miércoles, 12 de junio de 2013

La ruta de la cojoba una investigación necesaria en los campos la biogeografía y la arqueo-etnobotánica


La ruta de la cojoba una investigación necesaria en los campos la biogeografía y la arqueo-etnobotánica

Juan Carlos Román Castañer*
 (Profesor puertorriqueño graduado en el área de Historia, con especialidad
 Historia Latinoamericana y maestría en Antropología con concentración en Arqueología.

Fuente; Boletín del Archivo General de la Nación, 2007 No 118-03
Año LXIX, Vol. XXXII, Núm. 118 pps.341-358

La necesidad de entender las estructuras socioculturales del Caribe precolombino, desde su propia cosmovisión, resalta la importancia de investigar a profundidad aquellos elementos (estructurales y supra estructurales) que jugaban un papel central en la elaboración, organización y sustento de las mismas.
Hoy día sabemos que las semillas de la planta o árbol de la cojoba contienen compuestos de probada capacidad psicoactiva; de hecho, estudios recientes confirman un lugar de privilegio a la Anadenanthera entre las plantas con capacidad psicoactiva vinculada a los compuestos de triptamina por su alto contenido en los mismos. Este hecho fue central en su reclasificación, del Genus piptadenia (con más bajo contenido  al nuevo genus; Anadenanthera, endémica de Sudamérica y de mayor concentración en compuestos psicoactivos (Reis, S. von, 1972).
Si a esto sumamos el importante dato suministrado por expertos en el campo de la química y la etnobotánica de la talla de Schultes y Hoffmann (2000) que nos dicen: “Es el Nuevo
Mundo el que ocupa el primer lugar en cuanto al número (cantidad y variedad) y la importancia cultural de las plantas alucinógenas, ya que estas drogas determinan de manera fundamental todos los aspectos de la vida de sus pueblos nativos”, podemos entonces establecer con más claridad la importancia de estudiar todos los aspectos de la Anadenanthera en el marco cultural de las Antillas precolombinas.

Chamanismo, poder político y cojoba

Según lo antes mencionado acerca de su abundancia, en la América indígena es prácticamente imposible separar la experiencia espiritual de las plantas alucinógenas, pues este elemento de la religiosidad precolombina está a su vez vinculándola antigüedad del chamanismo en el hemisferio. Sobre esto comenta Schultes (1980):
Ante esta realidad cabe entonces hacerse la pregunta ¿qué efecto tuvo esta antigua tradición chamánica sobre la evolución política de las Antillas y por extensión y comparación en otras culturas indígenas de este hemisferio?
De acuerdo a Veloz Maggiolo y Daniela Zanin (1999),

“La importancia de las prácticas mágicas y el tipo de estructura social en el interior de la isla Hispaniola parecen ser contradictorias; por una parte, la sociedad estaba estructurada de manera jerárquica y con una forma de gobierno casi proto-estatal, mientras que por la otra los aspectos culturales o parafernálicos eran en muchos casos tribales y personales. Esto confirmaría la hipótesis de una sociedad con una estructura política incipiente en donde la integración cacical no estaba rígidamente consolidada y en la que la figura del behique poseía todavía un poder y un papel central en su condición de chamán.”

