lunes, 1 de julio de 2013

Instituto Trujilloniano

Instituto Trujilloniano Fue “un centro...
Pablo Antonio Gómez30 de junio de 2013 10:59
Instituto Trujilloniano

Fue “un centro cultural dedicado al análisis y difusión” de la Era de Trujillo.Durante el discurso inaugural del Instituto Trujilloniano (IT), en 1953, Joaquín Balaguer instó a los intelectuales dominicanos a emprender “el análisis con toda seriedad y sin ditirambos calurosos”, de lo que él denomina “la revolución” que auspició Trujillo, en lo referente a los hábitos sociales, educación, sistema tributario y política económica.Sí, “revolución” ya constituía parte de la jerga y la propaganda de aquella época.

La revista Renovación, el principal órgano de difusión del IT (Editora El Caribe, 1953-56), dejó el más impresionante testimonio escrito de las más diversas conferencias y disquisiciones, las cuales edificaron esa especie de mapa mitológico o ideología de aquel periodo.

Tenía sus estatutos, directiva, consejo de asesores, consejo de redacción y delegados, en los cuales incluía la flor y nata de la burocracia del régimen.
Esa serie de intelectuales trujillonianos la presidieron los prominentes constitucionalistas Manuel Arturo Peña Batlle y Manuel A. Amiama.

Los autores pro trujillistas fueron tan prolíficos que permitió al historiador Emilio Rodríguez Demorizi la compilación de más de 5 mil títulos de sus obras, en el libro “Bibliografía de Trujillo” (1955).

Esa madeja temática de mitos trujillistas fue extensa y muy diversificada. Sobre la independencia financiera y la cancelación de la deuda externa tuvimos como disertantes a Manuel de Jesús Troncoso de la Concha y Miguel Ricardo Román.
Fue Manuel A. Amiama quien propuso el nombre del tratado Trujillo-Hull. El mito sobre la política social, el sistema de seguridad social y el código Trujillo de trabajo lo delinearon el español Manuel Valldeperes y José García Aybar.

El mito trujillista sobre la diplomacia, la política “extravertida” ( exterior), naciones unidas y liga interamericana de naciones los trataron Carlos Sánchez y Sánchez y Temístocles Messina.

Adicionalmente, Homero Henríquez Vergés disertó sobre Trujillo y su “apoyo doctrinal al sistema interamericano”. Dice Homero que el jefe “contribuyó a la formación de la Liga de naciones americanas y al concepto de seguridad colectiva”. De acuerdo a esas consideraciones, entonces ese Trujillo fue un verdadero genio del internacionalismo.

El mito sobre la política económica y financiera del régimen la plasmaron Jesús María Troncoso Sánchez (tío de Carlos Morales), Miguel Ricardo Román y Furcy Pichardo.
Se refrieron a los temas de la estabilidad fiscal, la institucionalización del crédito nacional, tal como la creación del Banco Agrícola y otras instituciones para el fomento de la producción.

Salvador Ortiz trató sobre el extraordinario desarrollo del sistema tributario. José Enrique Aybar sobre la pacificación de la línea noroeste.

Urania Montás y Milady Félix de L`Oficial fueron las únicas mujeres vocales del Instituto Trujilloniano.La primera, además, delineó en una conferencia magistral la política educativa de Trujillo y su consagración como “primer maestro de la República”, resaltó su autoría del libro de texto “Cartilla cívica”.

Luis Floren Lozano compiló hasta el más breve suspiro de Trujillo y disertó sobre “la bibliografía activa del pensamiento político de un estadista”.Ramón Marrero Aristy, antes de abonar el martirologio trujillista, fue el historiógrafo “de la patria nueva”.
Porfirio Herrera conceptualizó el perfil general del régimen. Vetilio Alfau Durán y Emilio Rodríguez Demorizi “blanquearon” el ancestro familiar de Trujillo y disertaron sobre “la familia Trujillo Monagas en Santo Domingo”.

Juan Rafael Pacheco resaltó a Trujillo como “creador de una nueva conciencia popular”. Fernández Simó disertó sobre “la dominicanidad de Trujillo”.Manuel Machado trató obre “la nacionalización económica de la frontera”.

Heriberto Pieter destacó el aporte de Trujillo a la Liga Dominicana contra el cáncer.
El cura trujilloniano fue Oscar Robles Toledano (alias P. R. Thompson). Sin duda que junto a Joaquín Balaguer fueron de los prohombres quienes trataron los aspectos técnicos del Concordato de 1954. El FBI lo involucró, además, en el secuestro y asesinato de Jesús de Galíndez.

Carlos Federico Perez disertó sobre “Trujillo y la historia de las ideas politicas en Sto dgo”.

No faltó Porfirio Herrera Báez ´para pregonar “la dogmática anticomunista de Trujillo”.

Federico Álvarez habló sobre “nuestro primer siglo de vida independiente”, reivindica la hispanidad y contrapone el pesimismo de Lugo a la excelsa obra de Trujillo, un tema recurrente en casi todos los trujillonianos.

Juan Bautista Lamarche puso su florida oratoria y habló sobre “El sentido heroico en la vida y en la obra de Trujillo. Su proyección al través del espacio y del tiempo”. Luis Henríquez Castillo fue más tierno y disertó sobre “La paz de Trujillo”.

