domingo, 5 de febrero de 2012

EL CONSORCIO EXCAVA EL MAYOR CEMENTERIO RURAL ROMANO DE MÉRIDA


SONIA BARJA

EL CONSORCIO EXCAVA EL MAYOR CEMENTERIO RURAL ROMANO DE MÉRIDA

Excavaciones y un enterramiento :: J. M. ROMERO
■  Hasta el momento se ha investigado más de la tercera parte de un yacimiento con 150 tumbas fechadas en el siglo III

Un descubrimiento inesperado que puede arrojar luz sobre la ocupación del entorno rural de Mérida en época romana. El Consorcio de la Ciudad Monumental trabaja en la excavación del mayor cementerio conocido vinculado a una villa (casa de campo), donde han aparecido cerca de 150 tumbas.
Este yacimiento ha salido a la luz durante las obras de ensanchamiento de la carretera de Mérida a Torremayor. Según las primeras investigaciones, está vinculado a la villa romana de Araya, situada a unos 200 o 300 metros del cementerio. Esta casa de campo romana está documentada y catalogada, pero aún no ha sido excavada.
El área funeraria, que por los materiales hallados hasta el momento estaría fechada en torno al siglo III d. C., se encuentra junto a una vía que comunica con la citada villa y a los pies de la antigua calzada de Mérida a Lisboa, de modo que sigue la práctica romana de celebrar enterramientos junto a caminos.
Además de su tamaño, también llama la atención que se trata de incineraciones, más propias de épocas anteriores, en lugar de inhumaciones. En el siglo III esta última práctica estaba ya extendida, por lo que se considera que puede tratarse de una muestra de la pervivencia en el ámbito rural de tradiciones antiguas.
Las incineraciones se llevaban a cabo en una pira funeraria, aunque en ocasiones también se realizaban en el mismo lugar del enterramiento. A continuación, se recogía la ceniza y la madera quemada y se depositaba en una tumba. En el yacimiento hay de tres tipos: fosas excavadas directamente en el terreno, cajas hechas con ladrillos o tejas y huecos revestidos con piedra. Junto a los restos se dejaba un depósito funerario, generalmente cerámica, un material de mala calidad, por lo que apenas han llegado vestigios a nuestros días.
Algunos de los enterramientos aparecen cubiertos, bien con una tapa plana o con un techo a dos aguas, ambos tipos elaborados con tejas. Asimismo, en muchos casos se conservan los tubos que se habilitaban para libaciones y otras prácticas rituales, con las que se mantenía el contacto entre el muerto y sus familiares vivos.
Hasta la fecha se ha excavado medio centenar de tumbas. En líneas generales los depósitos de materiales aparecen muy dañados, aunque se han descubierto algunos objetos interesantes, como platos, vasijas e incluso un juego de mesa.
Un hallazgo singular
La principal particularidad del área funeraria descubierta es que apenas hay documentados yacimientos similares vinculados a una villa romana, y nunca de un tamaño tan grande.
Según explica el director científico del Consorcio, Miguel Alba, en la actualidad se conoce incluso cómo se hizo el reparto de la tierra entre los soldados eméritos que fundaron la ciudad. Pero se estima que no fue hasta el siglo III cuando surgieron las grandes explotaciones, fruto de la compra de terrenos aledaños. Con el tiempo aparecen grandes villas y latifundios.
Estas villas son más grandes cuanto más alejadas se encuentren de la colonia emeritense, ya que se considera que el propietario de una casa de campo situada a menos de cinco kilómetros de la ciudad mantendría su vivienda en el casco urbano y por tanto su segunda residencia sería más modesta. En el caso del área funeraria, está vinculada a una explotación que se sitúa en el límite de esta distancia, por lo que no solo sería la mayor documentada de este tipo, sino también la más cercana a Mérida.

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