Lawrence de Arabia, la misteriosa muerte de un mito
La
vida del enigmático arqueólogo destinado a Egipto que logró erigirse
como líder guerrillero árabe en su lucha contra los turcos acabó con un
misterioso accidente de moto en las proximidades de su casa en la
campiña inglesa. | El informe oficial establece que se trató de un
accidente, pero siempre hubo sospechas de un posible suicidio e incluso
de un complot político: testigos de la escena afirmaron que vieron pasar
un sospechoso coche negro. | Ochenta años después, la muerte del mito
creado en la I Guerra Mundial continúa siendo un enigma
‘Querer explicar el sortilegio de la velocidad es como explicar la naturaleza humana’.
Aquella lluviosa mañana del 19 de mayo de 1935, Thomas Edward Lawrence, héroe de la I Guerra Mundial, conduce su moto, una potente Broough SS-10, a toda velocidad por las proximidades de su casa de campo en Dorset, al oeste de Inglaterra. En su camino se cruzan dos ciclistas que le hacen perder el control, Lawrence sufre una fatídica caída que le fractura el cráneo, y fallece horas después en un hospital militar.
Esta versión oficial de su muerte, de gran eco mediático dada la relevancia del personaje, se publica en la prensa internacional en las fechas sucesivas.
Augusto Assía, corresponsal de La Vanguardia en Inglaterra por aquellas fechas, iniciaba su crónica así: ‘Bajo el oscuro nombre de T.E. Shaw, acaba de morir uno de los ingleses más extraordinarios que han existido jamás… Lawrence de Arabia’.
Años después del fallecimiento del mítico héroe salen a la luz dos posibles versiones del fatal desenlace. Una de ellas defiende que el coronel retirado Thomas Edward Lawrence, sumido en una profunda depresión provocada por su incapacidad para poner fin a su carrera militar tras ser expulsado dos veces del ejército, decidió acabar con su vida. Apasionado de la velocidad, optó por vehicular su paso a la eternidad al volante de su moto, saliendo de la carretera voluntariamente.
La otra, más ‘suculenta’, defiende que testigos del fatal accidente afirmaron haber presenciado la huida de un vehículo negro del lugar del suceso. Tamañas declaraciones apuntaban a una posible intervención de los servicios secretos de seguridad británicos.
¿Cómo y por qué murió el gran Lawrence de Arabia?
Todo apunta a que jamás obtendremos una respuesta certera a dicho enigma.
Sea como fuere, Lawrence debía abandonar este mundo de una manera tan misteriosa como vivió su vida. Y es que la trayectoria vital del legendario héroe de la Primera Guerra Mundial, auténtico mito británico, fue tan misteriosa como su muerte.
Estudiante de arqueología con una beca en la Universidad de Oxford, se convirtió en el agente más poderoso del Servicio de Inteligencia ingles al organizar durante la Gran Guerra la rebelión de las tribus árabes contra el poder otomano y dirigir sus guerrillas a la victoria sobre el ejército turco.
Auténtico ‘hacedor de reyes' y destructor de un imperio, el joven Thomas Edward Lawrence, al cumplir los 19 años en 1908 decidió visitar el desierto de Arabia para estudiar los restos de los castillos militares. Mochila al hombro, con un revolver al cinto, un reloj de cobre y unas cuantas libras en el bolsillo, franqueó los umbrales del desierto, hollando arenales inhóspitos hasta el momento para cristiano alguno desde la época de las Cruzadas.
Observado con curiosidad por los oriundos de aquellas tierras, aquel mozo que se esforzaba por aprender su idioma, les pedía agua, cobijo o alojamiento en las caravanas de camellos, familiarizándose con sus costumbres, logró ganarse su respeto. La serenidad del joven al ser víctima de un intento de robo en pleno desierto, del que le salvó el desconocimiento de su agresor, un árabe, del secreto del seguro en su arma, corrió de boca en boca. El ‘milagro’ empezó a circular entre las tribus como una leyenda.
Lawrence, imparable, recorre la costa de Antioquía. A través del Mar Muerto llega hasta Transjordania y Bagdad. Siguiendo el curso del Éufrates alcanza Alepo y regresa sobre Siria y Palestina hasta Port Said. Trabaja como cargador en los puertos y como jornalero en los campos sirios. Como un nativo se alimenta de dátiles.
Cuando el 30 de octubre de 1914 Gran Bretaña declara la guerra al imperio otomano por aliarse éste con Alemania, Lawrence —que ya ha presentado su tesis y ha regresado a Oxford— solicita un puesto en Egipto.
