Jutlandia. De campo de batalla naval, a santuario arqueológico submarino hoy
Publicado por Javier Noriega el jun 1, 2016
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Enfrentaros al enemigo más cerca. Lanzaros al ataque, me fío de vosotros. El siglo entero sin luchar había dejado huellas profundas en la armada inglesa. En 1897 la «Diamond Jubilee review», aniversario de la Reina Victoria, 84 naves de Inglaterra exhibían ante su reina, el instrumento con el que dominaba al mundo.
Jack Cronwell.
Las batallas, más que condicionar la historia. No suele coger a todos por sorpresa.
M. Cipolla
La verdad ama a la tragedia como forma de expresión.
A las 14,18 del 31 de Mayo de 1916, en aguas del Mar del Norte, el crucero inglés Calathea izó la señal de banderas, enemigo a la vista. Diez minutos después empezó la batalla naval más grande de la historia, la última en la que la aviación no tendría ningún papel y en donde la industralización del hollín y el metal, las fundiciones y la industria pesada impuso su aplastante dominio sobre los últimos velos del románticos del XIX. Una batalla que dejaría huella en la historia, entre otras cuestiones como veremos, porque en aquel mar de contiendas, con el hundimiento de sus poderosas naves de guerra que allí se enfrentaron, sus restos se transformarían con el paso del tiempo, en un impresionante santuario arqueológico submarino de almas y hierros retorcidos.
Si queremos acercarnos a Jutlandia con una visión actual, tenemos una visita obligada aSergio Valsania y a su obra, «Jutlandia la batalla naval más grande de la historia». También una visita obligada a la punta de vanguardia de la historia, que es la arqueología submarina. Skagerrak, como la llaman los alemanes, planteaba la locura de una guerra que supuso el fin de la hegemonía europea en el mundo. La entrega de las llaves del planeta a las superpotencias, algo que las guerras mundiales cada uno por su lado determinaron y certificaron posteriormente. Por eso tiene un profundo sentido desplazarse al Mar del Norte para por volver a seguir el rumbo del Lutzow, el Lion, elIron Duke y el Friedrich der Grosse, en compañía de las reflexiones y pensamientos de los almirantes Jellicoe y Scheer, Hipper y Betty así como especialmente el conocimiento de las huellas de las naves, que después de tantos años, se han perdido del recuerdo y yacen en aquellos fondos marinos en forma de pecios.
Un día como hoy tiene de nuevo sentido buscar entre las enormes olas de aquel mar gris y brumoso. Tiene sentido rastrear a aquellos gigantes de acero de 30000 toneladas, los temibles dreadgnoughts extinguidos como los dinosaurios, para que espoleados por la conmemoración histórica de los 100 años de la batalla, podamos seguirlos hasta sus cementerios y santuarios arqueológicos en los que yacen en la actualidad. Los hechos de esos buques y de los hombres que los gobernaban nos incumben tan directamente que vale la pena indagar más y de nuevo sobre aquellos acontecimientos que parecen lejanos, pero que si profundizamos un poco en su historia, podremos observar que están vivos. Ya fuese por las riberas ribereñas al escenario de la batalla, o incluso por las fotos en blanco y negro o las viejas y doradas medallas, que tal o cual marino aún guarda en algún lugar señalado de sus hogares. El recuerdo de aquel padre de familia o aquellos hijos que murieron entre el fuego y el acero de las cubiertas de aquellos navíos. Hoy como decíamos, en el aniversario de su 100 aniversario, espejo de navegantes se hace eco de aquella batalla y lo mas importante, de su registro arqueológico, de su memoria. De esas cápsulas del tiempo naufragadas, que en este caso nos legan los lamentos de guerra apagados por los mares fríos del báltico , convertidas que ahora se convierten en sarcófagos marinos de aquellas naves y de aquellos marinos. Sobre que pasó, su significado, así como las huellas materiales y arqueológicas que nos han legado hasta nuestros días.
