domingo, 14 de septiembre de 2014

Origen y razón de las decapitaciones yihadistas

Las decapitaciones tienen una lógica política desde la perspectiva de los propósitos que los “hiyadistas” o combatientes contra el kufr pretenden alcanzar, lógica que se ampara perversamente en una ficticia justificación religiosa
estrategiasperversas
A pesar de la perversión de la utilización de un concepto que en su fundamento es objetivamente espiritual, periodística y políticamente es aceptado ampliamente, sobre todo en los países occidentales, el referirse a activistas islamistas que están inmersos en dinámicas terroristas  como yihadistas.
En el lenguaje espiritual derivado de la Revelación coránica hacer la yihad alude a un combate interior contra las tendencias negativas del ego, es por tanto una yihad contra uno mismo. Pero como ocurre que el ser humano no solo interactúa consigo mismo y su dios, obviamente esto desde la perspectiva de la cosmovisión del creyente, sino que a la vez se ve forzado a hacerlo con sus semejantes, esta yihad tiene paralelamente una proyección exterior que es el combate físico contra el enemigo encarnado en un poder político-militar  que intenta dañar la comunidad musulmana.
Ambas yihad equivaldrían entonces a lo que en el lenguaje de la tradición islámica se denomina respectivamente Yihad Mayor y Yihad Menor. Esta distinción está basada tanto en hadices atribuidos al Profeta Muhammad como en prescripciones contenidas en aleyas coránicas.
Luego hay una división entre la concepción jurídica del concepto Yihad Menor, pues una parte mayoritaria de la tradición islámica legitima esta Yihad Menor entendida como combate armado cuando hay violencia humana contra la comunidad musulmana y se entiende entonces que esta tiene derecho a defenderse de dicha agresión.
Pero hay una segunda interpretación jurídico-religiosa de este concepto de Yihad Menor, que siendo minoritaria entre los musulmanes y musulmanas concibe este tipo de yihad como la obligación que tiene todo musulmán y musulmana de combatir la visión del mundo desde la incredulidad..
Es decir..no se trata desde esta interpretación muy minoritaria dentro de la comunidad musulmana solo de combatir por las armas a los incrédulos o kafires, por utilizar una forma castellanizada del concepto árabe Kufr, sino de la obligación que atañe a todo musulmán y musulmana de combatir con cualquier medio a su alcance “la incredulidad” o kufr en sí misma.
Desde esta cosmovisión islámica minoritaria el combate armado contra lo que consideran fuerzas hostiles no constituiría entonces el fundamento en si mismo de la Yihad Menor, sino solo una de sus formas legitimas ante la voluntad de Allah.
O sea, que según esta cosmovisión minoritaria entre los musulmanes y musulmanas, la lucha contra las tendencias negativas del ego propio se ha de complementar con la lucha contra las tendencias negativas del ego del otro..
El efecto psicológico de esta creencia minoritaria es devastador, pues desde ella se concibe que como musulmán o musulmana tienes la obligación de hacer que tu semejante cambie interiormente, o en caso de que esto no lo logres tienes el derecho de hacerle desaparecer físicamente. Y esta premisa psicológica es la que se encargan de cultivar en la mente de los musulmanes y musulmanas los líderes religiosos que en el lenguaje político y mediático occidental son denominados como “yihadistas”..
Concretando y acotando el concepto, un yihadista en el lenguaje político-mediático occidental sería aquel musulmán o aquella musulmana que concibe la Yihad Menor como la obligación religiosa de combatir por todos los medios cualquier forma de incredulidad o kufr sobre la Tierra.
El combate armado solo sería una de estas formas, la imposición de leyes derivadas de su interpretación particular y minoritaria del concepto sharia otras de estas formas de combate..y atención a esta otra forma de combate propia del Yihad Menor según su cosmovisión.
Promover la unanimidad en cuanto a la creencia religiosa es otra obligación contenida en su perversa interpretación del Yihad Menor..y en este sentido aterrorizar a los incrédulos para que se conviertan a su dogma religioso o en caso contrario abandonen las tierras por ellos controlados es una prioridad en su actividad yihadista.
Quien no se convierta o no abandone las tierras que pasan a ser dominadas por los combatientes del kufr o incredulidad en si misma, será objeto de aniquilación física.
¿Se puede percibir en esta argumentación la utilización perversa de un mensaje espiritual que se tergiversa para conseguir una finalidad política?..
Decapitaciones y objetivos de los combatientes del kufr
Las decapitaciones de seres humanos por parte de grupos combatientes de la incredulidad o kufr utilizadas como propaganda de guerra tiene un origen muy concreto en tiempo y lugar.
En las elecciones municipales de 1990 el Frente Islámico de Salvación argelino obtuvo un 65% de los votos, y el 26 de diciembre de 1991 un 24% de los mismos en la primera vuelta de las Generales. Ante la legitimidad que el FIS obtenía en las urnas, el gobierno argelino dio un autogolpe de estado he invalido el resultado electoral legítimamente obtenido por el FIS ante el temor de que en la segunda fuerza esta formación política se hiciese democráticamente con el poder en Argelia.
Este fue el detonante de la guerra civil que ensangrentó Argelia en los años 90. El gobierno militar ilegitimo del país justificó su autogolpe contra la voluntad de la ciudadanía argelina en que el FIS acabaría con la democracia si llegaba al poder, argumento que se empleó en armonía con el sostenido por los países occidentales para justificar su apoyo al autogolpe del gobierno argelino.
Se formó entonces en 1992 un grupo armado denominado Grupo Islámico Combatiente en que se apoyaría el FIS para combatir militarmente al ejército argelino. En este contexto de guerra civil el GIA emitió un comunicado el 30 de octubre de 1993 en el que daba 30 días para que los extranjeros saliesen del país.
Habiéndose cumplido este plazo, el 15 de diciembre de ese mismo año un comando del GIA dirigido por el emir Sayah Attia asaltaba la localidad de Tamesguida donde residía personal croata y bosnio que trabajaba para la empressa mixta croata-argelina Hydro-Elektric, decapitando a 12 de estos trabajadores.
A este acto que tenía un fin político siguieron otros que se inspiraron en esta abominable práctica de guerra de las decapitaciones para utilizarlas con fines propagandísticos a razón de generar terror en las poblaciones que irían cayendo bajo el dominio del GIA, con la intención de que su ley y sus órdenes fuesen cumplidas sin resistencia ante el pavor de tener que enfrentarse al hecho de ser decapitados a cuchillo si alguien mostraba oposición a las mismas.
Las decapitaciones tienen pues una lógica política desde la perspectiva de los propósitos que los “hiyadistas” o combatientes contra el kufr pretenden alcanzar, lógica que se ampara perversamente en una ficticia justificación religiosa que consiste en construir en el subconsciente de los seguidores y seguidoras de este tipo de yihadismo la idea de que es legítimo el sacrificio ritual de los incrédulos para cumplir con la voluntad de Allah de exterminar la incredulidad o kufr en la Tierra utilizando para ello el terror ejercido en nombre de Allah.
No es por tanto la extinción del cuerpo físico del sacrificado lo que se busca..sino de la extinción de la incredulidad o kufr por medio de la dinámica de promover en el mundo la renuncia a esta incredulidad a través del terror que se genera al sentirse víctimas de la desencadenada ira de Allah, obviamente siempre según la percepción psicológica que domina la mente de este tipo de yihadistas.
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