jueves, 1 de octubre de 2015

RECTIFICACIONES HISTORICAS La ejecución de Anacaona

RECTIFICACIONES  HISTORICAS
La ejecución de Anacaona
Fuente: Boletín Archivo General de la Nación.  Núm. 48-49. Año 1946. Pág. 198-204
Por el Dr., Apoliar Tejera.
Están contestes los historiadores del periodo de la conquista y colonización de la española, y  cuantos han escrito algo sobre este asunto, en que era Anacaona una mujer singular por su inteligencia y prenda personales. Las Casas la llama” nobilísima persona, gran señora, benemérita de los cristianos”. Herrera le da  el calificativo de “insigne”, y  la considera una  mujer prudente y entendida”. Pedro Mártir  de Anglería pondera el talento y la eminente superioridad de la “famosa heroína”, como la denominó mucho  tiempo después  el distinguido y combatido Juan Bautista Muñoz, cosmógrafo y oficial de la Secretaria de Estado de la Indias (Década, libro III. Cap. IV. Historia  del Nuevo Mundo, Tomo I. Citadas al hablar de Anacaona por el Conde Roselly y de Lourguez en su Historia de la Vida y Viaje de Cristóbal Colón. Monumento a Colón. Barcelona  MDCCCLXVIII. Pág. 452)
Mujer de ingenio superior a su sexo y a su nación, son las expresiones qe le dedica Charlevoix  (Historire de Isle Espagmole  au  de S. Dominigue, Paris MDCCXXX. Tomo I. lib. II Pág. 147).  Cuando alude a la soberana de Xaragua (Así escribe  este nombre Las Casas). Washington  Irving la colma de elogios (Vida y Viaje de Cristóbal Colon. Madrid 1854. Lib XI. Cap. III. Pág150. Lib XVII. Cap. II. Pág. 191). Como  a “graciosa reina e ilustre poetisa”, le rinde  homenaje el barón Emile Nau (Historie des caciques D Haití. París. 1890  tomo I. cap. XI. Pág. 253).   Don Antonio del Monte y Tejada, por  igual de Irving, tiene para ella altos encomios. (Historia de Santo Domingo.1890. tomo I. Cap... XI. Pág. 71).  Don José Gabriel García afirma que su “hermosura incomparable corría  parejas con sus talentos y sus virtudes (Compendio de Historia de Santo Domingo. 1893. Lib. II. – VII. Pág. 17.) Y así mismo Gianbattista Ramusio;  “a su belleza se unía el  ingenio y la afabilidad ( Deile navegazione viaggi. Tomo III. Pág. 9 verso citado por el Conde Roselly  de Lourgues. (El padre Meriño la reputa como “la india más hermosa y de más esclarecido talento (Elementos de Geografía etc., de la República Dominicana. 1898. Pág. 170). Era “bella, generosa y espiritual”, según el señor Javier Angulo Guridi (Breves, noticias geográficas e históricas sobre los tiempos primitivos de Haití. Elementos de geografía-físico historia, y  antigua y moderna de la isla de Santo Domingo. 1866. Pág. 40), y el concepto del Conde Roselly de Lourgues,  “las más notable individualidad de Haití; de imparable fama, y  musa visible que personificada la suave poesía y el vivo esplendor de las Antillas. (Obra citada. )
En este hermoso concierto de ferviente laudatorias en honra y pres de la celebrada Flor de Oro, ha  habido una nota  ingrata y discordante. El primer cronista del Nuevo Mundo ( como  se asienta a guisa  de título o recomendación en la portada de la Historia General  y Natural  de las Indias y Tierra Firme del Mar Océano, del capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez) difama a la ensalzada víctima de la maldad de Ovando. Declara  que  “era  gran señora y la mujer más principal de esta isla en su tiempo, pero luego agrega, a vueltas de varias comparaciones y consideraciones bastante asquerosas, que  fue muy disoluta;  que  en  vida de su marido y de su hermano no era tan desvergonzada, pero después de los días de ellos, fue muy acatada   de los indios, pero muy  deshonesta…… con los chripstianos….Con todo esto era de grande ingenio, e sabía ser servida e acatada, e temida de sus gentes e vasallos, e aun de sus vecinos.