Todos aquellos años de tensa paz armada, de fabril y febril construcción de grandes naves desembocó inexorablemente en aquella aparatosa batalla. Los alemanes, al mando del vicealmirante Reinhard Scheer, planeaban usar los cinco modernos cruceros de batalla del vicealmirante Franz von Hipper como cebo para atraer a la escuadra de Sir David Beatty hacia el grueso de la flota alemana, con el fin de destruirla. Sin embargo, la flota inglesa, al mando del almirante Sir John Jellicoe detectó, gracias a las comunicaciones interceptadas, el gran problema que arrastraba la táctica y la estrategia germana (y que paradójicamente seguiría arrastrando en la segunda guerra mundial con la cuestión del sonar y las comunicaciones navales), que se estaba proyectando una operación a gran escala tras el dooger bank, uno de los puntos calientes geográficos en la contienda del mar del norte. Las coordenadas se fijaban en las puertas mismas del Skagerrak, con el fin de ejercer el máximo daño posible a las flotas británicas que por allí patrullasen. Conocedores hasta el detalle de los planes germanos, los Británicos fueron decididos a su encuentro.
La tarde del día 31, Beatty y Hipper, véase apropiadamente las fotografías de ambos adjuntas en las líneas de arriba, se encontraron el uno con el otro y en el curso de una batalla previamente estudiada, con una clara intención de atraer a los británicos hacia la Flota de Alta Mar. Beatty cambió el rumbo en el último momento y huyó en busca de la Gran Flota, por lo que las dos flotas mayores del Imperio Alemán y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda (unas 250 naves en total, un número realmente impresionante en un escenario naval, lo que la convierte en una de las grandes de la historia mundial ) acabaron viéndose las caras en una dura batalla entre las 18:30 de la tarde y la caída de la noche, que aconteció en torno a las 20:30. Durante el caer del día, el mar e incluso cuentan los mitos de la zona, la tierra, tembló. Todo el metal que los astilleros pesados de ambos países, vomitaron fuego e ira de manera furibunda durante horas. Resultaron hundidos 14 barcos británicos y 11 alemanes, con grandes pérdidas de vidas humanas. Jellicoe trató de cortar el camino de la flota alemana hacia su base con el fin de continuar la batalla por la mañana, pero Scheer consiguió romper el bloqueo británico arropado por la oscuridad y regresó a puerto malherido, pero vivo. Eso si, no exenta de una maniobra temeraria con sus cruceros para salvar la retirada y que aún a día de hoy es motivo de vivo debate entre los historiadores militares, curiosos e investigadores que tratan el tema. Un debate que durante años fue de salón e incluso con anotaciones de primeros ministros en la sobremesa del brandy. ¿Victoria británica o alemana?. ¿Derrota táctica o victoria estratégica?. ¿Acierto de Jellicoe o temeridad de Scheer?. Y así con un sin fin de detalles que nos permiten perfilar aún mejor el teatro de operaciones naval, en una contienda tan importante y que hizo cambiar las ruedas de la historia, como fue la Gran Guerra. Ese tenso debate a día de hoy aún perdura entre los propios historiadores, los foros especializados y en familias de aquellos almirantes, los retazos de los familiares directos de dichos actores principales…
Jutlandia. Batalla naval y campo arqueológico. Un lugar para la paz y el reencuentro
Y si el debate aún permanece vivo, no lo es menos lo que más nos interesa desde espejo de navegantes. El discurso arqueológico, su huella material en forma de pecios. De significados y no podemos olvidar, de memorias. Con el sugerente título de ; “un lugar para la paz y el reecuentro” ya lo anunciaba la UNESCO en 2014; los restos submarinos procedentes de la I Guerra Mundial han de salvaguardarse y protegerse de cara al futuro y hay que tomar una serie de medidas para ello. No son cualquier cosa por diferentes motivos. Para empezar son los restos de naves que suenan a una melodía muy cercana a nuestra época actual. Acero y flotas que pretenden dominar los mares con la fuerza del fuego. Tumbas de guerra de marinos que luchaban por pabellones de naciones actuales, y que no son en nombre de los púnicos, romanos o talasocracias de imperios desvanecidos por siglos de historia. La arqueología, como estamos pudiendo comprobar con los restos de pecios de época moderna, en los que ya existían banderas de Estados, como es el caso Español (además curiosamente con una de las mayores flotas navales conocidas del mundo) son actores de ayer. Pero también de hoy.
