El Nacional nació por causa del terror de Estado
El otro atentado fue la explosión, la noche del 5 de octubre de 1965, en las instalaciones de ¡Ahora!, destruyendo las áreas de redacción, talleres y administración.
En medio de las maquinarias de impresión retorcidas y quemadas, sintiéndose en el pecho el dolor y con la frustración pintada en sus rostros, se congregaron, a la mañana siguiente, amigos y periodistas animados por el deseo de seguir adelante con el sextante de la verdad que era la revista.
Decidieron crear El Nacional, cuyo primer editorial, una de las declaraciones éticas más importantes del periodismo dominicano, el 11 de septiembre de 1966, rezaba:
“El Nacional comienza a publicarse cuando la República Dominicana se encuentra y, en consecuencia, bajo una situación de servidumbre que vuelve precaria la libertad de Prensa. Estos son los hechos no obstante las explicaciones que algunos se empecinan en ofrecer.
“Además, sectores minoritarios nacionales o extranjeros, actúan solapada o abiertamente, para continuar en el disfrute de privilegios inconfesables. Estos también son hechos.
“Ante esta situación, El Nacional luchará por: porque los dominicanos puedan seguir una política dictada por el criterio de la mayoría de ellos, ajeno por completo a toda imposición o presión interna o externa; porque las autoridades elegidas cumplan su mandato en beneficio del pueblo y el tiempo que señalan la Constitución y las leyes; Que las autoridades electas o no, satisfagan las necesidades de las mayoría y se compadezcan con un sistema de vida civilizado; que el público sea informado completa y correctamente sobre los hechos y acontecimientos que incidan sobre todos los dominicanos y extranjeros que habitan en el país.
“Los periodistas de este diario estamos listos para realizar ese trabajo a espaldas del sectarismo. Eso significa que los hechos serán servidos sin omisión, sin distorsiones y sin postergamientos redentores. Se dirá siempre la verdad de lo que ocurra, aun que sea desagradable o inconveniente, incluso para quienes laboran en El Nacional. De ningún modo las columnas de El Nacional recogerán únicamente la manera de pensar y sentir de sus dirigentes. En ningún caso se hará eco de apetitos de toda laya de ellos ni de ningún otro sector de opinión. Tampoco se usaran expresiones que afecten las buenas costumbres o lesionen la fama o el buen nombre de nadie. En ese mismo orden de idea, es bueno decir que los autores materiales e intelectuales de la explosión en los talleres de la Revista ¡Ahora!, cometieron un crimen, hicieron un mal. Pero pueden, si su conciencia se lo permite, dormir tranquilos, porque los hombres y mujeres de trabajo de esta empresa, iniciamos hoy una nueva tarea diaria que complementarán con la entrega semanal de la Revista ¡Ahora! en beneficio del pueblo dominicano, incluyéndolos a ellos. Y será así para que siga siendo buena la frase de que “no hay mal que por bien no venga”.
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