Pedro Santana Familias (1801-1864). Independentista y varias veces Presidente de la República Dominicana.
Nació en Hincha, población fronteriza con la colonia de Saint Domingue. Su padre, de igual nombre, durante la Reconquista fue quien le cortó la cabeza al general Ferrand. El ambiente poco propicio existente en Hincha obligó a los padres a trasladarse a El Seibo, donde lograron labrar una fortuna que legaron a sus hijos Pedro y Ramón.
Santana tenía 42 años cuando se produjo en Haití el movimiento de la Reforma que derrocó al presidente Jean Pierre Boyer en 1843 y fue secundado por los trinitarios, los cuales aspiraban a independizar la antigua parte española de la isla. Pedro Santana se unió a ellos. Enterado el nuevo Presidente haitiano, Charles Hérard, de los planes de los separatistas, se dirigió al este para sofocar la conspiración, deteniendo a sus principales dirigentes. Los hermanos Santana, que se hallaban en El Seibo, fueron llamados a la ciudad de Santo Domingo, donde se les impuso la obligación de presentarse diariamente en el palacio del Gobierno. Al regresar Hérard a Haití, dispuso llevarlos consigo como prisioneros, pero burlaron la orden de detención y volvieron a El Prado.
Los hermanos Santana no vacilaron en prestar su ayuda la noche del 27 de febrero de 1844, lográndose gracias a ella la fundación de la República Dominicana. Desde ese año al 1856, los gobiernos haitianos intentaron en cuatro ocasiones recuperar por las armas el territorio oriental, pero en todas ellas fueron derrotados por los dominicanos. El artífice de todas esas victorias fue Pedro Santana, nombrado general del ejército independentista.
Santana era uno de los más firmes defensores del protectorado francés, razón por la cual Duarte y sus demás compañeros quisieron destituirlo como jefe del ejército. Pero los oficiales y la tropa se opusieron, y Santana marchó al frente de 2,000 hombres hacia la ciudad de Santo Domingo, donde declaró traidores a la patria a Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella y otros trinitarios. Se convocó a una Asamblea Constituyente para redactar una Constitución, que fue aprobada el 6 de noviembre, y Pedro Santana fue elegido Presidente de la República.
Durante su gobierno, actuó arbitraria y despóticamente. Tuvo que enfrentar la oposición de la Iglesia por haber ratificado la política haitiana relativa a la extinción de los censos, capellanías, capitales y rentas eclesiásticas. Por otra parte, los crecidos gastos militares y el deficiente manejo de las finanzas agravaron aún más la mala situación económica que venía padeciendo el país. Esa situación fue aprovechada por varios diputados opuestos al gobierno de Santana encabezados por Tomás de Bobadilla. Cansado de todas esas dificultades, Santana amenazó con renunciar, pero sus partidarios, alarmados, lograron la destitución de Bobadilla y su destierro.
El empeoramiento de la crisis económica y la incapacidad del Gobierno para resolver los problemas caldearon el ambiente político, el cual se hizo más tenso cuando el general José Joaquín Puello y su hermano Gabino, acusados de conspirar contra Santana, cayeron fusilados el 23 de diciembre de 1847. Enfermo y deprimido, Santana se retiró a su finca de El Seibo a finales de febrero de 1848, dejando el Ejecutivo en manos de un Consejo de Ministros. El descontento de la población lo obligó a renunciar el 4 de agosto y fue sucedido en el cargo por Manuel Jimenes.
El 9 de marzo de 1849, el emperador de Haití, Faustino Soulouque, ante la noticia de la firma de un tratado provisional de paz, amistad, comercio y navegación entre la República Dominicana y Francia, decidió invadir la República y cruzó la frontera con un ejército de quince mil hombres. Pedro Santana abandonó su retiro y lo enfrentó entre el 19 y 21 de abril en Las Carreras, hasta que Soulouque huyó a Haití. La apatía de Jimenes en enfrentar a los haitianos disgustó al Congreso, que llamó a Santana para que se pusiera de nuevo al frente del ejército, recobrando así su prestigio político. Enseguida se declaró en rebeldía contra el Gobierno y Jimenes tuvo que capitular. Santana convocó elecciones para escoger al presidente de la República el 5 de julio de 1849. El elegido fue Santiago Espaillat, pero se negó a aceptar la Presidencia para no ser un títere del ejército y hubo que celebrar nuevas elecciones. Santana apoyó a Buenaventura Báez, que fue elegido el 18 de agosto, mientras el primero conservó la jefatura del ejército.
