El Imperio de Napoleón Bonaparte en Samaná
Ponencia presentada en el X Seminario de Historia
Local, Samaná en la historia dominicana, celebrado en la ciudad de Santa
Bárbara de Samaná, el sábado 25 de noviembre de 2006.
Por Luis Efraín
Baldrich Beauregard
Licenciado
en Agronomía samanés, admirador e historiador de su pueblo, la Bahía y
Península de Samaná.
Fuente:
Revista CLIO. Órgano de la Academia Dominicana de la Historia. Núm. 173.Págs.
53/65
La
posesión de la Península y Bahía de Samaná siempre fue un anhelo de las
potencias europeas, pero los intentos y la insistencia de Francia se
convirtieron en una constante. Como bien señaló el cónsul inglés en República
Dominicana, Sir Robert H. Schomburgk, en una relación de su viaje al Cibao y
Samaná, en el 1851:
“Francia siempre le ha atribuido enorme
importancia a la posesión de este punto tan estratégico y ha recurrido a todos
los medios para lograrlo”.(3) Schomburgk, Robert H. “Relación de un
viaje a las provincias del Cibao y a la Península de Samaná en la República
Dominicana, 25 de agosto de 1851”. Public Record Office, Santo Domingo, Foreign Office
23, Vol. II, Folios 27-85, Londres.
Traducido y anotado por Emilio Cordero Michel y publicado junto a Bernardo Vega
en Asuntos dominicanos en archivos ingleses. Santo Domingo, Fundación Cultural
Dominicana, 1993, p. 44.)
Aunque
España poseía la península y la bahía, el descuido de esta parte de la isla le
permitió a Francia aplicar un modelo de colonización muy diferente al usado por
otras potencias, que consistía en el establecimiento de asentamientos humanos
como avanzadillas.
Fue
así como Bertrand D’Oregón, gobernador de la Isla La Tortuga, encontró
franceses establecidos en la Península ─en el lugar llamado El Francés en su
parte este─ en el año 1673, lo que constituyó el primer asentamiento europeo en
Samaná.
Los
ingleses la habían ocupado y desalojado en el año 1644. D’Oregón tomó medidas
con el fin de consolidar una colonia, designando al señor Jamet como Encargado.(4) 4. Rodríguez Demorizi, Emilio. Samaná,
pasado y porvenir, 2da. ed. aumentada.
Santo Domingo, Editora del Caribe, 1973, p. 84 (Sociedad Dominicana de
Geografía, Vol. V). A raíz de estos acontecimientos, España inició un
proceso de desalojo de los franceses de la Península y en el año 1754 comenzó
los trabajos para fundar una ciudad. La localidad fue erigida el 21 de agosto
de 1756, con el título de Ciudad de Santa Bárbara de Samaná. De esto hace
exactamente 250 años en este 2006. Un anónimo autor francés reflejaba al
respecto con ironía que
“En
realidad una aldea que ellos enaltecieron titulándola la Ciudad de Samaná”.(5) Hernández González, Manuel Vicente.
Expansión fundacional y crecimiento en el norte dominicano (1680-1795). El
Cibao y la Bahía de Samaná. Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias, España,
Ediciones Idea, 2006, p. 257.)
Todo
el proceso de desalojo y fundación de la ciudad culminaron en el año 1763. El
capitán general español Azlor, en un informe del mismo año, daba cuenta de que:
“con las familias arribadas por esas fechas
se habían concluido las poblaciones de Santa Bárbara de Samaná y de Nuestra
Señora del Pilar de Sabana de la Mar.” (6)
Hernández González, Manuel Vicente. La colonización de la frontera dominicana
(1680-1795), 2ª ed. Santo Domingo, Editora Búho 2006, p. 33 (Archivo General de
la Nación, Vol. XXV y Academia Dominicana de la Historia, Vol. LXXI).
Aún después de fundada la ciudad, las acciones
francesas por apoderarse de Samaná continuaron, pues ésta no se dio por vencida
y por medio de intrigas diplomáticas continuó con sus empeños por la posesión
de este codiciado lugar geográfico, razón por la que la mención de Francia es
ineludible cuando se habla de la historia de Samaná.
