lunes, 30 de julio de 2012

LA RELIGION EN LOS TAINOS.


LA RELIGION EN LOS TAINOS. Creían en un Dios Omnipotente autor de la creación
La religión de los taínos es uno de los fenómenos  más curiosos de la cuasi civilización americana, en su periodo. Se escapa a la sagacidad de los historiadores. Porque  es muy difícil  establecer  un sistema religioso en el piélago turbio de tan opuestas corrientes que  empujaron  la vida indígena, medio absurda y medio reflexiva. Presenta  el aspecto de creencias de comunidades evolucionadas y  bárbaras  al mismo tiempo. De ahí la confusión  que reina entre los intérpretes en cuanto a su ideolismo,  antropomorfismo y cuasi positivismo con un Dios único verdadero.
Y es que la religión de estos autónomos había cambiado, en los tiempo del descubrimiento, de la idolatría a dicho antropomorfismo, o sea,  que la divinidad adquiere naturaleza humana, tal como lo demuestra la colección de Cemís que se conservan en el Museo Nacional, < La Religión del Taíno había  evolucionado ya de la zoolatría al  antropomorfismo, esto es,  a ese género  de idolatría en el  que la divinidad adquiere, completamente naturaleza humana, Padilla, Prehistoria>
No se puede atender a un sistema de Religión bien definido por una nación como la Taína tampoco acostumbrada  a reflexionar y que carecía de las dotes mismas de la razón natural, ha dicho Charlevoix, y asegura este antiguo relator de la Historia de la Isla Española o de Santo Domingo, < se encuentran entremezclada  en sus creencias un aborto de las más groseras supersticiones en las cuales no era  difícil reconocer que el Demonio  la inspiraba, y crasos errores que inducían a los aborígenes a rendir honores a los hombres mismos como seres divinos, y a su lado por contraste encontramos en sus almas intuitivas la idea de un espíritu superior  o Dios omnipotente e impenetrable autor de la creación.
Si se puede dar crédito  a autores contemporáneos, próximo al descubrimiento del Nuevo Mundo, el Demonio apareció a nuestros insulares vaticinando por medio del oráculo que serían regidos por otro pueblo extranjero con una dura y absoluta tiranía. Se ha llegado decir que estos  aborígenes no tenían  un sentido exacto de las ideas religiosas. En cuanto a su creencias religiosas, escribe Del Monte  y Tejada, < no se puede comprender claramente las que  tenían, ni  el verdadero sentido  de sus ceremonias y ritos.
Los Cemis y sus divinidades. Cuando los caciques consultaban a los semes del resultado de la guerra, de los comestibles, de la salud, se entran en la casa dedicada al zemo, y allí, absorbiendo por las narices la cohobba, que así se llamaba a la hierba que embriagaba, con la cual también los  boicios se ponen furiosos al punto, de seguida dicen que comienzan a ver que  la casa se mueve, poniéndose lo de arriba  abajo,  y que  los hombres andan al revés, tanta es la eficiencia  de aquel polvo mojado de la cobobba, que al que lo toma luego le quita todo el sentido ( Anglería, Décadas  del Nuevo Mundo, pág. 101, cap. XVII)
Estos aborígenes creían   que la muerte era transitoria y que  sus cemís los encaminaban a una  región de  felicidad y deleite. Es posible que sacaran de tan  profunda fe y de la aberración de este  optimismo confiado, su sentido fatalista filosófico  y cierto inerte practicismo en el orden  material. Protegían  los cemís  el parto de las madres y las cosechas; preservaban les, estos dioses lares, del fuego, del mar, de la guerra,  de las enfermedades y de los malos espíritus. Un cemí reguardaba a los aborígenes de ofender al Gran Dios.
Estos cemís se adoraban en las casas, en el Cu,  que se alzaba en el bohío, en el Caney sagrado o en las grutas convertidas en templos para la celebración de sus ritos. Tenían en sus casas estatuas, más  o menos grandes, agrega Del Montes, que llamaban cemís a quienes encomendaban  sus ruegos y peticiones, adorándolos, como lo hacían los romanos con sus dioses de Lares. A esta estatuas ponían les los nombres de sus abuelos, y era  grande la estimación  que de ellas hacían  los mismos caciques y la gentes del  poblado se apreciaba  de tener  unos mejores cemís que otros, y siempre procuraban ocultarlos de los españoles.
