El Papa visita el infierno de Bolivia
Francisco acude en Santa Cruz a una de las prisiones más peligrosas de Latinoamérica y denuncia la lentitud de la Justicia
Pablo Ordaz
Santa Cruz, Bolivia
11 JUL 2015 - 00:53 CEST
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/07/11/actualidad/1436567369_706785.html?rel=lom
El 84% de los 15.000 presos de Bolivia aún está a la espera de ser juzgado –desde hace más de una década en algunos casos–,
y las 53 cárceles del país sobrepasan en un 300% su capacidad. Las
condiciones de descontrol, peligrosidad y hacinamiento son tan terribles
que uno de los reclusos de la prisión de Palmasola (Santa Cruz) se las
describió así al papa Francisco: “Cuando llegué, esto me pareció Sodoma y Gomorra”.
Jorge Mario Bergoglio quiso que su último acto en Bolivia
antes de partir hacia Paraguay fuese una visita a uno de los centros de
reclusión más peligrosos de Latinoamérica, una especie de ciudad en
miniatura que en la actualidad alberga a más de 3.000 presos y donde los
detenidos menores de edad están mezclados con los mayores, algunos de
los cuales disponen de casas y hasta de sirvientes. Hace un par de años,
una pelea entre reclusos por el control del penal terminó con 35
fallecidos, entre ellos un niño.
“Ustedes podrían preguntarse que quién está ante ustedes”, se dirigió
a ellos Francisco, “y a mí me gustaría responderles a esa pregunta con
una certeza que ha marcado mi vida para siempre: el que está ante
ustedes es un hombre perdonado”.
Si Francisco reforzó el jueves su perfil de líder mundial durante la
reunión con los movimientos populares, el viernes fue, simplemente, un
pastor que se acerca a reconfortar a las ovejas más heridas del rebaño.
Los escuchó primero cuando, por boca de una reclusa, le dijeron:
“Admitimos nuestras culpas por los delitos que cometimos, pero como
mujeres sufrimos el abuso de poder, imploramos en tu nombre justicia.
Que tú seas nuestro intermediario para que se cumpla en Bolivia un
indulto para las mujeres embarazadas y para las mujeres que tienen que
descontar 30 años y ya han vivido un tercio de su pena”.
Si el Papa reforzó el jueves su perfil
de líder mundial, el viernes fue, simplemente, un pastor que se acerca a
reconfortar a las ovejas más heridas del rebaño
También escuchó el Papa la radiografía de la situación carcelaria que
le mostró Jesús Juárez Párraga, arzobispo de Sucre y responsable
nacional de la pastoral penitenciaria católica. “Somos testigos”,
explicó monseñor Juárez, “de las angustias de nuestros hermanos y
hermanas presos. Sentimos en ellos el signo contradictorio de ser
víctimas y victimarios, la evidencia de una sociedad que produce
pobreza, desigualdades y violencia”. El arzobispo aseguró que la
administración de justicia boliviana es “una flagrante vulneradora de
derechas”.
Cuando tomó la palabra, Bergoglio
dijo ser consciente de las duras condiciones de vida de los reclusos.
“Yo sé bien”, les dijo, “que son muchos los elementos que juegan en
contra en este lugar. El hacinamiento, la lentitud de la justicia, la
falta de terapias ocupacionales y de políticas de rehabilitación, la
violencia…”. Y de ahí que les hiciera dos propuestas. El primero, como
Papa: “Si en algún momento están tristes, mal, bajoneados, miren el
rostro de Jesucristo. En sus llagas, encuentran lugar nuestras llagas.
Él murió por vos, por mí, para darnos su mano y levantarnos”. El
segundo, como amigo: “No pueden dar todo por perdido. La convivencia
depende en parte de ustedes. Ayúdense entre ustedes. No tengan miedo de
ayudarse entre ustedes. El demonio busca la rivalidad, la división, los
bandos. Luchen por salir adelante”.
Después de un par de días en Bolivia, donde visitó La Paz y Santa Cruz de la Sierra, el Papa voló a Paraguay, tercera y última etapa de su primer viaje a la América de habla hispana.
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