FRANCISCO DE GARAY
Cuando se investiga la vida de Garay, en
los sugerentes acontecimientos y circunstancias que la rodearon, se
advierte, inmediatamente, que estamos ante un personaje que goza como
muy pocos, de las claves que hacen universal a una figura histórica.
Especialmente reseñable es la relación cercana que mantuvo con algunas
de las personas más interesantes de su tiempo. Ya desde las primeras
referencias documentales le encontramos formando parte del círculo más
próximo de la familia Colón, lo cual debe resaltarse, porque el
Almirante se mostró siempre extremadamente receloso con las personas y,
por tanto, muy cauto eligiendo a las de su confianza.
Se trata de una relación que desde el
principio tuvo un carácter que fue más allá del meramente contractual,
pues Colón mostró hacia Garay una especial predilección que le llevó a
preocuparse personalmente de instruirle y, con el tiempo, nombrarle
notario, en un momento tan delicado como el de la rebelión de Roldán.
Más adelante, esta relación se tornó familiar, cuando Garay emparentó
con los Colón por medio de su matrimonio con Ana Muñiz de Perestrello,
sobrina del descubridor. Otra persona significativa en la vida de Garay
fue el mismo monarca, Fernando el Católico, con quien estableció
sociedad para crear en Jamaica una serie de granjas dedicadas al cultivo
y a la cría de animales, con el objetivo de aprovisionar a las flotas
que llegaban desde España al Nuevo Mundo, y que permitió resolver el
gravísimo problema de intendencia que se creó en los años inmediatamente
posteriores al Descubrimiento.
Se dice que en 1502 un fenomenal
descubrimiento de oro cerca a Santo Domingo lanzó a Garay por el camino
de la riqueza y el poder. Durante su estancia en esa ciudad, construyó
la Casa del Cordón, la que lo albergó por un tiempo. Sin embargo, a los
pocos años estaba fuertemente endeudado con banqueros genoveses. Esta
fue quizá la motivación detrás de sus intentos por descubrir nuevas
tierras.
En 1509 el Virrey Diego Colón con su
esposa María de Toledo dejaron la Torre del Homenaje, donde residieron
al llegar a Santo Domingo, a Francisco de Tapia, y vivieron brevemente
en la Casa del Cordón, antes de mudarse a su palacio, el Alcázar de
Colón. De igual manera, allí se instaló la Real Audiencia. También
habitó en ella Miguel Díaz de Aux, militar español que acompañó a
Cristóbal Colón en la segunda expedición, en 1493. Fijó su residencia en
una parte del territorio ocupado hoy por Haití, y se caso con la hija
de un jefe de los indígenas. Se le nombró Alcaide de la fortaleza de
Santo Domingo y sufrió las intrigas de Bobadilla, siendo deportado a
España junto con los hermanos Colón. En la península fue indultado, y en
1512 se le reintegró a su puesto.
Alrededor de 1510 contrajo matrimonio en
Santo Domingo con Ana Muñiz de Perestrello, hija de Bartolomeu
Perestrelo, y por lo tanto sobrina del gobernador Diego Colón, con la
cual tuvo descendencia, establecida en el Perú.
En 1511, Garay buscó conquistar la Isla
Guadalupe y falló. Subsecuentemente sirvió como alguacil mayor de La
Española y alcalde del fuerte Yáquimo.
Se desconoce lo relativo a su biografía
hasta 1493, cuando embarcó en el segundo viaje de Colón, aunque consta
que nació en una familia acomodada de origen vasco. Una vez en la isla
Española, fue amigo del almirante, quien le encargó, junto con Miguel
Díaz de Aux y Armendáriz, una expedición de descubrimiento, donde
encontraron las minas de oro de San Cristóbal. Colón les encargó luego
ayudar a su hermano Bartolomé a fundar la ciudad de Santo Domingo en el
sur de la isla. Garay ayudó a erigir la capital y fue el primero que
tuvo una gran casa en la ciudad, “casa de piedra e a modo de España”,
como señaló Fernández de Oviedo. Fue regidor y procurador del cabildo
dominicano, y se dedicó a la minería, reuniendo una fortuna
considerable. En una de sus minas se obtuvo una pepita de más de 3.600
pesos, que alcanzó celebridad en la época.
Hay indicios de que la Casa del Cordón en
Santo Domingo se comenzó en 1503, al año de Ovando haber fundado la
ciudad, y se encontraba en las inmediaciones del desembarcadero.
En relación a la Casa del Cordón, primera
en construirse de piedra y a modo de España, el dominico Fray Vicente
Rubio plateó una ponencia de que esa “casa de piedra” no es la que se ha
estando considerando como tal. En cambio, propuso que es casa debía ser
la casa de piedra que se encuentra en la calle Atarazana, la que sí es
propincua (cercana) al desembarcadero. Por esta razón y por otras de
tipo estilístico, me siento en la obligación de apoyar al padre Rubio.
Más tarde, Garay logró que se le
concediera el título de adelantado y gobernador en una amplia zona que
abarcaba el litoral mexicano desde Pensacola hasta Cabo Rojo. Con el
título de gobernador y adelantado, salió Garay de Jamaica en junio de
1523 llevando consigo más de 800 españoles y buen número de indios de
Jamaica. Desembarcó Garay en el que llamó río de las Palmas que algunos
han identificado con el Río Bravo, y llegando al río Mississippi. Tuvo
allí pronto numerosos problemas que se agravaron cuando hombres de Pedro
de Alvarado y Diego de Ocampo, por disposición de Hernán Cortés, lo
detuvieron. Vencido, fue llevado prisionero a la ciudad de México.
Aunque Cortés lo recibió con cierta cordialidad, el hecho es que poco
después de haber llegado, precisamente en Nochebuena de 1523, enfermó y
tres días después murió.
No faltó quien dijese que le habían
ayudado a morir, porque habitaba con Alonso de Villanueva; pero esto era
falso, pues murió de mal de costado, y así lo juraron el doctor Ojeda y
el licenciado Pedro López, médicos que lo asistieron. Así acabó el
adelantado Francisco de Garay, pobre, descontento, en casa ajena, en
tierra de su adversario, pudiendo, si se hubiese contentado, morir rico,
alegre, en su casa, al lado de sus hijos y mujer, en un lugar propincuo
al desembarcadero de la ciudad de Santo Domingo.
Un dato interesante es el que relata que
durante la incursión de Francis Drake en Santo Domingo, se instaló en la
Casa del Cordón la balanza en la que se pesaban las pertenencias que
debían entregar los pobladores de la ciudad al corsario inglés.
En relación a este tema, después de
realizarse una profunda investigación de lo acontecido durante el
período que los ingleses permanecieron en la ciudad, se debería ponderar
la instalación de un museo en dicho monumento histórico, que represente
todo lo relacionado con aquel lamentable acontecimiento, que marcó un
antes y después de la existencia de la primera colonia española en el
Nuevo Mundo.
Con ello, no solo se tendría un argumento
más que factible para darle a la Casa del Cordón un uso más digno y
representativo, que el que actualmente se le está dando. Que no es, por
cierto, ni la sombra de lo que se convino, en su momento, entre el
Gobierno y el Banco Popular Dominicano.
Garay llegó a América en el año 1493, en
el segundo viaje de Cristóbal Colón, posiblemente a bordo de la nao
capitana de la armada, pues fue uno de los pajes que sirvieron al
Almirante. En consecuencia, formó parte de la primera generación de
personas que de forma continuada se estableció en aquellas tierras,
llegando a destacar en los textos de los cronistas junto a un escogido
grupo de compañeros de viaje, como Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa,
Diego Velázquez o Juan
Ponce de León. Incomprensiblemente,
Francisco de Garay, quien en su tiempo sobresalió claramente sobre casi
todos ellos, es hoy día, salvo para los investigadores especializados,
un personaje prácticamente desconocido y se encuentra relegado por la
historiografía moderna a un segundo plano entre los conquistadores de
Indias.
En mi próximo relato me referiré al
aragonés Miguel Díaz de Aux y Armendáriz, un olvidado personaje que,
después de enterarme de su afanosa existencia, me permito recomendarlo
como una de los conquistadores más importantes de cuantos tuvieron que
ver con el surgimiento, desarrollo, y posteriores aportes, de lo que se
llegó a convertir en uno de los más extraordinarios acontecimientos que
registra la humanidad.