viernes, 3 de junio de 2016

Los Primeros Pobladores de la Isla de Haití, (Quisqueya o española)

Los Primeros Pobladores de la Isla de Haití, (Quisqueya o española)

Fuente: Gustavo Adolfo Mejía Ricart, obra Historia de Santo Domingo (una interpretación objetiva), Instituto de investigaciones históricas. Ciudad Trujillo, año 1848. Pág. 67 a 73
Parece que los arahuacos fueron los primeros pobladores de la isla de Haití, procedente del continente (Venezuela o Las  Guayanas), y  que  en general emigraron y asentaron si reales en la Antillas Mayores. Empero no es ésta la única hipótesis a examinar. El problema de  determinar si fueron los arahuacos u otra raza anterior, los oriundos de estas islas está aún sin absolución.
Los cronicones  de Oviedo, Casas y Herrera, aluden con vaguedad a otra población primitiva que  vivía  al sudoeste de nuestra isla y de igual raza que la que estaba emplazada en las demás del archipiélago. Gonzalo Fernández de Oviedo señala que esta gente moraba en las cavernas de la parte occidental (actualmente la República de Haití).Bartolomé de la Casas y Antonio de Herrera confirman la existencia de esta pre-raza., Gabb indica una cultura estratificada en estas grutas y principalmente en las que están  situadas  dentro del reino de Zamaná (Samaná).  Después Krieger y los  expedicionarios del 1928 y 1928, han revelado el origen de esa raza tan antigua pre-arawaca que  ambulaba en las cavernas de la isla, o más bien han  fijado variaciones locales de la cultura arahuaca en  épocas sucesivas y más o menos  tardías (Los aborígenes de la antigua española, p. 488). Lóven  confirma la ‘cultura pre-arawaca’ (los arawacos,  dice Krieger, constituían la población de las grandes Antillas y de la Bahamas, conocidos por los descubridores españoles como  un pueblo de pacíficos agricultores, en contraposición con los agresivos caribes de las Antillas menores. En Guadalupe, Dominica,  Martinica, etc., había encontrado Colón a los caribes, separados del grupo de los arawacos, quienes organizados en bandas invadían las  islas mayores y hacían de ellas todas clases de depreciaciones). Entre  los aborígenes, sino más bien de orden cultural,  pues, asienta  la tesis de una similitud somática, fundándose en las  aseveraciones de los cronistas (Los arawacos o tainos eran los verdaderos aborígenes de esa zona. Esta hipótesis, podría ser verdadera, dice  Price-Mars,  si fuera cierto que las Antillas pudieran ser consideradas como  un  centro de creaciones humanas. Pero esto no es verdadero. No sólo la fauna aborigen no ha sido numerosa,  y  que 3 o 4  especies animales parecen ser exclusivamente autóctonas,  sino que ningún fósil hominio ha sido descubierto para justificar la presencia de una variedad de Homos Sapiens en  una  época determinada. No se ha podido probar que hubiera una raza primitiva pre-arawaca en  las Antillas.)

Cristóbal Colón anoto en su diario ‘que unos y otros (los indios) no tenían diferencias’. Diego Álvarez  Changa en su  célebre Carta al Cabildo de Sevilla en que relata  el Segundo Viaje de Colón, atestigua que ‘los insulares y otros aborígenes se asemejaban de tal modo que se diría  que pertenecían a la misma familia’. Pero  el propio Dr. Changa  describe característica físicos muy varios entre los caribes y los demás insulares, principalmente en que ‘los primeros llevaban cabellos muy largos en  tanto que los segundo rasurados y se hacían sobre la cabeza cruces  y otros signos, según sus gustos.

Tal raza arahuaca que era de poco nivel cultural podía seguirse en sus migraciones e irradiaciones, desde su dispersión en las  fuentes de Xingú,  en los andes brasileños, al través de toda su trayectoria en la costa del Atlántico, hasta rematar en su línea de descanso en las Antillas menores o Bahamas.

Estos primitivos pobladores a diferencia de los constructores de terraplenes y colinas, primeros  ejemplares del americano que la Historia registra con el nombre de ‘moundsbuilders’,  en su  ascensión  hacia el norte  desplazados por los caribes, no dejaron siquiera algún vestigio en su  inferior que ella  fuera. Bachiller y Morales dice  que estos indios eran salvajes, que carecían de un verdadero idioma y no practicaban  la Agricultura. (Krieger en ‘Los  Aborígenes de la antigua Hispaniola’ llama a los arahuacos  o arawacos ‘pacíficos agricultores’, pero  no los califica de salvaje sino les reconoces cierta cultura,)
Por lo contrario, los yaquis-náhoas, en su ruta atravesando el litoral mexicano del Pacifico, han  dejado pruebas palmarias de su cuasi civilizado y de su  cultura artística en las  citadas Tequia, Tula, Mitla, hasta confundirse su mismo espíritu forjador de un arte sutil y relativamente colosal y de  una ciencia incipiente de revelaciones misteriosas.

