por delante de su estrella, ya que, en
ese momento, se produce una reducción de la luz que emite. Ambos mundos
orbitan una
estrella subgigante muy parecida al Sol, aunque miles de millones de años más antigua.
Una vista espectacular
El
mundo interior, Kepler-36b, es rocoso, tiene 1,5 veces el tamaño de la
Tierra y un peso de 4,5 veces mayor. Compuesto en un 30% de hierro y en
un 15% de agua, orbita su estrella cada 14 días a una distancia media
menor de 18 millones de kilómetros. El mundo exterior, Kepler-36c, es un
planeta gaseoso 3,7 veces el tamaño de la Tierra y ocho veces más
pesado. Este «Neptuno caliente» tiene una órbita de 16 días a una
distancia de 19 millones de kilómetros.
Los
dos planetas experimentan una conjunción cada 97 días como promedio. En
ese momento, están separados por una distancia menor a cinco veces la
que hay entre la Tierra y Luna, menos de 2 millones de kilómetros, pero
nunca colisionarán. Debido a que Kepler-36c es mucho más grande que la
Luna, supone una vista espectacular en el cielo de su vecino.
Casualmente, el más pequeño Kepler-36b parece del tamaño de la Luna
visto desde el mundo gaseoso. Estos acercamientos despiertan enormes
mareas gravitacionales que aprietan y estiran ambos planetas.
Los
investigadores tratan de explicarse cómo estos dos mundos tan
diferentes terminaron en órbitas tan cercanas, algo que resulta un
misterio. Quizás el más grande y liviano migró hacia el otro después de
su formación, pero en ese caso es difícil entender cómo no acabó
destruyéndolo. Dentro de nuestro Sistema solar, los planetas rocosos
residen cerca del Sol, mientras que los gigantes gaseosos están
distantes.
Aunque
Kepler-36 es el primer sistema planetario con este baile tan apretado,
los científicos están convencidos de que no es el único. «Nos
preguntamos cuántos de la misma familia están ahí fuera», dice Agol. Los
investigadores rastrean los datos de Kepler en busca de otros sistemas
parecidos.
Fuente: abc.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario