viernes, 11 de enero de 2013

Hato y habitación (Segunda Parte) El Hato

Hato y habitación (Segunda Parte)
El Hato
Por Francisco Bernardo Regino y Espinal*
Profesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) y miembro colaborador de la Academia Dominicana de la Historia
Fuente: BAGN-2006 No. 116-02, Conuco, Hato y Habitaciones, 1764-1827)
¿Cómo interpretaron o definieron lo que era un hato los que vivieron en Santo Domingo español hasta el siglo XIX? La construcción de una definición a partir de las observaciones que se hacen de las características de esa unidad de producción resulta importante para entender la lógica de la mentalidad de los españoles de la parte del este y de los franceses de la parte del oeste de la isla de Santo Domingo, principalmente en los siglos XVIII y XIX.
En la historia colonial de la isla Hispaniola aparece con una alta frecuencia el nombre de hato para referirse a una unidad productiva que servía como base de la economía insular y que era fuente importante para la producción de bienes para consumo ofertados tanto en el mercado interno como para el mercado de exportación. Las exportaciones permitían generar los ingresos para poder consumir los bienes manufacturados importados desde las metrópolis europeas. Los propietarios de los hatos eran conocidos con el nombre de hateros.
En la colonia española de Santo Domingo, las haciendas denominadas hatos eran propiedades dedicadas principalmente a la producción de ganado (con preponderancia del vacuno) y productos agrícolas.
Los antropólogos J. Geffroy y Margaret Vásquez Geffroy, nos resumen el origen del hato en Santo Domingo:
“Brevemente, el sistema del hato nació del tipo de uso y repartimiento de tierras promovido por la Corona española como se refleja en las cédulas del siglo XVI relativas al uso y tenencia de la tierra en las nuevas colonias y que en sentido general estimulaba la colonización de las posesiones españolas en América (Alburquerque, 1961:13). Los colonizadores solicitaron el uso de grandes extensiones de tierra no poblada (“realenga”). Bajo esta concesión el uso continuado de la tierra era lo que daba derecho al usuario. Las bases del sistema de explotación desarrollado para estas grandes extensiones de tierra fueron la formación de “hatos” o manadas de reses vacunas o de otro tipo y el cultivo de subsistencia de ciertos productos agrícolas básicos que el propietario del “hato” y su ayudante (esclavo o libre) mantenían diseminados en su posesión (Del Monte y Tejada, 1890, vol. 3: caps. I y II; pp. 96, 97, 100 et Passim; Alburquerque, 1961: 12 ff.)”.23 (Geoffrey, John y Margaret. “Influencia del sistema del hato en la organización familiar del campesinado dominicano”. EME-EME, Vol. III, No. 18. Mayo-Junio 1975. pp. 107-108.)
Nótese que el concepto de hato está asociado desde sus inicios en primer lugar por la existencia de “«grandes extensiones de tierra no poblada” en las que se desarrollaban las “manadas de reses vacunas o de otro tipo”, y en segundo lugar por “el cultivo de subsistencia de ciertos productos agrícolas básicos” que tanto “el propietario del hato y su ayudante (esclavo o libre) mantenían diseminados en su posesión”.
El conuco y el hato forman una pareja inseparable en la historia dominicana, hasta el punto que en los documentos notariales de los siglos XVIII y XIX juegan un papel de importancia en los inventarios y las cuentas de bienes que se realizaban con fines de herencias. De la existencia del conuco y su importancia nos dan cuenta John y Margaret Geffroy, cuando resaltan que:
“Los primeros documentos históricos de Santo Domingo indican que donde había hatos se desarrollaba una agricultura de subsistencia en pequeña escala mientras que la crianza de animales era cualquier cosa menos en pequeña escala”
. El historiador dominicano Fernando Pérez Memén, un estudioso del tema de la esclavitud en Santo Domingo, nos refiere el hato dentro del contexto de las relaciones de producción amo-esclavo, y tomando como referencia a otros historiadores dominicanos (Roberto Cassá, Rubén Silié) apunta lo siguiente:
“La estructura económica del país influyó mucho en la configuración de las relaciones esclavistas que llevaron a la dulzura del trato. En efecto, la naturaleza de los hatos (amplias extensiones de tierras), el trote del ganado en busca de agua y comida, y las limitaciones de agotar las potencialidades productivas llevó al amo a dar ciertas libertades al esclavo. Así después de terminada sus tareas éste se dedicaba a labores agrícolas en terrenos del amo, el cual también permitía que aquel trabajase en haciendas vecinas a cambio de una renta diaria. En las ciudades sus dueños les permitían realizar labores para otros a cambio de un jornal. Pagadas sus rentas los esclavos ahorraban con la finalidad de comprar su libertad, ahorro denominado peculio. Después de varios años de trabajo lograban al fin obtener, por el referido medio, su libertad”
Las tierras, el ganado y los conucos eran los elementos del hato, los cuales eran trabajados por los esclavos y el amo cuando éste estaba presente.( Pérez Memén, Fernando. “La iglesia y el negro esclavo”. Anuario Academia de Ciencias de la República Dominicana. No. 6, año 1982. p. 219.
La habitación
Como consecuencia de las llamadas devastaciones de 1605 y 1606 de las partes norte, noroeste y oeste de la isla que fueron dirigidas por el gobernador Osorio, en la parte noroeste se fueron formando unidades productivas dedicadas a obtener frutos de la tierra, así como pieles y carnes del ganado que vagaba en los montes con relativa abundancia. Estos asentamientos con carácter de permanencia, eran llamados por los franceses habitaciones y sus propietarios habitantes. De modo, que tanto el hato como la habitación tenían una finalidad común: primero producir para el autoconsumo y el mercado interno, y en segundo lugar producir excedentes para el comercio exterior y obtener los recursos para adquirir las manufacturas importadas que se requerían en el mercado interno.
En la colonia francesa de Saint-Domingue las haciendas denominadas habitaciones fueron propiedades dedicadas principalmente a la producción agrícola, de manera particular a la caña de azúcar, el aguardiente de caña llamado tafiá o guildiverie, (26) (Moreau de Saint-Méry, M. L. E. Descripción de la parte española de Santo Domingo. p. 407. El traductor C. Armando Rodríguez señala la siguiente nota: “La guildiviere es la industria para fabricar el tafiá, el clairen, el ron, el aguardiante extraídos del jugo de la caña. Es lo mismo que decir alambique. El tafiá es un alcohol producido por destilación de las melazas, las heces del azúcar. El tafiá rectificado se convierte en ron. El clairen, es el mismo alcohol de menor graduación. El arac, arak, arach, arack es el mismo aguardiente”). café, cacao, añil, algodón y bija. Desde el punto de vista económico, el modo de operación de las habitaciones puede definirse como una explotación intensiva, donde el uso de sus principales recursos (tierras y esclavos) estaba orientado hacia la producción para la exportación, manejados con criterios capitalistas y racionales, por lo que la rentabilidad de la explotación era el norte que definía su funcionamiento.
Hatos como habitaciones
Puede establecerse que el nombre que adquirían las haciendas dedicadas a la producción entre los españoles era el de hato y entre los franceses el de habitación. En las posesiones francesas del Caribe como Martinica y Guadalupe, el nombre de las haciendas es también el de habitación. En las posesiones españolas ocurre lo mismo con respecto al hato. En los documentos coloniales relacionados con la isla de Santo Domingo, el nombre de habitación para referirse a la hacienda o propiedad rural dedicada a la producción, aparece en los períodos en que los franceses empiezan a establecerse en las posesiones españolas. Los hatos y las habitaciones solían identificarse generalmente con el nombre del propietario o del lugar donde estaba localizado como una manera de individualizarlos.