Esta
ponencia versará sobre los planes y las acciones concretas que tomó Francia, en
este caso el Imperio de Napoleón Bonaparte, a través del general Louis Ferrand
–quien hasta descendencia dejó y su apellido aún existe─ del 1802 al 1808, en
la Península de Samaná.
El
29 de enero de 1802, la mitad de la flota francesa enviada por Napoleón para
restablecer el control metropolitano en Saint- Domingue y en el Santo Domingo
Español,“donde los negros se han hecho
con el poder guiados por Toussaint-Louverture,” (7. Gallo, Max. Napoleón,
del canto de partida al sol de Austerlitz. Buenos Aires, Editorial Planeta,
2001, p.295.) llegó
a Samaná; la otra mitad apareció en Cap-Francais (actual Cabo Haitiano) el 3 de
febrero. Esta fuerza expedicionaria de 58,000 hombres estaba bajo el mando del
general Charles Víctor Emmanuel Leclerc, quien había trajo consigo a su esposa Paulina
Bonaparte, hermana de Napoleón.
La
muerte del general Leclerc, el 22 de noviembre de 1802, y las derrotas del
ejército francés en Saint-Domingue y en Santo Domingo, conjuntamente con la
toma de Samaná por una escuadra naval inglesa al mando del comodoro Dashwood, que
arribó desde Jamaica, entró en la Bahía el 10 de noviembre del año 1808,
capturó cinco barcos franceses, tomó la ciudad, destruyó el fuerte Santa Bárbara
y obtuvo la rendición del comodoro francés Castell. Luego de la rendición, los
ingresos entregaron Samaná a las tropas de Juan Sánchez Ramírez, “bajo la
condición de que los derechos de los habitantes franceses de Samaná serían
respetados y sus propiedades mantenidas”.(8) Rodríguez
Demorizi, Emilio. Ob. cit., p. 158.
La
ciudad de Santo Domingo también se rindió en 1809 a una fuerza naval británica.
Estos eventos hicieron fracasar el proyecto de reconquista y Francia
momentáneamente abandonó la idea de “la posibilidad de construir un imperio
colonial en cuyo centro estaría la isla de Santo Domingo reconquistada, al este
La Martinica y Guadalupe, al sur La Guyana; y, al norte Louisiana”.(9) Gallo, Max. Ob. cit., p. 296.
Los
ingenieros y técnicos que acompañaron al batallón que quedó estacionado en
Samaná, iniciaron los trabajos preliminares correspondientes a las medidas que
se tomarían y a los proyectos que se ejecutarían. Inmediatamente construyeron
tres fortificaciones: El Fuerte Libre; el Fuerte Santa Bárbara y el
Fuerte
Los Cacaos y se emplazaron baterías en Cayo Levantado o Banister, como parte
del plan de defensa permanente de la plaza, Bahía y Península de Samaná.(10) Rodríguez Demorizi, Emilio. Ob.
cit., p. 161.)
Otro
resultado de estos trabajos fue una serie de mapas, cartas y planos que se
confeccionaron para tal fin; estos mapas, de indudable calidad técnica y
belleza, cuyos originales se conservan en la Biblioteca del Congreso de los
Estados Unidos de América, son una muestra evidente de las intenciones de Napoleón
para la ciudad y la Península de Samaná. Los planos, cartas y mapas, todos del
año 1807, son:
•
Mapa de la Península (parte sur);
•
Carta de entrada a la rada y Puerto Napoleón;
•
Plano para el estudio del proyecto de la Villa Puerto
Napoleón;
•
Mapa de Cantones;
•
Mapa del plan de entrega de tierras (del entorno de
Puerto
Napoleón
El
Mapa de la parte sur de la Península es una representación geográfica de la tierra que está dentro de la
Bahía.
