La historia no contada del 1ro. de mayo
Por Dálida Acosta.
http://enjusticiaglobal.wordpress.com/2009/05/02/la-historia-no-contada-del-1ro-de-mayo/?relatedposts_hit=1&relatedposts_origin=1875&relatedposts_position=1
En
1889, por acuerdo del Congreso Internacional Obrero Socialista se
instauró el 1ro de mayo como el “Día Internacional de los Trabajadores”.
Hoy,
1ro de mayo, conmemoramos las luchas que desde hace aproximadamente dos
siglos han realizado y siguen realizando los trabajadores y
trabajadoras del mundo en contra de la explotación a la cual el sistema
capitalista les somete.
Desde
Justicia Global hacemos un llamado a rescatar la memoria histórica de
la lucha organizada de los trabajadores y trabajadoras del mundo; y a
que conmemoremos este día luchando con la misma rabia e indignación con
la que nuestros predecesores se opusieron a este sistema de explotación y
dominación, que enriquece a unos cuantos a costa de los trabajadores y
trabajadoras.
Te invitamos a leer “La Historia no contada del 1ro. de mayo”….
LA HISTORIA NO CONTADA DEL 1RO DE MAYO
A
principios del siglo XIX, tanto en Europa como en Estados el proceso de
revolución industrial, que se había iniciado a mitad del siglo
anterior, había tenido como consecuencia el nacimiento del capitalismo
industrial, que propiciaba la emergencia fábricas y que multiplicaba sus
ganancias a partir de la extensión de la jornada laboral. En estas
fábricas se les exigía trabajar hasta dieciséis horas diarias, durante
seis días a la semana, incluso a niños y niñas, la mayoría de las veces
en jornadas de trabajo muy pesadas, y precarias condiciones de
salubridad.
Ya
para mediados del siglo XIX, se había intensificado la lucha de la
clase trabajadora por la reducción de la jornada laboral. En Europa, la I
Internacional había acordado en el Congreso de Ginebra, en 1866, agitar
mundialmente por la jornada de trabajo de 8 horas. Además, en Estados
Unidos en 1867, en el Congreso Obrero de los Estados de Este se dedicó
gran parte de los debates a la jornada de 8 horas.
En
varios países de Europa se empezaban a ceder ante las demandas de los
trabajadores y trabajadoras. Sin embargo en Estados Unidos, la
reivindicación de las 8 horas llevó más tiempo. No fue hasta 1868 que la
clase obrera estadounidense logró que el gobierno aceptara la reducción
de la jornada laboral cuando el presidente de ese entonces Andrew
Johnson dictó la Ley Ingersoll, que estableció la jornada laboral de 8
horas para los empleados de las oficinas federales y a los trabajadores
de obras públicas. Pero a pesar de esto, dicha ley no era cumplida al
100% debido a que había fuertes oposiciones, y los empresarios privados
seguían sometiendo a sus empleados a jornadas laborales de 12 y 14 horas
diarias.
Para
1873, la crisis pegó a la economía estadounidense, provocando masivos
despidos y empeorando las condiciones para los trabajadores. En esos
momentos, la demanda por una reducción de la jornada de trabajo se
volvió más fuerte, y se presentó como una alternativa de aumentar la
demanda de trabajo.
En
1877, se dio una gran huelga ferroviaria, cuando los dueños de los
ferrocarriles en Pittsburgh comunicaron a los trabajadores una reducción
en su salario de un 10% con el argumento de que las empresas estaban
perdiendo dinero por la crisis. Los propietarios ya les habían reducido
el salario en un 25% desde hacía 4 años atrás a estos trabajadores para
salvar sus ganancias. Por lo que este comunicado provocó el
levantamiento de una huelga general que se extendió a 17 estados.
Los
dueños de los ferrocarriles consiguieron el apoyo del gobierno para que
el Ejército reprimiera a los huelguistas, que tenían como una de sus
demandas la reducción de la jornada de trabajo a 8 horas. Trabajadores
en Pittsburgh, Saint Lous, Mississippi y otras ciudades fueron
sangrientamente reprimidos.
Para
este momento la lucha se había vuelto tan violenta, que la burguesía
contrató grupo de civiles armado para proteger sus bienes, las llamadas
bandas armadas anti-obreras. Una de las más famosas de estas bandas fue
la de los hermanos Pinkerton, estos proporcionaban bandas armadas,
espías, provocadores y asesinos a sueldo. Las autoridades hicieron caso
omiso de la existencia de estas bandas criminales, y hasta borraban los
antecedentes penales de sus integrantes.
En
1881 se funda la Federación Norteamericana del Trabajo (AFL, por sus
siglas en inglés), que reunía varias organizaciones sindicales, y a
través de la cual se exigía un cumplimiento riguroso de la jornada de 8
horas para los trabajadores de obras públicas, y que se extendiera el
beneficio de las 8 horas a todos los trabajadores, sin distinción de
sexo o edad.