Esta raza maya que  pudo ser dominante en nuestra isla, se ha  puesto de manifiesto principalmente por la toponimia de los mayoquichés, dejaba como  legado racial en las regiones orientales y sureña, para lo cual bastará  recoger los nombres de Yza, Nizao, Zamaná, ( Tribus indígenas de la América meridional estaban enraizados en la península de Yucatán, formaban tres naciones. Mayas, Tutulaius, Ytzaeta.  Estos eran  los últimos pobladores. En la postrimería  del siglo V, llegaron por el Sur, los segundos. Se sospecha que fueron de raza Nahusil. No se sabe  el origen de los Itzaes. Por el contrario, los mayas se atribuyes  a Cuculeán quien llegó  después  de los tutulaius. Parecerse ser que el Quetsalsatl de Tula, fundó a Mayapán, cabeza de un reino vecino de Mérida. Entonces Cuculcán marchó a México, y los señores  de Mayapán  confiaron  el mando a la familia de los cocomes: Tutulxius, Itzaes, y Maya hacia el siglo VIII y IX, formaron  una confederación, cuya sede fue Mayapán, corte de los mayas. Los  itzaes tenían su capital en Chichen, y  en Uxmal los tutulxius. Entre  estos pueblos  hubo lucha. En  estos odios los encontraron los españoles). Diferían  estos últimos de los ciguayos no obstante tener un tronco común yucateco,  tanto en sus  caracteres físicos como intelectuales, y población de los reinos de Zamaná y Maguanó.

Por otra parte, se da como cosa cierta que estas islas del  Golfo de México estaban  pobladas a la llegada de los españoles, por  cinco tipos de aborígenes perfectamente caracterizados, a pesar de un  apararente semejanza étnica: lucayos, guanahatahibes, tainos ciguayos, o ciguayanos,  y caribes. Sven  Lóven excluye a los primeros, confunde a los  segundo con los siboneyes (En vez de los siboneyes como lo escribe generalmente los historiadores cubanos: Leísesa, Fonseca,  Guerra Santavenia, aunque  el Dr. Fernando Ortiz dice siboneyes en *los factores humanos de la cubanidad, pg. 17). A los  terceros con  los con los arahuacos y a los cuarto con los macurijes  (Mazoriges o Macorix). Pero para otros, cuatro son las grandes familias o tipos de la cultura indígena: ges o tapuyas, tupis, caribes y arabuacos.

De estos troncos raciales procedían  más o menos combinados, todas las demás ramas, o eran ellos sus productos étnicos como los taínos que resultó  del nehuatl y del  arahuaco: el caguayo que era una variedad del mayoquichés quien se confundía como aglutinante del citado náhoa y que recibía en algunas regiones el nombre de mazorige o macurije, y los siboneyes que eran parientes muy  cercanos que en la isla de Cuba constituían el factor predominante del taino e insular. Sin embargo, Lóven, Prince-Mars y los Perea, identifican a los arahuacos con los tainos o señalan  a estos últimos  como  una rama de la familia arahuaca de la América cisandina que  se subdivide en varios grupos étnicos (Esta gran familia aruaca, dicen los Perea, se  divide y subdivide en copiosos grupos uno de los cuales ya a fine  del siglo XV poblaba nuestra isla de Borinquén  y las otras grandes Antillas de Cuba, Quisqueya y Jamaica, así como las Bahamas y Trinidad). En  realidad, tainos  fueron los indios insulares que  encontró Colón en su Primer Viaje, como producto de las  diversas razas oriundas ya mezcladas, por más que  el vocablo lo incorpora a la etnología americana el   sabio alemán Carl Friedaah Phil von Martius, por  el años de 1867.

Es igualmente cierto  las conquistas  sucesivas por  la posesión de la isla de varios pueblos  aborígenes. ‘Ya  resulta  indudable de los diversos datos históricos  que se han recogido de la época que  precedió a la llegada  de Colón en las Antillas, dice Prince-Mars, que allí se  ha cumplido un fenómeno de presión o de ataques de ciertos  pueblos por otros para obtener la posesión de las islas y  este fenómeno se singulariza por  un empuje   caribe  contra  los arawacos o tainos’.
Los  lucayos habitaban el Archipiélago de las Bahamas o Lucayas, raza bravía y hosca de que hablaban nuestros historiadores como la única que poblaba la Isla de Haití, y la que viniera directamente de Florida, con gran aversión al canibalismo, según refiere Las Casas
 (El Obispo de Chiapa en  el vol. I de  su Historia de Indias, refiere que nuestro indio no era antropófago  como  el caribe de las Antillas Menores pero se ha evidenciado que en la porción occidental que hoy corresponde a la República de haitiana hay restos de canibalismo que no se sabe si son  residuos de caribe establecido en la isla o del negro importado como esclavo en el periodo colonial (Charlevaix,  Del Monte, García). Niega el erudito cubano Juan Ignacio de Arenas que los mismos naturales de las islas de Barlovento fueran antropófagos pero los pueblos primitivos eran caníbales según Herodoto (escitas, germánicos, celtas, fenicios, tártaros y etíopes)). Aunque estas comunidades practicaran en grande escala los sacrificios inhumanos en el proceso de siembra y la recolección.











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