Hasankeyf es el hogar de miles de cuevas hechas por la
mano del hombre, cientos de monumentos medievales y un rico ecosistema
(Images & Stories / Alamy).
Fuente: ABC | Daniel Iriarte | 29 de enero de 2013
Para que un lugar se convierta en Patrimonio de la Humanidad debe cumplir con al menos uno de los 10 requisitos mencionados por la UNESCO. La pequeña localidad de Hasankeyf,
en el sureste de Turquía, cumple nueve, pero las autoridades no han
hecho ningún esfuerzo por incluirla en la lista ni promocionar el
turismo en esta zona.
Situada a orillas del Tigris, cuenta con una fortaleza de
4.000 años de antigüedad, varias mezquitas medievales de piedra y rutas
arqueológicas en los alrededores. Diversos estudios indican que el
primer asentamiento en el lugar se remonta a hace 12.000 años.
«Hasankeyf es la mejor ciudad de Turquía, pero no está considerada Patrimonio de la Humanidad. Es increíble, nadie da crédito», dice el comerciante Arif Ayhan.
Ciertamente, los escasos turistas que la visitan cada año se quedan
pasmados, no tanto ante la belleza del lugar, sino de que el sitio no
sea más conocido.
Todo tiene una explicación: el gobierno turco planea, desde hace casi seis décadas, la construcción de la llamada presa de Ilisu,
que inundará la localidad. Las autoridades defienden el proyecto como
una necesidad para satisfacer las necesidades energéticas de la zona.
Pero miles de activistas turcos y extranjeros trabajan para tratar de
dar a conocer el lugar y su importancia.
El turismo, ¿más rentable que la presa?
«Mucha gente que ama Hasankeyf tiene la
esperanza de que sobreviva, de que no sea sumergida bajo las aguas. Pero
el plan básico del gobierno, la construcción de la presa para 2014 o
2015, no ha cambiado», explica a ABC John Crofoot, representante de la plataforma «Hasankeyf Importa».
«La presa es importante en términos
energéticos, pero la cuestión es si este proyecto resiste un análisis
económico comparado con lo que podría sacarse si Hasankeyf se explotase
turísticamente. Si se hace un plan de aprovechamiento regional, podría
ser un punto tan importante como la Capadocia o Éfeso», asegura.
«Los turistas vienen, pero no se quedan.
Visitan el pueblo durante diez minutos, tres cuartos de hora como
máximo, suben al castillo y se marchan, no dejan ningún dinero aquí»,
se queja Ayhan, uno de los habitantes de la localidad que más ha
trabajado por conseguir dicho plan, y que, como muchos otros locales,
está harto de la incertidumbre.
«Esta vez va en serio»
Durante este más de medio siglo, la idea ha sido abandonada y retomada varias veces. En 2009, una campaña internacional abanderada por numerosas personalidades turcas (entre ellas el popular cantante Tarkan)
logró que diversas agencias de crédito europeas retirasen la inversión,
paralizando el proyecto. Pero en 2011, el gobierno turco volvió a la
carga con nuevos inversores, dando inicio a las obras y construyendo, al
otro lado del río, los edificios que alojarán a los habitantes del
pueblo cuando estos sean desplazados por la presa.
«Creo que esta vez se va a construir, porque el
gobierno ha comenzado a construir las viviendas, podemos verlas desde
aquí. Esta vez va en serio», dice Ayhan. «Casi
3.000 personas trabajan ahora en las obras de la presa. Si preguntas a
la gente, están felices porque tienen trabajo. Pero naturalmente, es
terrible para la historia de nuestro país», comenta.
Este mes, el Consejo de Estado de Turquía ordenó la
paralización de las obras a petición del Colegio de Abogados e
Ingenieros, puesto que no existía una estimación de impacto ambiental, obligatoria según la legislación actual. «Es evidente, dadas las acciones del gobierno, que la presa de Ilisu nunca podría hacerse si se cumple la ley», afirma Engin Yilmaz, director ejecutivo de la asociación ecologista «Doga Dernegi», muy activa en Hasankeyf.
«En lugar de eso, el gobierno turco ha elegido
saltarse las leyes de conservación aprobando nuevas regulaciones para
permitir la construcción de la presa a cualquier precio», asegura Yilmaz. Mientras el gobierno decide qué hacer, el destino de Hasankeyf vuelve a ser incierto.
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