Azúcar de trapiche.
La
tecnología de los ingenios antillanos de la segundad mitad del siglo XVII era
bastante uniforme todos funcionaban con un molino de tres cilindros verticales
y utilizaban entre cuatro y cinco calderos para hervir el jugo y evaporar la
melaza.
Fuente: Dr. Frank Moya Pons. Revista
Rumbo. Del 20 de diciembre de 1994. Tema la historia tiene otra historia. Pág.
4.
Algunas
gentes desconocen que el azúcar que se consume hoy no es igual a la que
se consumía hace dos siglos, y que el moderno proceso de fabricación difiere
notablemente del que se efectuaba en los antiguos trapiches coloniales.
El
proceso de manifactura en los trapiches era relativamente sencillo, aunque
agotador. El jugo de las cañas se extraía en un molino movido por animales.
Este jugo era transvasado desde el
molino a la casa de calderos por unas canaletas y allí se vertía en un primer
caldero y se hervía para dar comienzo
al proceso de evaporación.
La
espuma producida en esta primera cocción se eliminaba y el zumo más depurado y
denso era entonces transvasado en un
segundo y tercer calderos en donde
continuaba hirviendo y evaporando hasta convertirse en una melaza que se vertía en un último caldero llamado techo
expuesto a fuego más intenso.
En
los techos la melaza se cocía hasta el punto final y de ahí se vertía en unos moldes de barro para ser convertida en azúcar. Estos moldes eran llamados hormas y tenían
una forma cónica con un orificio en la
parte más estrecha por donde se drenaba el exceso de humedad. Al sedimentarse
la melaza empezaba a cristalizar y a
secar.
Al
final., el resultado era “pan de azúcar”
de forma cónica compuesto por
varios estratos con diferentes
proporción de sacarosa. Estos panes
se colocaban en cajas de maderas de 25 a
30 arrobas y se machacaban uniformando así el producto y dejándolo listo para
exportación. Debido a los residuos, el
azúcar resultante tenías un color oscuro
y era llamada azúcar prieta en las islas españolas y azúcar mascabado en las
islas inglesas.
En
las islas francesas se llamaba
indistintamente azúcar bruto, terroso o mascabado.
La manufactura era un proceso continuo que consumía una
ingente cantidad de energía. Durante
la zafra el molino sólo descansaba de madrugada y las mañanas, en espera
de las primeras carretas de caña. Los trabajadores del molino y los que tenían
a su cargo la alimentación de las
calderas con leña y bagazo hacían
jornadas de 12 hasta 16 horas
diarias.
El
fuego de las hornadas debía mantenerse
uniforme durante todo el tiempo
pues parte del secreto de la fabricación
del azúcar consistía en mantener
regulada la temperatura que hacia hervir los calderos. Los esclavos no gustaban mucho del
trabajo de las casas de calderas pues tanto los que procesaban la melaza
como los encargados de alimentar el fuego sufrían frecuentes quemaduras y
trabajaban expuestos a un calor excesivo y sofocante.
Los
trapiches eran servidos por carretas que transportaban leña y caña. La leña se cortaba y se acumulaba
durante todo el año y, más aún, durante
el tiempo muerto. Este periodo, los esclavos también desyerbaban los campos,
abonaban las plantaciones y reparaban los trapiches.
La
tecnología de los ingenios antillanos de
la segundad mitad del siglo XVII
era bastante uniforme. Todos funcionaban con un molino de tres
cilindros verticales y utilizaban entre
cuatro y cinco calderos para hervir el jugo y evaporar la melaza,
Todos usaban leña y bagazo para alimentar las hornazas y transportaban las cañas al
molino en carretas o a lomo de animales. Sin embargo, desde temprano hubo una
clara diferenciación entre los ingenios
de algunas islas, como fue el caso de Barbados.
Gracias
a su topografía y posición geográfica Barbados gozaba de los fuertes y continuos
vientos alisios, y eso permitió a sus plantadores construir grandes molinos n
de vientos que ahorraban mano de obra y energía animal. Tan comunes
se hicieron los molinos de vientos en Barbados que ocho de cada 10 molinos existentes en 1709 eren movido por
energía eólica.
En
las demás Antillas, los molinos de vientos eran poco utilizados pues el régimen
de vientos era más irregular. En las Antillas
Francesas las altas montañas rompían los vientos y por ellos os
franceses optaron por fabricar molinos movidos por agua o por animal. Las islas francesas estaban dotadas de
corrientes de agua que se podrían aprovechar para estos fines.
En
las islas española todos los molinos eran movidos por fuerza animal. Al fin de
cuantas, cualquiera que fuera el tipo de molino que se utilizara, el producto
final era el mismo; un azúcar de color más o menos oscuro con mayor o menor
calidad de impurezas y melazas que requería
ser refinado posteriormente para su venta y consumo en Europa.
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