RECTIFICACIONES HISTORICAS
La ejecución de Anacaona
Fuente:
Boletín Archivo General de la Nación.
Núm. 48-49. Año 1946. Pág. 198-204
Por el Dr.,
Apoliar Tejera.
Están
contestes los historiadores del periodo de la conquista y colonización de la española,
y cuantos han escrito algo sobre este
asunto, en que era Anacaona una mujer singular por su inteligencia y prenda
personales. Las Casas la llama” nobilísima persona, gran señora, benemérita de
los cristianos”. Herrera le da el
calificativo de “insigne”, y la
considera una mujer prudente y
entendida”. Pedro Mártir de Anglería
pondera el talento y la eminente superioridad de la “famosa heroína”, como la
denominó mucho tiempo después el distinguido y combatido Juan Bautista
Muñoz, cosmógrafo y oficial de la Secretaria de Estado de la Indias (Década, libro III. Cap. IV.
Historia del Nuevo Mundo, Tomo I.
Citadas al hablar de Anacaona por el Conde Roselly y de Lourguez en su Historia
de la Vida y Viaje de Cristóbal Colón. Monumento a Colón. Barcelona MDCCCLXVIII. Pág. 452)
Mujer
de ingenio superior a su sexo y a su nación, son las expresiones qe le dedica
Charlevoix (Historire de Isle Espagmole
au de S. Dominigue, Paris
MDCCXXX. Tomo I. lib. II Pág. 147).
Cuando alude a la soberana de Xaragua (Así escribe este nombre Las
Casas). Washington Irving la
colma de elogios (Vida y Viaje de
Cristóbal Colon. Madrid 1854. Lib XI. Cap. III. Pág150. Lib XVII. Cap. II. Pág.
191). Como a “graciosa reina e
ilustre poetisa”, le rinde homenaje el
barón Emile Nau (Historie des
caciques D Haití. París. 1890 tomo I.
cap. XI. Pág. 253). Don Antonio
del Monte y Tejada, por igual de Irving,
tiene para ella altos encomios.
(Historia de Santo Domingo.1890. tomo I. Cap... XI. Pág. 71). Don José Gabriel García afirma que su
“hermosura incomparable corría parejas
con sus talentos y sus virtudes (Compendio
de Historia de Santo Domingo. 1893. Lib. II. – VII. Pág. 17.) Y así
mismo Gianbattista Ramusio; “a su
belleza se unía el ingenio y la
afabilidad ( Deile navegazione viaggi.
Tomo III. Pág. 9 verso citado por el Conde Roselly de Lourgues. (El padre Meriño la
reputa como “la india más hermosa y de más esclarecido talento (Elementos de Geografía etc., de la
República Dominicana. 1898. Pág. 170). Era “bella, generosa y espiritual”,
según el señor Javier Angulo Guridi (Breves,
noticias geográficas e históricas sobre los tiempos primitivos de Haití.
Elementos de geografía-físico historia, y
antigua y moderna de la isla de Santo Domingo. 1866. Pág. 40), y
el concepto del Conde Roselly de Lourgues,
“las más notable individualidad de Haití; de imparable fama, y musa visible que personificada la suave
poesía y el vivo esplendor de las Antillas. (Obra citada. )
En este
hermoso concierto de ferviente laudatorias en honra y pres de la celebrada Flor
de Oro, ha habido una nota ingrata y discordante. El primer cronista del
Nuevo Mundo ( como se asienta a guisa de título o recomendación en la portada de la
Historia General y Natural de las Indias y Tierra Firme del Mar Océano,
del capitán Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdez) difama a la ensalzada víctima
de la maldad de Ovando. Declara que “era
gran señora y la mujer más principal de esta isla en su tiempo, pero
luego agrega, a vueltas de varias comparaciones y consideraciones bastante
asquerosas, que fue muy disoluta; que
en vida de su marido y de su
hermano no era tan desvergonzada, pero después de los días de ellos, fue muy acatada de los indios, pero muy deshonesta…… con los chripstianos….Con todo
esto era de grande ingenio, e sabía ser servida e acatada, e temida de sus
gentes e vasallos, e aun de sus vecinos.