En
noviembre de 1884, se reúne en Chicago el IV Congreso de la AFL, y se
propone iniciar los preparativos para una huelga general el 1ro de mayo
de 1886, esta decisión estaba fortalecida por la experiencia
internacional del movimiento obrero en aquella época, sobre todo del
movimiento sindicalista inglés.
Es
en ese momento, cuando el movimiento sindicalista que antes había
estado fragmentado, acuerda llevar como demanda única y concertada la
reducción de la jornada de trabajo a 8 horas a través de una huelga
general. El 1ro de mayo de 1886 estalló en Estados Unidos la huelga
general por la jornada de 8 horas, según algunas fuentes, más de 5,000 fábricas fueron cerradas y 340,000 trabajadores salieron a las calles a manifestarse.
También
señala que alrededor de 125.000 obreros conquistaron la jornada de 8
horas el mismo 1° de mayo, a final de mes fueron unos 200.000, y antes
que terminara el año, un millón.
Sin
embargo, en Chicago, los acontecimientos tomaron otro giro. En este
estado las condiciones de pobreza de los trabajadores y trabajadoras
eran peores; trabajaban 13 y 14 horas diarias. Allí la empresa McCormik,
había estado reprimiendo, a través de rompehuelgas contratados, a sus
trabajadores, quienes se habían levantado en huelga desde febrero de ese
mismo año. Con el estallido de la huelga general el 1ro de mayo, la
fábrica McCormik seguía funcionando con la ayuda de los rompehuelgas,
provocando choques entre los demás trabajadores de la ciudad y estos. Al
día siguiente, el ambiente se había encendido cuando 50,000 huelguistas
que se habían manifestado en el centro de Chicago, fueron violentamente
reprimidos por la policía. El 3 de mayo, se realizó una nueva
manifestación, ahora frente a la fábrica McCormik, esta fue organizada
por la Unión de los Trabajadores de la Madera, la manifestación fue
reprimida por los rompehuelgas y por la policía, esta última disparó
sobre la multitud dejando 6 muertos y varios heridos.
A
raíz de este suceso, varios dirigentes socialistas y anarquistas
convocaron a una gran concentración de protesta el 4 de mayo en la Plaza
Haymarket a las 4 de la tarde. Ese día se reunieron alrededor de 15 mil
personas para manifestarse en contra de la represión brutal hacia los
trabajadores en McCormik. Antes que terminara el mitín, cuando ya
quedaban unos miles, debido a que se habían retirado algunos por la
lluvia, 180 policías avanzaron sobre los manifestantes, ordenando
terminar el mitin de inmediato, y cuando los policías habían tomado
posición para disparar, de la muchedumbre alguien lanzó una bomba del
tamaño de una naranja hacia los policías. Luego del estruendo, los
policías se reorganizaron y dispararon contra la multitud, matando 38
obreros y dejando otros 115 heridos. Mientras que la explosión solo dejó
un saldo de 7 muertos en la policía.
Los
grupos empresariales utilizaron este hecho, y movieron sus influencias
en la policía y en los departamentos de justicia para implicar en un
juicio de “conspiración de homicidio” a 8 dirigentes y/o miembros de
organizaciones socialistas y anarquistas quiénes habían participado en
la convocatoria al mitin. Estos eran: August Spies, Michael Shwab, Oscar
Neebe, Adolf Fischer, Louis Lingg, George Engel, Samuel Fielden y
Albert Parsons.
El
juicio a estos 8 hombres estuvo viciado por la selección de un jurado
que diera garantía de tener prejuicios anti-socialistas,
anti-anarquistas, anti-obreros, además de la fabricación de pruebas, la
compra de testigos, entre otras acciones corruptas.
El
fiscal representante del Estado de Illinois, el Sr. Grinnel no pudo
probar la participación directa en el delito que se les imputó, sin
embargo se sentenciaron injustamente a los acusados. El 20 de agosto de
1886 se dictó el veredicto del jurado, se condeno a muerte a Spies,
Shwab, Lingg, Engel, Fielden, Parsons y Fischer, y a 15 años de trabajos
forzados a Oscar Neebe.
Luego
de la sentencia se produjeron grandes movilizaciones populares en todos
los Estados Unidos, y en algunos países de Europa, con el objetivo de
lograr anular la sentencia. La noche antes de la ejecución, Lingg se
suicidó, y el gobernador de Illinois substituyó la pena de muerte de
Schwab y Fielden por la de cadena perpetua.
El
11 de noviembre de 1887 fueron ejecutados en la horca, Engel, Spies,
Parsons y Fischer. Las últimas palabras de Spies fueron: “La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”.
En
1889, por acuerdo del Congreso Internacional Obrero Socialista se
instauró el 1ro de mayo como el “Día Internacional de los Trabajadores”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario