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Monasterio de El Escorial (la otra cara de la historia)
enero 16, 2014 por maestroviejo
Una colaboración de Epifanio Alcañiz Rubio
Poder contar con la colaboración de una persona tan especial como D. Epifanio es un lujo.
El puede ser consultado en facebook sobre lugares con especial energía
Si de algo tenemos constancia es que
Felipe II, desde su adolescencia, tuvo el deseo de poder llegar a
construir un templo que pudiese ser comparado con el enigmático Templo
de Salomón: un edificio que fuese recordado y admirado, un fiel reflejo
del poder que le otorgaba su vasto imperio.
Tal vez por eso, en 1556, cuando accedió
al trono, encargó al jesuita Juan Bautista Villalpando que realizase un
estudio sobre el Templo de Salomón; unos datos que sirviesen para
materializar su sueño, el de construir un edificio capaz de simbolizar
la unión de la Iglesia y el Estado: ese tributo espiritual de su poder
terrenal.
Si el templo ideado por el rey David y
construido por el rey Salomón, no hubiese sido destruido hasta su última
piedra por Nabucodonosor en el año 586 a.C. y hubiesen quedado
suficientes restos del mismo como para ser reconstruido e imitado en sus
proporciones originales, es muy posible que no se hubiese creado en
torno al mismo ese aura de misterio que aún hoy hace que se formulen
nuevas hipótesis sobre estas medidas. La tradición judía acepta que los
planos de este templo fueron entregados al rey Salomón en un pergamino
de manos de un profeta.
Muchas son las catedrales que en la Edad
Media intentaron reproducir estas mismas proporciones que al ser
obtenidas por inspiración divina, habrían de dotar al templo de esa
“conexión” entre el cielo y la tierra.
Según comenta fray José de Sigüenza en su
“Historia primitiva y exacta del monasterio de El Escorial” (primera
obra que describe la construcción de este monasterio desde la visión de
un testigo directo de la obra), Felipe II solía visitar el monasterio de
San Jerónimo de Guisando y es posible que ya conociese el lugar que
supuestamente, médicos, filósofos, arquitectos y cosmógrafos
recomendaron al monarca como ideal para materializar su proyecto.
Según fray José, después de recorrer toda
la sierra madrileña, no pudieron encontrar un lugar mejor para el
mismo: soleado, protegido del viento del norte por el monte Abantos y
con agua, madera y piedra suficiente como para abastecer la obra.
¿Ridículo, no? Cualquiera sería capaz de encontrar en la sierra una
veintena de lugares con iguales o mejores características.
No fueron pocas las críticas que
recayeron sobre el monarca. Nadie consiguió entender la razón que le
llevó a rechazar ciudades como Toledo, Valladolid o Granada y se
decantase por ese lugar tan apartado, áspero, frío, seco y enfermo.
Estas y otras calificaciones fueron recogidas por fray José de Sigüenza,
citando y comparando el lugar con santuarios en recónditos parajes,
como Montserrat, Guadalupe y la Peña de Francia. Aunque si bien atribuye
la elección de estos lugares por milagrosos, en el caso del monasterio
afirma que los motivos del rey se deben a la inspiración divina.
El 20 de agosto de 1563 se puso la
primera piedra de aquella construcción a la que se llamó “Sitio del
Monasterio de San Lorenzo el Real”, aunque en realidad las obras
comenzaron en 1562 bajo la dirección del arquitecto Juan Bautista de
Toledo. La obra constituye una magnífica combinación de
palacio-monasterio, basada al parecer en los conocimientos que en
aquellos tiempos se tenían sobre el Templo de Salomón. Esta obra pudo
ser financiada gracias al oro y la plata traídos de América. Una vez
terminadas las obras, este complejo se convirtió en el más grande de los
construidos hasta entonces en Europa.
Este monumento fue sin duda el sueño de
juventud de Felipe II, que siguiendo el testamento de su padre y guiado
por su idealismo religioso, soñó con un recinto que fuera a la vez
templo, panteón, biblioteca y palacio, y que además perpetuase la gloria
de su dinastía.
Los Arquitectos
En 1559, Juan Bautista de Toledo, que
residía en Nápoles en esos momentos, recibió una carta en la que le
nombraban arquitecto real. Partió para España para ocupar su nuevo
cargo. Posteriormente embarcarían su esposa y sus dos hijas, con sus
libros y documentos; este barco nunca llegó a puerto. Esta tragedia
marcaría profundamente a Juan Bautista, que ya nunca logró recuperarse
de tan trágica pérdida.
