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ESPIONAJE Y “GESTAPISMO” TRUJILLERO
Por José Almoina: Una satrapia en el Caribe, págs. 102-104
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El Partido Dominicano, organizó un sindicato de servicio doméstico; aparentemente se trataba de proteger a las pobres sirvientas explotadas; en realidad se convirtió en medio de infiltrar espías en la intimidad de los hogares. Cada sirviente recibe instrucciones en el Partido y éste se encarga de buscar y conseguir ocupación para ellos. Las familias a las que se ofrece una sirviente por el partido y no la acepta comienza a pasar de la categoría de sospechosa a la de «desafecta» y entonces el servicio de espionaje pasa del Partido a una de las Gestapos. Si por el contrario, la familia acepta a la sirvienta propuesta por el Partido, comienza entonces el servicio de información a actuar.
Todos los días la criada debe ir al Partido a dar cuenta de lo que pasa en la casa, las visitas que se reciben, las conversaciones que se sostienen, la manera de pensar de todos los miembros de la familia. Se trata de un arma muy peligrosa, porque a veces la ignorancia de los sirvientes produce interpretaciones falsas y complica a gran número de gentes que comienzan a ser perseguidas inmediatamente. Esto mismo sucede con los servicios domésticos de las Embajadas y Legaciones. El Partido tiene un servicio de camareros de ambos sexos, especialmente preparado, y por lo general formado de negros cocolos, es decir de gentes procedentes de las Antillas Menores; estos servidores producen informaciones altamente apreciadas por la Gestapo trujillera pues todos hablan el inglés y el francés ya que son gentes de la Guadalupe, de la Martinica, de Jamaica, de Santo Tomás, de Barbados, de Tobago, Antigua, etc. Y reciben gratificaciones importantes. La Gestapo, para colocarlos en las Embajadas y Legaciones se sirve de medios indirectos y completamente reservados; los empleados de esta manera, aparentan ser adversarios o tener poca simpatía por el régimen, aprovechan cualquier oportunidad para manifestar su desagrado por Trujillo y su familia; algunos son suficientemente hábiles, como para ganarse la confianza del Jefe de la Misión, de su esposa o de sus hijos, o la de algún secretario y de esta manera obtienen informaciones preciosas; también son de estos grupos de donde recluta la Gestapo a los choferes del cuerpo diplomático, elementos de mayor interés para Trujillo, pues consigue por medio de ellos relatos vivos de inapreciable valor, ya que comúnmente es al final de las entrevistas o cuando se va a ellas, cuando los diplomáticos conversan sobre los temas tratados, con sus acompañantes o comentan lo sucedido.
En una palabra, el diplomático en Santo Domingo, está absolutamente vendido y todo cuanto hace o dice, aún en la mayor intimidad, llega al dictador. Este pues posee por la violación de la valija diplomática, de la correspondencia general, de los cables y de la radio y por las informaciones de los empleados de la Misión una detallada noticia de cuanto pasa en ella. Si tal sucede con el cuerpo diplomático, no hay que decirlo qué pasará en las casas particulares. Trujillo da mucha importancia a la vida íntima de las gentes y tiene especial cuidado en vigilar y obtener informaciones preciosas de cada familia y en envilecer la vida privada, o favorecer su envilecimiento. Le molesta que se le diga que hay alguien honesto y limpio; en cuanto sabe que existe familia que viva honradamente trata de mancharla y empujarla a la abyección. Para todo esto se necesita un servicio inquisitorial muy bien organizado y Trujillo lo posee desde 1930. Esto explica, por qué todos los complots y movimientos en contra de su régimen, fracasaron.
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La hija del embajador argentino en RD en 1960, Maria Magdalena Escobar, también da testimonio del espionaje del servicio doméstico dominicano al recordar en sus memorias al gran número de jóvenes asilados que lograron salvar sus vidas buscando protección en dicha embajada, la cual nunca les cerró las puertas:
El servicio doméstico en la embajada
Ellos eran esperados todos los días por los guardias del ejército, iban en los Volkswagen sin el asiento de adelante, uno manejaba y el otro sacaba la ametralladora por la ventanilla. Les preguntaban todo lo que se hacía y hablaba en la casa, les daban micrófonos para colocarlos en distintos lugares; bajo las mesas, dormitorios y hasta el jardín. Los muchachos dominicanos los encontraban. Tenían prohibido atenderlos, sólo cocinaban, nosotras le llevábamos las comidas en la casa y en las oficinas. Yo con 20 años jamás había oído nada semejante, todos jóvenes llenos de sueños de libertad para su querida República. Habían estado presos, los largaban un corto tiempo para volver a atraparlos. Sufrieron todo tipo de vejaciones, violaciones, torturas, palizas…Allí no podían verse pobres descalzos, los apresaban, hasta con trapos cubrían sus pies, al que hablaba le cortaban la lengua, al que robaba la mano y así todo. Creo que ni Franco fue tan malvado como él y su familia.
Recuerdos de mi vida
María Magdalena Escobar
Hija del embajador argentino en RD (1960), Dr. Enrique Escobar Cello
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Este uso sistemático de las empleadas domésticas como informantes lo confirma Lipe Collado en su libro Anécdotas y crueldades de Trujillo, (págs. 51-52), libro basado en entrevistas y declaraciones de militares, funcionarios y empleados que corrientemente u ocasionalmente tenían contacto con El Jefe. Obviamente, el Partido Dominicano no era el único canal a través del cual se reclutaban estas informantes domésticas. A continuación reproducimos este corto capitulo de este libro:
"Servicio Doméstico"
Durante la Era de Trujillo predominaba un ambiente de desconfianza generalizada, que solía cebarse en las mujeres del servicio doméstico. En los hogares nadie "hablaba de lo suyo" delante de las "chopas"*, como se les llamaba en el lenguaje común dominicano. Las "chopas" eran jóvenes mujeres de los campos que venían a la capital a trabajar "aunque fuera por la comida y algunos pesitos".
La tiranía había horadado todas las paredes para oír a quienes osaran criticar al régimen y a su jefe. Jesús María Ramírez hijo, el gobernador de la provincia Independencia, fue testigo en 1950 de que la desconfianza hacia las domésticas tenían base cierta.
En la Casa de "Las Caobas", en su presencia, Anselmo Paulino y el tirano encararon al entonces gobernador de Azua sobre cierto tipo de encomienda:
“¿Y por fin qué pasó con las mujeres que te dije para el servicio doméstico que sólo me mandaste 85?”, preguntó Trujillo.
“Bueno, jefe”, contestó, “sólo le pude mandar esa cantidad porque me fue imposible conseguir todas las que me pidió, pero ya casi tengo las que faltan”.
Trujillo le comentó: “Las que me mandaste están trabajando muy bien”.
Muchos años después, el gobernador Ramírez hijo aseguró que "aquellas mujeres trabajaban como confidentes". Desde luego que sí: el SIM les daba un corto y efectivo entrenamiento a estas "sirvientas" o "chopas" que generalmente intentaban ganarse la plena confianza de las familias "haciéndose las brutas e inocentes".
(Hasta aqui la cita.)
Pueden descargar este libro gratis en: http://inabima.gob.do/descargas/biblioteca/Autores%20Dominicanos/Lipe%20Collado/Lipe%20Collado%20-%20An%E9cdotas%20y%20crueldades%20de%20Trujillo.pdf
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