viernes, 23 de noviembre de 2012

Benito Juárez y Santo Domingo: Benemérito de América*


Benito Juárez y Santo Domingo:
Benemérito de América*

Conferencia leída en el Cuarto Seminario Internacional de Especialistas sobre la Reforma, la Intervención francesa y el Segundo Imperio: “Presencia de Juárez”, auspiciado por la Asociación de Estudios sobre la Reforma, la Intervención Francesa y el Segundo Imperio (ARISI), y el Centro de Estudios de Historia de México (CONDUMEX). Ciudad de México, 27 al 29 de marzo de 2006.
 ( copia integra, para el conocimientos general de todo estudioso de la historia de América)

Por Alejandro Paulino Ramos**

Es profesor de historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, investigador, miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia y director de la biblioteca del Archivo General de la Nación.

Existe un vínculo irrefutable entre el liberalismo dominicano y el mexicano, expresado en largas jornadas de luchas contra potencias extranjeras y en la solidaridad y el interés de los republicanos dominicanos por conocer los detalles de los acontecimientos que se desarrollaron en México entre 1861 y 1867, así como en la decisión del Congreso de la República Dominicana de proclamar a Benito Juárez Benemérito de América.
Los dominicanos de mediados del siglo XIX y en especial el sector liberal, conocían el vasallaje colonial a que fue sometido Santo Domingo por la imperial España desde 1492. Esa situación se consideró finalizada en 1795 cuando a través del Tratado de Basilea, el pueblo dominicano debió soportar su nueva condición de colonia de Francia hasta 1809; dominación terminada a través de una formidable insurrección que unificó a liberales y conservadores.
Pero aquel triunfo contra Francia no se manifestó a favor del proyecto liberal, pues los conservadores encabezados por Juan Sánchez Ramírez llevaron el país nuevamente a la condición de colonia de España. Desde 1809 y hasta 1821, bajo la influencia de la proclamación y breve vigencia de la Constitución de Cádiz y en medio de una terrible crisis económica, el sector liberal se reforzó bajo la influencia de los sucesos que se desarrollaban en América del Sur bajo el liderazgo de Simón Bolívar. Restablecida en 1820 la constitución de Cádiz, la conspiración contra el gobierno español creció y posibilitó, el primero de diciembre de 1821, la instauración del primer gobierno liberal conocido en Santo Domingo, bautizado por su líder José Núñez de Cáceres como El Estado Independiente de Haití Español. La declaratoria de independencia dejaba establecida la necesidad de romper con la dependencia, la humillación, y el sometimiento del pueblo dominicano al capricho y veleidad del Gabinete de Madrid, para reasumir la dignidad y energía de un pueblo libre y “resuelto a constituirse en un Estado Independiente”.( Véase “La independencia de Núñez de Cáceres” en Roberto Cassá, Historia social y económica de la Republica Dominicana, vol. 1, Santo Domingo, 1977, pág. 217.)
Cercados por el interés conservador y antinacional y con poca base social, los liberales terminaron obligados a entregar a un gobierno extranjero el control del país. Los gobernantes de la vecina república de Haití, establecieron su dominio sobre el pueblo dominicano desde el 9 de febrero de 1822 hasta el 27 de febrero de 1844, cuando en una nueva alianza liberal-conservadora unificados en el interés de la separación de Haití, se proclamó la independencia y la creación de un Estado libre y soberano que pasó a llamarse Republica Dominicana. Muy pronto los conservadores antinacionales controlaron la República, mientras los líderes liberales eran juzgados y acusados de traición a la patria, y fusilados o expulsados a perpetuidad del territorio dominicano que había contribuido a declarar independiente.
Los conservadores negaban al pueblo dominicano capacidad para propiciar y mantener la soberanía e independencia de la República, y aunque divididos en bandos que favorecían el protectorado español, francés, inglés y norteamericano a cambio de la venta o cesión de la Bahía de Samaná, mantuvieron la supremacía política hasta julio de 1857, cuando desde la región del Cibao los liberales levantaron un vigoroso movimiento armado, conocido en nuestra historia como la Revolución Liberal Cibaeña. Los revolucionarios cibaeños, con el control de la mayor parte del territorio dominicano, proclamaron la constitución liberal de Moca, en 1858. En aquella constitución se prohibió la pena de muerte por acusaciones políticas, se estableció la igualdad entre todos los habitantes y el sufragio directo para elegir al presidente y vicepresidente.