En 1562, Juan Bautista de Toledo
establece el plano general del edificio y da comienzo a la obra por la
fachada sur. Poco a poco fue perdiendo la confianza del monarca; en 1564
le sometió a un examen y en 1565 le ignoró. La muerte del arquitecto en
1567 acabaría con las polémicas e interferencias sobre la ejecución de
la obra. Aquí es donde la figura de Juan de Herrera comienza a cincelar
su nombre en los anales de la Historia.
Según cuenta su biografía, nace Juan de
Herrera en el año 1530, en el seno de una familia acomodada, en la
localidad de Roiz (Santander). Ingresa en su juventud en la universidad
de Valladolid para cursar filosofía y humanidades. Acaba sus estudios en
1548 y se incorpora al séquito de caballeros del entonces príncipe
Felipe. Viaja con él por los Países Bajos, Alemania e Italia. En 1553 es
soldado de los ejércitos de Carlos V en la campaña de Flandes. En 1556
acompaña al emperador hasta su retiro en el monasterio de Yuste. Se
inicia en la arquitectura en 1561 con el palacio de Aranjuez y en 1563
comienza a colaborar en las obras del monasterio. Durante su
construcción fue nombrado por el rey ayudante de Juan Bautista de
Toledo.
Tras la muerte del arquitecto, la carrera
de Juan de Herrera tiene un ascenso imparable. Dibujante, ingeniero,
inspector, administrador, inventor de máquinas de construcción (que
aceleran las obras abaratando costes) y también arquitecto. En él confió
Felipe II la construcción de su templo. Creador del estilo herreriano,
utilizado en las obras del monasterio. Se sumió en una gran depresión
tras acabar las obras del mismo. Aunque aún realizó algunas importantes
obras, fallece en Madrid el 17 de enero de 1597.
Nunca sabremos lo que la Historia no nos
mostró sobre su vida. Hay pasajes que pasan desapercibidos, como simples
anécdotas, pero al repasar su historia; estas llamaron mi atención y
puede que tengan su importancia.
Sin duda le unía al monarca una afición
común: la atracción por una serie de ideas heterodoxas relacionadas con
el hermetismo (ambos estaban cautivados por la astrología y los saberes
ocultos). Los dos poseían una importante biblioteca sobre tratados de
ciencias ocultas; el interés mutuo por libros herméticos de magia o
alquimia fue sin duda una constante en sus vidas.
El Lugar
Regresemos momentáneamente al lugar
elegido para construir el monasterio. Desde mi percepción es uno de los
lugares telúricos más importantes del planeta. Esta es la razón y no
otra la que motivó al monarca para construir allí su obra. Podía mover
las piedras de sus muros pero nunca podría mover la alteración telúrica
que se daba en el lugar. El templo, palacio, monasterio, biblioteca y
cripta (que había de albergar los restos de todos sus familiares y
descendientes) no podía ser construido en otro lugar después de haber
localizado este, un lugar tocado por la mano de Dios, un lugar
irrepetible en todo su reino.
Veinte vórtices de 19500 UB, distribuidos
simétricamente por la nave de la basílica, dan forma al Lugar de Poder
más importante de España, único en su categoría; no se repite en ningún
otro lugar de la Península, ni tampoco en Europa. He bautizado esta
alteración telúrica con el nombre de Anillos Energéticos, en este caso
de veinte pilares (sus 20 vórtices). Los cuatro pilares o vórtices de
Stonehenge, los cuatro de El Vaticano y los cuatro de El Valle de los
Caídos quedan ensombrecidos ante esta importante alteración telúrica.
¿Casualidad? No, gracias.
La pregunta es: ¿Quién detectó este lugar para el monarca?
Según fray José de Sigüenza fueron
“médicos, filósofos, arquitectos”…, no menciona a los geomantes,
antecesores de los zahoríes y los radiestesistas, aquellos a los que su
percepción les podía permitir detectar estos lugares.
Esta zona estuvo poblada posiblemente por
vetones o carpetanos. Existen antiguos altares de culto en las
proximidades, que se encuentran sobre vórtices energéticos. El “Canto
Gordo” más conocido como “La silla de Felipe II”, en la finca La
Herrería, se sitúa sobre un vórtice de 24500 UB. Cercano también se
encuentra el altar denominado “Canto Castejón” situado al menos sobre un
vórtice de 19500 UB (podrían ser dos); no lo he visitado porque se
encuentra en una finca de ganadería brava. No puedo creer que los
antiguos moradores de estos parajes ignorasen una alteración telúrica
tan importante como la que se encuentra en la basílica y tampoco que no
la tuviesen marcada con algún altar, alineación de megalitos o similar. A
día de hoy no queda ningún vestigio ni escritos que confirmen mi
creencia, pero considero muy posible que una pista de esta índole pudo
llevar al monarca y su equipo de “cosmógrafos” hasta este privilegiado
lugar.
Para muchos el monte Abantos fue
considerado sagrado desde la antigüedad y al pensar en el monte Abantos
fijan su atención en la cima del mismo. Error. En la cima no hay nada.
Lo que hizo que el monte fuese respetado se encuentra en la base,
concretamente en el lugar donde hoy se levanta la basílica.
Fuere como fuere, el monarca desoyendo
críticas fue capaz de construir su sueño en un lugar en medio de la
nada. Un lugar tan lejos de la capital del reino (Valladolid en aquella
época), que no dudó en trasladar la corte a un lugar más cercano que le
permitiera visitar con frecuencia la evolución de su obra: su propio
templo de Salomón en un lugar tocado por la mano de Dios.
Juan de Herrera ¿geomante?
Se me plantean varias preguntas: ¿Qué
razón movió al joven príncipe a incluir en su viaje por Europa a un
joven de 19 años llamado Juan de Herrera? ¿Era Juan de Herrera un joven
geomante? ¿Participó Juan de Herrera en la localización del lugar donde
después se construiría el monasterio? ¿Era Felipe II un iniciado en el
arte de la geomancia? ¿Conocía Felipe II el secreto tan celosamente
guardado por los constructores de iglesias que les hacía elegir un lugar
con al menos un vórtice para sus templos?
Independientemente de que Juan de Herrera
formase parte del equipo que supuestamente eligió el lugar de la
construcción, creo firmemente que conocía el arte de la geomancia
(Radiestesia). Existen detalles en su biografía que parecen indicarlo.
En 1583, Juan de Carrión, un cabo de escuadra amigo de Juan de Herrera,
solicita permiso a Felipe II para buscar tesoros en los alrededores de
la finca de El Molinillo, en los límites de Toledo con Ciudad Real.
Merced que le es concedida por el plazo de 12 meses, con la condición de
que la quinta parte de lo hallado fuese a parar a las arcas del
monarca. Doce días después cede estos derechos a Juan de Herrera. En el
mismo año Juan de Carrión le cedía otra merced para buscar tesoros con
la misma condición en los términos de Santarén, Huete y Orgaz.
Desconozco si tuvo éxito en esta empresa,
pero aún existen otros detalles en esta historia que guardan relación
con aquello que se ha relacionado con la percepción extrasensorial. No
es normal que alguien pretenda buscar tesoros, así sin más. Tampoco está
probado que un radiestesista pueda hacerlo, pero siempre se creyó en
esto. Particularmente yo, que soy radiestesista, entiendo que esta
creencia es errónea. El radiestesista puede detectar las variaciones en
los campos electromagnéticos que se registran en la vertical de los
lugares prospectados. Así se ha utilizado para detectar agua, así parece
ser que se ha utilizado para detectar filones de algún mineral
concreto. Pero dudo mucho que un tesoro pueda llegar a ser tan grande
como para alterar el campo existente en su vertical y ser detectado por
el radiestesista. Si Juan de Herrera lo era y utilizó esta percepción
para intentar encontrar tesoros, debió fracasar en el intento ya que si
hubiese conseguido resultados positivos, posiblemente habría dedicado el
resto de su vida a la búsqueda de tesoros.
Aunque no he encontrado suficiente
documentación sobre el tema, queda reflejado que solicitó al rey el
beneficiarse de los veneros de cobre y plomo en el principado de
Asturias. Siempre estuvo interesado por la minería. Y aunque soy
consciente de que esto no prueba nada, al menos merece la pena reseñar
que su interés por el esoterismo, los tesoros, la minería y su relación
directa con los lugares energéticamente especiales le conectan
directamente con la geomancia.
Existe una obra que se atribuye a Juan de
Herrera, porque está construida con su estilo (aunque no está
documentado que esté realizada por él). Esta obra desde el principio
llamó poderosamente mi atención. Se trata de la Fuente Grande de Ocaña,
también conocida como la Fuente Nueva. Los maestros de obras que
trabajaron en la misma provenían de la comarca norteña de Trasmiera y
previamente habían trabajado a las órdenes de Juan de Herrera en la
presa de Ontígola y en el Palacio Real de Aranjuez.
Hay algo especial en esta fuente. Existe
en la misma un vórtice de 24500 UB. No es lo habitual el encontrar en
una construcción de estas características un vórtice y yo no creo en las
casualidades (aunque he de reconocer que existen). No he accedido al
interior de sus túneles, pero al parecer existe una estancia que
probablemente utilizaban los canteros.
Existe la creencia de que los canteros
provenientes de la comarca de Trasmiera pertenecían a una logia de
constructores, conocedores de claves secretas utilizadas en la
construcción de los templos. En estas claves jugaba un papel muy
importante el lugar elegido para la construcción; había que localizar al
menos un vórtice. Se cree que utilizaban estos vórtices con fines
iniciáticos. ¿Se encuentra el vórtice en la estancia mencionada? Las
posibilidades son muy altas. Imagino que algún día tendré ocasión de
comprobarlo.
Un Lugar de Poder
Sin ningún tipo de dudas puedo afirmar
que la persona que realizó el plano final del templo conocía con
exactitud la situación exacta de cada uno de los vórtices. Y no solo nos
encontramos con estos veinte vórtices de 19500 UB, hay unos cuantos más
de 13500 UB, localizados y distribuidos por todo el complejo. Resulta
complicado localizarlos todos. La verdad es que este lugar me supera. He
tenido que visitarlo en varias ocasiones y prospectarlo por sesiones,
porque embota mi percepción y no puedo seguir. Sin duda, alguno de estos
vórtices se me escapará.
Los de 13500 UB más significativos se
encuentran en las capillas laterales situadas junto a la entrada, tres
vórtices en cada una de ellas. Existe otro en el Altar Mayor; no puedo
acceder pero creo situarlo en el sagrario. No he podido visitar el Patio
de los Evangelistas, solo verlo a través de las rendijas de sus
cerradas puertas de acceso; pero puedo asegurar, sin temor a
equivocarme, que su templete central se sitúa sobre un vórtice de 13500
UB.
Para mí el más curioso de todos ellos se
sitúa fuera de la edificación. Es la nota discordante del complejo. El
defecto de la obra perfecta. Sin embargo hubo alguien que no quiso dejar
este lugar en el olvido y lo marcó con un bloque de piedra. Se
encuentra en la lonja junto a la esquina noroeste del edificio. La
justificación parece ser comprendida y aceptada por todo aquel que
visita el lugar: la piedra de Santa Teresa. Es llamada así porque
supuestamente esta piedra fue utilizada por la santa para reponer
fuerzas en una visita que hizo a Felipe II. Cuenta la leyenda que Dios
quiso favorecerla con una ráfaga de viento fresco en pleno verano y que
desde entonces siempre corre un viento fresco en este lugar; creo que
demasiado fresco en invierno. Cierto o no, se convirtió en la excusa
perfecta para dejar marcado el vórtice, aunque la piedra desentone en el
conjunto.
Lo que más extraño me resulta es
encontrarme con tres vórtices de 24500 UB perdidos, es decir, en lugares
que no indican para nada que fuesen detectados por la persona o
personas que supieron detectar el resto con una precisión absoluta.
Estos tres vórtices se encuentran en el Jardín de los Frailes. Uno de
ellos empotrado en la esquina oeste de la pared de la fachada sur,
construida por Juan Bautista de Toledo, y los otros dos en el jardín.
Estos tres vórtices, sin más, habrían justificado el hecho de construir
en este lugar tan magna obra. Solamente estos tres vórtices tan cercanos
entre sí convertirían la zona en un Lugar de Poder. Sin embargo, fueron
excluidos de la obra. Quiero pensar que no fueron detectados, que la
potencia del lugar, eclipsó la percepción del geomante que se encargó de
localizar el resto de los vórtices. A estos los dejaré seguir en el
olvido.
El complejo monástico fue construido en
un Lugar de Poder. En extensión es uno de los más grandes del mundo. Los
hay más potentes pero no más grandes. Está formado por tres anillos que
generan un campo de energía decreciente. El anillo central es el más
pequeño y el más potente, su calidad biótica alcanza las 10000 UB y
ocupa prácticamente la totalidad de la planta de la basílica. El
segundo, con 9500 UB, se extiende hasta la puerta principal del edificio
en su cara oeste. Y el tercero alcanza aproximadamente un radio de unos
700 metros. En España no detecto otro lugar que cuente con unas
características telúricas que se asemejen a este.
La Basílica
Es posible que quien lea este artículo se
interese por conocer el lugar exacto donde se encuentran situados estos
20 pilares de energía que son la base que sostiene la espiritualidad de
la construcción. Resulta extremadamente sencillo encontrarlos. La
basílica al final fue construida con planta de cruz griega, alejándose
un poco de la idea original de Juan Bautista de Toledo, que la concibió
con planta rectangular. Ya se encargó alguien de marcar debidamente los
20 vórtices de su interior para que no hubiese dudas.
Se encuentran justo delante de otras
tantas mesas de altares, con la excepción de dos de ellos. Todos estos
altares están delante de una pintura de grandes dimensiones que
representan la figura de una pareja de apóstoles o mártires. Ocho de
ellos se encuentran en los laterales de las cuatro grandes pilastras que
sustentan el cimborrio y la cúpula, y ocho más en las paredes. Justo
frente a los primeros, otros dos se encuentran igualmente delante de las
mesas de altar, en el centro de dos retablos, habilitados como falsas
puertas a ambos lados del Altar Mayor. Y los dos que restan se
encuentran en el centro de los laterales de la nave, entre unas grandes
verjas y los dos grandes candelabros “El Clavel” y “El Tenebrario” que
presiden la nave.
El Panteón
En la cripta del templo se encuentran los
Panteones Reales. En ellos reposan los restos de algunos de los reyes
más importantes y poderosos de nuestra historia.
Bajamos por una escalera que nos conduce a
la izquierda bajo el Altar Mayor al Panteón de Reyes y a la derecha a
las nueve salas del Panteón de Infantes. En la idea original de Felipe
II, lo que hoy es el Panteón de Reyes fue diseñado y construido como una
capilla funeraria de planta circular. Esta fue parcialmente modificada
por su hijo Felipe III en el siglo XVII, que la convirtió en el Panteón
de Reyes; tiene forma octogonal y mide 10 metros de diámetro y casi 11
metros de altura.
Para muchos estudiosos de las similitudes
entre la obra de El Escorial y el Templo de Salomón, este panteón
constituye el “Sancta Sanctórum” o parte más sagrada del templo, y
buscan su relación con la Cúpula de la Roca y el Santo Sepulcro en
Jerusalén.
Los cadáveres de los reyes antes de
ocupar su lugar en el Panteón Real han pasado unos años en el pudridero,
un lugar prohibido para el visitante. La familia real cede sus
fallecidos a los miembros de la comunidad religiosa que habita el
monasterio (antes los jerónimos, ahora los agustinos) en una ceremonia
que se repite desde hace siglos. En el pudridero los cuerpos de los
reyes permanecen entre 20 y 30 años.
En 1854 fray José de Quevedo,
bibliotecario del monasterio, cuenta que son tres cuartos a manera de
alcobas sin luz ni ventilación alguna. A ella se lleva la caja de plomo
que contiene el cadáver. Mientras los albañiles derriban el tabique, se
abren cuatro o más agujeros en la caja de plomo, lo colocan en el cuarto
sobre cuñas de madera que lo sostienen dos o tres pulgadas por encima
del suelo, y entonces los albañiles vuelven a levantar el doble tabique
que derribaron.
Allí permanecen los cadáveres unos 30
años, hasta que consumida la humedad ya no despiden olor y entonces son
trasladados al panteón. Parece ser que a fray Quevedo se le olvidó citar
que en los nichos se colocan grandes promontorios de cal viva. En la
pared por fuera se coloca una lápida de mármol negro que identifica el
cuerpo que allí se encuentra. Finalmente y pasado el tiempo
reglamentario los cuerpos se cambian a un cofre de plomo de 1 metro de
largo por 40 centímetros de ancho que es depositado en un sarcófago en
el interior del Panteón Real.
He visitado el Panteón Real y he tenido
la suerte de poder situarme a solas en el centro de su nave octogonal,
bajo la gran lámpara central, exactamente sobre el vórtice de 13500 UB
que se encuentra en ese lugar. Frente a su única entrada hay una mesa de
altar con un Cristo sobre su pared; justo delante de este altar, en el
centro, hay un Punto de Meditación (vórtice menor) de 11500 UB.
Otros Lugares del Complejo
La verdad es que podríamos llamar al
Monasterio de El Escorial el Monasterio de los Altares. No recuerdo
haber visto nunca tantos altares, tanto en la basílica como en las
dependencias interiores. Lo curioso es que invariablemente por delante
de cada mesa de altar nos encontramos con un vórtice o un Punto de
Meditación. Al menos en todos a los que yo he podido acceder. Imagino
que hay más, pero dudo que se rompa la regla en los no visitados. Parece
ser que quien diseñó el templo no quiso dejar ni un solo vórtice en el
olvido, por eso mi extrañeza por los tres del Jardín de los Frailes.
Creo que merece la pena citar la iglesia
Vieja o de Prestado. Es una sala situada frente al Patio de los
Evangelistas que fue utilizada como iglesia en el tiempo en que el
monasterio se construía. Bajo su altar se habilitó un espacio que
albergó temporalmente los cuerpos de Carlos V y su esposa Isabel de
Portugal. Me resultó muy curiosa la disposición de un altar mayor
flanqueado por otros dos altares laterales. Los tres Puntos de
Meditación de 11500 UB que hay en estos tres altares forman un triángulo
regular. Esta es una alteración telúrica que hasta ahora no había
encontrado en ningún otro lugar.
Existe la posibilidad de que existan más
vórtices que yo no haya podido detectar. He de reconocer que este lugar
me supera y me resulta difícil prospectarlo durante un tiempo
prolongado.
Existe otro vórtice de 19500 UB un poco
más alejado del complejo, pero dentro de las edificaciones de la época.
Se trata de la iglesia santuario de Ntra. Sra. de Gracia, situada a unos
200 metros de la fachada norte del monasterio. El vórtice se encuentra
tras el altar mayor, en el camerino u hornacina que alberga la imagen de
la Virgen.
La Boca del Infierno
Últimamente ha salido a la luz otra
teoría sobre la supuesta verdadera razón que llevó a construir el
monasterio en este lugar. Cuenta la leyenda que fue construido nada más y
nada menos que para tapar la boca del infierno; una entrada al
inframundo situada en este lugar y así impedir que las legiones de
Lucifer emergiesen por unas supuestas galerías de minas abandonadas que
existían en el lugar. Ignoro si existieron estas galerías, pero sin duda
la imaginación de quienes forjan las leyendas es impresionante, aunque
he de reconocer que a veces existen detalles que las conectan con la
realidad.
Los vórtices son invisibles columnas de
energía. Si para la construcción de un templo se elegía un lugar que
contase con al menos uno de estos vórtices es porque este era
considerado el punto de unión entre lo espiritual y lo terreno; este era
el alma del templo, el que aportaba la espiritualidad a la edificación.
Si allí donde la energía se hace más densa era considerada una señal
divina, en aquellos lugares donde la energía era mucho menos densa
(aquellos cruces geopatógenos que también sabían detectar), eran
considerados como obra del demonio. Por eso no es difícil encontrar
lugares con un nombre que señala el peligro: Sillón del Diablo, Callejón
del Infierno, La Cruz del Diablo, La Boca del Infierno, etc. El nombre
coincide en la mayoría de las ocasiones con una fuerte geopatía en el
lugar. Y en el monasterio también existe ese lugar: se trata de un
peligroso cruce de Líneas Hartmann de tercer y cuarto orden que se
encuentra en el Patio de los Reyes; posiblemente esta sea la verdadera
Boca del Infierno de El Escorial.
La Densidad Bioenergética y la Momificación
Según mi percepción la Tierra vibra
energéticamente en los lugares neutros entre 7000 y 8500 UB (unidades
Bovis). Esta no es una unidad objetiva, es una unidad abstracta y
comparativa que se utiliza con la ayuda del inconsciente. En casi toda
la Sierra de Madrid la calidad biótica (registros en UB en los lugares
neutros de una zona) oscila entre las 8000 y 8500 UB. Las personas para
estar energéticamente equilibradas necesitamos vibrar entre 7000 y 8500
UB. Lo ideal es hacerlo en los mismos niveles que los de la calidad
biótica de la zona en que residimos. Virus y bacterias vibran entre 4000
y 4500 UB.
Conociendo y habiendo experimentado el
hecho de que en una estructura piramidal correctamente orientada con los
puntos cardinales se genera un campo energético en su interior de entre
11000 y 11500 UB (lo que permite deshidratar o momificar un trozo de
carne en su interior), di comienzo a una serie de experimentos para
poder determinar a partir de qué nivel vibracional se conseguía retrasar
la acción de la bacteria responsable de la putrefacción el tiempo
suficiente como para dar lugar a la momificación. Estos experimentos me
llevaron a la conclusión de que esto es posible, al menos con trozos de
carne no excesivamente gruesos a partir de las 9000 UB. Para intentar
demostrar mi teoría, tenía que encontrar la forma de elevar la densidad
energética al menos hasta ese nivel y de forma artificial para hacerlo
en casa. Encontré varias formas. Descubrí que la espiral, el trisquel,
el círculo, la estrella y la esfera atraen la energía a su alrededor;
aproximadamente la elevan hasta las 9000 UB. Utilicé y sigo haciéndolo
un dibujo en un papel, una simple fotocopia. El dibujo representa a un
trisquel encerrado en un círculo. Esto genera aproximadamente unas 9300
UB si este es colocado en un lugar neutro. El campo de acción efectivo
es más o menos el del diámetro del círculo.
Grande fue mi sorpresa al visitar en Alba
de Tormes (Salamanca) la iglesia del convento donde fue enterrada santa
Teresa de Jesús y al detectar el lugar donde se encuentra el vórtice de
24500 UB allí existente, comprobar que este se situaba exactamente en
el lugar elegido para enterrar a la santa.