Creían que sus cemís eran  inmortales, como se lo habían transmitido sus abuelos;  pero estos cemís eran  ídolos o estatuas que representaban a  aquellos a quienes adoraban. De  aquí puede deducirse el principio fundamental de su religión. Los caciques tenían hasta seis cemís, los nitaínos cuatro y los naboríes dos. En las cuevas estaban estos cemís distribuidos por jerarquías, y  en el centro se hallaba el cemí principal, con el rostro cubierto por su máscara de oro,  para indicar que el dios no tenía fisionomía humana.
Unos  eran de barro, otros de piedra, y  de madera  o de oro como refiere Fernando Colón, Vida del Almirante, edi. 1947, cap. LXII, donde copia las palabras del Almirante < la idolatría u otra secta no se ha pedido averiguar en ellos, aunque todos sus reyes que eran mucho tanto en la Española como en la demás isla, y en tierra firme, tienen una casa para cada uno, separada del poblado, en la que no hay más que imágenes de madera, hechas en relieve a la que llamaban cemís. Ponen un nombre a dicha estatua, yo creo que será del padre, del abuelo o de los dos, porque tienen más de una y  otros más de  diez, en memoria, como ya he dicho de  alguno de sus antecesores. Igualmente, la mayor parte de los caciques tienen tres piedras a las cuales ellos  y su pueblo muestran  gran devoción. Una dicen es buena para los cereales y las legumbres que han sembrado. Otra, para parir las mujeres sin dolor. Y la tercera, para el agua y el sol  cuando hacen falta…
La manera de sepultar   a sus caciques son las siguientes: a) abren el cadáver del cacique y lo secan al fuego, para que se conserve entero. b) a otros solamente le toman la cabeza. c) a otros los sepultan en una gruta y ponen encima de la cabeza pan  y una calabaza llena de agua. d) unos los queman  en la casa y cuando los ven en el último extremo, antes de que se mueran los estrangulan, estos se hace con los caciques. e) algunos los hechan de la casa cuando están muy enfermo. f) también  a muchos los ponen en una hamaca, que se ha hecho de red, le ponen agua y pan al lado de la cabeza, lo dejan solo y no vuelven a verlos más. g) mientras que  una parte considerable de la población cuando están enfermos gravemente los llevan donde que cacique, éste dice se deben  estrangularlo o no  y hacen lo que él mande.
Los Cemís de Algodón, estos abundaban por toda la población Taina. Estos  ídolos   de algodón pudo haber tenido su origen en el culto del cráneos y, con motivo a la muerte de algún jefe  behiche (hechicero o curandero) notable. La variedad de figuras que veneraban habían  persuadido a estos pueblos que existían  muchos dioses. Creían que ellos eran capaces de hacer el mal que el bien, no concebían casi que pudieran aplacar du furor, le hacían sacrificios constantes…
 El culto de los cráneos.  Unos de los  ritos más consagrado entre los indios de la isla, era  el conocido como  el culto de los cráneos. El alma del difunto, según lo expresa Kriekeberg. Mora en los huesos, estas ceremonia da motivo al sepultamiento secundario de los huesos descarnados y no poca veces pintados, depositados en canastas y vasija de  barro, es esta una costumbre que predominaba en tiempos antiguos en la región del Amanzanas inferior, entres los araws, (guajiro, irupiná,  mojo) y algunas tribus  tupí (  maguá, oyumpí). La conservación de los cráneos  de los antepasados, es  para Fernando Royo Guardis, indiscutible.  Este culto al cráneo comprobado  ya que, de acuerdo a Gusinde, “en los casos de reuniones de asociaciones secretas de hombres se acostumbra a guardar   considerable número de cráneos, con frecuencia aparecen huesos largos (tibia, fémur, humero y otros), hay que recordar que la cabeza es la porción más importante del cuerpo, y no menos las extremidades superiores e interiores sirven al hombre para  moverse, atacar y accionar en la diferentes actividades que realiza, 



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