En cambio, de acuerdo a Frank Moya Pons, “los trujillólogos” poco conocen de la escasa bibliografía antitrujillista, la cual en sus inicios presenta el libro “Trujillo: La Agonía Dominicana” (Buenaventura Sánchez, La Habana, 1933).

Ese lapso, 1933-1960, incluye autores como Angel Miolán, Jiménez Grullón, Luis F. Mejía, Pericles Franco, José Almoina, Juan Bosch, Galíndez, entre otros.

El caso de Germán Emilio Ornes Coiscou, ex director de El Caribe, es singular. Fue el único miembro de la redacción trujilloniana que luego escribió una obra antitrujillista, “Un pequeño césar en el Caribe”, cuando en 1956 se fue al exilio.

En fin, la impronta personal de Trujillo se limitó a 31 años en los aspectos político, militar y administrativo. A partir del 1961 sus estatuas, retratos, monumentos, empresas, parentesco, partido y emblemas fueron pulverizados por el mismo Balaguer. Pero esa excomunión se limitó al aspecto tangible del régimen, puesto que, de acuerdo a uno de los miembros fundadores del IT, Pedro René Contín Aybar, lo que sería más trascendente era la laboriosidad de la generación intelectual que “conceptualizó” a la Era de Trujillo.

Y en este cincuentenario del final tangible de esa era, se confirma la visión de Contín Aybar, ya que “los mitos” y “la cultura” que delinearon magistralmente esa pléyade de intelectuales agrupados en el IT en torno a la dictadura, aún viven y colean en la sociedad dominicana.

¿Acaso no persiste la idea pertinaz del control del desarrollo del pensamiento y la cultura mediante instituciones paraoficiales?

¿Persiste la visión articulada de lo perentorio de “un líder joven y fuerte” que cierre el camino a la barbarie?¿Aún se reivindica la dictadura de Trujillo?

¿Acaso desapareció la prevaricación, nepotismo, autoritarismo, subestimación de la dignidad humana, el Concordato en su expresión más cruda, la actividad empresarial cleptocrática y el asistencialismo como instrumentos de perpetuación en el poder?

“Mito y cultura en la Era de Trujillo” (Andrés L. Mateo, 1993) es la más fundamental referencia bibliográfica que nos conducen al análisis del rol de los intelectuales durante ese periodo. Dice su prologuista Frank Moya Pons que:
“La tesis central de esta obra es que la singularidad de la estructura de dominación absoluta que implanto Trujillo en la RD no reside en el uso político del ejército, ni tampoco en el desmedido enriquecimiento personal del dictador, ni siquiera en la subordinación política y económica de la clase dominante, sino en el uso sistemático del mito y la mentira como instrumentos de descontruccción de la historia y la apropiación fraudulenta del pensamiento social”.

Una gran parte de estos intelectuales fueron los que articularon la continuidad del “mito y la cultura trujilloniana” en la primera fase post trujillista, la Era de los 12 años ( 1966-1978).

En 1967 Joaquín Balaguer dio carácter oficial al Instituto Duartiano. Formaron parte de esa primera directiva los trujillonianos Pedro Troncoso Sánchez, quien lo presidía, Porfirio Herrera, Federico Álvarez, Vetilio Alfau Durán, Ramón Emilio Jiménez, Carlos Federico Pérez y Pérez y José Manuel Machado. En ellos, el ideario del antihaitianismo rampante tuvo su mejor continuidad.

A partir de 1970, ocho miembros fundadores del Instituto Trujilloniano recibieron el doctorado Honoris Causa de la PUCMM.

Ellos son: Héctor Incháustegui Cabral, Heriberto Pieter Bennet, Joaquín Balaguer, Rafael F. Bonnelly, Pedro Troncoso Sánchez, Emilio Rodríguez Demorizi, Oscar Robles Toledano y Germán Emilio Ornes Coiscou.

Lo más curioso de esta continuidad es que sucede en forma solapada, porque ningún trujilloniano reivindica esa condición, a pesar de que este set de laboriosidad intelectual constituye un faro y pilar en la cual se sustenta el régimen vigente.

Pero dice el periodista Reginaldo Atanay que “hay, en medio de la vida, charcos. Unos, sucios; otros, claros. Y otros más, transparentes. Uno, de acuerdo a su sentir, y a su evolución, se acomoda en el charco que esté a su nivel. Y en él se baña. Y se recrea. La Vida no es juez ni juicio. Es naturaleza… sencillez… Vida misma. Tú, puedes escoger el charco que mejor te acomode. Pero si te pones a investigar dentro de ti mismo, puede que saltes de uno de tus charcos interiores, hacia otro, de mejor talante. Todo depende de tus aspiraciones. Y de tu esfuerzo.”

Documentos de referencia
• Bibliografía Antitrujillista, Frank Moya Pons, Diario Libre
• Mito y cultura era de Trujillo, Andrés L. Mateo, Googlebook
• Escritos de Jesús de Galíndez en Santo Domingo y en el exterior
• Ramón Marrero Aristy, Edwin Samuel Ramos Disla

http://bonoc.wordpress.com/2013/05/30/instituto-trujilloniano/

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