“Si no escuchas los tambores de guerra, es porque estás sordo” -Henry Kissinger
Con unas declaraciones sensacionales, el que fuera secretario de Estado del gobierno Nixon, Henry Kissinger*, define lo que está sucediendo en este momento en el mundo y especialmente en Oriente Medio.
Hablando desde su lujoso apartamento de Manhattan, el estadista, que ha cumplido ya los 90 años en mayo, desvela la prioridad de su pensamiento, con su análisis de la situación actual en el Foro mundial de geopolítica y economía, sobre los señores de la guerra.
“Estados Unidos ha sucumbido ante China y Rusia, pero el último clavo en el ataúd será Irán, que es, por supuesto, el principal objetivo de Israel. Hemos permitido a China aumentar su fuerza militar y a Rusia recuperarse de la sovietización, lo que les dará una falsa sensación de predominio, pero que traerá para todos juntos una muerte mas rápida.
“Somos como el tirador que se atreve a dejar que el novato coja el arma, y cuando lo intentan, es bang bang. La próxima guerra que viene será tan grave que sólo una superpotencia puede ganar, y esa somos nosotros, amigo. Esta es la razón por que la Unión Europea se da tanta prisa para formar un completo superestado, porque saben lo que viene y, para sobrevivir, Europa tendrá que ser un estado coherente conjunto. Su urgencia me dice que ellos saben que el gran enfrentamiento está sobre nosotros. ¡Oh, cuánto he soñado con ese momento!”
“Controla el petróleo y controlarás a las naciones; controla los alimentos y controlarás a la gente”.
Kissinger agregó: “Si usted es una persona normal, entonces usted puede prepararse para la guerra trasladándose a las zonas rurales y construirse una granja, pero aún así hay que tomar las armas con las que defenderse de las hordas de hambrientos que se acerquen. Además, aunque la élite tendrá sus refugios y sus centros de acogida especializados, deben ser igual de cuidadosos durante la guerra como los civiles de a pie, porque sus refugios aún pueden verse comprometidos”.
Después de una pausa de unos minutos para ordenar sus pensamientos, Kissinger, continuó:
“Les hemos dicho a los militares que tendrían que conquistar más de siete países de Oriente Medio por sus recursos y casi han completado su trabajo. Todos sabemos lo que pienso de los militares, pero tengo que decir que han obedecido las órdenes soméramente en esta ocasión. Es sólo la última piedra del camino, es decir, Irán, la que realmente inclinará la balanza. ¿Cuánto tiempo pueden China y Rusia esperar y ver a América poniendo orden? El gran oso ruso y la hoz china se han despertado de su letargo, y aquí es cuando Israel tienen que luchar con todas sus fuerzas y armas para matar a tantos árabes como pueda. Esperemos que si todo va bien, la mitad de Oriente Medio será israelí. Nuestros jóvenes han sido bien entrenados en la última década más o menos con consolas de juegos de combate. Fue interesante ver el nuevo juego Call of Duty Modern Warfare 3, que refleja exactamente lo que está por venir en un futuro muy próximo con su programación predictiva.
El ideólogo del sector empresarial mexicano, Federico Müggenburg, se expresa sobre este personaje, a quien califica de señor de la cultura de la muerte
El Congreso Norteamericano, aprobó hace años el “Informe Kissinger”, cuyo título fue, “Implicaciones del Crecimiento Poblacional Mundial para la Seguridad de Estados Unidos e Intereses de Ultramar”, fechado el 24 de abril de 1974. Su plan de acción se puso en marcha a partir de la Conferencia Mundial de Población, organizada por la ONU en agosto del mismo año en Bucarest, a pesar de haber sido señalado como “imperialismo demográfico” o “imperialismo contraceptivo”. A partir de 1975 se pusieron en marcha sus objetivos estratégicos: 1.- Presentar las políticas de control de la natalidad como derechos del individuo o de la pareja. 2.- Cambiar los preceptos religiosos y culturales de los pueblos, que son los que hacen inviables dichas políticas y 3.- Encargar las políticas de implantación a los naturales de los países en cuestión, previamente reclutados en los países del Norte.
