Distrito 9: Entre la residualidad global y la incomunicación como orden segregatorio
Neill Blomkamp plantea a través de su película Distrito 9,
una de las situaciones más inquietantes en el arte que se constituye
como proyectista, jugar con la génesis de los procesos sociales.
Antiguamente lo hicieron los pintores renacentistas, quienes con el arte
y técnica de la perspectiva, generaron no sólo un retrato, sino uno tan
real, que la superación de esa fidelidad daría por inaugurado el
control hegemónico del espacio como modelo para producir cosas: la era
moderna.
Distrito 9
es una genealogía al modelo de la residualidad global. Los principales
críticos ven en esta obra una representación del apartheid humano, la
segregación racial aplicada a nuestra relación con seres extraterrestre.
De manera refinada esta película es mucho más que esto.
La trama
plantea el experimento sociológico – que sólo es posible por ética en
la ciencia ficción- de lo que sucedería al enfrentarnos a un conjunto de
seres extraterrestres vulnerables, perdidos en el espacio exterior, sin
un guía o ente que direccione y sin capacidad de respuesta en nuestra
atmósfera. Estos extraterrestres se posicionan mediante una nave
flotante justo sobre la ciudad de Johannesburgo, sin capacidad de
desplazamiento ni movilidad. Los representantes gubernamentales deciden
que el mejor modo de relacionarse es otorgando la zona del Distrito 9 a
los seres extraterrestres, limitando su salida y confiriéndole seguridad
a los seres humanos a través de extramuros de rejas. Una ciudad-cárcel,
un Guantánamo hecho ciudad, o un recinto penitenciario galáctico.
En
realidad más que eso, el Distrito 9 se convierte en una proyección del
biopoder del espacio urbano donde la principal diferencia se articula
entre el interior y el exterior. En el momento exacto en que los
extraterrestres entran en el distrito 9, se produce el efecto de las
reglas rígidas de un espacio de vigilancia.
¿Pero es
este Distrito una ciudad cárcel cualquiera? Cualquiera podría pensar que
el autor sudafricano establece un apartheid galáctico en la tierra,
pero en realidad el Distrito 9 es la proyección de aquello que en las
urbes tiene que ser situado como zona 0, o identidad que no tiene
sentido dentro de la ciudad, porque no es productiva. A diferencia de
una biopolítica del trabajo sustancial, el Distrito 9 no es una ciudad
vigilada, sino una ciudad invisible, aislada.
En el
Distrito 9 no se vive bien. Los límites y fronteras están bien
establecidos, pero lo que sucede ahí dentro es la pobreza extrema, el
habitar informal, las villas miserias o slum. Llamativamente, quienes
viven junto a los extraterrestres son seres humanos aparentemente
ilegales, con arraigo étnico, que han desarrollado una microsociedad
pauperizada junto a los extraterrestres, enmarcado en la vida de la
pobreza. Se trafica comida, se trafican armas galácticas. Los
extraterrestres se alimentan de la basura, al igual que los niños de
Kenia en la actualidad, que migran desde las aldeas para recolectar
comida de vertederos, muchas veces produciéndose actividades comerciales
derivadas. De este modo este modelo de la residualidad global
tiene claves de lectura que vale la pena detallar, porque adelanta
procesos sociológicos relacionados con la pobreza, el sentido de la
exclusión y vigilancia, más allá de la tradicional noción biopolítica.
Algunas escenas proyectadas:
1.- La llegada de los extraterrestres.
El arribo
de alienígenas tiene un desenlace en principio humanitario, porque los
encuentran en una situación magra y se les decide ayudar. Observamos en
este paso una similitud con los inmigrantes de África en Lampedusa
(Italia) ,donde, por una razón de fuerza van llegando y la habilitación
es emergente, no por voluntades. Lo mismo podría pensarse de un nuevo
“pobre” que llega a vivir a Nairobi, con problemáticas de contaminación y
enfermedades crónicas en el futuro.
La noción
del extraterrestre vulnerable es igual a la de cualquier otro vulnerado
ser humano, un sujeto que además pierde identidad, pierde derechos
civiles y pasa a ser el enemigo dentro del sistema urbano. Por esa razón
el Distrito 9 se consolida como tal, sin ser extremadamente vigilado,
es fielmente controlado para mantener aquello que es incómodo pero que
no puede ser “exterminado”: La pobreza extrema global.