Afortunadamente Charlevoix, en reivindicación   del buen nombre de la desacreditada cacique , se  espera de este modo “ Oviedo nos presenta a esta princesa como encenegada e los  excesos, pero yo he advertido ya que este escritor se empeña mucho en que aparezcan como criminales todos aquellos que experimentaron las más tristes consecuencias de la crueldad de  su nación, lo que han reconocido honradamente imparciales y nobles plumas españolas, como se ve por  estas ingenuas  y leales aclaraciones: Oviedo, que falsea las cualidades de casi todos los principios indios, mancha de limpia memoria de esta ilustre mujer, suponiéndole costumbres disolutas, pero los escritores contemporáneos alaban su dignidad, carácter e incomparable gracia.
La fama de su belleza llenaba toda la isla, y  por igual la celebraban indígenas y españoles… Consideraba  a estos como seres sobrenaturales y no se ocultaba a su talento cuan  absurdo e impolítico era pretender resistirles  (Diccionario Enciclopédico Hispano Americano. Barcelona. 1887. Tomo 11. Articulo Anacaona)
Nadie ignora que Anacaona era la favorita o predilecta del valiente Caonabo, señor de la Maguana. Aprisionado por el audaz Alonzo de Hojeda, lo tomó  la muerte a bordo de una de las naves de Colón, allende a Guadalupe, en el segundo viaje de la Española a Cáliz,  por el año 1496. Le acompañaba su hermano Maniocatex, y se cuenta que falleció también en medio del Atlántico. Lo que no es cierto, porque el cura de los Palacios, tan sencillo como veraz, lo conoció y trato en España, con  el nombre de Diego ( Historia de los Reyes Católicos Don Francisco  e Doña Isabel, por Andrés Bernaldez. Biblioteca  de Autores España, de Manuel Rivadeyra. Tomo LXX de la obra y III de la Crónica de los Reyes Católicos V. Instrucciones de Navarrete. Pág.  12). Incurre, pues, el señor Javier Angulo Guridi en  un error cuando asegura rotundamente que Caonabo, cargado de prisiones, naufragó frente a la Isabela, a impulso de un terrible huracán, en el año consabido. (Obra citada. Pág. 40. Tampoco es exacto que Anacaona pereció en el 1505, sino a mediado del 1503 o a principio del 1504, como puede  probarse con el testimonio de Oviedo y Valdez)
Nadie ignora tampoco que destronado el Señor de la Casa de Oro, Anacaona se retiró a los dominios  de su hermano Bohechio, cacique de Jaragua, comarca que se extendía al suroeste  de Haití, y de la cual forjó la soñadora fantasía de los conquistadores un edén amenísimo. Con  benigno y delicioso clima, regaba por el Hatibonico (Haitibonito), el mayor río del país (error el río más grande del país es el Yaqué del Norte) y por otro más pequeño, pero todos de opulento curso, con dos hermosos lagos rodeados de ricas y fructíferas arboledas, con la vasta y feraz serranía del Bahoruco, con magnificas praderías donde  se multiplicó en breve el ganado mayor y el menor, con una bahía esplendida, protegida naturalmente por  la Guanabo, esta región  era una especie de tierra prometida, o de soñado vellocino de Oro para la desalmada e inicua gente de venia de España sedienta de riquezas y de goces
Cegado  ´por si despiadada política, el Comendador de Lares en la Orden de Alcántara. Don Frey Nicolás  de Ovando, persona de suposición por su  integridad, seso y prudencia, y  amantísimo de la justicia, con menosprecio de su campanillas y perejiles, inundó en sangre inocente estos sitios “donde los europeos, en frese de  Washington Irving, conforme a sus  propias pinturas, hallaron un verdadero paraíso, que sus viles pasiones llenaron de horrores y desolación.
Horrible es ciertamente, por  la notable e incontestable superioridad de un puñado de aguerridos y civilizados castellanos, respecto a centenares de salvaje e inermes  indios, la espeluznante catástrofe de  Xaraguá (Jaragua), preparada con la mayor imperturbabilidad  y sangre fría por el eximio Comendador.