¡¡¡Eureka!!! La iglesia o alguno de sus
miembros, al menos en tiempos pasados, eran conocedores de este hecho.
Posiblemente lo descubrieran de forma casual. Ellos no podían asociar el
que esto pudiera ser producto de un alto nivel energético capaz de
inhibir a una bacteria. Lo más lógico era pensar que esto era producto
de un milagro. Pero sin duda sabían que para que este milagro se
produjera el cuerpo había de ser depositado durante unos meses en ese
lugar especial del templo. En mi opinión esto se convirtió en un secreto
celosamente guardado por los conocedores del mismo.
Llegó la hora de enfrentarme a mis
fantasmas. No sirve decir que soy capaz de detectar un vórtice, además
hay que demostrarlo. Ahora al menos cuento con una prueba que podía
darme la respuesta, aclararme si realmente lo que detectaba eran
vórtices o solo era un espejismo de mi mente. Lógicamente no podía
acercarme a una iglesia y pedir que me dejaran realizar mi experimento
en el vórtice de la misma.
Busqué el lugar y lo encontré en una casa
en estado de abandono. Había un vórtice de 13500 UB en su interior.
Necesitaba preservar mi experimento de la lluvia y el rocío, ya que esos
elementos hidratarían el cuerpo. Enterré una urraca en arena dentro de
una caja de zapatos de cartón y simplemente la deposité sobre el
vórtice: este forma una invisible columna de energía de unos 60 cm. de
diámetro.
Ignoraba el tiempo que habría de
permanecer allí mi testigo. Según la placa situada en el lugar de
enterramiento de santa Teresa de Jesús, fue desenterrada a los 9 meses.
Imaginé que un animal más pequeño tendría que eliminar menos líquidos y
que el tiempo sería inferior. A los dos meses abrí la caja y con emoción
incontrolada vacié su contenido. Allí estaba la urraca, un pájaro común
de tamaño similar a una paloma. Se encontraba perfectamente momificada.
¿Habría encontrado la respuesta a los cuerpos momificados que se
encuentran en las iglesias?
Para ser sincero, si alguien me
permitiese realizar un experimento con un animal más grande, por ejemplo
una oveja, pediría unas condiciones similares a las que se dan en el
pudridero: esa cámara envuelta en el secretismo, donde los cuerpos de
los reyes descansan sus primeros 30 años sin vida. Pediría una sala con
una temperatura más o menos constante. Una cripta resultaría ideal.
Pediría que el animal fuese depositado en una caja y que se le
practicasen unos agujeros para facilitar la pérdida de líquidos. Pediría
que esta fuese levantada del suelo, para que los líquidos no hidratasen
la parte baja del cuerpo en su momificación. Sobre la cal no me
pronunciaré porque no tengo los datos suficientes para hacerlo. Y
también pediría lo más importante, que el lugar en un radio superior al
del cuerpo objeto del experimento contase con un alto nivel energético.
En un vórtice de 24500 UB se genera un
campo alrededor del mismo de forma octogonal con un diámetro aproximado
de 2,40 metros. Recordemos que el vórtice es una columna de tan solo 60
cm. de diámetro. El campo energético generado, al cual he bautizado con
el nombre de Octógono Radiante, puede alcanzar unos registros de hasta
12500 UB.
El nivel energético dentro del Panteón de
Reyes es de 10000 UB. ¿Es este nivel energético suficiente como para
momificar el cuerpo de una persona? ¿Es este el gran misterio del
pudridero? ¿Quedaron momificados los cuerpos de todos los monarcas que
se depositaron en ese lugar tras su fallecimiento?
La Basílica de El Vaticano es otro Lugar
de Poder. ¿Están incorruptos los cuerpos de los Papas allí enterrados?
El Valle de los Caídos es otro Lugar de Poder. ¿Permanece incorrupto el
cuerpo de Franco?
Estas son las preguntas que yo me
formulo. Según mi teoría las posibilidades de que así sea son muy altas.
Mucho más si tenemos en cuenta que otros lugares con cuerpos
incorruptos se sitúan sobre un Lugar de Poder.
Cripta de los Capuchinos, Palermo
(Italia). En su iglesia localizo dos vórtices de 24500 UB, tan cercanos
entre sí como para crear un Lugar de Poder: es decir, una mancha
energética de dimensiones variables. En este caso la mancha puede
alcanzar un radio aproximado de unos 50 metros aunque no puedo
precisarlo sin una inspección in situ. Esto explicaría perfectamente el
hecho de que solo unos 400 cuerpos de los 8000 allí enterrados hayan
quedado momificados (los que se encuentran dentro del radio de acción de
esta energía).