El indómito universitario devenido en aventurero cuenta 26 años y empieza a informar a su antiguo jefe Hogart (colaborador ahora del Foreign Office) sobre los deseos nacionalistas de Hussein Ibn Alí y sus tres hijos Faisal, Abdullah y Jeddah. Las cartas son debidamente valoradas y poco a poco la diplomacia de Londres considerará sus proposiciones, en concreto la de dar oro y municiones a los árabes a cambio de su colaboración en el conflicto.
En aquellos meses Lawrence es tratado por sus compañeros de cuartel de visionario. Viste túnica y se comporta de forma extravagante y provocadora, llegando a conducir un Rolls Royce en su entrada en Damasco.
Paulatinamente Lawrence acomete la difícil misión de unificar las tribus árabes. En noviembre de 1918 publica tres importante artículos en el The Times pidiendo más ayudas oficiales, hace de traductor de Faisal durante la Conferencia de París celebrada en enero de 1919 y destaca en otras gestas de similar relevancia.
Aquel joven estudiante de arqueología de espíritu inquieto y aventurerro se estaba convirtiendo en un héroe. La prensa repasa su biografía amorosa, terreno resbaladizo ya que su sexualidad sería ambigua, pero su fama es imparable, la suerte está de su lado. El triunfo aliado contra Alemania no soluciona los conflictos con los árabes, sobre todo después de que Siria pasa a ser protectorado de Francia y Churchill, entonces ministro para las colonias, le nombra consejero y miembro de la delegación británica en la Conferencia de El Cairo de marzo de 1921.
En 1926 Lawrence publica Los siete pilares de la sabiduría, financiada por su propio bolsillo, y la más famosa. En sus páginas relata su experiencia militar y humana durante la Gran Guerra demostrando sus dotes como eximio escritor. Una obra maestra que aún hoy sigue siendo leída.
Militar hasta la médula, Lawrence jamás se resigna a tener que abandonar la vida castrense y vuelve a pedir su ingreso en el Ejército. Expulsado dos veces del cuerpo, una de la RAF y otra de una división de tanques al descubrir que se había alistado como soldado raso con un nombre falso, cae en una profunda depresión.
En el epílogo de su vida, escribe una carta a uno de sus amigos: 'Por las mañanas amanece, el sol sale y se pone y yo me voy a dormir preguntándome qué he hecho y qué voy a hacer, y sin encontrar respuesta'.
Se acerca el fin
El gran ‘Lawrence de Arabia’, alias T.E. Shaw, ‘Drake del desierto’, ‘Rey sin corona de Arabia’, ‘Héroe del Imperio’, deja este mundo a los 46 años. Cómo y por qué murió nunca lo sabremos pero las hazañas del intrépido héroe permanecerán en la memoria de las generaciones venideras por siempre jamás.
Fuente: lavanguardia.com
‘Querer explicar el sortilegio de la velocidad es como explicar la naturaleza humana’.
Aquella lluviosa mañana del 19 de mayo de 1935, Thomas Edward Lawrence, héroe de la I Guerra Mundial, conduce su moto, una potente Broough SS-10, a toda velocidad por las proximidades de su casa de campo en Dorset, al oeste de Inglaterra. En su camino se cruzan dos ciclistas que le hacen perder el control, Lawrence sufre una fatídica caída que le fractura el cráneo, y fallece horas después en un hospital militar.
Esta versión oficial de su muerte, de gran eco mediático dada la relevancia del personaje, se publica en la prensa internacional en las fechas sucesivas.
Augusto Assía, corresponsal de La Vanguardia en Inglaterra por aquellas fechas, iniciaba su crónica así: ‘Bajo el oscuro nombre de T.E. Shaw, acaba de morir uno de los ingleses más extraordinarios que han existido jamás… Lawrence de Arabia’.
Años después del fallecimiento del mítico héroe salen a la luz dos posibles versiones del fatal desenlace. Una de ellas defiende que el coronel retirado Thomas Edward Lawrence, sumido en una profunda depresión provocada por su incapacidad para poner fin a su carrera militar tras ser expulsado dos veces del ejército, decidió acabar con su vida. Apasionado de la velocidad, optó por vehicular su paso a la eternidad al volante de su moto, saliendo de la carretera voluntariamente.
La otra, más ‘suculenta’, defiende que testigos del fatal accidente afirmaron haber presenciado la huida de un vehículo negro del lugar del suceso. Tamañas declaraciones apuntaban a una posible intervención de los servicios secretos de seguridad británicos.
¿Cómo y por qué murió el gran Lawrence de Arabia?
Todo apunta a que jamás obtendremos una respuesta certera a dicho enigma.
Sea como fuere, Lawrence debía abandonar este mundo de una manera tan misteriosa como vivió su vida. Y es que la trayectoria vital del legendario héroe de la Primera Guerra Mundial, auténtico mito británico, fue tan misteriosa como su muerte.