En este caso los impresionantes restos subacuáticos, procedentes de la I Guerra Mundial traspasaban la delgada línea roja, la frontera temporal para la propia legislación de ICOMOS de 100 años, en los que ya sí, se podía definir a las naves hundidas en aquel conflicto como de “yacimientos arqueológicos subacuáticos”. Este hito exigía, al menos sobre el papel y el horizonte un hito especial. ”From 2014 to 2018, UNESCO will commemorate the Centenary of the First World War. This will be a time to remind all generations of the need for peace, and to provide education on the impact of the war, particularly education derived from the understanding of First World War cultural heritage”.
En materia de patrimonio cultural submarino, los restos materiales y arqueológicos que nos legó la historia en aquella primera guerra mundial se basan principalmente en dos hechos. De un lado el famoso hundimiento de la flota imperial alemana en Scapa Flow, y sobre el que ya dimos cuenta en el artículo “Scapa Flow, buceando en las tinieblas de la historia” y del que adjuntamos link aquí mismo. De otro, sin lugar a dudas el que tuvo lugar tal día como hoy hace justo un siglo. El de la comúnmente conocida como batalla de Jutlandia…
La localización del cementerio marino submarino
No podía ser de otro modo. Si bien bajo la serie “sailor”, un país transpira su interés por sus marinos de guerra, naufragados por medio mundo junto a sus barcos y les lleva a ilustrar, explorar e incluso grabar el estado actual en el que se encuentran dichos famosos naufragios, (recordemos el episodio del hundimiento del portaaviones Ark Royal, frente a las costas de Málaga, grabado con detalle por la BBC Británicarecientemente), la batalla de Jutlandia, una de los principales santuarios marinos del Reino Unido, no podía ser menos. Con estas formas de trabajar y de tener resultados, el HMS Echo, buque hidrográfico y de investigación de la marina de guerra real británica ha arrojado nueva luz sobre el choque naval más grande de la Primera Guerra Mundial.
La clave, la utilización de su tecnología de vanguardia, que les ha permitido rastrear y explorar con detalle, los naufragios destrozados de la batalla de Jutlandia que reposan en el fondo del mar y ojo, no podemos olvidar, en pleno mar abierto. La marina Británica se ha hecho eco del interés por parte de su país, y para ello desplazaron a una nave apropiada para localizar a dichas naves, sobre lo que otrora fuera el dámero de ajedrez en el que se desarrolló el duelo decisivo entre las dos grandes flotas. El HMS Echo de la armada británica realizó un estudio pormenorizado de toda la zona y durante una semana estuvo localizando las 25 naves hundidas durante la batalla. Incluso con los datos recabados pudieron realizar un video en 3d de los pecios más significativos de la batalla. Dicho proyecto de localización ha sido hasta la fecha el proyecto más ambicioso de exploración posiblemente de una batalla naval moderna con intenciones históricas o científicas. A bien que han tenido resultados y suone un notable ejemplo de la colaboración entre las instituciones de defensa y las civiles, principalmente arqueológicas, arrojar luz sobre un hecho que se encuentran íntimamente ligadas a ambos mundos. El de la historia y lo militar. El de la memoria y el recuerdo. El honor y el respeto a los marinos caídos, fuese el bando que fuese, en acción de combate.
Aquella nave de su majestad estaba redescubriendo la historia, con el significado que tiene esto y la victoria frente al olvido, con su campaña de geofísica, que iban asomando ante los monitores los restos retorcidos y maltratados de naves tan míticas como es el caso delHMS Invincible, que se había perdido con 1.000 marineros cuando explotó por un impacto directo de un proyectil alemán. Historia y tragedia entre los cascos de las naves de Jutlandia.