Así se aseguraron abundantes recursos económicos de gobiernos “afectados” y fundaciones privadas, más el empuje de instituciones multinacionales como la recién creada “Comisión Trilateral”, ideada por Brzezinski y patrocinada por David Rockefeller en octubre de 1973, que postulara, “Su esperanza en que los gobiernos pondrán las necesidades de interdependencia por encima de los mezquinos intereses nacionales o regionales”. Otros de sus integrantes señalaron: Edmond Rothschild, “La estructura que debe desaparecer es la nación”; Robert Garner, “Es preciso crear instituciones adaptadas para cada asunto y de reclutamiento muy seleccionado, con el objeto de tratar caso por caso y corroer trozo a trozo, las soberanías nacionales”; David Rockefeller, “De lo que se trata es de sustituir los gobiernos nacionales por la soberanía de una élite de técnicos y financieros mundiales”. Entidades como el Aspen Institute y el Club de Roma, inmediatamente sintonizaron sus proyectos con los de la Comisión Trilateral.
El ambiente académico, universitario y mediático de Estados Unidos había sido cautivado por los argumentos de Marcuse y de la Escuela de Frankfurt: la teoría crítica, la teoría de la emancipación (femenina y juvenil) y la teoría de la mediación. Estos elementos abonaron a la recepción de la liberación sexual: píldora anticonceptiva, preservativos, fármacos abortivos y aborto provocado, con lo que triunfó el binomio de argumentos en secuencia: inicial, sexo sin concepción, para llegar al final, concepción sin sexo. Después vendría la corrupción de las fuentes de la vida y finalmente la eutanasia. Si bien al principio el argumento era sólo para aplicarse en los países no desarrollados, pronto se aplicó a todos, ¡era un gran negocio farmacéutico!
La denuncia y resistencia de la Iglesia Católica a este perverso proyecto, -anticipado por Paulo VI, en la encíclica “Populorum Progressio” y la carta apostólica “Octogesima Adveniens”, que fueran arbitrariamente señaladas por la prensa neoyorkina como “socialismo recalentado”-, advertían sobre los efectos contra la naturaleza humana y la revelación divina en el libro del Génesis.
Con la “reforma” de la ONU, encargada al Comisionado canadiense Maurice Strong, se desarrolló una larga serie de Conferencias y Cumbres Mundiales, que ejercieron presiones sobre las Asambleas Generales de la misma, sesgando su definición original, aprobando “acuerdos” para obligar a los Gobiernos nacionales. Llegándose hoy día al extremo de proponer que las diversas “oeneges” obtengan estatus de miembros de derecho, equiparables a las representaciones gubernamentales. De estos mecanismos destacan: la “Cumbre de la Tierra”, en Río, 1992; la “Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo”, en El Cairo, en 1994 y la “Conferencia Mundial sobre la Mujer”, en Pekín, en 1995. Estas reuniones dieron seguimiento al “Informe Kissinger”, llegando al punto de asimilar la expresión del “control natal” al “desarrollo sostenible”, la tarea frente al “cambio climático” a la protección de la “madre tierra”, y la cauda de “nuevos derechos humanos”, con “ideología del género”, “salud reproductiva”, “liberación de la mujer” y “autonomía de los jóvenes” con relación a sus padres, en la conformación de la “cultura de la muerte”, por las supuestas razones de “la seguridad amenazada por el crecimiento poblacional”.
Los temas de la vida, la familia y la educación, se han convertido en asuntos a “controlar y manipular”. La creación de variadas Comisiones de la ONU con sus responsables, además de la encomienda a Mijail Gorbachev y Maurice Strong, en 1992, con la colaboración de Leonardo Boff, para crear la “Carta de la Tierra”, entronizada en Johannesburgo en 1997 y venerada en el “Arca de la Esperanza”, que reemplazará los diez mandamientos, según sentenció Gorbachev. También se comisionó a Willy Brandt, Olof Palme e Ingvar Carlsson, para crear y dirigir la “Comisión de Gobernabilidad Global”. A esto hay que añadirle las conclusiones del “Parlamento Mundial de las Religiones”, de 2004, que coordina Hans Küng, con su propuesta de la “Etica Planetaria”.
Ahora resulta que el “Nuevo Orden Mundial”, está paternizado, propuesto y ejecutado por personas aparentemente disímbolas, pero en realidad acordes: David Rockefeller, Henry Kissinger, Zbigniew Brzezinski, Willy Brandt, Olof Palme, Valéry Giscard d’Estaing, Mijail Gorvachev, Maurice Strong, Hans Küng, Paul Knitter, Leonardo Boff y Joseph Comblin, que resultan inventores de teorías autoritarias, que impulsan sus descendientes ideológicos: Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero, Ségolene Royal, Francois Holland, Luiz Inacio Lula Da Silva, Michel Bachelet, y de los autóctonos Carlos Salinas de Gortari y Manuel Camacho Solís.
│Gaston Pardo Analista Politico de la Universite Populaire Latino-americaine d´Etudes Politiques Jean-Paul Sartre Paris 1871│
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