El
arca de la alianza
Se
trata de un recipiente con doble forro de oro, cerrada con una losa de oro
macizo (como los contenedores de material radiactivo), dos capas de tela y una
de cuero para que no mueran los porteadores (como los hijos de Aarón, Nadab y
Abihu, en el Tabernáculo, cuyos cuerpos fueron sacados del campamento por
urden de Moisés). Según Graham Hancock {The Sign and the Seal), el poder
mortífero del arca queda bien patente a partir de la exégesis de los textos bíblicos,
pues éstos la presentan como un arma letal cuyos efectos resultan devastadores
ante las murallas de Jericó, contra los filisteos (I Sam 5, 6), o los habitantes
de Bet Semes, donde mueren 50.000 hombres (I Sam 6-19; I Cron 13-9,10). Meir
Ben-Dov va más lejos y sostiene en In the Shadow of the Temple que las
tablas de la Ley eran un fragmento de un meteorito y que, por tanto, debían
permanecer encerradas en el arca, que les servía de recipiente y actuaba como
protección para quienes se le aproximasen. La Biblia explícita el «peligro de
muerte» para todos aquellos que tocaran el arca con sus manos o se aproximasen
excesivamente a ella; así ocurre en diversos casos que narran las Sagradas
Escrituras durante el traslado del arca por el desierto o cuando ésta es robada
por los filisteos, quienes, después de comprobar en su propia carne el peligro
de poseer semejante objeto, lo devuelven a los hebreos espantados del poder de
Yahvé, quien a partir de entonces cobra fama de Deus tremendae majestatis ante
el que amorreos, cananeos y otras tribus huyen despavoridos, pues las
represalias del pueblo elegido son terribles. amorreos
Charpentier,
por su parte, se inclina a creer que los primeros templarios encontraron el
arca en las caballerizas del templo de Salomón, que un nutrido grupo de
templarios la escoltó hasta Francia en secreto y que permaneció en lugar
ignoto, desapareciendo otra vez a los ojos de la humanidad. Con el arca, según
el autor, los milites Christi hallaron patrones y medidas sagradas
arquitectónicos (desde las relaciones geométricas con la proporción áurea hasta
otras en las que intervienen escalas musicales), quizá las propias tablas
de la ley, entendiéndose por ley «el Logos, el Verbo, la Razón, el
Número», que les permitió idear cánones de construcción a los que luego
respondería el arte gótico y, sobre todo, unas de sus máximas creaciones, la
catedral de Chartres[1].
En este templo,
joya de la cristiandad dedicada a Nuestra Señora (figura del cristianismo
contemporáneo muy venerada por templarios y cistercienses), existe en el
pórtico llamado «de los Iniciados» una columna con un altorrelieve en el que
aparece el arca sobre dos ruedas, llevada por un hombre oculto tras un velo y
que atraviesa un campo cubierto de cadáveres, entre ellos uno con cota de
malla. Este relieve da pie a la suposición de que el arca fue transportada por
los templarios fuera de Jerusalén con intenciones bélicas durante la Edad Media
(CHARPENTIER, L: El enigma
de la catedral de Chartres, op. cit.).
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