Nick Hewitt, historiador del Museo Nacional de la Marina Real que al estar bordo delHMS Echo, pudo ser testigo excepcional de todo aquello. Las imágenes de alta resolución que los aparatos de la nave de la armada iban reflejando a bordo, nos mostraban perfectamente a ”construir una imagen de una de las mayores batallas navales de la historia”. Tecnología al servicio de la historia para recuperar un episodio de su historia. Tecnología para explicar como se encuentran y con un posterior estudio arqueológico, el porqué, de las naves naufragas. Los resultados de la prospección nos legan una imagen que nos descubre en que estado actual se encuentra todo aquel cementerio marino, legándonos un campo de batalla en el que de un lado el expolio subacuático ya ha hecho de las suyas, el olvido también y la acción de la mar el resto. Significados y consecuencias que la luz de la ciencia permite atravesar a través de los velos del olvido. Destrucción humana y erosión marina en un documento histórico, que como dijo la UNESCO, es de primer orden. Y que a pesar de todo, muchas de las naves de guerra allí caídas, aún permanecen intactas.Cuando todo terminó, 25 barcos estaban en el fondo del mar del Norte y más de 8.500 hombres tragados por aquel brumoso mar del Skagerrak. Su localización permite ver en que estado se encuentra todo aquel santuario marino, incluso pudiendo localizar naves que hasta el momento no se habían documentado, como es el caso de un torpedero de filiación germana.
Mediante la localización de los naufragios, se puede comprobar en que estado se encuentran las naves. La resistencia de sus materiales, los daños de las cubiertas o los cascos. El nivel de expolio o daño antrópico, evaluaciones y significados todos ellos desde un unto de vista arqueológico, pero no podemos olvidar las acertadas palabras del Comandante Phillip Newell, oficial al mando del buque de exploración de la armada de su majestad, sus palabras sentenciaban: “La semana de estudios y de investigaciones han sido un doloroso recordatorio de los sacrificios de la Royal Navy y de todo aquello que se hizo por la protección de nuestro país durante la Primera Guerra Mundial”. La arqueología como recuerdo, como memoria de hechos prácticamente olvidados.
La investigación, los resultados, las localizaciones de aquellas naves no serían nada sin la puesta en valor de aquella historia. Y así, entre otros actos, la duquesa de Gloucesterestuvo presente a bordo del HMS Belfast en Mayo del 2016 para abrir una exposición,Los fantasmas de Jutlandia, que tendrá la duración de un año. En su discurso, y como miembros de la realeza, dejaba bien claro, que la batalla – sin precedentes y feroz – había sido escuchado por los agricultores 30 millas hacia el interior en su país natal, Dinamarca. Tres cruceros de batalla, con sus dotaciones, lo del invincible, infatigable y el Queen Mary, fueron terriblemente hundidos y sus cuerpos, irremediablemente arrastrados hasta las costas. Sirviese todo aquello como recordatorio. “Muchas lecciones se aprendieron ese día de mayo que todavía son relevantes hoy en día”, dijo. “Lo más agudamente que los barcos y marineros de la Marina Real no eran tan invencible e incansables como los nombres implicados, y el efecto de explosivos de gran potencia en el cuerpo humano estaba más allá de lo imaginable.”