Cuando Santana se dio cuenta de que Báez pretendía independizarse de su tutela, al concluir su período de gobierno, lo reemplazó como presidente en febrero de 1853 y en julio decretó su expulsión a perpetuidad del país. Volvió a ejercer el poder en la forma absoluta que acostumbraba, a la vez que envió una misión diplomática a España con el fin de obtener el reconocimiento de la República y su protección política y militar. España no se mostró interesada en principio, pero su actitud cambió al saber que Estados Unidos pretendía arrendar la península de Samaná.
En el orden interno, el Congreso exigió una Constitución más liberal que despojara al Presidente de los excesivos poderes que le confería el artículo 210. Los diputados derogaron dicho artículo, pero introdujeron una disposición transitoria que permitía a Santana ejercer el cargo por dos períodos consecutivos y otorgar todos los grados militares que considerase necesarios. Sin embargo, Santana no quedó muy satisfecho y forzó al Congreso para que le otorgara poderes omnímodos. Además, convocó a las dos cámaras para que discutieran la redacción de una nueva Constitución. Los senadores y diputados cedieron a sus reclamos, además de establecer un solo cuerpo legislativo, el Senado Consultor, que quedó bajo la batuta del dictador. La nueva Constitución fue promulgada el 23 de diciembre y Santana se retiró una vez más a El Seibo, dejando el poder por varias semanas en manos del vicepresidente Manuel de la Regla Mota.
El año 1855 fue de fuerte oposición de los baecistas, que desde Saint Thomas planeaban desalojar a Santana del poder. En noviembre, Soulouque intentó una segunda invasión a la República, pero fue rechazado. El triunfo dominicano alentó aún más a Santana para proseguir sus negociaciones con los Estados Unidos, por lo que el cónsul español Antonio María Segovia permitió que todos los dominicanos que quisiesen se inscribieran como ciudadanos españoles, debilitando así al Gobierno. Ante esa circunstancia, Santana renunció el 26 de mayo de 1856, siendo sustituido nuevamente por De la Regla Mota.
Con el apoyo de Segovia, Buenaventura Báez pudo acceder de nuevo a la presidencia. A principios de enero de 1857 Pedro Santana fue apresado y enviado fuera del país. La errática política monetaria de Báez indujo a los cibaeños a desconocer al Gobierno y formar otro provisional con asiento en Santiago. Los insurrectos cercaron la ciudad de Santo Domingo, pero se vieron imposibilitados de romper el sitio. Entonces, el Gobierno de Santiago decretó una amnistía a favor de Santana para que se pusiese al servicio de la revolución. Los rebeldes dotaron al país de una nueva Constitución en la que quedaban consignadas la abolición de la pena de muerte por causas políticas, la garantía plena de las libertades civiles y la prohibición de la reelección presidencial en forma sucesiva. Como es de suponer, el nuevo texto constitucional no fue del agrado de Santana. Tan pronto como logró entrar en Santo Domingo, sus adeptos le pidieron que restableciese el orden anterior y desconociese el Gobierno de Santiago. Santana acogió la solicitud de buena gana y decretó la puesta en vigor de la Constitución de 1854.
En Haití había llegado al poder Geffrard, que prometió al Gobierno dominicano que no planeaba ninguna invasión al territorio oriental, pero Santana no le creyó y se preparó para oponerse a ella ordenando cuatro emisiones de papel moneda por valor de 38 millones de pesos, lo que agravó la situación económica. Mientras, reanudó las negociaciones con España en procura de un protectorado o la anexión a ese país. Finalmente, los españoles aceptaron la propuesta con la condición de que la anexión apareciera como un acto espontáneo y unánime del pueblo dominicano. Santana la proclamó en la plaza de la catedral el 18 de marzo de 1861 y fue nombrado capitán general de la provincia de Santo Domingo. El 6 de enero de 1862, disgustado porque los militares que le habían servido fueron despojados de sus cargos, renunció al suyo alegando motivos de salud.
El 16 de agosto de 1863, se inició la llamada guerra restauradora, la cual se extendió prácticamente por todo el país. El 3 de mayo de 1865, Isabel II decretó el abandono de Santo Domingo. Afectado por varias enfermedades, Pedro Santana había fallecido en la ciudad de Santo Domingo el 14 de junio del año anterior.
Bibliografia
Balcácer, Juan Daniel: Pedro Santana: historia política de un déspota, Santo Domingo, Taller, 1974.
Nació en Hincha, población fronteriza con la colonia de Saint Domingue. Su padre, de igual nombre, durante la Reconquista fue quien le cortó la cabeza al general Ferrand. El ambiente poco propicio existente en Hincha obligó a los padres a trasladarse a El Seibo, donde lograron labrar una fortuna que legaron a sus hijos Pedro y Ramón.
Santana tenía 42 años cuando se produjo en Haití el movimiento de la Reforma que derrocó al presidente Jean Pierre Boyer en 1843 y fue secundado por los trinitarios, los cuales aspiraban a independizar la antigua parte española de la isla. Pedro Santana se unió a ellos. Enterado el nuevo Presidente haitiano, Charles Hérard, de los planes de los separatistas, se dirigió al este para sofocar la conspiración, deteniendo a sus principales dirigentes. Los hermanos Santana, que se hallaban en El Seibo, fueron llamados a la ciudad de Santo Domingo, donde se les impuso la obligación de presentarse diariamente en el palacio del Gobierno. Al regresar Hérard a Haití, dispuso llevarlos consigo como prisioneros, pero burlaron la orden de detención y volvieron a El Prado.
Los hermanos Santana no vacilaron en prestar su ayuda la noche del 27 de febrero de 1844, lográndose gracias a ella la fundación de la República Dominicana. Desde ese año al 1856, los gobiernos haitianos intentaron en cuatro ocasiones recuperar por las armas el territorio oriental, pero en todas ellas fueron derrotados por los dominicanos. El artífice de todas esas victorias fue Pedro Santana, nombrado general del ejército independentista.
Santana era uno de los más firmes defensores del protectorado francés, razón por la cual Duarte y sus demás compañeros quisieron destituirlo como jefe del ejército. Pero los oficiales y la tropa se opusieron, y Santana marchó al frente de 2,000 hombres hacia la ciudad de Santo Domingo, donde declaró traidores a la patria a Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella y otros trinitarios. Se convocó a una Asamblea Constituyente para redactar una Constitución, que fue aprobada el 6 de noviembre, y Pedro Santana fue elegido Presidente de la República.
Durante su gobierno, actuó arbitraria y despóticamente. Tuvo que enfrentar la oposición de la Iglesia por haber ratificado la política haitiana relativa a la extinción de los censos, capellanías, capitales y rentas eclesiásticas. Por otra parte, los crecidos gastos militares y el deficiente manejo de las finanzas agravaron aún más la mala situación económica que venía padeciendo el país. Esa situación fue aprovechada por varios diputados opuestos al gobierno de Santana encabezados por Tomás de Bobadilla. Cansado de todas esas dificultades, Santana amenazó con renunciar, pero sus partidarios, alarmados, lograron la destitución de Bobadilla y su destierro.
El empeoramiento de la crisis económica y la incapacidad del Gobierno para resolver los problemas caldearon el ambiente político, el cual se hizo más tenso cuando el general José Joaquín Puello y su hermano Gabino, acusados de conspirar contra Santana, cayeron fusilados el 23 de diciembre de 1847. Enfermo y deprimido, Santana se retiró a su finca de El Seibo a finales de febrero de 1848, dejando el Ejecutivo en manos de un Consejo de Ministros. El descontento de la población lo obligó a renunciar el 4 de agosto y fue sucedido en el cargo por Manuel Jimenes.
El 9 de marzo de 1849, el emperador de Haití, Faustino Soulouque, ante la noticia de la firma de un tratado provisional de paz, amistad, comercio y navegación entre la República Dominicana y Francia, decidió invadir la República y cruzó la frontera con un ejército de quince mil hombres. Pedro Santana abandonó su retiro y lo enfrentó entre el 19 y 21 de abril en Las Carreras, hasta que Soulouque huyó a Haití. La apatía de Jimenes en enfrentar a los haitianos disgustó al Congreso, que llamó a Santana para que se pusiera de nuevo al frente del ejército, recobrando así su prestigio político. Enseguida se declaró en rebeldía contra el Gobierno y Jimenes tuvo que capitular. Santana convocó elecciones para escoger al presidente de la República el 5 de julio de 1849. El elegido fue Santiago Espaillat, pero se negó a aceptar la Presidencia para no ser un títere del ejército y hubo que celebrar nuevas elecciones. Santana apoyó a Buenaventura Báez, que fue elegido el 18 de agosto, mientras el primero conservó la jefatura del ejército.
Cuando Santana se dio cuenta de que Báez pretendía independizarse de su tutela, al concluir su período de gobierno, lo reemplazó como presidente en febrero de 1853 y en julio decretó su expulsión a perpetuidad del país. Volvió a ejercer el poder en la forma absoluta que acostumbraba, a la vez que envió una misión diplomática a España con el fin de obtener el reconocimiento de la República y su protección política y militar. España no se mostró interesada en principio, pero su actitud cambió al saber que Estados Unidos pretendía arrendar la península de Samaná.
En el orden interno, el Congreso exigió una Constitución más liberal que despojara al Presidente de los excesivos poderes que le confería el artículo 210. Los diputados derogaron dicho artículo, pero introdujeron una disposición transitoria que permitía a Santana ejercer el cargo por dos períodos consecutivos y otorgar todos los grados militares que considerase necesarios. Sin embargo, Santana no quedó muy satisfecho y forzó al Congreso para que le otorgara poderes omnímodos. Además, convocó a las dos cámaras para que discutieran la redacción de una nueva Constitución. Los senadores y diputados cedieron a sus reclamos, además de establecer un solo cuerpo legislativo, el Senado Consultor, que quedó bajo la batuta del dictador. La nueva Constitución fue promulgada el 23 de diciembre y Santana se retiró una vez más a El Seibo, dejando el poder por varias semanas en manos del vicepresidente Manuel de la Regla Mota.
El año 1855 fue de fuerte oposición de los baecistas, que desde Saint Thomas planeaban desalojar a Santana del poder. En noviembre, Soulouque intentó una segunda invasión a la República, pero fue rechazado. El triunfo dominicano alentó aún más a Santana para proseguir sus negociaciones con los Estados Unidos, por lo que el cónsul español Antonio María Segovia permitió que todos los dominicanos que quisiesen se inscribieran como ciudadanos españoles, debilitando así al Gobierno. Ante esa circunstancia, Santana renunció el 26 de mayo de 1856, siendo sustituido nuevamente por De la Regla Mota.
Con el apoyo de Segovia, Buenaventura Báez pudo acceder de nuevo a la presidencia. A principios de enero de 1857 Pedro Santana fue apresado y enviado fuera del país. La errática política monetaria de Báez indujo a los cibaeños a desconocer al Gobierno y formar otro provisional con asiento en Santiago. Los insurrectos cercaron la ciudad de Santo Domingo, pero se vieron imposibilitados de romper el sitio. Entonces, el Gobierno de Santiago decretó una amnistía a favor de Santana para que se pusiese al servicio de la revolución. Los rebeldes dotaron al país de una nueva Constitución en la que quedaban consignadas la abolición de la pena de muerte por causas políticas, la garantía plena de las libertades civiles y la prohibición de la reelección presidencial en forma sucesiva. Como es de suponer, el nuevo texto constitucional no fue del agrado de Santana. Tan pronto como logró entrar en Santo Domingo, sus adeptos le pidieron que restableciese el orden anterior y desconociese el Gobierno de Santiago. Santana acogió la solicitud de buena gana y decretó la puesta en vigor de la Constitución de 1854.
En Haití había llegado al poder Geffrard, que prometió al Gobierno dominicano que no planeaba ninguna invasión al territorio oriental, pero Santana no le creyó y se preparó para oponerse a ella ordenando cuatro emisiones de papel moneda por valor de 38 millones de pesos, lo que agravó la situación económica. Mientras, reanudó las negociaciones con España en procura de un protectorado o la anexión a ese país. Finalmente, los españoles aceptaron la propuesta con la condición de que la anexión apareciera como un acto espontáneo y unánime del pueblo dominicano. Santana la proclamó en la plaza de la catedral el 18 de marzo de 1861 y fue nombrado capitán general de la provincia de Santo Domingo. El 6 de enero de 1862, disgustado porque los militares que le habían servido fueron despojados de sus cargos, renunció al suyo alegando motivos de salud.
El 16 de agosto de 1863, se inició la llamada guerra restauradora, la cual se extendió prácticamente por todo el país. El 3 de mayo de 1865, Isabel II decretó el abandono de Santo Domingo. Afectado por varias enfermedades, Pedro Santana había fallecido en la ciudad de Santo Domingo el 14 de junio del año anterior.
Bibliografia
Balcácer, Juan Daniel: Pedro Santana: historia política de un déspota, Santo Domingo, Taller, 1974.
Pedro Santana Familias (1801-1864). Independentista y varias veces Presidente de la República Dominicana.
Nació en Hincha, población fronteriza con la colonia de Saint Domingue. Su padre, de igual nombre, durante la Reconquista fue quien le cortó la cabeza al general Ferrand. El ambiente poco propicio existente en Hincha obligó a los padres a trasladarse a El Seibo, donde lograron labrar una fortuna que legaron a sus hijos Pedro y Ramón.
Santana tenía 42 años cuando se produjo en Haití el movimiento de la Reforma que derrocó al presidente Jean Pierre Boyer en 1843 y fue secundado por los trinitarios, los cuales aspiraban a independizar la antigua parte española de la isla. Pedro Santana se unió a ellos. Enterado el nuevo Presidente haitiano, Charles Hérard, de los planes de los separatistas, se dirigió al este para sofocar la conspiración, deteniendo a sus principales dirigentes. Los hermanos Santana, que se hallaban en El Seibo, fueron llamados a la ciudad de Santo Domingo, donde se les impuso la obligación de presentarse diariamente en el palacio del Gobierno. Al regresar Hérard a Haití, dispuso llevarlos consigo como prisioneros, pero burlaron la orden de detención y volvieron a El Prado.
Los hermanos Santana no vacilaron en prestar su ayuda la noche del 27 de febrero de 1844, lográndose gracias a ella la fundación de la República Dominicana. Desde ese año al 1856, los gobiernos haitianos intentaron en cuatro ocasiones recuperar por las armas el territorio oriental, pero en todas ellas fueron derrotados por los dominicanos. El artífice de todas esas victorias fue Pedro Santana, nombrado general del ejército independentista.
Santana era uno de los más firmes defensores del protectorado francés, razón por la cual Duarte y sus demás compañeros quisieron destituirlo como jefe del ejército. Pero los oficiales y la tropa se opusieron, y Santana marchó al frente de 2,000 hombres hacia la ciudad de Santo Domingo, donde declaró traidores a la patria a Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella y otros trinitarios. Se convocó a una Asamblea Constituyente para redactar una Constitución, que fue aprobada el 6 de noviembre, y Pedro Santana fue elegido Presidente de la República.
Durante su gobierno, actuó arbitraria y despóticamente. Tuvo que enfrentar la oposición de la Iglesia por haber ratificado la política haitiana relativa a la extinción de los censos, capellanías, capitales y rentas eclesiásticas. Por otra parte, los crecidos gastos militares y el deficiente manejo de las finanzas agravaron aún más la mala situación económica que venía padeciendo el país. Esa situación fue aprovechada por varios diputados opuestos al gobierno de Santana encabezados por Tomás de Bobadilla. Cansado de todas esas dificultades, Santana amenazó con renunciar, pero sus partidarios, alarmados, lograron la destitución de Bobadilla y su destierro.
El empeoramiento de la crisis económica y la incapacidad del Gobierno para resolver los problemas caldearon el ambiente político, el cual se hizo más tenso cuando el general José Joaquín Puello y su hermano Gabino, acusados de conspirar contra Santana, cayeron fusilados el 23 de diciembre de 1847. Enfermo y deprimido, Santana se retiró a su finca de El Seibo a finales de febrero de 1848, dejando el Ejecutivo en manos de un Consejo de Ministros. El descontento de la población lo obligó a renunciar el 4 de agosto y fue sucedido en el cargo por Manuel Jimenes.
El 9 de marzo de 1849, el emperador de Haití, Faustino Soulouque, ante la noticia de la firma de un tratado provisional de paz, amistad, comercio y navegación entre la República Dominicana y Francia, decidió invadir la República y cruzó la frontera con un ejército de quince mil hombres. Pedro Santana abandonó su retiro y lo enfrentó entre el 19 y 21 de abril en Las Carreras, hasta que Soulouque huyó a Haití. La apatía de Jimenes en enfrentar a los haitianos disgustó al Congreso, que llamó a Santana para que se pusiera de nuevo al frente del ejército, recobrando así su prestigio político. Enseguida se declaró en rebeldía contra el Gobierno y Jimenes tuvo que capitular. Santana convocó elecciones para escoger al presidente de la República el 5 de julio de 1849. El elegido fue Santiago Espaillat, pero se negó a aceptar la Presidencia para no ser un títere del ejército y hubo que celebrar nuevas elecciones. Santana apoyó a Buenaventura Báez, que fue elegido el 18 de agosto, mientras el primero conservó la jefatura del ejército.