Iglesia de Villafeliche (Zaragoza). Al
efectuar unas obras encuentran bajo el suelo de la misma unos 80 cuerpos
momificados. Detecto un Lugar de Poder creado por dos vórtices de 24500
UB que sobrepasa los límites de la superficie de la iglesia.
Iglesia de San Andrés (Toledo). Bajo su
altar mayor existe una cripta en la que se encontraron varios cuerpos
incorruptos. Aquí existe un pequeño Lugar de Poder de forma pentagonal.
Está creado por 5 vórtices de 13500 UB y tiene unos 6 metros de
diámetro.
Hay muchos más lugares, hay muchos más
cuerpos incorruptos, pero aún no he accedido a ellos. A veces resulta
muy complicado averiguar en qué lugar se depositó el cuerpo tras la
muerte. El lugar que ahora ocupan los cuerpos incorruptos no suele ser
el de origen.
¿Alguien se ha preguntado el por qué la
mayoría de los cuerpos incorruptos se encuentran en las iglesias?
¿Milagros o Vórtices Energéticos?
Con el Renacimiento comenzó una pérdida
de ciertos valores en la Iglesia; comenzó la decadencia de unas claves
celosamente guardadas. Pero esto no sucedió de la noche a la mañana.
Posiblemente este saber fue cada vez menos demandado. En España, tras la
desamortización de Mendizábal, hubo un tiempo en que se dejaron de
construir templos y estas logias de constructores empezaron a
desaparecer. Todas, absolutamente todas las iglesias construidas hasta
el siglo XVI contienen al menos un vórtice o un Punto de Meditación. En
los siglos XVII y XVIII solo encontramos los vórtices en alguna de sus
construcciones. Y desde el siglo XIX, muy pocos templos muestran estar
construidos con las bases de este conocimiento.
Conclusiones
Todo lo investigado y escrito me llevan a algunas conclusiones.
Felipe II añoró desde joven el poder
construir un templo que perdurase en el tiempo e hiciese honor a su
memoria. De alguna forma obtuvo el conocimiento de ciertas claves usadas
para construir los templos en aquella época y encontró un asentamiento
que superaba en expectativas cualquier otro conocido hasta el momento.
Desde entonces su afán se centró en construir no un templo cualquiera.
Sabía que alguien podría superar su obra pero no el lugar elegido para
la misma; aun así se esforzó en que tampoco fuese fácil superar la
construcción. Tal vez fue el destino el que cruzó a Juan de Herrera en
su camino; puede que sin él su obra nunca hubiese llegado a ser el
templo que soñó.
Esta obra siempre estuvo rodeada de
historias y leyendas que contribuyeron a crear un halo de misterio en
torno a ella. Cierto es que el Panteón de Reyes no fue concebido como
tal por Felipe II y que el pudridero ha aumentado sin duda ese misterio
que rodea esta construcción. Creo que una sala con las características y
la finalidad de esta no se da en ningún otro lugar y nada justifica el
fin de la misma. Si mi teoría puede algún día ser demostrada será la
respuesta a muchas incógnitas.
El hecho de encontrarnos en un lugar con
una densidad bioenergética suficiente como para momificar cuerpos (como
es el sitio sobre el que se edificó la basílica) puede hacer pensar que
ese es el motivo para hacer la edificación de un lugar sagrado sobre él.
En mi opinión nunca fue esta la meta pretendida por sus constructores.
Esto fue algo añadido, algo que fue descubierto después y que contribuyó
a pensar que realmente estos puntos contaban con la Divina
Providencia (la momificación sería el milagro que vendría a
demostrarlo). La Iglesia, o una parte de la misma, se valió de estos
“milagros” para refrendar la vida de algunos de sus miembros que
vivieron en santidad. Si después de muertos llegaban a la
incorruptibilidad, era sin duda una prueba de que Dios daba su visto
bueno a esa beatificación.
Sea como fuere, esté o no yo en lo
cierto, la verdad es que no son pocos los que afirman que la energía se
puede respirar entre los muros de esta basílica. A ellos principalmente
dirijo este escrito. Pero también a todos aquellos que buscan respuestas
a unas preguntas que la ciencia aún no está en disposición de
contestar. Estoy seguro de que a unos y otros este escrito les aportará
unas claves que abrirán su mente a nuevos conocimientos.
Esta es, desde mi particular punto de
vista basado en mi percepción, la otra cara de la historia de El
Monasterio de El Escorial, esa historia que plantea muchas preguntas sin
respuestas públicamente reconocidas, pero que cualquier día pueden ser
confirmadas.
Epifanio Alcañiz
Investigador de las energías telúricas
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