LA GÉNESIS DEL DESCUBRIMIENTO
LA GÉNESIS DEL DESCUBRIMIENTO
El descubrimiento de América se produce en un momento en que las circunstancias económicas, sociales y culturales de Europa eran favorables a su proyección ultramarina. Por una parte, el resurgimiento cultural del siglo XIII, que abrió las puertas al Renacimiento, con su consiguiente carga de humanismo cristiano. Por otra, las nuevas necesidades económicas, que aumentaron la circulación monetaria y facilitaron las exigencias de lujo con la importación de artículos suntuarios, y particularmente las especias, que alcanzaban precios altísimos como condimentos, como medio para la conservación de alimentos, y como fármacos, cuyo peso en la economía medieval no dejó de aumentar. El deseo de alcanzar las tierras donde se producían tales especias creció al mismo tiempo que el precio y las dificultades para su aprovisionamiento.
El principal obstáculo para llegar a esos países, aparte de la distancia, era la interposición islámica: el paso a Oriente por el Mediterráneo se hallaba interceptado por los musulmanes, y las posibilidades de un recorrido con éxito por tierra eran escasas. Pero la idea de la esfericidad de la Tierra, recuperada desde el siglo XIII, permitía albergar la esperanza de alcanzarlos por la vía de Occidente El problema estaba en calcular las distancias que separaban el Occidente europeo de ese mundo oriental fabuloso. En ese sentido, una serie de errores de cálculo, como luego veremos, fueron los que impulsaron a Colón a adentrarse en el Atlántico pensando en llegar a las Indias Orientales.
También la técnica tenía mucho que decir en la génesis de los viajes de descubrimiento. Los progresos técnicos de la navegación fueron otro de los factores definitivos en este proceso descubridor. Entre estos avances, es preciso destacar dos: la brújula y la carabela, nave de origen portugués y árabe, muy ligera y adecuada para la gran travesía oceánica.
Por otro lado, desde la época de las Cruzadas los contactos de Europa con Oriente habían despertado la curiosidad y el afán de evangelizar las tierras desconocidas de Asia. Además, se recibían noticias, como las aportadas por el veneciano Marco Polo, sobre la existencia de un príncipe cristiano que habitaba en tierras remotas, el Preste Juan de las Indias, con el que se quería establecer relaciones para frenar la expansión islámica. Estas inquietudes, unidas a los problemas del comercio con Oriente, provocaron la búsqueda de una vía de
comunicación alternativa. Esta búsqueda fue iniciada por los portugueses, que centraron sus fuerzas en un objetivo: llegar a Oriente rodeando África. El culmen de estas exploraciones, iniciadas por el Infante don Enrique el Navegante, tiene lugar cuando Bartolomé Días dobla en 1487 el extremo sur africano, que recibirá significativamente el nombre de Cabo de Buena Esperanza.
Cuando ya Portugal se empeñaba en la vía africana, los reyes españoles aún estaban centrando sus esfuerzos en la Reconquista de la Península. La Guerra de Granada, última fase de este empeño, estaba llegando a su fin cuando apareció en la Corte de los Reyes Católicos un personaje que iniciaría el camino hacia un cambio fundamental en la historia de la humanidad: Cristóbal Colon
El descubrimiento de América se produce en un momento en que las circunstancias económicas, sociales y culturales de Europa eran favorables a su proyección ultramarina. Por una parte, el resurgimiento cultural del siglo XIII, que abrió las puertas al Renacimiento, con su consiguiente carga de humanismo cristiano. Por otra, las nuevas necesidades económicas, que aumentaron la circulación monetaria y facilitaron las exigencias de lujo con la importación de artículos suntuarios, y particularmente las especias, que alcanzaban precios altísimos como condimentos, como medio para la conservación de alimentos, y como fármacos, cuyo peso en la economía medieval no dejó de aumentar. El deseo de alcanzar las tierras donde se producían tales especias creció al mismo tiempo que el precio y las dificultades para su aprovisionamiento.
El principal obstáculo para llegar a esos países, aparte de la distancia, era la interposición islámica: el paso a Oriente por el Mediterráneo se hallaba interceptado por los musulmanes, y las posibilidades de un recorrido con éxito por tierra eran escasas. Pero la idea de la esfericidad de la Tierra, recuperada desde el siglo XIII, permitía albergar la esperanza de alcanzarlos por la vía de Occidente El problema estaba en calcular las distancias que separaban el Occidente europeo de ese mundo oriental fabuloso. En ese sentido, una serie de errores de cálculo, como luego veremos, fueron los que impulsaron a Colón a adentrarse en el Atlántico pensando en llegar a las Indias Orientales.
También la técnica tenía mucho que decir en la génesis de los viajes de descubrimiento. Los progresos técnicos de la navegación fueron otro de los factores definitivos en este proceso descubridor. Entre estos avances, es preciso destacar dos: la brújula y la carabela, nave de origen portugués y árabe, muy ligera y adecuada para la gran travesía oceánica.
Por otro lado, desde la época de las Cruzadas los contactos de Europa con Oriente habían despertado la curiosidad y el afán de evangelizar las tierras desconocidas de Asia. Además, se recibían noticias, como las aportadas por el veneciano Marco Polo, sobre la existencia de un príncipe cristiano que habitaba en tierras remotas, el Preste Juan de las Indias, con el que se quería establecer relaciones para frenar la expansión islámica. Estas inquietudes, unidas a los problemas del comercio con Oriente, provocaron la búsqueda de una vía de
comunicación alternativa. Esta búsqueda fue iniciada por los portugueses, que centraron sus fuerzas en un objetivo: llegar a Oriente rodeando África. El culmen de estas exploraciones, iniciadas por el Infante don Enrique el Navegante, tiene lugar cuando Bartolomé Días dobla en 1487 el extremo sur africano, que recibirá significativamente el nombre de Cabo de Buena Esperanza.
Cuando ya Portugal se empeñaba en la vía africana, los reyes españoles aún estaban centrando sus esfuerzos en la Reconquista de la Península. La Guerra de Granada, última fase de este empeño, estaba llegando a su fin cuando apareció en la Corte de los Reyes Católicos un personaje que iniciaría el camino hacia un cambio fundamental en la historia de la humanidad: Cristóbal Colon
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