Cuando Santana se dio cuenta de que Báez pretendía independizarse de su tutela, al concluir su período de gobierno, lo reemplazó como presidente en febrero de 1853 y en julio decretó su expulsión a perpetuidad del país. Volvió a ejercer el poder en la forma absoluta que acostumbraba, a la vez que envió una misión diplomática a España con el fin de obtener el reconocimiento de la República y su protección política y militar. España no se mostró interesada en principio, pero su actitud cambió al saber que Estados Unidos pretendía arrendar la península de Samaná.
En el orden interno, el Congreso exigió una Constitución más liberal que despojara al Presidente de los excesivos poderes que le confería el artículo 210. Los diputados derogaron dicho artículo, pero introdujeron una disposición transitoria que permitía a Santana ejercer el cargo por dos períodos consecutivos y otorgar todos los grados militares que considerase necesarios. Sin embargo, Santana no quedó muy satisfecho y forzó al Congreso para que le otorgara poderes omnímodos. Además, convocó a las dos cámaras para que discutieran la redacción de una nueva Constitución. Los senadores y diputados cedieron a sus reclamos, además de establecer un solo cuerpo legislativo, el Senado Consultor, que quedó bajo la batuta del dictador. La nueva Constitución fue promulgada el 23 de diciembre y Santana se retiró una vez más a El Seibo, dejando el poder por varias semanas en manos del vicepresidente Manuel de la Regla Mota.
El año 1855 fue de fuerte oposición de los baecistas, que desde Saint Thomas planeaban desalojar a Santana del poder. En noviembre, Soulouque intentó una segunda invasión a la República, pero fue rechazado. El triunfo dominicano alentó aún más a Santana para proseguir sus negociaciones con los Estados Unidos, por lo que el cónsul español Antonio María Segovia permitió que todos los dominicanos que quisiesen se inscribieran como ciudadanos españoles, debilitando así al Gobierno. Ante esa circunstancia, Santana renunció el 26 de mayo de 1856, siendo sustituido nuevamente por De la Regla Mota.
Con el apoyo de Segovia, Buenaventura Báez pudo acceder de nuevo a la presidencia. A principios de enero de 1857 Pedro Santana fue apresado y enviado fuera del país. La errática política monetaria de Báez indujo a los cibaeños a desconocer al Gobierno y formar otro provisional con asiento en Santiago. Los insurrectos cercaron la ciudad de Santo Domingo, pero se vieron imposibilitados de romper el sitio. Entonces, el Gobierno de Santiago decretó una amnistía a favor de Santana para que se pusiese al servicio de la revolución. Los rebeldes dotaron al país de una nueva Constitución en la que quedaban consignadas la abolición de la pena de muerte por causas políticas, la garantía plena de las libertades civiles y la prohibición de la reelección presidencial en forma sucesiva. Como es de suponer, el nuevo texto constitucional no fue del agrado de Santana. Tan pronto como logró entrar en Santo Domingo, sus adeptos le pidieron que restableciese el orden anterior y desconociese el Gobierno de Santiago. Santana acogió la solicitud de buena gana y decretó la puesta en vigor de la Constitución de 1854.
En Haití había llegado al poder Geffrard, que prometió al Gobierno dominicano que no planeaba ninguna invasión al territorio oriental, pero Santana no le creyó y se preparó para oponerse a ella ordenando cuatro emisiones de papel moneda por valor de 38 millones de pesos, lo que agravó la situación económica. Mientras, reanudó las negociaciones con España en procura de un protectorado o la anexión a ese país. Finalmente, los españoles aceptaron la propuesta con la condición de que la anexión apareciera como un acto espontáneo y unánime del pueblo dominicano. Santana la proclamó en la plaza de la catedral el 18 de marzo de 1861 y fue nombrado capitán general de la provincia de Santo Domingo. El 6 de enero de 1862, disgustado porque los militares que le habían servido fueron despojados de sus cargos, renunció al suyo alegando motivos de salud.
El 16 de agosto de 1863, se inició la llamada guerra restauradora, la cual se extendió prácticamente por todo el país. El 3 de mayo de 1865, Isabel II decretó el abandono de Santo Domingo. Afectado por varias enfermedades, Pedro Santana había fallecido en la ciudad de Santo Domingo el 14 de junio del año anterior.
Bibliografia
Balcácer, Juan Daniel: Pedro Santana: historia política de un déspota, Santo Domingo, Taller, 1974.