2.- Ser extraterrestre, ser pobre
La
condición de nulidad, de pérdida derechos obliga a los extraterrestre a
una magra alimentación y a una vida paupérrima. Algunos son sometidos a
reglas de otros inmigrantes humanos, pero la relación con el entorno es
limitada. La residualidad se establece en la medida que la
decisión de “integración social” es limitada, porque es parte del modelo
de sociedad antiguo, de antaño, añejo. El modelo global que hereda
problemáticas de la modernidad se abstiene del reconocimiento y no se
esmera por integrar socialmente. Todo tiene un límite y en la medida que
el Distrito 9 no sea productivo, el mantenimiento invisible de lo que
sucede ahí dentro es más importante que cualquier otra decisión
3.- La pobreza como una contracultura: El Valor de las armas y la erradicación
La
prostitución, tugurización, tráfico de armas y consagración de mafias,
son rasgos característicos que comienzan a gobernar el Distrito 9. Al
igual que en Mathare en la actualidad, se potencian los rasgos
antropológicos de los rituales de magia e interés por el reconocimiento
social, aunque el otro al interior del campamento sea un
extraterrestre. Se produce la equivalencia entre extraterrestre e
inmigrante nigeriano. En el intertanto, se produce un interés del
afuera: las armas. Las armas en el mundo tienen un gran valor económico,
dicha industria mueve parte importante del PIB (Producto Interno Bruto)
de las naciones y en el film los extraterrestres poseen muchas. Es
necesario entonces erradicar el Distrito 9 – erradicar el campamento-
porque comienza a ser molesto y por los intereses humanos que suscitaba.
Ciertamente
no existe un conocimiento ni idea de integración social al momento de
intervenir el Distrito 9. Al igual que se hacía con las Favelas, se
intervienen en base a las fuerzas armadas y del orden, acribillando a
una cantidad importante de extraterrestres. Lo que interesa es el
provecho que se puede obtener de los extraterrestres, pero ellos en si
no importan, al igual como es la vida y muerte de un nuevo pobre que
llega a vivir en Jakarta (Indonesia)
4.- Las distancias comunicativas y la vida residual.
Los
quiebres comunicativos es lo que constituye la relación con el otro.
Quien interviene de manera armada no conoce al extraterrestre, así como
no conoce al inmigrante de color que se encuentra también viviendo en
las mismas condiciones. Del mismo modo, la actual residualidad
global en aumento, se juega por la polarización (rico -pobre) dentro de
las mismas ciudades como Lagos, Dakha o Naibori, pero también por su
aparición geográfica e invisibilización social.
Cuando las
distancias comunicativas comienzan a estrecharse entre el protagonista y
uno de los seres alienígenas (más allá del proceso de mutación genética
que experimenta el ser humano), la brecha del conflicto tiene una
resolución, y la noción de integración se vuelve más consistente entre
ser humano y alienígena. La teoría de que la inclusión programática
resulta efectiva es débil y se quiebra por el fracaso que tiene el
organismo interventor. Por el contrario, cuando se acorta la brecha y
diferencia desde la intersubjetividad (a lo Berger y Luckmann), es donde
se produce el entendimiento del protagonista con el mundo
extraterrestre. En ese sentido, lo interesante de este ser
extaterrestre está en el sentido de exclusión lingüística y
comunicacional que se dispone desde un comienzo con el otro en esa
condición. El inmigrante o el pobre en su más extrema situación, el
lumpen es un extraterrestre en sí, un alienígena global que adopta
características contraculturales en la medida que se produce mayor
alejamiento y distancia cultural.
La
segregación en la era global se va constituyendo de manera intensiva y
diversificada. No existe un rostro sino mucho. Distrito 9 está en la
genealogía de la residualidad global, porque a diferencia de la
pobreza extrema como tradicionalmente se la entendió, aquí no debe
tener identidad, no debe existir. La fuerza de la inmigración ilegal en
el mundo, la urbanización de ciudades como Naibori, Dakha, Jakarta,
colocan a estos nuevos sujetos y territorios en extensiones que existen
geográficamente, pero que no existen en términos de población, salvo
para su control. Las Favelas son el ejemplo de vigilancia, donde se deja
entrever si realmente los propósitos de fondo sean aquellos en pos de
la inclusión social.
El film
más que un ejemplo de ello, es una proyección de la herencia que en
siglos la humanidad no ha sido capaz de resolver. Y se proyecta en la
medida que se expone una inclusión social parcial, sublimada pero que
convive en la era galáctica, sin que el ser humano haya dado muestras de
haber cambiado en algo las limitaciones de una planificación social
sobre la pobreza, y/o inclusión social.
Artículo del columnista del Blog Ssociólogos Gino Bailey
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