viernes, 12 de septiembre de 2014

Nelson Mandela*

Nelson Mandela*


 La lucha por una Convención Nacional, Nelson Mandela




La lucha por una Convención Nacional ***


“Asisto a esta conferencia como delegado de mí pueblo. Fui elegido en una reunión secreta que tuvo lugar en la manigua, lejos de nuestros kraals, simplemente porque en nuestro pueblo es ahora un crimen que nosotros llevemos a cabo reuniones. He escuchado con el mayor cuidado los discursos que aquí se han pronunciado y me han dado fuerza y coraje. Ahora me doy cuenta de que no estamos solos. Pero me han inquietado las experiencias que he tenido durante las últimas semanas. En el curso de nuestra lucha contra el sistema de las Autoridades Rantús,[1] oímos muchos discursos de lucha pronunciados por hombres en los cuales confiábamos absolutamente, pero cuando llegó la hora de la decisión no tuvieron el valor de sostener sus convicciones. Desertaron de nosotros y nos sentimos abandonados y sin amigos. Pero de aquí me iré reconfortado y lleno de confianza. Al fin tenemos que ganar.”
Estas palabras fueron dichas en la Conferencia de Todos los Africanos que se llevó a cabo en Pietermaritzburg, los días 25 y 26 de marzo. El hombre que decía venir de una zona rural donde el pueblo estaba emprendiendo una firme lucha contra las autoridades bantús, usaba pantalones de montar, una camisa kaki, una vieja chaqueta, y venía a la conferencia con los pies descalzos. Pero sus palabras llevaban fuego y dignidad y sus observaciones, como las de otros oradores, indicaban que esta conferencia no era una charla para personas que simplemente querían desahogarse, sino una solemne asamblea que calculaba las graves decisiones que estaba llamada a tomar.
El tema de la conferencia era la unidad africana y la convocatoria, por parte del gobierno, de una convención nacional de representantes elegidos de todos los hombres y mujeres adultos, sobre bases de igualdad, independientemente de la raza, del color o el credo, con plenos poderes para decidir una nueva constitución democrática para Sudáfrica.
La conferencia decidió que si el gobierno no convocaba esta convención para el 31 de mayo, tendrían lugar manifestaciones en todo el país la víspera de la República como protesta contra este acto antidemocrático.
La adopción de esta parte de la resolución no significaba que la conferencia prefería una monarquía a una forma republicana de gobierno. Tales consideraciones no eran importantes y no venían al caso. El punto por resolver, y que enfatizaban una y otra vez los delegados era que una minoría gubernamental había decidido proclamar una República blanca, en la cual las condiciones de vida del pueblo africano seguirían empeorando.
La conferencia resolvió además que, en el caso de que el gobierno no accediera a esta demanda, todos los africanos serían exhortados a no cooperar con la propuesta República. A todas las secciones de nuestra población se les pediría que se unieran a nosotros en la oposición a los nacionalistas.
La resolución fue más lejos, y exhortó a los pueblos democráticos de todo el mundo a que impusieran sanciones económicas y de otro tipo contra el gobierno. Se eligió un Consejo de Acción Nacional para cumplir las anteriores decisiones.
Se aprobaron otras tres resoluciones en las cuales se condenó firmemente el arresto de los miembros del Comité de Continuación; y se pedía la revocación de las prohibiciones impuestas al Congreso Nacional Africano y al Congreso Panafricano. El sistema de las Autoridades Bantús fue atacado como una medida impuesta por el gobierno con la violencia, a pesar de la unánime oposición de toda la nación africana.
Estas resoluciones fueron adoptadas de modo unánime por 1500 delegados, de la ciudad y del campo, que representaban a 150 organizaciones políticas, religiosas, deportivas y culturales.
Los miembros del partido liberal, la federación de ministros religiosos africanos, la Eastwood Advi-sory Board, el Club Zenzele, y muchas otras organizaciones de todo el país, se expresaron del mismo modo y juntamente afrontaron las transformaciones políticas presentadas por el gobierno nacionalista.
Durante catorce horas, calmada y honradamente, consideraron la grave situación política que se ha producido en Sudáfrica como resultado de la desastrosa política del régimen actual.
Una y otra vez las discusiones eran interrumpidas por entusiastas tonadas como un intenso y enorme estímulo para toda la conferencia. La canción favorita era “Amandla Ngawethu” compuesta por los combatientes de la libertad de Port Klizabeth, durante el reciente boicot declarado a los autobuses en esa ciudad.
La asamblea fue una movida manifestación de camaradería y de solidaridad, y aclamada por la prensa sudafricana como un notable éxito.
La primera resolución mostró que los delegados pensaron en mucho más que una manifestación para las fechas señaladas. El pueblo respondía con una tenaz, y prolongada lucha, que implicaba a las masas de la ciudad y del campo, y que tomaba diferentes formas según las condiciones locales, comenzando antes del 31 de mayo y que sería irreductible hasta que las reformas democráticas se instituyeran.
Los delegados estimaron absolutamente que las decisiones anteriores no iban dirigidas contra ningún otro grupo de la población del país, era contra una forma de gobierno basado en la fuerza bruta y condenado como inhumano en todo el mundo. Precisamente por este hecho la conferencia pedía a los indios, a los hombres de color y a todos los demócratas europeos que unieran sus fuerzas a las nuestras.
Será verdaderamente trágico si, en los importantes días que están por venir, Sudáfrica blanca no adopta una línea de acción que impida la realización de las resoluciones de la conferencia.
En el pasado nos quedábamos asombrados ante la reacción de algunos partidos políticos y de las sociedades “filantrópicas” que se proclamaban contra la segregación pero que, no obstante, se oponían sistemáticamente a la positiva acción emprendida por el pueblo oprimido para derrotar esta misma política. Objetivamente, tal actitud sólo puede servir para defender la dominación blanca y para fortalecer el partido nacionalista. Sirve además para debilitar el impacto de las opiniones liberales entre los europeos demócratas y les deja abierta la posibilidad de ser menos críticos.
Todas las fuerzas democráticas de este país tienen que reunirse en un programa de transformaciones democráticas. Si no están preparadas para seguir con nosotros, tienen por lo menos que ser neutrales y dejar al gobierno aislado y sin amigos.
Por último, a pesar del éxito de la conferencia desde el punto de vista de la asistencia y de la vehemente naturaleza de los discursos pronunciados, estas resoluciones militantes serán inútiles e ineficaces a menos que las llevemos a la práctica.
Si formamos comités de acciones locales en nuestras zonas respectivas, si divulgamos estas decisiones mediante vigorosas y sistemáticas campañas casa por casa, inspiraremos y moveremos al país a adoptar estas resoluciones y a apresurar la caída del gobierno nacionalista durante nuestra vida.

Marzo de 1961

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