Nació en Hincha, población fronteriza con la colonia de Saint Domingue. Su padre, de igual nombre, durante la Reconquista fue quien le cortó la cabeza al general Ferrand. El ambiente poco propicio existente en Hincha obligó a los padres a trasladarse a El Seibo, donde lograron labrar una fortuna que legaron a sus hijos Pedro y Ramón.
Santana tenía 42 años cuando se produjo en Haití el movimiento de la Reforma que derrocó al presidente Jean Pierre Boyer en 1843 y fue secundado por los trinitarios, los cuales aspiraban a independizar la antigua parte española de la isla. Pedro Santana se unió a ellos. Enterado el nuevo Presidente haitiano, Charles Hérard, de los planes de los separatistas, se dirigió al este para sofocar la conspiración, deteniendo a sus principales dirigentes. Los hermanos Santana, que se hallaban en El Seibo, fueron llamados a la ciudad de Santo Domingo, donde se les impuso la obligación de presentarse diariamente en el palacio del Gobierno. Al regresar Hérard a Haití, dispuso llevarlos consigo como prisioneros, pero burlaron la orden de detención y volvieron a El Prado.
Los hermanos Santana no vacilaron en prestar su ayuda la noche del 27 de febrero de 1844, lográndose gracias a ella la fundación de la República Dominicana. Desde ese año al 1856, los gobiernos haitianos intentaron en cuatro ocasiones recuperar por las armas el territorio oriental, pero en todas ellas fueron derrotados por los dominicanos. El artífice de todas esas victorias fue Pedro Santana, nombrado general del ejército independentista.
Santana era uno de los más firmes defensores del protectorado francés, razón por la cual Duarte y sus demás compañeros quisieron destituirlo como jefe del ejército. Pero los oficiales y la tropa se opusieron, y Santana marchó al frente de 2,000 hombres hacia la ciudad de Santo Domingo, donde declaró traidores a la patria a Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella y otros trinitarios. Se convocó a una Asamblea Constituyente para redactar una Constitución, que fue aprobada el 6 de noviembre, y Pedro Santana fue elegido Presidente de la República.
Durante su gobierno, actuó arbitraria y despóticamente. Tuvo que enfrentar la oposición de la Iglesia por haber ratificado la política haitiana relativa a la extinción de los censos, capellanías, capitales y rentas eclesiásticas. Por otra parte, los crecidos gastos militares y el deficiente manejo de las finanzas agravaron aún más la mala situación económica que venía padeciendo el país. Esa situación fue aprovechada por varios diputados opuestos al gobierno de Santana encabezados por Tomás de Bobadilla. Cansado de todas esas dificultades, Santana amenazó con renunciar, pero sus partidarios, alarmados, lograron la destitución de Bobadilla y su destierro.
El empeoramiento de la crisis económica y la incapacidad del Gobierno para resolver los problemas caldearon el ambiente político, el cual se hizo más tenso cuando el general José Joaquín Puello y su hermano Gabino, acusados de conspirar contra Santana, cayeron fusilados el 23 de diciembre de 1847. Enfermo y deprimido, Santana se retiró a su finca de El Seibo a finales de febrero de 1848, dejando el Ejecutivo en manos de un Consejo de Ministros. El descontento de la población lo obligó a renunciar el 4 de agosto y fue sucedido en el cargo por Manuel Jimenes.
El 9 de marzo de 1849, el emperador de Haití, Faustino Soulouque, ante la noticia de la firma de un tratado provisional de paz, amistad, comercio y navegación entre la República Dominicana y Francia, decidió invadir la República y cruzó la frontera con un ejército de quince mil hombres. Pedro Santana abandonó su retiro y lo enfrentó entre el 19 y 21 de abril en Las Carreras, hasta que Soulouque huyó a Haití. La apatía de Jimenes en enfrentar a los haitianos disgustó al Congreso, que llamó a Santana para que se pusiera de nuevo al frente del ejército, recobrando así su prestigio político. Enseguida se declaró en rebeldía contra el Gobierno y Jimenes tuvo que capitular. Santana convocó elecciones para escoger al presidente de la República el 5 de julio de 1849. El elegido fue Santiago Espaillat, pero se negó a aceptar la Presidencia para no ser un títere del ejército y hubo que celebrar nuevas elecciones. Santana apoyó a Buenaventura Báez, que fue elegido el 18 de agosto, mientras el primero conservó la jefatura del ejército.