Aquella revolución no pudo derrotar a los conservadores afrancesados y establecer el modelo político y económico perseguido, por lo que tuvieron que pactar con el sector antinacional que soñaba con la toma del poder y el retorno de la República a la condición de colonia de cualquier potencia extranjera. Derrotados los afrancesados, los pro españoles tomaron el control del país, aislando y persiguiendo a los liberales y afrancesados. De inmediato iniciaron la búsqueda del protectorado, pero terminaron anexionando la República a España el 18 de marzo de 1861.
Permítaseme aprovechar este encuentro para recordar algunos acontecimientos que me parecen coincidentes en la historia mexicana y dominicana; coincidencias que en cierto modo provocaron la atención de los liberales dominicanos en los sucesos que estremecían a México.
En 1859 se proclamaron en México las reformas que hirieron de muerte los intereses del clero y del ejército. (Bernardo Reyes, Benito Juárez: rasgos biográficos del ilustren mexicano Benemérito de la Patria, Monterrey, 1906.
En 1860, a decir del general Bernardo Reyes, los del bando conservador huían a Europa “a traernos la intervención extranjera”, mientras que en Santo Domingo el líder hatero conservador, general Pedro Santana, temeroso de perder la presidencia envió emisarios a Europa con el fin de obtener
el protectorado extranjero.
El 18 de marzo de 1861 se proclamó la anexión de la Republica Dominicana a la España imperial y Santo Domingo pasó a la condición de Provincia de ultramar de España, mientras que en 1862 llegaron a la costa de México “las naves guerreras de Francia, de España y de Inglaterra”, quedando rápidamente bajo el dominio de Francia.
Los mexicanos iniciaron de inmediato sus combates contra las tropas francesas pero en Santo Domingo, aunque se intentó iniciar las luchas contra las tropas extranjeras a través del Movimiento de la Regeneración, (El patricio Francisco del Rosario Sánchez intentó iniciar las luchas contra España en junio de 1861, encabezando el Movimiento de la Regeneración, pero fue perseguido, derrotado y fusilado el 4 de julio de 1861. hubo que esperar hasta 1863 para dar inicio a la revuelta popular conocida como la Guerra de la Restauración, dirigida principalmente por los liberales cibaeños. México y Santo Domingo se batían al mismo tiempo contra Francia y España.
Los liberales mexicanos y el triunfo de sus reformas abrieron la puerta a la modernidad y a una sociedad igualitaria y democrática, pero en Santo Domingo los conservadores vendieron con cierto éxito que el proyecto de modernidad iba a llegar desde afuera, con la intromisión de España en los asuntos internos de los dominicanos. Muy pronto los dominicanos entendieron las contradicciones políticas, económicas y culturales con España y que aquellas ofertas no eran del interés de los anexionistas.
En julio de 1865 el pueblo dominicano en armas derrotó el ejército imperial español, dando paso al dominio liberal y al restablecimiento de la constitución de 1858, la que de inmediato fue reformada para introducir en ella la libertad de cultos, estableciéndose además de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial el poder municipal, y aunque se reinició las luchas entre liberales y conservadores, fueron los primeros los que establecieron una sociedad que apuntaba a ser más moderna, justa y democrática.
Fue durante el gobierno liberal de José María Cabral, entre 1866 y 1868 que comenzó a divulgarse en Santo Domingo, a través de noticias tardíamente llegadas, la situación política y militar que conmovía el pueblo de México.
Esas informaciones no llegaban al país durante la permanencia del gobierno español, pues los anexionistas habían instaurado la censura de prensa, dificultando el conocimiento de lo que acontecía en México.
Para el período de gobierno liberal-restaurador circulaban en Santo Domingo varios periódicos, entre ellos El Patriota y El Monitor. Fue en este último, órgano oficial del gobierno donde aparecieron las informaciones de la situación mexicana.
En septiembre de 1866 El Monitor reprodujo un artículo aparecido en La Voz de América y publicado en los Estados Unidos el 20 de agosto, donde se planteaba que los “hechos recientes de los partidos mejicanos alientan la esperanza de que pronto se vea aquella república libre de la presencia humillante de los invasores extranjeros (…).