El legado de la batalla
En una nación preocupada por su historia y en donde los conflictos son la norma de los zapatos de las “naciones viejas” del mundo, sus restos materiales, en este caso sus pecios en formas de naves de guerra, tienen su lugar. Y uno muy importante, que irá aumentando conforme vaya transcurriendo el tiempo. Los monumentos británicos dedicados a la I Guerra Mundial (1914-18) cuentan incluso con una aplicación para móviles que permitirá conocer la historia de los soldados que fallecieron en el conflicto. En los recientes actos de conmemoración de la Gran Guerra, más de cien paneles fueron instalados en monumentos repartidos por todo el país, una iniciativa que parte del organismo encargado de velar por la conservación de las tumbas de los combatientes en conflictos de la Commonwealth, con la “War Graves Comission”. Los paneles de información añadidos presentan un código QR que, al ser escaneado con el teléfono móvil, da acceso al usuario a las historias personales de varios soldados a los que se homenajea en los distintos monumentos. El Gobierno británico organizará actos en escuelas y celebraciones en las calles para recordar además el comienzo de la Batalla del Somme, el 1 de julio de 2016, y las batallas de Jutlandia en 2016, Gallipoli, Passchendaele, así como el Día del Armisticio, el 11 de noviembre de 2018. Desde espejo de navegantes, al conocer dichas iniciativas hemos querido informar y reconocer el valor que tiene el pasado y la memoria. Especialmente el sentido de la arqueología como registro material de los acontecimientos.
Por eso he procurado elaborar los recuerdos, lo que han hecho los escritos los testigos y los investigadores, a los cuales hay que sumar la arqueología. Para orientarse, tal y como nos recomienda Sergio Valzania, “hay tres reconstrucciones oficiales de la batalla. Una, alemana, escrita por Otto Gross, que era oficial de derrota del Von der Tan . En el bando inglés tenemos History of the Great War based on official documents: naval operations, publicado entre 1920 y 1931 y Narrative of the battle of Jutland. La principal limitación de todo lo que se ha escrito, como por ejemplo en la obra de John Campbell, Nueva York, 1986, reconstruye minuciosamente los efectos físicos y mecánicos de las artillerías principales durante la refriega, con una valiosa compilación de los documentos tomados de archivos ingleses y alemanes que incluyen los borradores hechos para valorar los daños sufridos por las unidades mayores. Tarrant, en Jutland, The German Perspective, Londres 1955, ha tratado de reconstruir el punto de vista alemán durante la batalla basándose en textos de las comunicaciones entre los comandantes.
También es de autores ingleses el reciente Jutland 1916, Death in the grey Wastesde Nigel Steel y Peter Hart (Londres 2003), interesante sobre todo por la gran cantidad de testimonios directos tomados de los archivos. Una característica de la historiografía inglesa es la toma de posición a favor de uno de los dos almirantes de la batalla, Jellicoe o Beatty; por lo general habla bien del segundo y crítica al primero por haber dejado escapar la ocasión de derrotar a la flota alemana. No podemos olvidar, entre las obras de divulgación, tal y como hace de nuevo Valzania, el Jutland 1916, Clash of the dreadnoughts de Charles London, Oxford 2000, de la excelente colección Oxprey Military dirigida por David Chandler, que ofrece una panorámica ágil y esquemática de los acontecimientos.
El Friedrich der Grosse, buque insignia de Scherr en Jutlandia, fue el primero en hundirse, poniendo quilla al sol, a las 12,16 en la dársena del puerto de Scapa Flow. Los demás acorazados y cruceros ya estaban muy escorados. El agua llega a la cubierta de los destructores y los marineros los abandonan saltando por la borda. Era el fin de la flota Imperial Alemana. Eso forma parte de otro relato que ya describimos en espejo de navegantes en otro momentos. Aquello es otro de los grandes santuarios arqueológicos del mundo sobre pecios de época contemporánea. Muchos de aquellos cascos de acero que guardan su silueta entre los fondos de la base naval escocesa, guardaran en buena parte, la memoria de aquellos tiempos. Los de guerra y caos. Se descubrió también que la orden de Nelson en la gloriosa jornada de Trafalgar, enfrentar enemigo más cerca que significaba en Marina de Guerra, lanzados al ataque me fío de vosotros, se había suprimido del libro de códigos. El siglo transcurrido sin luchar había dejado huellas profundas en la hermana inglés.
Nos habían adiestrado con la convicción de que algún día estallaría la guerra entre Alemania y nosotros, y cuando está yo creíamos que estábamos preparados para pelearla.
Jorge V, rey de Inglaterra.
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