En los protocolos notariales de los archivos coloniales de Santo Domingo (por ejemplo en el Archivo Real del Seibo) el nombre de habitación y habitantes para referirse a la propiedad y a los propietarios, aparece en documentos que fueron hechos a partir de la llamada Era de Francia (1795-1809) por causa del Tratado de Basilea en 1795, pasando por el período de la ocupación haitiana (1822-1844) hasta años después de la Independencia de la República Dominicana.
El hato según Daniel Lescallier en 1764
Los viajeros que pasaron por Santo Domingo español en los siglos XVIII y XIX dejaron descripciones interesantes sobre los hatos y la vida que llevaban los hateros, sus relaciones con los esclavos y los ajuares que poseían. Daniel Lescallier, un ingeniero francés que visitó la parte este de la colonia de Santo Domingo en 1764 nos da una descripción de los hatos:
Los habitantes de la ciudad de Santo Domingo no se dedican al comercio ni conocen la agricultura. Sin embargo, todos tienen viviendas. La mayoría de sus tierras está compuesta de hatos donde mantienen muchos bueyes, plátanos y algún cacao, de los cuales cada particular apenas saca lo necesario para su propio consumo. En cuanto a los bueyes, no rinden mucho en Santo Domingo. Se puede adquirir el buey más hermoso por 4 piastras. Apenas los ricos comen pan. La mayor parte de ellos se alimentan de cazabe, plátanos y carne. En los alrededores se encuentran algunos ingenios languidecientes y de los cuales salen muy pocas exportaciones”. ( Lescallier, Daniel. “Nociones sobre los principales lugares de la colonia española por un ingeniero francés que la visitó en 1764”. En Rodríguez Demorizi, Emilio. Viajeros de Francia en Santo Domingo. 1ra. ed., XIV. Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Geografía, 1979. p. 15.)
A partir de las observaciones hechas por Lescallier en el año 1764, el hato queda definido como las “tierras donde se mantienen muchos bueyes”, y se cultivan productos agrícolas para el autoconsumo tales como “plátanos y algún cacao”. De modo que el principal producto del hato es el ganado, principalmente vacuno y como productos secundarios algunos productos agrícolas para la dieta diaria.
El concepto de hato de Lescallier puede extenderse a toda la parte este de la isla de Santo Domingo, ya que este viajero francés recorrió gran parte del territorio reconociéndolo con detalles de lugares y distancias, según sus informes. En su reporte Itinerario desde Santo Domingo a Cap-Français y desde esta ciudad hasta el límite de San Rafael pasando por Azua y San Juan, 75 ½ leguas (1764),28 narra día por día como en diez jornadas realizó en el año 1764, el viaje desde Santo Domingo en la parte este hasta la ciudad de Cabo Francés, cruzando ríos, arroyos, montañas, sabanas, pernoctando en hatos, y contemplando la naturaleza y las propiedades de los hateros. Lescallier da cuenta de otro viaje en su reporte titulado Itinerario desde el río Masacre a Santo Domingo por Santiago La Vega y Cotuí, 64 ½ leguas (1764),29 en el cual detalla el camino seguido durante siete jornadas, recorriendo entre 7 y 8 leguas por jornada (entre 28 y 32 kilómetros diarios) para un total de 64 ½ leguas en las siete jornadas (unos 258 kilómetros en una semana).
Entre otros hatos, pasa por el hato de don Luis de Tende, por la Sabana de Jácuba (p. 61), hato de Rancheadero, “a una legua del río Guayubín” (p. 63), Hato Mayor en Santiago (p. 66), Hato de Cevicos (p. 69), Hato Sabana de Don Juan (p. 70); Hato de San Pedro, Hato de la Guita y Hato de la Luisa (p. 71).
Al señalar Lescallier que “no se dedican al comercio ni conocen la agricultura” queda claro que no se explotaba la tierra en la parte del Santo Domingo español que observaba, de la misma manera que los franceses lo hacían en la parte oeste, es decir, no existía una agricultura organizada, orientada hacia los mercados de exportación como la tenía Saint-Domingue.