La
Carta de Entrada a la rada y Puerto Napoleón es un mapa que describe el mar con
sus costas y lugares en los que hay escollos o bajíos en la ensenada frente a
la ciudad de Samaná.
El
Plano para el estudio del Proyecto de La Villa Puerto Napoleón es el trazado de
la futura ciudad en el que figuran dibujadas a todo color: la Avenida Imperial;
la Plaza Napoleón; la Avenida del Sur; el Palacio de Gobierno; los Cuarteles;
la Iglesia, el Palacio de Napoleón; el Palacio de Ferrand; la Plaza de las
Armas; el edificio de la Prefectura; el edificio de la Comedia que remataría en
la Plaza de la Comedia, donde se levantaría
el
teatro; la Avenida del Norte; y las calles que tendrían los nombres de La
Marina ─aún hoy se conserva este nombre en una de las principales calles de
Samaná─; del Almacén; del Estado; del Arsenal; del Comercio; Imperial; del
Centro; de la Plaza de Armas; del Gobierno; y del Cerro. La ciudad tendría los
siguientes límites: por el norte, las montañas; por el sur, el mar y la Bahía;
por el este, la Calle de los Jardines; y por el occidente, la Avenida del
Oeste.
Este
proyecto fue aprobado por el Gobierno Francés, se hicieron concesiones, se envió
ayuda económica y también se le concedió al general Ferrand la Cruz de la
Legión de Honor por su iniciativa (.11) Rodríguez
Demorizi, Emilio. Ob. cit., p. 22.). Posteriormente, dicho proyecto fue
detenido el 20 de mayo de 1806 por falta de recursos. La nueva ciudad se
construiría contigua al oeste de donde actualmente está ubicada la ciudad de
Samaná.
El
Mapa de Cantones señala la división de la Península en seis cantones, a los que
les fueron puestos nombres de poblados, puertos y accidentes geográficos,
especialmente a los tres que comprendían la zona norte. Éstos eran: Canton du
Grand Estuaire (Cantón del Gran Estero), por el estero que corre entre Sánchez
y la costa del Atlántico, al este de Nagua, que era navegable hasta finales del
siglo XIX, lo que dio lugar a que la Península de Samaná figurara en mapas
antiguos como una isla o casi isla; Canton du Port Limon (Cantón de Puerto Limón),
sitio del poblado y puerto de El Limón; y Canton du
Port
Gosier (Cantón del Puerto Garganta).
Los
nombres de los tres cantones que correspondían a la parte sur de la Península,
eran los siguientes: Canton de La Estuaire Noir (Cantón del Estero Negro),
lugar que corresponde a la parte norte de la desembocadura del Río Yuna; Canton
Ferrand (Cantón Ferrand), en honor al general Louis Ferrand; y Canton du Port
Napoleón (Cantón del Puerto Napoleón), ubicado en el lugar del poblado de
Samaná donde tendría su asiento la proyectada Villa y Puerto Napoleón. A su
vez, cada Cantón fue subdividido en cientos de cuadrículas que sirvieron de
base para en 1808 comenzar a poner ejecución del plan de entrega de tierras a
los residentes de Samaná.
En
el Mapa del Plan de Entrega de Tierras del entorno de Puerto Napoleón se
indicaban las ubicaciones de las porciones de terreno y los apellidos de las
personas a las que les fueron asignadas. También se emitió un decreto el 1º de
diciembre de 1807, mediante el cual se regulaban las condiciones para las
concesiones
de terreno en la Península de Samaná.
Con
esta acción, las autoridades francesas apoyaron a los colonos franceses que se
habían refugiado en Samaná, al igual que hicieron en otras ciudades de Cuba y
Puerto Rico, como Santiago de Cuba y Mayagüez; colonos éstos que salieron de Saint-Domingue
al iniciarse la gran sublevación de esclavos de 1791 que culminó con la Independencia
de Haití, el 1º de enero de 1804.(12
Moya Pons, Frank. “La Historia tiene otra historia. Los refugiados franceses”.
Revista Rumbo, Santo Domingo, 14 al 20 de febrero de 1996.)