Sin embargo, opinamos que esta “contradicción” puede ser más un producto de la forma de enfocar el asunto que otra cosa. Las etapas evolutivas de la sociedad humana, según la antropología tradicional de sello occidentalita, postulan un esquema de jerarquización (en la “evolución” de tribus a cacicazgos, y de éstos a sociedades-estado) que tal vez resulte inoperante por rígido, en la formación de algunas sociedades autóctonas americanas.
Si consideramos la milenaria travesía de la especie humana en grupos de bandas, moviéndose a través del puente que unía Siberia con Alaska (por el Estrecho de Behring), y el aparente hecho de que el chamanismo de origen siberiano (Deive 1978) sirviera como un factor de cohesión social a lo largo de esta ruta de milenios y de millones de millas cuadradas
(Desde Siberia hasta Sudamérica), se podría también considerar la posibilidad de que esta antiquísima tradición religiosa no fuera subordinada o descartada en todas las formaciones estatales de América.
Por el contrario, cabría la posibilidad de otra experiencia, de otra forma de organizar una sociedad al nivel estatal que incorporara elementos de orden chamánico a la consolidación del poder político. Este parece ser el caso ilustrado en el reciente estudio de las ciudades-estado mayas a partir del desciframiento de su escritura a fines del siglo XX. En un libro de título muy sugestivo al respecto, los autores de maya cosmos, three thousand years on the shaman’s path (Frei del and Schele 1993) nos dicen:         …shamanism remains at the heart of our book
…shamanism is a very old, coherent, and broadly diffused mental paradigm. It draws its powers of persistence from its capacity to organize knowledge about this world by way of a rather simple set of symbols and assumptions… We believe that shamanism can function as a guide in complex, civilized societies
Esta opinión de los autores está fundamentada en el descubrimiento que hacen por medio del desciframiento y lectura revolucionaria de los textos mayas.
El mundo que aparece ante los ojos del lector de estos textos parece ser uno donde las estructuras del poder estatal maya, lejos de descartar o subordinar la experiencia chamánica, la incorporan como eje central que valida el poder temporal del soberano a través de la comunicación efectiva del mismo con el mundo temporal. Este hecho lleva a los autores a decir: Maya kings and lords of old Nere shamans… En cuanto al uso de sustancias psicotrópicas (esenciales en el trance chamánico) en el área maya, Nikolai Grube (2001) nos dice lo siguiente: “Alcoholic drinks were only one of the many kinds of drug that the Maya took… An entire menu of psychoactive drugs was available to them”. Entre las sustancias psicoactivas mencionadas por Grube para el área maya se incluyen: la variedad más fuerte de tabaco (nicotiana rústica), las semillas de la Brugmansia y la Datura, y los Longos psylocibe, de antigua tradición centroamericana.
A partir de este enfoque, la evolución del poder cacical en las Antillas precolombinas podría también hallarse en transición a un modelo más parecido al de la cultura maya. Cacique y behique no tendrían que ser figuras contradictorias o conflictivas, sino más bien complementarias. Y es precisamente en la descripción que hacen los cronistas del ritual de la cojoba que podemos ver una posible complementariedad parecida a la descrita para el área maya, entre poder político y capacidad visionaria de orden chamánico. Al respecto nos dicen Veloz Maggiolo y Zanin (1999): “…de un lado se consideraba (además de al behique) que inhalar la cojoba fuese un privilegio destinado al cacique y a los representantes de mayor rango social…”. Esto se fundamenta en lo descrito por cronistas de primer orden como Pané: “…entran en una casa en la que no entra nadie más que los hombres principales, su señor es el primero que comienza a hacer la cojoba…”.
Esta descripción es similar a la de Las Casas, quien nos dice: “…cuando todos los principales del pueblo lograban hacer aquel sacrificio.… (que llamaron cojoba) por permisión de los  o sacerdotes, o de los señores, se juntaban, entonces verlos era el agasajo”. Más adelante Las Casas comenta que: “…tomar de aquella hierva de sahumerio no tan
 les era cosa sana, pero muy santa cosa”.
Con estas breves citas queda establecida la seriedad del ritual de la cojoba en la sociedad taína y su rol en la jerarquización del nivel político. Por otra parte, la antropología política documenta en forma exhaustiva la importancia adscrita en sociedades primitivas jerarquizadas, a la posesión privilegiada de cualquier bien cultural que contribuya al prestigio de la autoridad, más, si lo hace mediante la sacralización del poder temporal.
Cabe aquí entonces el preguntarse, ¿cómo se organizaba la producción y distribución de un bien material-cultural de primer orden como la cojoba?