Afortunadamente
Charlevoix, en reivindicación del buen
nombre de la desacreditada cacique , se
espera de este modo “ Oviedo nos presenta a esta princesa como
encenegada e los excesos, pero yo he
advertido ya que este escritor se empeña mucho en que aparezcan como criminales
todos aquellos que experimentaron las más tristes consecuencias de la crueldad
de su nación, lo que han reconocido
honradamente imparciales y nobles plumas españolas, como se ve por estas ingenuas y leales aclaraciones: Oviedo, que falsea las
cualidades de casi todos los principios indios, mancha de limpia memoria de
esta ilustre mujer, suponiéndole costumbres disolutas, pero los escritores
contemporáneos alaban su dignidad, carácter e incomparable gracia.
La fama
de su belleza llenaba toda la isla, y
por igual la celebraban indígenas y españoles… Consideraba a estos como seres sobrenaturales y no se
ocultaba a su talento cuan absurdo e
impolítico era pretender resistirles (Diccionario Enciclopédico Hispano Americano.
Barcelona. 1887. Tomo 11. Articulo Anacaona)
Nadie
ignora que Anacaona era la favorita o predilecta del valiente Caonabo, señor de
la Maguana. Aprisionado por el audaz Alonzo de Hojeda, lo tomó la muerte a bordo de una de las naves de
Colón, allende a Guadalupe, en el segundo viaje de la Española a Cáliz, por el año 1496. Le acompañaba su hermano
Maniocatex, y se cuenta que falleció también en medio del Atlántico. Lo que no
es cierto, porque el cura de los Palacios, tan sencillo como veraz, lo conoció
y trato en España, con el nombre de
Diego ( Historia de los Reyes
Católicos Don Francisco e Doña Isabel,
por Andrés Bernaldez. Biblioteca de
Autores España, de Manuel Rivadeyra. Tomo LXX de la obra y III de la Crónica de
los Reyes Católicos V. Instrucciones de Navarrete. Pág. 12). Incurre, pues, el señor Javier
Angulo Guridi en un error cuando asegura
rotundamente que Caonabo, cargado de prisiones, naufragó frente a la Isabela, a
impulso de un terrible huracán, en el año consabido. (Obra citada. Pág. 40. Tampoco es exacto que Anacaona pereció en el
1505, sino a mediado del 1503 o a principio del 1504, como puede probarse con el testimonio de Oviedo y
Valdez)
Nadie
ignora tampoco que destronado el Señor de la Casa de Oro, Anacaona se retiró a
los dominios de su hermano Bohechio,
cacique de Jaragua, comarca que se extendía al suroeste de Haití, y de la cual forjó la soñadora
fantasía de los conquistadores un edén amenísimo. Con benigno y delicioso clima, regaba por el
Hatibonico (Haitibonito), el mayor río del país (error el río más grande del
país es el Yaqué del Norte) y por otro más pequeño, pero todos de opulento
curso, con dos hermosos lagos rodeados de ricas y fructíferas arboledas, con la
vasta y feraz serranía del Bahoruco, con magnificas praderías donde se multiplicó en breve el ganado mayor y el
menor, con una bahía esplendida, protegida naturalmente por la Guanabo, esta región era una especie de tierra prometida, o de
soñado vellocino de Oro para la desalmada e inicua gente de venia de España sedienta
de riquezas y de goces
Cegado ´por si despiadada política, el Comendador de
Lares en la Orden de Alcántara. Don Frey Nicolás de Ovando, persona de suposición por su integridad, seso y prudencia, y amantísimo de la justicia, con menosprecio de
su campanillas y perejiles, inundó en sangre inocente estos sitios “donde los
europeos, en frese de Washington Irving,
conforme a sus propias pinturas,
hallaron un verdadero paraíso, que sus viles pasiones llenaron de horrores y
desolación.
Horrible
es ciertamente, por la notable e
incontestable superioridad de un puñado de aguerridos y civilizados
castellanos, respecto a centenares de salvaje e inermes indios, la espeluznante catástrofe de Xaraguá (Jaragua), preparada con la mayor
imperturbabilidad y sangre fría por el
eximio Comendador.
