49 años del golpe de Estado de 1963
25 Septiembre 2012, 12:41 PM
El golpe de Estado contra Bosch engendró la Guerra de Abril del 65
La interrupción del orden democrático aceleró el
despertar político y ensanchó el abismo entre los grupos conservadores y
liberales, base de la Guerra Patria
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El golpe de Estado contra el Gobierno de Juan Bosch, del que hoy se cumplen 49 años, engendró la Guerra de Abril de 1965, por el retorno de la constitucionalidad.
La interrupción del orden democrático aceleró el despertar político y ensanchó el abismo entre los grupos conservadores y liberales que desembocó en una guerra civil y una intervención militar de Estados Unidos.
Parece que el país era una de las naciones menos preparada para un régimen democrático avanzado como el que pretendía instalar Bosch. El pasado de República Dominicana se había caracterizado por una sucesión de ocupaciones, golpes de Estado y administraciones despóticas.
En particular, los 30 años de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo llegó a su fin con el asesinato del tirano en 1961.
Bosch comenzó con un firme mandato popular, pero no pudo consolidar su victoria electoral por medio de una acción constructiva y decisiva.
Por una parte, no tuvo éxito para atraer la cooperación de influyentes elementos de la oposición en el sector empresarial, jerarquía militar y eclesiástica. Y, por otra parte, falló en convertir sus seguidores en una fuerza de efectivo apoyo político.
Cuando los militares los derrocaron el 25 de septiembre de 1963, no hubo demostraciones públicas significativas de protestas.
El rechazo de Bosch a adoptar una sólida postura anticomunista lo dejó en una posición vulnerable a la presión derechista que propugnaba por su destitución.
En la campaña contra Bosch se enarbolaba que la nueva Constitución lo único que pudo haber logrado es asustar a las empresas y las clases propietarias.
Los sectores de derecha se mostraban alarmados por la supuesta ausencia de garantías específicas para el derecho de propiedad, además de su amplio marco, que plenamente usado pudo servir para reformas radicales.
Oficiales militares, también por lo bajo, expresaron su temor de que la nueva Constitución desalentaría las inversiones extranjeras y muchos la calificaron de “documento comunista”.
Bosch había llegado a buenos términos con los militares, comprometiéndose a respetar su institucionalidad, incluso sus privilegios, y ellos se habían comprometido a respetar su posición constitucional.
Sin embargo, ninguna de las partes de este acuerdo tenía plena confianza en el otro y la relación era cautelosa e inquieta.
El supuesto proyecto de Bosch de crear una milicia campesina, que fue muy promocionado por la derecha, provocó resentimiento militar y sospechas.
El golpe militar fue incitado por políticos opositores conservadores y ejecutado por el cuerpo de oficiales de la cúspide de las Fuerzas Armadas. Se consumó un día como hoy.
Al asumir el control, los militares convocaron a los jefes de seis partidos minoritarios, de los cuales uno, Unión Cívica Nacional (UCN), tenía un significativo número de miembros.
En consulta con estos jefes de partidos, los militares nombraron un triunvirato para dirigir el régimen provisional, integrado por el doctor Emilio de los Santos, presidente; ingeniero Manuel Enrique Espaillat y el doctor Ramón Tapia Espinal.
E triunvirato tomó una enérgica posición anticomunista y actuó para frenar las actividades de los partidos de izquierda.
El golpe de Estado contra el Gobierno de Juan Bosch, del que hoy se cumplen 49 años, engendró la Guerra de Abril de 1965, por el retorno de la constitucionalidad.
La interrupción del orden democrático aceleró el despertar político y ensanchó el abismo entre los grupos conservadores y liberales que desembocó en una guerra civil y una intervención militar de Estados Unidos.
Parece que el país era una de las naciones menos preparada para un régimen democrático avanzado como el que pretendía instalar Bosch. El pasado de República Dominicana se había caracterizado por una sucesión de ocupaciones, golpes de Estado y administraciones despóticas.
En particular, los 30 años de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo llegó a su fin con el asesinato del tirano en 1961.
Bosch comenzó con un firme mandato popular, pero no pudo consolidar su victoria electoral por medio de una acción constructiva y decisiva.
Por una parte, no tuvo éxito para atraer la cooperación de influyentes elementos de la oposición en el sector empresarial, jerarquía militar y eclesiástica. Y, por otra parte, falló en convertir sus seguidores en una fuerza de efectivo apoyo político.
Cuando los militares los derrocaron el 25 de septiembre de 1963, no hubo demostraciones públicas significativas de protestas.
El rechazo de Bosch a adoptar una sólida postura anticomunista lo dejó en una posición vulnerable a la presión derechista que propugnaba por su destitución.
En la campaña contra Bosch se enarbolaba que la nueva Constitución lo único que pudo haber logrado es asustar a las empresas y las clases propietarias.
Los sectores de derecha se mostraban alarmados por la supuesta ausencia de garantías específicas para el derecho de propiedad, además de su amplio marco, que plenamente usado pudo servir para reformas radicales.
Oficiales militares, también por lo bajo, expresaron su temor de que la nueva Constitución desalentaría las inversiones extranjeras y muchos la calificaron de “documento comunista”.
Bosch había llegado a buenos términos con los militares, comprometiéndose a respetar su institucionalidad, incluso sus privilegios, y ellos se habían comprometido a respetar su posición constitucional.
Sin embargo, ninguna de las partes de este acuerdo tenía plena confianza en el otro y la relación era cautelosa e inquieta.
El supuesto proyecto de Bosch de crear una milicia campesina, que fue muy promocionado por la derecha, provocó resentimiento militar y sospechas.
El golpe militar fue incitado por políticos opositores conservadores y ejecutado por el cuerpo de oficiales de la cúspide de las Fuerzas Armadas. Se consumó un día como hoy.
Al asumir el control, los militares convocaron a los jefes de seis partidos minoritarios, de los cuales uno, Unión Cívica Nacional (UCN), tenía un significativo número de miembros.
En consulta con estos jefes de partidos, los militares nombraron un triunvirato para dirigir el régimen provisional, integrado por el doctor Emilio de los Santos, presidente; ingeniero Manuel Enrique Espaillat y el doctor Ramón Tapia Espinal.
E triunvirato tomó una enérgica posición anticomunista y actuó para frenar las actividades de los partidos de izquierda.
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