La patria del Kaláshnikov
9 de junio de 2015
Desde finales del siglo XVIII
la fábrica de armas de Izhevsk, cerca de los Urales, se dedica a
suministrar al ejército ruso. Es aquí donde comenzó a producirse el
AK-47, quizá uno de los fusiles más famosos del mundo.
Fuente: Ria Novosti
A principios del
siglo XIX Rusia sufrió graves problemas en la fabricación de armas de tiro. En
el país únicamente operaban dos fábricas de armas: la de Tula y la de Sestroretsk.
Una gran parte del armamento se fabricaba en pésimas condiciones. La calidad
también se vio afectada por ello.
El ejército ruso
apenas podía contrarrestar a un cañón francés diseñado en 1777, el mejor del
momento. Además, tenía cañones de 28 calibres distintos, lo cual volvía todavía
más complejo su reparación y la fabricación de municiones. Para resolver
rápidamente esta situación no había tiempo ni instalaciones.
En el contexto de
una creciente amenaza desde el exterior, el gobierno ordenó comenzar la
construcción de fábricas de armamento adicionales. Una de ellas se estableció
en los bosques de los Urales, junto al río Izh. Esta fábrica se convirtió en el
núcleo de la futura ciudad de Izhevsk.
La ubicación no
podía ser más adecuada para la producción de armamento. Tenía muy cerca las
materias primas (el metal de los Urales), así como el combustible (los bosques
de los alrededores, con los que se preparaba el carbón vegetal). La
construcción de la fábrica estuvo dirigida por el ingeniero A. F. Deriabin.
Este se había impuesto una ambiciosa tarea: crear prácticamente desde cero y en
tiempo récord una fábrica con una concentración de instalaciones como no se
había visto en ninguna otra fábrica rusa.
En la fábrica se
abrirían todo tipo de talleres: herramientas, cañones, cerrojos, etc.
Contrataron a expertos extranjeros que compartieron su amplia experiencia con
los fabricantes de armas locales.
Hacia 1812, esta
fábrica, que apenas había cumplido cinco años, ya producía armas. A principios
de la guerra contra Napoleón, se lograron fabricar 2.000 unidades de
cañones lisos de 17,7 mm de calibre diseñados en 1808. La calidad de estas
armas no tenía nada que envidiar a la de los modelos franceses. Durante los
años de la guerra, la fábrica produjo 6.000 cañones adicionales.
Además de estos,
se fabricaba carabinas para los soldados de caballería, pistolas, así como
armas blancas: machetes, sables, bayonetas y otro tipo de cuchillos. La fábrica
fue ampliando su producción a grandes ritmos. 25 años después de su creación
producía más de 25.000 cañones al año, y en 1836 batió el récord absoluto entre
todas las fábricas de armas de Rusia: más de 30.000 unidades de armas de tiro.
Alrededor de la fábrica iba creciendo constantemente la ciudad.
Durante los años
1853-1856 Rusia participó en la extenuante guerra de Crimea, durante la cual su ejército hizo frente
directa e indirectamente a todas las principales potencias militares de Europa.
Fue en esta
guerra donde jugaron un importante papel los cañones de Izhevsk, basados en el
principio del contacto, con cápsula en lugar de cerrojo de pedernal. A
principios de la guerra, la fábrica logró producir casi 40.000 unidades.
Durante tres años de acciones militares, Izhevsk dio al ejército más de 130.000
armas de tiro. En 1867 tuvo lugar uno de los primeros casos de privatización de
una propiedad estatal en Rusia: la fábrica de Izhevsk pasó a estar en manos de
un arrendamiento privado. El capital privado cambió radicalmente el sistema de
producción en una década y media. Como resultado, la producción de la fábrica
tuvo un crecimiento sorprendente: se llegó a producir 160.000 unidades solo de
fusiles en 1878.
En 1884, por
decreto del zar, la fábrica volvió a formar parte del erario público para
lanzar en ella la producción en serie de un nuevo fusil semiautomático diseñado
por el ingeniero Mosin, el conocido fusil Mosin-Nagant. Este fue el principal
producto de la fábrica durante las décadas siguientes.
Durante los años
de la Primera Guerra Mundial, Izhevsk producía más de 2.000 fusiles al día, y
solo desde 1914 hasta 1918 suministró al ejército casi un millón y medio de
unidades.
La fábrica
sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial y después de ella comenzó a dedicarse a
un nuevo ámbito de actividad: la producción de fusiles de caza, que hasta hoy
en día se consideran los mejores en Rusia. El fusil de Mosin se convirtió en
uno de los principales tipos de armamento del soldado soviético en la Segunda
Guerra Mundial.
La fábrica
alcanzó su máximo esplendor en la posguerra, cuando el ingeniero Mijaíl
Kaláshnikov comenzó aquí la producción de su
legendario fusil, que se comenzó a fabricar en serie en 1949. El fusil
Kaláshnikov fue durante muchos años el símbolo de la fábrica. En su honor
recibió esta su nombre actual: Consorcio Kaláshnikov, la mayor empresa de
producción de armas de tiro de Rusia que exporta su producción a 30 países del
mundo.
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