He aquí relata el dignísimo Las Casas, a la
sazón en la Española, la increíble cacería de Xaraguá (Jaragua),. “Un domingo,
después de comer, como tenía concretado (Ovando), mandó cabalgar a todos los de caballo, con título que querían jugar a las cañas y a todos los de pie allí juntos, aparejados; dice Anacaona al
Comendador Mayor, que ella y aquellos señores Caciques, quieren ver juego de las cañas: del Comendador Mayor mucho place, pero que haga llamar a
todos los señores, y con ella vengan
juntos, que les quiere hablar; en su posada.
Tenía
concertado que los de caballo cercasen la casa, y los de fuera y dentro
estuvieran aparejados, y que cuando él pusiera la mano en una pieza de oro
que tenía a los pechos colgada ,
comenzaran a atar a los señores que dentro estaban, y a Anacaona, primero sacadas todas sus espadas y después hicieron lo que más les estaba mandado…..
Eran….Anacaona…. Que muchos y grandes servicios habían hecho a los cristianos,
y sufridoles hartos insultos, agravios y escándalos; entran ochenta señores que por allí más mano se hallaron, ella y ellos con su
simplicidad y descuidados; esperan la habla del Comendador Mayor. No habla,
sino pone en la joya que a los pechos tenía, la mano; sacan los satélites sus espadas; tiémblenles a Anacaona y a todos
aquellos señores las carnes, creyendo que los querían allí despedazar.
Comienza
a dar grito Anacaona, y todo a llorar, diciendo por que causa tanto mal; los
españoles dense prisa en los maniatar;
sacan a sola a Anacaona
maniatada; ponense a la puerta del caney o casa grande, gentes armadas, que no
salga nadie, pegan fuego, arde la casa,
quemándose vivos los señores y Reyes en sus tierras, desdichados, hasta quedar todos, con paja y
madera, hecho brasa.
Sabidos
por los de caballo, que comenzaba los
de pie a atar, comienzan ellos encima de sus caballos, y con lanzas, por todo
el pueblo corriendo, a alanzar cuantos hallaban; los españoles de pie con sus espadas, cuantos
podían desbarrigaban, y como se había llegado al infinito número de gente de
diversas partes, al recibimiento, negro para ellos, del nuevo Guamiquina de los cristianos,
fueron grandes los estragos y crueldades que en nombre que en hombres, viejos, y niños inocentes hicieron,
y el número de gentes que mataron y acaecía que algunos españoles, o por
piedad, o por codicia, tomaron; algunos
niños y muchachos, para escaparlos y que no los mataran, y poniéndolos en
las ancas de los caballos, venia
por detrás , pasándolo con una lanza.
Otro,
si estaba el muchacho en el suelo, aunque lo tuviese otro por las manos, le
cortaban las piernas con las
espadas. Día tan nefasto para los infelices indios, y hecatombe tan siniestra,
que han cubierto de abominación y oprobio el nombre del inexorable Ovando, es
una de las páginas más odiosa y lúgubres
del descubrimiento y la conquista de la Isla Española, y de América.
Anacaona,
según los Historiadores: Charlevoix, Irving,
del Monte y Tejada, García, el barón
Emile Nau, el conde Roselly de Lougues, Javier Angulo Guridi y el padre
Meriño, dicen que; Anacaona, espiró en un patíbulo a poco de la
pavorosa tragedia de Jaragua, refieren que el Comendador la mandó encadena a
Santo Domingo y condenada a la horca, donde la ejecutaron públicamente, en la
plaza de Santo Domingo. Mientras que Las
Casas, Oviedo, Valdez y Diego Méndez, tienen
una versión diferente de la primera por la cual señalan que con fuentes
confiables y con datos que merecen fe y crédito, manifiestan; que Anacaona no
Salió del primitivo Cacicazgo reino de su hermano Bohechio, y que su sacrificio
se consumó en el mismo caserío donde pertenecían los otros mártires de Jaragua.
Las
Casas dice únicamente que “la reina y
señora Anacaona, por hacerle hora, la ahorcaron” y Oviedo y Valdez, que
igualmente se ocupa con interés en los
trágicos sucesos de Jaragua, que estaba
en el secreto alcada por el consejo de
Anacaona. La cual para ello estaba confederada con otros muchos
caciques. Ovando fue con setenta de hombres montado a caballos y unos
doscientos a pie. Y a más de cuarenta
caciques, lo metieron en un bohío, y le hizo pegar fuego, para que se quemaran
todos, añade que también que le hicieron justicia a Anacaona.