Viéndose oprimidos por un ejército francés formidable, abastecido de los mejores y más abundantes elementos de guerra, y por tropas auxiliares belgas y austriacas, pues no han sido menos de tres las naciones coaligadas contra la libertad de los mejicanos (…). Digno de un pueblo de América es este noble esfuerzo de los mejicanos por castigar la invasión de su territorio, sin conformarse con aguardar a que llegue, sí es que llega, el momento del retiro anunciado de las tropas francesas, como acto espontáneo de la Francia. (El Monitor, año 2, No. 57, septiembre de 1866.)  El 11 de mayo de 1867 apareció en El Monitor el titular ¡Triunfo de América!, en el que llamaban la atención noticias de México interesantísimas: “Las fuerzas republicanas al mando del general Porfirio Díaz ocuparon a Puebla el día 2 del mes pasado después de un reñido combate.
Maximiliano está en mayor conflicto; unos dicen que se halla en Querétaro y otro que se ha ido para la capital”. Ese mismo día se publicó además un parte de guerra tomado del periódico El Siglo, de La Habana, donde se narra la toma de Puebla.( El Monitor, año 3, No. 88, mayo de 1867) A mediado de diciembre del mismo año, se publicaron noticias tomadas de la Revista de Veracruz, del 26 de julio y 17 de agosto, sobre la prisión de Antonio López de Santa Anna,( El Monitor, año 3, No. 106, diciembre de 1867.) y de La Prensa de Guadalajara se reprodujeron informaciones relacionadas con la prisión y la muerte en Querétaro de Maximiliano.
Además de estas informaciones aparecidas en la prensa, resulta interesante un artículo titulado ¡Vindicación!, aparecido en el periódico oficial y firmado por un dominicano con el seudónimo de Kaonabó. La publicación apunta al debate sobre el tema mexicano en Santo Domingo, y de paso quedaba establecida la identidad de propósitos del pueblo mexicano y dominicano:
“Oigo una voz cobarde que a medios tonos del Maximiliano, emperador de Méjico, RECONOCIDO, fue asesinado en Querétaro el 19 de junio. ¡Miente esa voz y mintiera el mundo entero si a semejanza suya intentara sostener la verdad del Imperio, la verdad del reconocimiento, y la verdad del asesinato. ¡Miente brutalmente esa voz que se olvida de la historia, que degrada la conciencia de que procede, que injuria a la civilización! ¡Miente mil veces esa voz cascada, esa voz retrógrada, esa voz decrépita, que por culto a las tiranías hace abstracción de la lógica, y como el cárabo se posa sobre los escombros para graznar en conmemoración de las más bárbaras doctrinas, para invocar votos a favor de un reconocimiento vergonzoso, para establecer un precedente informe contra la América. ¿En qué, ni como se prueba que Méjico reconoció a Maximiliano por su Emperador? ¿En dónde están las actas de su pronunciamiento? ¿Quién las ha redactado?
¿Quién las ha leído? Maximiliano fue Emperador de Méjico por aclamación de Europa, jamás por la del pueblo en que levantó su trono exótico. La espontaneidad mejicana respecto de aquel príncipe y la espontaneidad dominicana respecto de la monarquía española son gemelas en el fondo.
Por eso los mejicanos como nosotros protestaron contra la dominación que le impuso el relajado patriotismo de acuerdo con la entupida codicia; por eso se levantaron como nosotros, abnegados y pujantes, luchando contra una invasión evocada por la oligarquía. Por eso no reposaron en sus hogares, ni se esparcieron en sus lechos, hasta haber establecido como nosotros su violada independencia (…). ¡Proterva Europa! ¡Avergüénzate! ¡Victoriosa Méjico! ¡Regocíjate! ¡Independiente América! ¡Respira!” Kaonabó, ¡Vindicación!( El Monitor, año 3, No. 108, diciembre 1867.
Enterados los liberales dominicanos, como hemos visto, del triunfo de los mexicanos sobre los franceses y de la derrota de Maximiliano y sus aliados conservadores, decidieron el 11 de mayo de 1867, proclamar desde el Congreso a Benito Juárez como Benemérito de América.
En el acta de la sesión del Congreso dominicano el diputado Antonio Madrigal puso en conocimiento de la Cámara la “plausible noticia recibida, de que Juárez acababa de conseguir un espléndido triunfo dando un golpe de muerte al imperio en mal hora fundado en México y que por ese hecho él se hacía acreedor a los vítores de toda la América, pues destruía para siempre la preponderancia de Europa en el continente americano (El Monitor, año 2, No. 99, julio de 1867.)
La propuesta de Madrigal llevó a Juan Bautista Zafra, presidente de la Cámara, a destacar la identidad de causa en que se hallaban Santo Domingo y México habiendo el primero derrotado a los españoles y los mexicanos aplastados a los franceses. El voto favorable a la propuesta de aclamar a Benito Juárez, Benemérito de América fue unánime: “la Cámara toda se puso de pie en honor del Presidente Juárez, aplaudiendo de este modo el triunfo de la causa Republicana en México (El Monitor, año 2, No. 99, julio de 1867.
Con la victoria de México contra los franceses y de la República Dominicana contra los españoles, comenzó definitivamente el fin de la dominación extranjera europea en América. Muchas Gracias.

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