Estos
repartos de tierra muestran cierto equilibrio, pues no sólo se beneficiaron los
colonos franceses como han afirmado varios historiadores. La muestra de
apellidos indica que se tomó en cuenta no sólo el origen o nacionalidad de los beneficiarios,
sino también el peso en la conformación de la sociedad samanesa de la época
“que era de 550 habitantes”, (13)
Prestinary, Carmen H. Francia en la Isla de Santo Domingo. Documentos de la
República. Santo Domingo, Impresora Somos Artes Gráficas, 2006, p. 49
(Fundación de Estudios Económicos y Comisión Permanente de Efemérides Patrias).
Representando
los de origen francés el mayor porcentaje, ya que la casi totalidad de las
familias españolas que fueron llevadas para la fundación de la ciudad en 1756,
por el abandono en que se encontraba Samaná se había trasladado a Sabana de la
Mar.
Carmen
H. Prestinary confirma esta apreciación, señalando lo siguiente:
“En
los años de su gobierno ─se refiere al general Ferrand
─
logró mantener un balance equitativo entre los franceses y los españoles que habían
decidido permanecer en la Isla”.
Cabe
señalar que aún hoy el porcentaje de la población de la ciudad es casi en su
mayoría de descendencia francesa, por los
colonos franceses que se quedaron aquí y por otros que han continuado
emigrando.
Entre
los beneficiarios de este plan figuran los apellidos: Devers; Fontanne
(Fontana); Sebastián; Rodríguez; Joubert; único en asignarle dos porciones de
terreno; Ferrand (no sabemos si esta asignación fue al general Ferrand o a sus
descendientes, pues éste dejó hijos en Samaná y el apellido existe aún); Clarac;
Arrenadere; Tessón; Eusebe (Eusebio); Cabral; Dupiton; Sustra; Panise; Wiver;
Saber; Cassembron; Letang; Armand; Collier; Gasson; Lamartelliere; Delgado;
Dossoua; Lareche; Andrault; Elichat; Duvineau; Clerle; Dominique; Diron;
Lagarde; Matin; Fleury; Gironsse; Pichot; Augrenac; Briot; BeauCoste;
D’Herisse; Maillant; Duribe; Chef-fontaine:
Truquillo;
La Fungy; La Frugur; Lehernaff; Devine; Jarrín; Caone; Janaoi; y De Lasens.
Varias
porciones de terrenos fueron declarados del Estado y otras como terrenos
diversos. Algunos de estos beneficiarios ya tenían terrenos de su propiedad y
las concesiones que les fueron hechas agrandaron sus propiedades originales.
Estas concesiones fueron hechas de acuerdo a las leyes del Imperio
Francés,
como se puede apreciar en el título que le fue entregado al beneficiario
Guillaume Joubert que figura traducido al español más adelante y del que se
incluye como anexo una fotocopia de su original en francés al final de esta
ponencia.
Hay
que aclarar que aunque en el mapa donde se señala la ubicación de las tierras
otorgadas sólo aparece el apellido del beneficiario, en el título de la
concesión figura el nombre completo. Algunos de los apellidos de los
beneficiarios de los repartos de tierra coinciden con el apellido de
funcionarios militares del gobierno colonial francés, como es el caso de Tessón,
BeauCoste, Cassembron y del general. Ferrand, lo que indica que también estos
fueron beneficiados con terrenos.
En
un informe titulado Agricultura, del general Ferrand, fechado el 1º de agosto
de 1808, un año después de la entrega de los títulos de propiedad definitivos a
los nuevos propietarios, éste señaló lo siguiente:
“Es
en la Península de Samaná que este producto ─el café─ ofrece una perspectiva brillante;
franceses, casi todos antiguos habitantes de la colonia, han puesto allí en
Samaná los fundamentos de más de cincuenta habitaciones ─fincas─ que prometen
dentro de 3 años, un ingreso abundante. Les han sido acordadas concesiones de
tierra en una extensión determinada, suficiente para dar a todos sus
establecimientos toda la latitud que ellos puedan adquirir. Nuevos colonos se presentan
todos los días para labrar el suelo virgen de esta
Península
y trasplantar allí la actividad que había llevado la parte francesa a un tan
alto grado de esplendor”.(15 Prestinary, Carmen H. Ob. cit., p. 147.)