Producción, control y comercio de la cojoba

La importancia central a nuestro planteamiento en aclarar la biogeografía de la cojoba (ubicarla en tiempo y espacio) como aspecto esencial a un mayor conocimiento de las sociedades precolombinas antillanas, se encuentra el poder distinguir y contrastar entre posibles zonas de producción y zonas de comercio, entre los diferentes cacicazgos; esto tanto a nivel inter-islas como intra-islas. El nivel de conocimiento actual tan sólo permite bosquejar esta hipótesis, pero entendemos ya que el poder enunciar su necesidad es ganancia.
Existen ejemplos en la literatura etnográfica que nos ayudan a delinear los primeros pasos de esta investigación. En relación al comercio de las semillas de la Anadenanthera en
Sudamérica encontramos que Alvarsson (1978), refiriéndose al procesamiento de la Anadenanthera por los indios mataco del noroeste argentino, nos dice: “These (las semillas) are harvested once a year, dried and stored as small “bracelets”, stringed on a fine caraguatá thread. The mentioned bracelets represent a considerable value, and are traded to other regions”.
En otro ejemplo suministrado por Chagnon (1992), en su conocido trabajo sobre los indios yanomami, éste nos dice: “The jungle supplies several highly prized plant products that the Yanomamo use in the manufacture of hallucinogenic snuff powders”. Sobre el árbol de la anadenanthera en el territorio yanomami, Chagnon añade: “The tree has a spotty (irregular) distribution, and villages located near natural groves tend to specialize in the Hisiomo (Anadenanthera peregrina) trade”.
En otro artículo sobre el uso de plantas silvestres en la cultura yanomami, Emilio Fuentes (1980), aporta lo siguiente: “En torno al hábitat natural de Fisiomi/Hisiomo, Anadenanthera peregrina… añadiremos… que los grupos (yanomami) de la región del río Ocamo… viven en la zona más importante de producción natural de esta droga y tienen de algún modo el monopolio de la misma”, y luego, agrega Fuentes: “Los yanomami de esta zona conocen la ubicación exacta de estos árboles y los explotan entre diversos grupos locales…
La recolección de los alucinógenos la efectúan los hombres entre los meses de noviembre y marzo”. Luego se explica el procesamiento de las semillas, el cual omitiremos por falta de espacio. Finalmente, las semillas disecadas al fuego se envuelven en hojas de palma formando compactos embutidos, “es así como son objeto de abundante comercio” (Fuentes 1980).
Por último, citaremos brevemente el comentario de Wassen (1979), quien concluye: El rapé de los indios de Sudamérica que ha sido encontrado en ciertas regiones secas de dicho continente, puede ser utilizado como quizás otros hallazgos arqueológicos para la identificación de caminos comerciales y migraciones”. Creemos que esta última idea podría indicar un nuevo camino en la investigación del Caribe precolombino siguiendo “la ruta de la cojoba”, hacia y entre nuestras islas.
El tomar esta senda nos lleva forzosamente a repasar lo que sabemos de la biogeografía de la Anadenanthera en su rutay hacia las islas.

La biogeografía de la Anadenanthera o cojoba

El trabajo más completo sobre la Anadenanthera en toda su diversidad geográfica en el hemisferio americano lo sigue siendo el estudio hecho por S. von Reis (1972). En el mismo, la autora deja establecido lo siguiente

“Anadenanthera belongs to the subfamily mimosoideae
of the leguminosae… representatives of this genus
are described typically as occupants of savannas,
or relatively open areas along rivers and streams; they
are known to grow up to altitudes of at least 2100 meters.
Anadenanthera is endemic to the New World…
(and) –is composed of two known species–”.

La autora identifica la primera variedad como la anadenanthera peregrina (L. Spegazzini), y aclara que: “This is the more northern-ranging species and occurs from southern Brazil
to the Greater Antilles”. La segunda variedad, Anadenanthera colubrina (Vell. Brenan), según Reis, parece estar limitada al cono sur, y se encuentra desde el Perú central al norte de Argentina y en dirección al noreste de Brasil.
Con respecto a la primera variedad, la Anadenanthera peregrina, hallamos que es originaria del norte de Brasil, de la Guyana Británica, de Colombia, Venezuela, las Antillas, el sur de Brasil y Paraguay. La segunda, Anadenanthera colubrina, aparece en Argentina, Bolivia, Paraguay, Perú, y el sureste de Brasil. Como se verá, algunas regiones contienen las dos variantes
y aunque la experta opina que: “The distribution of Anadenanthera appears to be largely natural, except for the probable introduction by man of Anadenanthera peregrina into the West Indies”, esta opinión está aún por corroborarse. Pero de ser así, en el caso de la presencia de este árbol en las Antillas, habría que decir que la biogeografía del mismo es también parte de la geografía humana o humanizada.
El origen de la distribución de especies útiles en el trópico americano es en este momento objeto de gran controversia. Por ejemplo, en su artículo sobre la región amazonia en 1492,
Clement (1999) nos dice:

“There were probably at least 138 crops, in 44 botanical
families, cultivated, managed or promoted in
Amazonia at contact, this is 50% of the total for the
americas. Among the 52 domesticates, 14 are fruit or
nut trees or woody vines (27%); among the 41 semidomesticates
(la Anadenanthera se incluye en este grupo),
35 are trees or woody vines (87%)… (45 plantas
aparecen como incipientemente domesticadas)
Overall, 68% of these amazonian crops are trees or

woody perennials. In an ecosystem characterized by
forest, a predominance of tree crops is not surprising”.