He  aquí relata el dignísimo Las Casas, a la sazón en la Española, la increíble cacería de Xaraguá (Jaragua),. “Un domingo, después de comer, como tenía concretado (Ovando), mandó cabalgar a todos  los de caballo, con título que querían  jugar a las cañas y a todos los de  pie allí juntos, aparejados; dice Anacaona al Comendador Mayor, que ella y aquellos señores Caciques, quieren ver  juego de las cañas: del Comendador  Mayor mucho place, pero que haga llamar a todos los señores, y con ella  vengan juntos, que les quiere hablar; en su posada.
Tenía concertado que los de caballo cercasen la casa, y los de fuera y dentro estuvieran aparejados, y  que  cuando él pusiera la mano en una pieza de oro que tenía  a los pechos colgada , comenzaran a atar a  los señores que  dentro estaban, y a Anacaona, primero  sacadas todas sus  espadas y después  hicieron lo que más les estaba mandado….. Eran….Anacaona…. Que muchos y grandes servicios habían hecho a los cristianos, y sufridoles hartos insultos, agravios y escándalos;  entran ochenta señores que por allí más  mano se hallaron, ella y ellos con su simplicidad y descuidados; esperan la habla del Comendador Mayor. No habla, sino pone en la joya que a los pechos tenía, la mano; sacan los satélites  sus espadas; tiémblenles a Anacaona  y a todos  aquellos señores las carnes, creyendo que los querían allí despedazar.
Comienza a dar grito Anacaona, y todo a llorar, diciendo por que causa tanto mal; los españoles dense prisa en los maniatar;  sacan  a sola a Anacaona maniatada; ponense  a la puerta del  caney o casa grande, gentes armadas, que no salga nadie, pegan fuego, arde la casa,  quemándose vivos los señores y Reyes en sus tierras,  desdichados, hasta quedar todos, con paja y madera, hecho brasa.
Sabidos por los de caballo, que comenzaba        los de pie a atar, comienzan ellos encima de sus caballos, y con lanzas, por todo el pueblo corriendo, a alanzar cuantos hallaban;  los españoles de pie con sus espadas, cuantos podían desbarrigaban, y como se había llegado al infinito número de gente de diversas partes, al recibimiento, negro para ellos,  del nuevo Guamiquina de los cristianos, fueron grandes los estragos y crueldades que en nombre que en  hombres, viejos, y niños inocentes hicieron, y el número de gentes que mataron y acaecía que algunos españoles, o por piedad, o por codicia, tomaron;  algunos niños y muchachos, para escaparlos y que no los mataran, y poniéndolos en las  ancas de los caballos, venia por  detrás , pasándolo con una lanza.
Otro, si estaba el muchacho en el suelo, aunque lo tuviese otro por las manos, le cortaban las piernas con  las espadas.  Día tan nefasto para los  infelices indios, y hecatombe tan siniestra, que han  cubierto de abominación  y oprobio el nombre del inexorable Ovando, es una de las páginas  más odiosa y lúgubres del descubrimiento y la conquista de la Isla Española, y de América.
Anacaona, según los Historiadores: Charlevoix, Irving,  del Monte y Tejada,  García,  el barón  Emile Nau, el conde Roselly de Lougues, Javier Angulo Guridi y el padre Meriño, dicen que;   Anacaona, espiró en un patíbulo a poco de la pavorosa tragedia de Jaragua, refieren que el Comendador la mandó encadena a Santo Domingo y condenada a la horca, donde la ejecutaron públicamente, en la plaza de Santo Domingo. Mientras  que Las Casas, Oviedo, Valdez y Diego Méndez, tienen  una versión diferente de la primera por la cual señalan que con fuentes confiables y con datos que merecen fe y crédito, manifiestan; que Anacaona no Salió del primitivo Cacicazgo reino de su hermano Bohechio, y que su sacrificio se consumó en el mismo caserío donde pertenecían los otros mártires  de Jaragua.
Las Casas dice únicamente que  “la reina y señora Anacaona, por hacerle hora, la ahorcaron” y Oviedo y Valdez, que igualmente se ocupa con interés  en los trágicos sucesos de  Jaragua, que estaba en el secreto alcada  por el consejo de Anacaona.  La cual  para ello estaba confederada con otros muchos caciques. Ovando fue con setenta de hombres montado a caballos y unos doscientos  a pie. Y a más de cuarenta caciques, lo metieron en un bohío, y le hizo pegar fuego, para que se quemaran todos, añade que también que le hicieron justicia a Anacaona.