La producción agrícola del hato estaba limitada a algunos productos, tales como “plátanos y algún cacao, de los cuales cada particular apenas saca lo necesario para su propio consumo”. La confirmación de la producción hatera se manifiesta con el detalle de los principales productos que servían para la alimentación de la mayor parte de la población: “cazabe, plátanos y carne”. De estos productos de la dieta diaria, sólo el cazabe requería de un proceso de producción que resultaba bastante artesanal y que era una herencia de los indígenas que poblaron la isla cuando los españoles la descubrieron.
La observación sobre los habitantes de la ciudad quem “no se dedican al comercio” significa en este contexto que al no tener excedentes importantes en la producción de los hatos, el volumen del intercambio en el mercado era poco significativo. El escaso o casi nulo intercambio con el exterior queda manifiesto cuando
Lescallier observa que “en los alrededores se encuentran algunos ingenios languidecientes y de los cuales salen muy pocas exportaciones”, lo que confirma el aislamiento de la parte este de Santo Domingo con los mercados internacionales. “Se ven también varias plantaciones de cacao bastante hermosas y recientemente establecidas por algunos fugitivos franceses. El terreno de toda la llanura de Santo Domingo es, por lo general, bueno, pero le hacen falta hombres e industrias. Todavía todo es aquí bosque o sabana hasta el pie de las murallas de la ciudad, sin un jardín ni la menor legumbre. No hay ni siquiera un mercado en esta ciudad, la capital más antigua de América.
Las pocas cañas que se ven en las viviendas son muy lozanas y llenas de jugo. El cacao es también muy bello y de la mejor calidad, dándose todo casi sin cultivo, prueba cierta de la gran fertilidad del terreno”.30 Lescallier señala como las “plantaciones de cacao” que observa son “bastante hermosas y recientemente establecidas por algunos fugitivos franceses”. Este detalle sirve para diferenciar la laboriosidad, dedicación e ingenio de los franceses con respecto a los españoles, lo cual es común entre los viajeros y cronistas franceses (v. gr. Lemonnier-Delafosse, Moreau de Saint-Méry), quienes destacan la dejadez, vagancia e indiferencia de los residentes en el lado este de la isla de Santo Domingo versus la capacidad de trabajo e iniciativa de los colonos franceses.
Las notas de Lescallier revelan a un hombre con una visión de negocios clara para cualquier época, al poner de manifiesto en su análisis los recursos existentes: del terreno dice que es bueno y de gran fertilidad; del potencial de explotación dice que “todo es aquí bosque o sabana hasta el pie de las murallas de la ciudad, sin un jardín ni la menor legumbre”, indicando que no ha sido cultivado y que aún son vírgenes, desaprovechándose el recurso tierra donde no se cultiva “un jardín ni la menor legumbre”. Sólo trabajo y voluntad faltaba en la visión de Daniel Lescallier para hacer prosperar la parte este de la isla de Santo Domingo, porque la naturaleza aportaba generosamente su parte, en una tierra donde “las pocas cañas que se ven en las viviendas son muy lozanas y llenas de jugo” y donde “el cacao es también muy bello y de la mejor calidad, dándose todo casi sin cultivo, prueba cierta de la gran fertilidad del terreno”. La diferencia entre la miseria de la parte este y la prosperidad de la parte oeste estaba dada por el hombre y sus ambiciones, por su iniciativa y capacidad para explotar la tierra y a los esclavos que la trabajaban, por el deseo de generar las ganancias y aumentar el capital.
La falta de dinámica del comercio la deja clara cuando señala que “no hay ni siquiera un mercado en esta ciudad, la capital más antigua de América”, como quien le enrostra la vergüenza de no haber sabido mantener con el trabajo, la producción y el comercio la primacía como ciudad del Nuevo Mundo.