Cuando Santana se dio cuenta de que Báez pretendía independizarse de su tutela, al concluir su período de gobierno, lo reemplazó como presidente en febrero de 1853 y en julio decretó su expulsión a perpetuidad del país. Volvió a ejercer el poder en la forma absoluta que acostumbraba, a la vez que envió una misión diplomática a España con el fin de obtener el reconocimiento de la República y su protección política y militar. España no se mostró interesada en principio, pero su actitud cambió al saber que Estados Unidos pretendía arrendar la península de Samaná.
En el orden interno, el Congreso exigió una Constitución más liberal que despojara al Presidente de los excesivos poderes que le confería el artículo 210. Los diputados derogaron dicho artículo, pero introdujeron una disposición transitoria que permitía a Santana ejercer el cargo por dos períodos consecutivos y otorgar todos los grados militares que considerase necesarios. Sin embargo, Santana no quedó muy satisfecho y forzó al Congreso para que le otorgara poderes omnímodos. Además, convocó a las dos cámaras para que discutieran la redacción de una nueva Constitución. Los senadores y diputados cedieron a sus reclamos, además de establecer un solo cuerpo legislativo, el Senado Consultor, que quedó bajo la batuta del dictador. La nueva Constitución fue promulgada el 23 de diciembre y Santana se retiró una vez más a El Seibo, dejando el poder por varias semanas en manos del vicepresidente Manuel de la Regla Mota.
El año 1855 fue de fuerte oposición de los baecistas, que desde Saint Thomas planeaban desalojar a Santana del poder. En noviembre, Soulouque intentó una segunda invasión a la República, pero fue rechazado. El triunfo dominicano alentó aún más a Santana para proseguir sus negociaciones con los Estados Unidos, por lo que el cónsul español Antonio María Segovia permitió que todos los dominicanos que quisiesen se inscribieran como ciudadanos españoles, debilitando así al Gobierno. Ante esa circunstancia, Santana renunció el 26 de mayo de 1856, siendo sustituido nuevamente por De la Regla Mota.
Con el apoyo de Segovia, Buenaventura Báez pudo acceder de nuevo a la presidencia. A principios de enero de 1857 Pedro Santana fue apresado y enviado fuera del país. La errática política monetaria de Báez indujo a los cibaeños a desconocer al Gobierno y formar otro provisional con asiento en Santiago. Los insurrectos cercaron la ciudad de Santo Domingo, pero se vieron imposibilitados de romper el sitio. Entonces, el Gobierno de Santiago decretó una amnistía a favor de Santana para que se pusiese al servicio de la revolución. Los rebeldes dotaron al país de una nueva Constitución en la que quedaban consignadas la abolición de la pena de muerte por causas políticas, la garantía plena de las libertades civiles y la prohibición de la reelección presidencial en forma sucesiva. Como es de suponer, el nuevo texto constitucional no fue del agrado de Santana. Tan pronto como logró entrar en Santo Domingo, sus adeptos le pidieron que restableciese el orden anterior y desconociese el Gobierno de Santiago. Santana acogió la solicitud de buena gana y decretó la puesta en vigor de la Constitución de 1854.
En Haití había llegado al poder Geffrard, que prometió al Gobierno dominicano que no planeaba ninguna invasión al territorio oriental, pero Santana no le creyó y se preparó para oponerse a ella ordenando cuatro emisiones de papel moneda por valor de 38 millones de pesos, lo que agravó la situación económica. Mientras, reanudó las negociaciones con España en procura de un protectorado o la anexión a ese país. Finalmente, los españoles aceptaron la propuesta con la condición de que la anexión apareciera como un acto espontáneo y unánime del pueblo dominicano. Santana la proclamó en la plaza de la catedral el 18 de marzo de 1861 y fue nombrado capitán general de la provincia de Santo Domingo. El 6 de enero de 1862, disgustado porque los militares que le habían servido fueron despojados de sus cargos, renunció al suyo alegando motivos de salud.
El 16 de agosto de 1863, se inició la llamada guerra restauradora, la cual se extendió prácticamente por todo el país. El 3 de mayo de 1865, Isabel II decretó el abandono de Santo Domingo. Afectado por varias enfermedades, Pedro Santana había fallecido en la ciudad de Santo Domingo el 14 de junio del año anterior.
Bibliografia
Balcácer, Juan Daniel: Pedro Santana: historia política de un déspota, Santo Domingo, Taller, 1974.
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