Diego Méndez, al narrar su gran odisea, de Jamaica a la Española expone lo siguiente: “ y andando por la costa de la isla  80 leguas, no sin grandes peligros y trabajos, porque la isla no estaba conquistada ni allanada, llegué a la provincia de Azua, que es 24 legua antes de Santo Domingo y allí supe que del Comendador Gallego, como  el Gobernador Ovando  había partido a la provincia de Jaragua a allanarla, la cual  estaba a 50 leguas de allí. Y esto sabido dejé mi canoa y tome el camino por la tierra de Jaragua, donde hallé al Gobernador, el cual me  detuvo allí siete meses, hasta que  hizo quemar y ahorcar 84 caciques. Señores de vasallos y con  ellos a  Nacaona (Anacaona). La mayor señora de la Isla, a quien todos ellos obedecían y servían, y esto acabado, vine a pie a tierra de Santo Domingo. (Colección  de los viajes y descubrimientos que  hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, por Don Martín  Fernández de Navarrete. Tomo I. Madrid 1858. Pág. 471)
Lo que antecede comprueba palmariamente  que  la Reina Anacaona no fue ahorcada fuera de su nuevo reino. Si  el intrépido y honrado Diego Méndez se contrae a la ejecución  de esta en sus últimas voluntades, es únicamente por  el hecho, inolvidable para él, de haberla presenciado, a causa  de su forzosa estadía en Jaragua, donde el  implacable Ovando lo retuvo con diversos pretextos, para dificultarle sin duda la consecuencia de los recursos que solicitaba  y debía enviar  a Colón, menesteroso de prontos auxilios para poder salir de Jamaica.
Es indudable que la horca ignominiosa de Anacaona no se levantó en la ciudad de Santo Domingo, como lo han expresado equivocadamente casi todos los historiadores al hacer memoria de tan triste asunto.
Y bueno es subsanar de paso un yerro del barón Emile Nau en la Géographie Primitive D Haití, incluida en el Appendice de su  ya mencionado libro, yerro que comete así mismo el Dr, J. B. Dehoux en su Etude sur les aborígenes de d haiti, y el Sr. Angulo Guridi (Don Javier Angulo Guridi en su ya indicada Breves, noticias geográficas e históricas sobre los tiempos primitivos de Haití, dice además que Yaguana es la actual Puerto Príncipe, como también que Maniocaotes, con Guaroa e Higuanamota, fueron sacrificados en los montes suposiciones destituidas de fundamento, que adultera la verdad histórica). Para éstos Léogane, corrupción  de  Yaguana (Idea del valor de la Isla Española y utilidades que puede sacar su monarquía, por Don Antonio Sánchez Valverde. Madrid. MDCCLXXXV. Cap. 11). Está ubicada en el mismo  punto donde existió la capital de Jaragua, lo que no es  exacto, porque Las Casas consigna que en el asiento y ciudad del  rey Bohechio, después  de todo destruido, estuvo por algunos años una  villa de españoles poblada, que llamaron la Vera Paz, no porque la paz entró en ella con ella como lo diré placiendo a Dios. Y Oviedo y Valdez hablan  de “ Santa María de la Vera Paz”, cerca del lago grande de Jaragua, en la cual villa yo estuve el año  de 1515, y era muy gentil pueblo, e gente de honra, había  en el muchos hidalgos, y porque  desviado el puerto y del mar, se despobló después.
Y paso aquella vecindad a otra villa que fundaron a par de la mar, que se llama Santa María  del Puerto de  Yamasa. Según Moreaux de Sant Mery,       la capital de Bohechio demoraba en el sitio que más tarde sirvió de solar a la aldea de Cul-de-Sac. Aunque de  un modo menos categórico, ya Charlevoix lo había dejado traslucir, pero que no corresponde del todo con la situación de la Vera Paz, edificada en la ciudad  del rey Bohechio, al tenor  de lo expuesto  por el sabio, verídico y minucioso dominico, y el primer cronista de las indias, cuya autoridad como confiesa el mismo Charlevoix, es de gran peso siempre que discurre en calidad de testigo ocular. (Las Cuna de América, S.D. No. 103, 1º de enero de 1909









  















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