jueves, 18 de septiembre de 2014

Tezcatlipoca contra Quetzalcóatl en la caída de Tula

 
Tezcatlipoca contra Quetzalcóatl en la caída de Tula
 Para el conocimiento de las ideas que los antiguos nahuas tenían sobre Tula se cuenta con variadas fuentes de tradición indígena. En estas fuentes el pasado tolteca es visto de una manera totalmente idealizada, ya que al paso de las generaciones la ciudad de Quetzalcóatl se fue revistiendo con los colores de la admiración y la nostalgia. Por ello estas crónicas no cuentan como fue la ciudad arqueológica de Tula en el estado de Hidalgo durante los siglos XI y XII, sino cómo los nahuas del siglo XVI creían que había sido. [Se decía que] Quetzalcóatl se retiraba a orar a la suprema deidad Ometéotl en casas esplendorosas cuyas habitaciones estaban elaboradas con fastuosos materiales como oro, plata, turquesa, conchas marinas y corales, además también poseía casas con paredes recubiertas de plumas de quetzal y otras preciosas aves tropicales. Por otra parte se afirma que los toltecas gozaban de pródigos frutos de la naturaleza, como calabazas gigantes y mazorcas de maíz tan grandes que tenían que ser cargadas por dos hombres. Claro que esto no debe ser interpretado de manera literal, sino como un símbolo, una metáfora de la riqueza y magnificencia que alcanzó Tula en la memoria de los grupos nahuas.
En el mismo sentido deben considerarse las tradiciones que afirman que los toltecas fueron sabios que instituyeron todos los campos del conocimiento indígena, como la medicina y la herbolaria, así como la astronomía y el calendario, además de la minería. Hoy sabemos que muchos de estos conocimientos eran muy antiguos en Mesoamérica, por lo menos del Preclásico, pero los indígenas del siglo XVI creían que eran un legado que debían a Tula.

Miguel Pastrana Flores, “Tezcatlipoca contra Quetzalcóatl en la caída de Tula”, Intrigas en Palacio. La política en las cortes del México antiguo, número 112 de la edición regular de Arqueología Mexicana.

IMAGEN: Quetzalcóatl, como sacerdote, practicaba el ayuno, la penitencia y la mortificación corporal. Códice Florentino, lib. III, f. 10r.
Digitalización: Raíces

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