La Insoportable Levedad Urbana
A propósito del aniversario de Santo Domingo
Por: Omar Rancier
Hace unos 515 o 516 años (que los historiadores no se ponen de acuerdo) se funda en la costa sur de la Isla de la Española la ciudad de Santo Domingo. Parece irónico que su fundación fuera, como dice el padre Rubio, un acto de amor, que produjo entre otras cosas la ciudad y el primer mestizo de América. La ironía reside en que aquel acto de amor entre Miguel y Catalina, se haya transformado a la vuelta de cinco siglos en un espacio agresivo y cargado de una amalgamada población que mas que vivir ese espacio lo sufre cotidianamente.
Si Milán Kundera, reconoció como insoportable la levedad del ser, en esa búsqueda existencial que convirtió en novela, Santo Domingo ha desarrollado una levedad urbana también insoportable en su búsqueda de una identidad que cada vez más se desvanece.
El esponjamiento de la ciudad con túneles gaseados y elevados goteantes, viaductos e inútiles puentes peatonales, han cargado la ciudad de una levedad mas pesada que leve y mas costosa que funcional.
Esta levedad urbana, pesada e insoportable, tiene a imponerse cotidianamente al uso de millones de dolientes e impone un programa existencial que arrastra la pesadez del pecado original que los políticos que han administrado este espacio mágico, lúdico, leve e insoportable que es Santo Domingo, exhiben impúdicamente.
La insoportable levedad urbana ha sido producto de años de mala practica en la gestión urbana y en el diseño de la ciudad donde las autoridades se han hecho cómplice de promotores que solo ven la ciudad como un capital extendido para hacer dinero a costa de la propia ciudad y sus ciudadanos, donde los ingenieros viales solo conciben el espacio publico como una reserva para ampliar las avenidas o disponer estaciones variopintas, donde el ciudadano se siente amenazado y confundido y donde las autoridades clausuran plazas por años sin pestañar si quiera.
No obstante, la ciudad está ahí, cinco siglos y sigue de pie, con lugares únicos y un inmenso rio y otro inmenso rio y otro, con unos barrios populares trepidantes de vida y actividad, con Gascue moribundo, vago recuerdo del barrio de la burguesía comercial que fuera, infectado de una torritis aguda, con San Carlos, primer poblado extramuros, Villa Francisca, encaramada sobre las colinas de Galindo que aun llora sus vírgenes, con el Malecón tosiendo sus camiones y recibiendo cada mañana los tórridos rayos del astro rey y las brisas limpiadoras que permiten a la ciudad respirar, con los barrios depauperados e insalubres que muestran orgullosamente sus cicatrices y su orden otro desde las orillas de los ríos.
Ahí están los ensanches Naco, Piantini, convertidos por la alquimia urbana en un polígono central que centra, en su propia e insoportable levedad, todo lo que no debe hacerse, producto de la carencia de gestión y de la ingravidez política. Y mas allá hacia el norte están Arroyo Hondo entre el viejo y el nuevo y sus ínfulas de barrio bien, Los Ríos y sus mansiones separados por la gran cañada del zoológico del mas que popular sector de Cristo Rey, especie de excrecencia de las villas pericentrales ( neologismo urbano propuesto por Cesar Pérez)de Villa Juana y Villa Consuelo.
El Millón al oeste apunta a barrio de la clase media balaguerista y cruzando el Isabela, ya perdido su aroma a chicharrón, desplazado por los trepidares metálicos de un metro que se hunde en la parte rica y emerge cual Leviatán en la parte pobre, Villa Mella.
El Ozama limita el ensanche con su nombre y al norte el barrio de los negros Mina, llega húmedo a La Barquita.
Ahí sigue la ciudad que ha sido desmebrada en ocho demarcaciones diferentes que solo han traído mas confusiones y carencias… y mas puestos clientelares. Origen y destino todo esto, acunada entre el Ozama y el Mar de los Indios Caribe, encontramos La Ciudad Colonial de Santo Domingo, destacando su belleza entre tanta y tan insoportable levedad urbana, con sus espléndidos monumentos y su arquitectura simple y llana , construyendo espacios verdaderamente mágicos, plazas de una calidad tan y tan sencillas que las hacen maravillosas. Ciudad de piedra y argamasa, de madera y de bloques de hormigón, de vidrio y metales y sobre todo de amor y de lugares amorosos: El Conde. El parque Colon, las escalinatas del Conde, la plaza España, el parque Duarte…
Y velando por la ciudad aquellos que la aman y la han amado: Osvaldo, Moncito, Guillermo, Caro, Ruiz Castillo, Nani y Don Billie, los Manolitos, Gay, Leonte… y sufriendo por la misma, Pérez Montás, Prisco, Don Víctor, Erwin, Pla, Tobi, PJ, Pablo, Cuquito, Emilio, José Enrique…
Feliz Aniversario Santo Domingo, que tu levedad urbana se vuelva magia!
Por: Omar Rancier, en su blog Penélope
No hay comentarios:
Publicar un comentario