En su artículo, Clement se hace eco de una teoría que al menos desde fines de los años 80 postula el concepto de “selvas antropogénicas” para negar el origen “natural” de una buena parte del trópico americano, oponiendo a lo que Denevan (1992) llamó “the prystine myth”, la idea de una naturaleza altamente manipulada y transformada en el trópico americano (en oposición a la idea de la selva prístina e impenetrable).
Esta es una fascinante controversia en la que no podemos aquí. Pero en apoyo a la idea del cultivo agroforestal como práctica indígena (ver los términos forest management & forest gardens en el artículo de Clement), volveremos a citar a Fuentes, quien documenta para los grupos yanomami que residen en áreas del Orinoco donde la Anadenanthera está naturalmente ausente, la práctica de domesticar con bastante éxito el árbol de Fisiomi (anadenanthera) en sus conucos “como una forma de evitar una dependencia excesiva de aquellos que habitan las zonas donde este árbol se da naturalmente” (Fuentes 1980).
Resumiremos la data de Reis para el área antillana, citándola al decir que:

“The possibility that Anadenanthera peregrina
was introduced by man into the West Indies is supported
to some extent by what information is available
as to the peoples who came to occupy these islands…
The fact that representatives of Anadenanthera peregrina
occur no farther west in the greater Antilles than
La Hispaniola implies a distribution which at first
seems arbitrary but which, in fact, correlates with the
extent of the Taino in the caribbean area at the time
of discovery”.

En esta última aseveración diferimos de Reis, entendiendo que aún queda por explicar la presencia o ausencia de la Anadenanthera en áreas de probada cultura taína, como lo son el oriente de Cuba y Jamaica. En esta última isla la arqueología ha hallado parafernalia religiosa posiblemente relacionada con el rito de la cojoba. Falta por constatar si en estas zonas, tan importante recurso llegaba por trueque o si se obtenía por cultivo.
En cuanto a las zonas de las Antillas Mayores constatadas por Reis como áreas donde crece la Anadenanthera, se comprueba la presencia de la misma hoy día en la zona húmeda central de La Hispaniola, en dirección preferente hacia Haití, y Lioger (1995) nos dice: “es más abundante, al parecer, en Haití que en la República Dominicana”. En República Dominicana aparece en la zona de San José de las Matas, provincia de Santiago (Veloz Maggiolo 1971). En Puerto Rico aparece “en arboledas y laderas en la zona húmeda de la costa y en la base de las montañas, por ejemplo, en los bosques de Cambalache y Maricao” (Little, Wadsworth & Marrero 1977). Según Reis, la Anadenanthera también ha sido localizada en Granada y en Trinidad y Tobago. Para resumir, citaremos a Veloz Maggiolo (1971) al comentar
que:

“El llamado ritual de la cojoba, aparece más o
menos en diversos grados de riqueza expresiva en toda
la región Orinoco-amazónica y buena parte del cono
sur. El problema que se planteó durante muchos años
con relación al ritual de las Antillas, fue el de si realmente
sólo el tabaco actúa como ingrediente alucinógeno
en la ceremonia chamánica o si por el contrario,
hubo algún otro ingrediente principal capaz
de estimular las alucinaciones y de proporcionar verdaderos
éxtasis de carácter onírico” (ver Ortiz, 2002).

Es importante concluir estos planteamientos con las palabras de Veloz Maggiolo (1971) quien dice: “Como vemos, en casi todos los rituales de tipo alucinógeno de la zona Orinoco-amazónica, el niopo (Anadenanthera) es fundamental”. A esto agregaríamos que es importante resaltar la enorme extensión geográfica donde la Anadenanthera es consumida, y entender que probablemente el hecho apunta a un fenómeno cultural de gran antigüedad. Sobre esto y otros asuntos relacionados a “la ruta de la cojoba” en tiempos precolombinos, la arqueología, la botánica y su feliz matrimonio en la arqueo botánica, podrían aportar mucho. Poco se ha hecho ya en este campo de investigación para el área sudamericana; pero en el área antillana estos estudios están aún por hacerse.

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