Obama busca aliados contra el califato
Siete naciones están armando ya a los kurdos junto a EE UU
- '¿En qué siglo estamos?', por JUAN GOYTISOLO
- http://internacional.elpais.com/internacional/2014/08/27/actualidad/1409169688_866954.html
El presidente Barack Obama busca aliados para combatir a los yihadistas del Estado Islámico (EI)
en Siria e Irak. Obama se resiste a embarcar a su país en otra guerra
contra el terrorismo o en nuevas aventuras unilaterales en Oriente
Medio. La convicción de la Casa Blanca es que los bombardeos sólo
lograrán contener a los yihadistas, pero que derrotarlos exigirá una
coalición con aliados internacionales y regionales.
“Eliminar de raíz un cáncer como el Estado Islámico no será fácil ni rápido”, ha dicho Obama esta semana. “Estamos urgiendo a los países de la región para que apoyen a los iraquíes en la lucha contra estos terroristas bárbaros, y con este objetivo estamos construyendo una coalición internacional”.
Desde que a principios de agosto empezaron los ataques aéreos contra posiciones del EI en el norte de Irak, la Administración Obama ha insistido en que la solución al conflicto ni es militar ni está al alcance de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Obama cree que los yihadistas no sólo amenazan intereses de EE UU sino a los vecinos de Oriente Próximo y a otros aliados, entre ellos europeos.
En la conferencia de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, dijo ayer que la implicación internacional era necesaria para estabilizar la región a largo plazo. “Una operación militar dirigida por EE UU no es una solución duradera”, dijo Earnest.
EE UU, que se retiró de Irak en 2011, ha regresado a este país para bombardear al EI y lo ha hecho con el permiso del Gobierno iraquí. El secretario de Defensa, Chuck Hagel, ha anunciado que siete países —Albania, Canadá, Croacia, Dinamarca, Italia, Francia y Reino Unido— se han sumado a EE UU en el compromiso de suministrar armas y equipamiento a las fuerzas kurdas, que combaten a los insurgentes suníes en el norte de Irak.
El debate en Washington es si la operación debe expandirse a Siria. Intervenir en este país es más complicado: EE UU carece de información de primera mano sobre posibles objetivos y no reconoce al presidente de este país, Bachar el Asad. Hace un año, Obama estuvo a punto de bombardear al régimen de El Asad; ahora contempla bombardear a sus enemigos del Estado Islámico.
Aviones norteamericanos empezaron a sobrevolar el lunes Siria con el objetivo de recopilar información. Es un paso necesario para que el presidente decida si atacar o no, una decisión que todavía no ha tomado y que esta semana ha sido motivo de múltiples reuniones en la Casa Blanca con los máximos responsables del Pentágono y el Departamento de Estado.
“Cada vez más la cuestión no parece tanto si [habrá un ataque] sino cuándo y cómo”, dice Brian Katulis, investigador en el laboratorio de ideas Center for American Progress. Si finalmente Estados Unidos interviene, la operación será modesta, más táctica que estratégica, añade.
Obama no quiere meterse solo en Siria ni afrontar unilateralmente la amenaza yihadista en el vecino Irak. De ahí que la Casa Blanca haya iniciado una campaña diplomática en busca de aliados. The New York Times detalló este miércoles la lista de países cuya colaboración EE UU ha pedido: Australia, Reino Unido, Jordania, Qatar, Arabia Saudí, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos. Algunos de estos países aumentarían la ayuda a la oposición siria moderada; otros, como Reino Unido y Australia, participarían en los ataques aéreos, según fuentes oficiales citadas por el Times.
Las lecciones de la última década pesan en cada decisión del presidente Obama. En su visión de la política exterior, un ataque unilateral, aunque sea aéreo y excluya el despliegue de tropas, como es el caso en Irak y Siria, es anatema. Los debates en la Administración Obama giran estos días en torno a los riesgos de la operación —¿debilita o a la larga refuerza al EI?—, a qué objetivos elegir para bombardear y a la efectividad de un ataque.
“La cuestión ahora es si [la Administración Obama] tiene suficiente información sobre el terreno para lanzar algún tipo de ataque y, en segundo lugar, si tiene un objetivo definido sobre qué quiere conseguir con los ataques”, dice Katulis.
En Irak, el objetivo era frenar el avance del Estado Islámico hacia Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, aliado de EE UU, y prevenir la matanza de la minoría yazidí. En Siria los objetivos parecen menos definidos.
El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, se pronunció el pasado día 15 a favor de la entrega de armas a las fuerzas kurdas del norte de Irak siempre que lo autorice el Gobierno central de Bagdad. “En nuestra opinión debe ser [un Gabinete] inclusivo de todas las comunidades de Irak y para asegurar la integridad territorial del país”, señaló entonces Margallo.
“Eliminar de raíz un cáncer como el Estado Islámico no será fácil ni rápido”, ha dicho Obama esta semana. “Estamos urgiendo a los países de la región para que apoyen a los iraquíes en la lucha contra estos terroristas bárbaros, y con este objetivo estamos construyendo una coalición internacional”.
Desde que a principios de agosto empezaron los ataques aéreos contra posiciones del EI en el norte de Irak, la Administración Obama ha insistido en que la solución al conflicto ni es militar ni está al alcance de las Fuerzas Armadas norteamericanas. Obama cree que los yihadistas no sólo amenazan intereses de EE UU sino a los vecinos de Oriente Próximo y a otros aliados, entre ellos europeos.
En la conferencia de prensa diaria, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, dijo ayer que la implicación internacional era necesaria para estabilizar la región a largo plazo. “Una operación militar dirigida por EE UU no es una solución duradera”, dijo Earnest.
EE UU, que se retiró de Irak en 2011, ha regresado a este país para bombardear al EI y lo ha hecho con el permiso del Gobierno iraquí. El secretario de Defensa, Chuck Hagel, ha anunciado que siete países —Albania, Canadá, Croacia, Dinamarca, Italia, Francia y Reino Unido— se han sumado a EE UU en el compromiso de suministrar armas y equipamiento a las fuerzas kurdas, que combaten a los insurgentes suníes en el norte de Irak.
El debate en Washington es si la operación debe expandirse a Siria. Intervenir en este país es más complicado: EE UU carece de información de primera mano sobre posibles objetivos y no reconoce al presidente de este país, Bachar el Asad. Hace un año, Obama estuvo a punto de bombardear al régimen de El Asad; ahora contempla bombardear a sus enemigos del Estado Islámico.
Aviones norteamericanos empezaron a sobrevolar el lunes Siria con el objetivo de recopilar información. Es un paso necesario para que el presidente decida si atacar o no, una decisión que todavía no ha tomado y que esta semana ha sido motivo de múltiples reuniones en la Casa Blanca con los máximos responsables del Pentágono y el Departamento de Estado.
“Cada vez más la cuestión no parece tanto si [habrá un ataque] sino cuándo y cómo”, dice Brian Katulis, investigador en el laboratorio de ideas Center for American Progress. Si finalmente Estados Unidos interviene, la operación será modesta, más táctica que estratégica, añade.
Obama no quiere meterse solo en Siria ni afrontar unilateralmente la amenaza yihadista en el vecino Irak. De ahí que la Casa Blanca haya iniciado una campaña diplomática en busca de aliados. The New York Times detalló este miércoles la lista de países cuya colaboración EE UU ha pedido: Australia, Reino Unido, Jordania, Qatar, Arabia Saudí, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos. Algunos de estos países aumentarían la ayuda a la oposición siria moderada; otros, como Reino Unido y Australia, participarían en los ataques aéreos, según fuentes oficiales citadas por el Times.
Las lecciones de la última década pesan en cada decisión del presidente Obama. En su visión de la política exterior, un ataque unilateral, aunque sea aéreo y excluya el despliegue de tropas, como es el caso en Irak y Siria, es anatema. Los debates en la Administración Obama giran estos días en torno a los riesgos de la operación —¿debilita o a la larga refuerza al EI?—, a qué objetivos elegir para bombardear y a la efectividad de un ataque.
“La cuestión ahora es si [la Administración Obama] tiene suficiente información sobre el terreno para lanzar algún tipo de ataque y, en segundo lugar, si tiene un objetivo definido sobre qué quiere conseguir con los ataques”, dice Katulis.
En Irak, el objetivo era frenar el avance del Estado Islámico hacia Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, aliado de EE UU, y prevenir la matanza de la minoría yazidí. En Siria los objetivos parecen menos definidos.
España no se suma al rearme
A pesar del consenso internacional, España no piensa sumarse al plan de rearme, informa Miguel González. Fuentes diplomáticas alegan que los suministros solicitados por los kurdos (munición, repuestos y equipos) son en su mayor parte de origen soviético, como las armas que los peshmergas están entrenados para utilizar, y no figuran en el stock de las Fuerzas Armadas españolas. Lo cierto es que algunos de los países que suministrarán material militar al Kurdistán iraquí (Italia, Francia, Dinamarca) tampoco disponen de armamento ruso, pero España parece haberse agarrado a la excusa “técnica” antes que abordar la cuestión política de fondo.El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, se pronunció el pasado día 15 a favor de la entrega de armas a las fuerzas kurdas del norte de Irak siempre que lo autorice el Gobierno central de Bagdad. “En nuestra opinión debe ser [un Gabinete] inclusivo de todas las comunidades de Irak y para asegurar la integridad territorial del país”, señaló entonces Margallo.
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