Estudiante de arqueología con una beca en la Universidad de Oxford, se convirtió en el agente más poderoso del Servicio de Inteligencia ingles al organizar durante la Gran Guerra la rebelión de las tribus árabes contra el poder otomano y dirigir sus guerrillas a la victoria sobre el ejército turco.
Auténtico ‘hacedor de reyes' y destructor de un imperio, el joven Thomas Edward Lawrence, al cumplir los 19 años en 1908 decidió visitar el desierto de Arabia para estudiar los restos de los castillos militares. Mochila al hombro, con un revolver al cinto, un reloj de cobre y unas cuantas libras en el bolsillo, franqueó los umbrales del desierto, hollando arenales inhóspitos hasta el momento para cristiano alguno desde la época de las Cruzadas.
Observado con curiosidad por los oriundos de aquellas tierras, aquel mozo que se esforzaba por aprender su idioma, les pedía agua, cobijo o alojamiento en las caravanas de camellos, familiarizándose con sus costumbres, logró ganarse su respeto. La serenidad del joven al ser víctima de un intento de robo en pleno desierto, del que le salvó el desconocimiento de su agresor, un árabe, del secreto del seguro en su arma, corrió de boca en boca. El ‘milagro’ empezó a circular entre las tribus como una leyenda.
Lawrence, imparable, recorre la costa de Antioquía. A través del Mar Muerto llega hasta Transjordania y Bagdad. Siguiendo el curso del Éufrates alcanza Alepo y regresa sobre Siria y Palestina hasta Port Said. Trabaja como cargador en los puertos y como jornalero en los campos sirios. Como un nativo se alimenta de dátiles.
Cuando el 30 de octubre de 1914 Gran Bretaña declara la guerra al imperio otomano por aliarse éste con Alemania, Lawrence —que ya ha presentado su tesis y ha regresado a Oxford— solicita un puesto en Egipto.
El indómito universitario devenido en aventurero cuenta 26 años y empieza a informar a su antiguo jefe Hogart (colaborador ahora del Foreign Office) sobre los deseos nacionalistas de Hussein Ibn Alí y sus tres hijos Faisal, Abdullah y Jeddah. Las cartas son debidamente valoradas y poco a poco la diplomacia de Londres considerará sus proposiciones, en concreto la de dar oro y municiones a los árabes a cambio de su colaboración en el conflicto.
En aquellos meses Lawrence es tratado por sus compañeros de cuartel de visionario. Viste túnica y se comporta de forma extravagante y provocadora, llegando a conducir un Rolls Royce en su entrada en Damasco.
Paulatinamente Lawrence acomete la difícil misión de unificar las tribus árabes. En noviembre de 1918 publica tres importante artículos en el The Times pidiendo más ayudas oficiales, hace de traductor de Faisal durante la Conferencia de París celebrada en enero de 1919 y destaca en otras gestas de similar relevancia.
Aquel joven estudiante de arqueología de espíritu inquieto y aventurerro se estaba convirtiendo en un héroe. La prensa repasa su biografía amorosa, terreno resbaladizo ya que su sexualidad sería ambigua, pero su fama es imparable, la suerte está de su lado. El triunfo aliado contra Alemania no soluciona los conflictos con los árabes, sobre todo después de que Siria pasa a ser protectorado de Francia y Churchill, entonces ministro para las colonias, le nombra consejero y miembro de la delegación británica en la Conferencia de El Cairo de marzo de 1921.
En 1926 Lawrence publica Los siete pilares de la sabiduría, financiada por su propio bolsillo, y la más famosa. En sus páginas relata su experiencia militar y humana durante la Gran Guerra demostrando sus dotes como eximio escritor. Una obra maestra que aún hoy sigue siendo leída.
Militar hasta la médula, Lawrence jamás se resigna a tener que abandonar la vida castrense y vuelve a pedir su ingreso en el Ejército. Expulsado dos veces del cuerpo, una de la RAF y otra de una división de tanques al descubrir que se había alistado como soldado raso con un nombre falso, cae en una profunda depresión.
En el epílogo de su vida, escribe una carta a uno de sus amigos: 'Por las mañanas amanece, el sol sale y se pone y yo me voy a dormir preguntándome qué he hecho y qué voy a hacer, y sin encontrar respuesta'.
Se acerca el fin
El gran ‘Lawrence de Arabia’, alias T.E. Shaw, ‘Drake del desierto’, ‘Rey sin corona de Arabia’, ‘Héroe del Imperio’, deja este mundo a los 46 años. Cómo y por qué murió nunca lo sabremos pero las hazañas del intrépido héroe permanecerán en la memoria de las generaciones venideras por siempre jamás.
Fuente: lavanguardia.com
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