domingo, 7 de diciembre de 2014

NACIONALISMO POLITICO DE FEDERICO GARCIA GODOY

NACIONALISMO POLITICO DE FEDERICO GARCIA GODOY
Federico García Godoy no actuó a manera de un político en el sentido específico de la palabra,  sino como un  teorizante en conceptos de filosofía política. Al modo de  todos los grandes pensadores, tuvo receptividad para   ese linaje de ideas, en razón de que el Estado se mueve actualmente en un ámbito de principios políticos dentro de las cuales están comprendidas las  tendencias económicas y sociales que  deben regir la vida  del hombre.
Algunas de sus obras las escribió anonadado por  el panorama de la realidad socio-político-económica del País en su pasado luctuoso.  En  octubre de 1913 y en su brillante estudio publicado por La Revista de América, órgano dirigido en París por el eminente García Calderón, decía amargamente.
= Parecemos un pueblo envejecido prematuramente gastado, impotente, que,  agostados los ideales que jalonaron su progresivo y corto desenvolvimiento, sólo alcanza a ver en el horizonte ensombrecido, los signos fatales, precursores de un inminente desquiciamiento…. Mi fe robusta va teniendo ya cortos momentos de vacilación. Es peligroso, muy peligroso, el estado actual del alma del pueblo dominicano. En él no hay ni síntomas de la convergencia de ideas y de  voluntades de absoluta necesidad para  cimentar un proceso de adecuada organización jurídica que imprima rumbo más o menos estable a nuestra extraviada e incoherente actualidad política….
Solidario del ideal febrerista, vislumbraba la organización integrante la República a la luz de los principios que iluminaron el pensamiento dominicano en la oscura noche de nuestra esclavitud.
Ante  la urgente necesidad del estado actual que tanto urgía, su nacionalismo literario se  convirtió en nacionalismo político.
Para  el advenimiento de la filosofía de la vida política dominicana necesaria – necesaria – requiere una condición  indispensable, la modificación  ideológica y, por lo tanto psicológica, del elemento nativo,  en cuyo espíritu advertía  una fuerte levadura de indisciplina, de  nociva rebeldía, de descarriado individualismos.
La acción gubernativa encaminada a suscitar nuestra organización  jurídica, económica y político-social, debía  advenir con la presencia de un  verdadero hombre de Estado en la dirección suprema de los destinos patrios. Dicho  estadista, como  condiciones indispensables uniría  a la visión ideal completa, el sentido práctico de los medios, recursos y procedimientos para alcanzar gradual y efectivamente la satisfacción  de las necesidades sociales.
A este respecto dijo en un artículo público en la Revista Cuba Contemporánea, de La Habana.
**** Cuando más necesitados estamos  de estadistas de verdad, sagaces, y previsores, con el sentido más o menos acentuado de las realidades del momento, surgen a granel, productos del medio y de las circunstancias, los ignaros, los  mediocres, los  perfectamente incapaces de atisbar  la complejidad de relaciones y procedimiento que supone la administración del Estado. De ahí, principalmente, de esa falta de competencia, los resultados desastrosos que palpamos a cada paso. No  es posible la dirección firme y fructuosa de un Estado, tal como lo determina la ciencia moderna, sin  el conocimiento previo de sus variados medios de actuación y de  las finalidades que lo integran. Ni  puede  ni  debe considerarse  la libertad y el orden como caminos antitéticos, sino como  formas que se integran en una síntesis luminosa y satisfactoria. Claro está que la  democracia en sí, en sus característicos medios y procedimientos, en sus  fines esenciales de organización jurídica y de  civilización coherente y progresiva, supone colectividades de cierta cultura, ya algo adiestradas para el cumplimiento de tales deberes en el ejercicio de tales derechos ******
A propósito de la anhelada transformación  reclama. Agricultura intensiva, aumento de escuelas y un nuevo método pedagógico, obras públicas, sanidad, y gentes de buena procedencia ética.
Escéptico en materia de leyes cuando éstas no son el  producto de grandes necesidades sociales, considera contraproducente toda legislación importada si no  hay  un perfecto equilibrio, culturalmente hablado entre las naciones
Reconoce la influencia de lejanos atavismos en la  conducta política del pueblo dominicano, pero con certero juicio atribuye, nuestras algaradas revolucionarias, a los desaciertos de la clase gubernativa de la época, carentes de instención culturadora y de la capacidad administrativa.
Pero  a este  nacionalismo de acción  política-administrativa sobrepone un nacionalismo a ultranza para combatir el imperialismo norteamericano, que  en los  primeros  cuatro lustros de este siglo, mantenía en zozobra las  naciones más  débiles y estratégicas del Hemisferio Occidental.
Combatiendo determinados aspectos de la política criolla,  escribió, Bajo la Dictadura, (Moca, 1914),  y enfrentándose al imperialismo sexoamericano; El Derrumbe (estudio acerca de la intervención  de los Estados Unidos de Norteamérica en la República Dominicana, Santo Domingo, 1917), Más tarde dio a la publicidad Al Margen del Plan Peynado, (La Vega, 1922), exteriorizando sus puntos de  vista en torno al Plan de Evacuación.
Con El Derrumbe buscaba, por medio de la protesta, la  conducta cívica y moral que es  de requerirse en  pueblos cuyos derechos han  sido  conculcados en nombre de la fuerza bruta, Y  en la  convicción absoluta de que la vida es una batalla contra los males de  los  hombres, jamás contra el hombre en si,  su pluma fue espada para  combatir el deshonor, cuando no índice luminoso para  señalar el  derrotero de la justicia y el derecho.
Fuente. Armando Cordero. Estudios para la Historia de la Filosofía en Santo Domingo,  Imprenta Arte y Cine República Dominicana, 1956, Págs.184-186

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