Conclusiones sobre el hato, 1764-1827 Entre la descripción del hato hecha por Daniel Lescallier en 1764, la de Moreau de Saint-Méry en 1796 y la que observamos en 1827 en el hato Los Palitos, se mantienen los elementos básicos que componen el hato en la parte este de la isla de Santo Domingo. Entre el reporte de Lescallier (1764) y el de Moreau de Saint- Méry (1796) transcurren 32 años, y entre éste último y el contrato de trabajo del hato Los Palitos (1827) 31 años, de modo que el concepto básico del hato no varió en un lapso de 63 años, habiendo pasado por los tres últimos períodos coloniales (primer periodo español 1492-1795, Era de Francia 1795-1809, España Boba 1809-1821), el primer período republicano de la Independencia Efímera (1821-1822) y la ocupación haitiana (1822-1844).
En el período francés y en el de la ocupación haitiana, los hatos pasaron a llamarse en algunos documentos habitaciones en la parte este de la isla, pero sin las características propias de las habitaciones de la parte oeste: fue un simple cambio de nombre, pues aunque se hicieron esfuerzos notables por parte de las autoridades haitianas que gobernaban Santo Domingo español, los veintidós años de ocupación haitiana no fueron suficientes para cambiar las costumbres, hábitos, prácticas y relaciones en la estructura social y económica de la sociedad dominicana.
El conuco dominicano mantuvo su identidad como institución agrícola orientada primariamente al autoconsumo, y de modo secundario a producir excedentes para con su venta en el mercado local obtener ingresos que permitían demandar otros bienes de consumo tanto locales como de importación.
Para los siglos XVIII y XIX las unidades de producción más importantes para la parte del este de la isla de Haití ó Santo Domingo fue el hato para la producción de ganado y como su apéndice el conuco, mientras que en la parte del oeste lo fue la plantación orientada a la exportación denominada habitación teniendo el lacou como su complemento
Documento El “hato Los Palitos”: contrata de cultivadores bajo el Código Rural de Haití, 1829.92 AGN-ARS-25-180-f.20r a 21r, 1827 Contrata ex esclavos Hato Los Palitos, en Quiabón de El Seybo Protocolo Notario Domingo Pérez 1827
Transcripción por Bernardo Regino “/f.20r/ En el paraje de QUIABÓN territorio y jurisdicción de la común del Seybo, el día tres del mes de abril de mil ochocientos veinte y siete, año veinte y siete y cuatro de la independencia, ante mi el infrascrito Notario publico de esta dicha común del resorte del Tribunal Civil de Santo Domingo, residente y domiciliado en ella y testigos que se nominaran, comparecieron los ciudadanos FRANCISCO TRAVIESO del Comercio de Santo Domingo, y propietario del HATO nombrado LOS PALITOS, situado en la común de Higüey, vecino domiciliado en aquella ciudad, y JULIAN, MEREGILDO, VICTORINO Y ROSA TRAVIESO mujer de este ultimo con sus tres hijos nombrados FRANCISCO, JUANA Y MARIA TRAVIESO, antes cultivadores en la HABITACIÓN de la CANDELARIA perteneciente al ante dicho FRANCISCO TRAVIESO en dicho QUIABÓN, a quienes doy fe conocer y dijeron: Que entre ellos han celebrado una contrat con arreglo a la Ley Número Tercero del CODIGO 92 Archivo General de la Nación (AGN). Fondo Archivo Real del Seibo (ARS), Caja (Legajo) No. 25, Expediente No. 180, folios 20r al 21r:
Protocolo Notario Domingo Pérez, año 1827. Acto de fecha 3 abril 1827, Contrata de Cultivadores entre Francisco Travieso, propietario del hato nombrado Los Palitos, situado en la Común de Higüey, y los cultivadores Julián, Meregildo, Victorino y Rosa Travieso, mujer de este último, con sus tres hijos nombrados Francisco, Juana y María Travieso. RURAL DE HAYTI, para trabajar los últimos en el hato del primero durante el tiempo de NUEVE AÑOS según lo dispuesto por el Capítulo Segundo de la Ley Numero Cuatro del dicho Código en su HATO DE LOS PALITOS, y queriendo asegurarla en los términos que correspondan a la Ley para que por ninguno de los comparecientes haya retrato (sic) ni discusión, han convenido escriturarla expresando las condiciones que la formalicen en el modo siguiente; PRIMERAMENTE que el ciudadano FRANCISCO TRAVIESO se obliga a dar a los dichos durante el tiempo de los NUEVE AÑOS la (esquifa)ción según la costumbre del país, UNA MUDA DE ROPA A CADA UNO UNA VEZ AL AÑO y la CUARTA PARTE DE TODOS LOS VÍVERES que ellos siembren de cualesquiera especie que sean, y el total de los que anual)mente siembre, y cultiven en sus conucos, que fabriquen (…roto) se le señalan pro el
Código Rural, y HORAS DE REPOSO, CURACIÓN DE EN) FERMEDADES COMO BUEN PADRE DE FAMILIA, y que siempre que por (…) fundado o ventaja que se le proporcione al propietario le permite disponer /fol. 20v/ dicho hato trasladarlos a otro establecimiento lo pueda hacer ante la indemnización de la parte de víveres que a cada uno le corresponde. SEGUNDO: Que los DICHOS CONTRATANTES SEAN OBLIGADOS A RESIDIR en el HATO DE LOS PALITOS perteneciente al compareciente durante los NUEVE AÑOS, SIENDO OBLIGADOS A MANTENER LAS PALIZADAS DEL CRIADO Y CONUCO EN BUEN ESTADO reedificándolas, y reforzándolas cada vez y cuando sea necesario a la disposición y dirección (del) MAESTRO HATERO a quien responderán y obedecerán en todo lo que le ordenare concerniente a la conservación del hato, construcción y CULTIVO DE LOS CONUCOS que allí existieren (y) que en adelante fabricaren, como también el cuido de los animales que se hallen dentro de la cerca del dicho hato, cumpliendo y obrando todo cuanto esta dispuesto por el CODIGO RURAL concerniente al establecimiento y administración de los hatos que a ellos toque. TERCERO: que el propietario del hato se obliga a darles las bestias que necesiten para conducir los víveres que les toque de la partición, al pueblo donde PUEDAN VENDERLOS LOS DIAS DE FIESTA que están señalados o en otros según lo exija la calidad de los que cosecharen, y últimamente que CUMPLIDOS LOS NUEVE AÑOS, que se contaran desde el día de la fecha, si les convinieren a los contratantes refrendaran la dicha contrata o harán la que les convenga: En cuya consecuencia para que en todo tiempo se les pueda apremiar a citar y pasar, cumplir y ejecutar), otorgan la presente en la cual dan por insertas todas las cláusulas, requisitos, solemnidades y circunstancias que se requieran para validación y firmeza con obligación de sus bienes habidos, y por haber en cumplimiento a lo estipulado, los compelen y apremien por todo (...) de derecho como si fuera por sentencia pronunciada por tribunal confort. 21r/ patente por ellos consentida, no apelada y pasada en autoridad de cosa juzgada con renunciación de cualesquiera Leyes que convengan y de derecho se requieran y Declaran que su residencia y domicilio es el que queda expresado y las respectivas de su morada que es fecha en el paraje de QUIABÓN el mismo día mes y año arriba citado y habiéndosele leído a las partes, Declararon su conformidad firmando el primero de los comparecientes con dos testigos que lo fueron presentes y vecinos los ciudadanos PEDRO GOTRAU, CAPITAN AYUDANTE MAYOR DE LA PLAZA, y JUAN BATISTA PUERLIE, no habiendo firmado los demás comparecientes porque dijeron no saberlo hacer, de todo lo cual yo el presente Notario doy fe. P. GAUTREAU (nombre, rúbrica). BTE. POURLIER (nombre, rúbrica). FCO. TRAVIESO (nombre, rúbrica). Ante mí. DOMINGO PEREZ, Notario Público. (Nombre, rúbrica).
Registrado por nos Registrado)r par(titula)r de la Común del Seíbo, hoy día 9 de Abril de 1827. F. 24 al Folio 13, No. 99, y percibo) por derecho fijo setenta y cinco centimo)s. Martines (nombre, rúbrica)”.
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