jueves, 22 de agosto de 2013

NUESTRAS PATRONAS: LA VIRGEN DE LA ANTIGUA

NUESTRAS PATRONAS: LA VIRGEN DE LA ANTIGUA

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Es la advocación mariana bajo la cual se venera a la Patrona de Guadalajara, y a las de otros pueblos de la provin­cia como El Casar o Campillo de Dueñas. Su devoción en la capital de la Alcarria data de tiempos desconocidos, pero enraizados, sin duda, en la Alta Edad Media; pues cuenta la tradición que una vez reconquistada Guadala­jara en la noche de San Juan de 1085, Alvar Fáñez de Minaya se postró en oración delante de su imagen en la vieja iglesia de Santo Tomé, que coincidía en el espacio con el actual emplazamien­to de su santuario. La Cofra­día de Nuestra Señora de la Antigua, goza de jubileo a perpe­tuidad para todos los miembros que visiten la sagrada imagen el 8 de septiembre, día de su fiesta mayor que coincide con la Natividad de la Virgen.
La historia local habla de infinitos favores alcanzados por su celestial intervención, tanto en beneficio de la ciudad en general como en particular de muchos de sus vecinos. Fue procla­ma­da patrona de Guadalajara por acuerdo del pleno del Ayuntamien­to presidido por el alcalde don Ezequiel de la Vega, el día 12 de septiembre de 1883, y declarada como tal por el arzobispo de Toledo, Cardenal Moreno, el 21 de diciembre de aquel mismo año. La coro­nación canónica de la imagen tuvo lugar el 28 de septiem­bre de 1930, de manos del cardenal don Pedro Segura, a la sazón Arzobispo de Toledo, siendo padrino de la ceremonia el infante don Luis Alfonso de Baviera, y alcalde de la ciudad por aquel entonces don Francisco de Paula Barrera.
La imagen de la Virgen de la Antigua que hoy se venera en su santuario es una hermosa talla policroma de finales del siglo XVI, en cuya ornamentación suelen intervenir activa y genero­samente sus cofrades. Durante el traslado de la imagen desde la iglesia de Santa María hasta su santuario, en la tarde-noche del día 8 de sep­tiembre, la ciudad se echa a la calle en cálidos fervores y muestras de cariño hacia su Patro­na. Una hoguera encen­dida en los aledaños del santuario, mantiene durante la noche de su fiesta mayor el fuego y la luz de una tradición tan vieja como su nombre.

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