Diego
Méndez, al narrar su gran odisea, de Jamaica a la Española expone lo siguiente:
“ y andando por la costa de la isla 80
leguas, no sin grandes peligros y trabajos, porque la isla no estaba
conquistada ni allanada, llegué a la provincia de Azua, que es 24 legua antes
de Santo Domingo y allí supe que del Comendador Gallego, como el Gobernador Ovando había partido a la provincia de Jaragua a allanarla,
la cual estaba a 50 leguas de allí. Y
esto sabido dejé mi canoa y tome el camino por la tierra de Jaragua, donde
hallé al Gobernador, el cual me detuvo
allí siete meses, hasta que hizo quemar
y ahorcar 84 caciques. Señores de vasallos y con ellos a
Nacaona (Anacaona). La mayor señora de la Isla, a quien todos ellos obedecían
y servían, y esto acabado, vine a pie a tierra de Santo Domingo. (Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines
del siglo XV, por Don Martín Fernández
de Navarrete. Tomo I. Madrid 1858. Pág. 471)
Lo que antecede
comprueba palmariamente que la Reina Anacaona no fue ahorcada fuera de su
nuevo reino. Si el intrépido y honrado
Diego Méndez se contrae a la ejecución
de esta en sus últimas voluntades, es únicamente por el hecho, inolvidable para él, de haberla
presenciado, a causa de su forzosa
estadía en Jaragua, donde el implacable
Ovando lo retuvo con diversos pretextos, para dificultarle sin duda la
consecuencia de los recursos que solicitaba
y debía enviar a Colón,
menesteroso de prontos auxilios para poder salir de Jamaica.
Es
indudable que la horca ignominiosa de Anacaona no se levantó en la ciudad de
Santo Domingo, como lo han expresado equivocadamente casi todos los
historiadores al hacer memoria de tan triste asunto.
Y bueno
es subsanar de paso un yerro del barón Emile Nau en la Géographie Primitive D
Haití, incluida en el Appendice de su ya
mencionado libro, yerro que comete así mismo el Dr, J. B. Dehoux en su Etude
sur les aborígenes de d haiti, y el Sr. Angulo Guridi (Don Javier Angulo Guridi en su ya indicada Breves, noticias
geográficas e históricas sobre los tiempos primitivos de Haití, dice además que
Yaguana es la actual Puerto Príncipe, como también que Maniocaotes, con Guaroa
e Higuanamota, fueron sacrificados en los montes suposiciones destituidas de
fundamento, que adultera la verdad histórica). Para éstos Léogane,
corrupción de Yaguana (Idea
del valor de la Isla Española y utilidades que puede sacar su monarquía, por
Don Antonio Sánchez Valverde. Madrid. MDCCLXXXV. Cap. 11). Está ubicada
en el mismo punto donde existió la
capital de Jaragua, lo que no es exacto,
porque Las Casas consigna que en el asiento y ciudad del rey Bohechio, después de todo destruido, estuvo por algunos años
una villa de españoles poblada, que
llamaron la Vera Paz, no porque la paz entró en ella con ella como lo diré
placiendo a Dios. Y Oviedo y Valdez hablan
de “ Santa María de la Vera Paz”, cerca del lago grande de Jaragua, en
la cual villa yo estuve el año de 1515,
y era muy gentil pueblo, e gente de honra, había en el muchos hidalgos, y porque desviado el puerto y del mar, se despobló
después.
Y paso
aquella vecindad a otra villa que fundaron a par de la mar, que se llama Santa
María del Puerto de Yamasa. Según Moreaux de Sant Mery, la capital de Bohechio demoraba en el
sitio que más tarde sirvió de solar a la aldea de Cul-de-Sac. Aunque de un modo menos categórico, ya Charlevoix lo
había dejado traslucir, pero que no corresponde del todo con la situación de la
Vera Paz, edificada en la ciudad del rey
Bohechio, al tenor de lo expuesto por el sabio, verídico y minucioso dominico,
y el primer cronista de las indias, cuya autoridad como confiesa el mismo
Charlevoix, es de gran peso siempre que discurre en calidad de testigo ocular. (Las
Cuna de América, S.D. No. 103, 1º de enero de 1909
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