El
título de la concesión a Guillaume Joubert dice textualmente:
“Imperio
Francés.
Colonia
de Santo Domingo.
L. Ferrand,
General de Brigada, Comandante en Jefe y Administrador General, en funciones de
Capitán-General. Después de asegurársenos, mediante el examen de los documentos
anexos, que no se ha hecho oposición a la demanda de una concesión del
complemento de cien carreaux (16
Carreaux era la medida agraria de origen provenzal de un cuadrado de mil pasos
por mil pasos (113.77 m. X 113.77 m., equivalentes a 12,943.61 m2 o 20.59
tareas dominicanas. Por lo tanto, 100 carreaux hacían 2,059 tareas dominicanas.
Por herencia colonial francesa, el carreaux es actualmente la medida agraria
haitiana que fue implantada en el país durante la unificación política con
Haití, de 1822-1844. El Gobierno Haitiano presidido por Boyer repartió 5
carreaux de tierra( 102.92 tareas) o la llamada “boyerada” a los antiguos
eslavos norteamericanos que asentó en
Samaná y en todo el territorio dominicano, así como a los que liberó y a los
campesinos desposeídos con las tierras confiscadas a la Iglesia Católica, los
Ayuntamientos y a los ausentes.) de
tierra en la casi isla de Samaná, hecha por el señor Guillaume Joubert, vista
por nosotros, para cumplir con las formalidades, el 15 de septiembre de 1807 y
publicadas tanto en Samaná como en Santo Domingo el 15 y el 21 del mismo mes, y
viendo que nada se opone a que el título definitivo de la concesión sea entregado al peticionario de conformidad con
nuestro decreto del 3 de abril de 1807.
Hemos CONCEDIDO
Y CONCEDEMOS, en virtud de este documento, al señor Guillaume Joubert,
residente en Samaná para disfrutarlas a perpetuidad, él, sus descendientes, o causahabientes, la cantidad del complemento de
cien carreaux de tierra en la casi isla de Samaná, situados (palabra ilegible)
al norte de la propiedad actual, a cargo por el concesionario de hacer medir en
el año, a partir de este día, y de todas las demás cláusulas, reservas y
condiciones estipuladas en nuestros decretos del 1ero. y del 20 de mayo de
1806, 3 de abril y 21 de septiembre de
1807 y el 1ero. de diciembre del mismo año.
El presente
título de concesión, junto a las piezas anexas en número de tres que son: la
petición del concesionario, el anuncio que fue fijado en lugares públicos
durante tres meses, y el certificado del Director de Bienes del Dominio
Público, quien certifica que no se ha hecho oposición a la petición de esta
concesión, serán registrados en la oficina de la Inspección
Colonial y en la
oficina de la Dirección de Bienes del Dominio
Público, sobre
los registros particulares.
Dado en el
Cuartel General de Santo Domingo, el 31 de enero de 1808.
Registrado en la
oficina de la Inspección Colonial junto con los tres documentos anunciados en
el registro de (palabras ilegibles) No. 42. En Santo Domingo, el 5 de febrero
de 1808.
(Palabra
ilegible) Comisario de Marina, haciendo la función de Inspector Colonial.
Registrado en la oficina de la Dirección de Bienes del Dominio Público junto
con los tres documentos.
(Firmado) F.
Bailly.” 17 Bailly
desempeñaba las funciones de Inspector Colonial y Encargado de la Oficina de
Recaudaciones. La fotocopia en francés de este documento aparece al final de la
ponencia.
Luego
de la retirada de los franceses, muchos colonos beneficiados con los repartos
de tierra, abandonaron sus propiedades y emigraron en la escuadra francesa,
pero muchos ya residentes en Samaná y otros que se ubicaron allí bajo los auspicios
del Gobierno de Ferrand no abandonaron la Península ni sus tierras. Una gran
pare de las propiedades que fueron abandonadas, especialmente las localizadas
en el noroeste de la Península, fueron distribuidas por el gobierno de Boyer
durante la Dominación Haitiana de 1822-1844 a antiguos esclavos norteamericanos
que fueron invitados a emigrar a la Isla de Santo Domingo en número de 13,000,
de los cuales varios cientos fueron asentados en Samaná durante los años
1824-1825, así como a esclavos de la parte dominicana que fueron librados a inicios
de 1822 y a campesinos desposeídos.
Estos
repartos de tierra hechos por el gobierno de Boyer, que crearon en el
territorio dominicano un propietario agrario medio, se basaron en un Decreto
del 8 de febrero de 1823 que otorgaba:
“Un
plazo de 4 meses a partir de la fecha, a los habitantes propietarios de la
parte española que habían emigrado antes del 9 de Febrero de 1822, para que pudieran
regresar al país a gozar de sus bienes exceptuando de esta gracia a los
colaboradores de la conspiración francesa de Samaná. El decreto se refiere a
las movilizaciones contra la invasión de Boyer que realizaron en Samaná, a
finales de enero y principios de febrero de 1822, el cura de El Seibo Francisco
Mueses y el comandante de Sabana de la Mar Diego de Lira, en colaboración con
una escuadra francesa enviada desde Martinica y algunas tropas españolas enviadas
de Puerto Rico para oponerse a los haitianos.” (18Moya Pons, Frank. La Dominación Haitiana, 1822-1844, 3ª ed.
Santiago de los Caballeros, República Dominicana, Universidad Católica Madre y
Maestra, pp. 50-75 (Colección Estudios).
De
las propiedades que siguieron en poder de colonos franceses que no emigraron
luego del retorno de muchas familias a Francia, aproximadamente quince permanecieron
en manos de sus descendientes hasta las primeras décadas del siglo XX.
Esto
indica que tanto el Gobierno Haitiano, como los sucesivos gobiernos dominicanos
después de la Separación de 1844, respetaron los derechos de propiedad de los
franceses residentes en Samaná y fueron reconocidos, dándole así cumplimiento a
una de las condiciones estipuladas en la rendición de la ciudad de Samaná en
1808.
De
estas propiedades agrarias, en la actualidad aproximadamente 6 son
usufructuadas por los herederos de los propietarios originales. Otro dato de interés
es que los lugares donde estaban ubicadas algunas de esas propiedades aún
conservan los apellidos de sus antiguos dueños, pues muchos de éstos se convirtieron
en nombres epónimos; esto es, que son usados como nombres de lugares del
Municipio. Tales son los casos de: Anadel por Arrenadere; Villa Clara por
Clarac; Tessón; Dosú por Dossou o Dossouá; Curete por Couret; Cayeaux por Coyó
o Coyote; y Colline du Guillaume (Joubert) por Loma de Guillermo.
Aún
con los fracasos que sufrió el imperio napoleónico, tanto en Saint Domingue
como en el Santo Domingo Español, todavía quedan vestigios de las acciones que
fueron tomadas por las autoridades francesas en la Península de Samaná, cuyos resultados
perduran, como es el caso de lo que bien podría llamarse la Reforma Agraria de
Napoleón Bonaparte.
El Tribuanal Supremo reniega la sentencia dado a Cayo Levantao, por relevancia, nombre que llamaron como excusa haciendo una barazada, como un acto averrante, ridiculo, vulgar y atentatorio en contra de los principios mas sagrados de los derechos que regula la propiedad en la Rep. Dominicana.
ResponderEliminarClaro que el desacuerdo entre nosotros y se nos dio suficiente tiempo para resolver y debido a todo tipo de intereses mezquinos no lo hicimos y como era de esperarse tratandose de un pais donde todo es posible como el nuestro ya usted ve el resultado...
Roberto R. Portes's photo.