viernes, 10 de octubre de 2014

Etnia Africana en la Esclavitud en Santo Domingo

Etnia Africana  en la Esclavitud  en Santo Domingo

Fuente: Carlos Esteban Deive. “Etnias Africanas  en la esclavitud en Santo Domingo.” Revista ¡AHORA! No. 721. 5 de septiembre de 1977. Págs. 30 al 32







La búsqueda de los orígenes ha sido abordada desde dos perspectivas: la etnológica y la historia. En Santo Domingo la primera perspectiva se vuelve difícil por  cuanto  las supervivencias culturales africanas legada por los esclavos están  intrincadamente mezcladas  con la cultura española, por lo  que se  hace inevitable recurrir a las  fuentes puramente históricas.
Estas fuentes, desafortunadamente, no son muy numerosas las vicisitudes históricas vividas  por la colonia de Santo Domingo, con sus secuelas de invasiones y depredaciones, impidieron que nuestros archivos, otrora tan ricos, conservaran para los futuros investigadores datos y documentos de valor inapreciable para conocer no sólo la procedencia tribal de los esclavos negros, sino otros muchos aspectos de la vida colonial
Los documentos que han  podido salvarse permiten averiguar n o pocos nombres de tribus y pueblos africanos que  aportaron  forzosamente mano de obra a las plantaciones e ingenios azucareros establecidos en la colonia española de la isla
El conocimiento de las procedencias de esclavos no es un problema  que  tiene  exclusivamente a los historiadores contemporáneos. Por razones diversas, los compradores  y traficantes de esclavos se sentían  también vivamente interesados en los orígenes tribales de los hombres de color que traían a vender a las colonias españolas de las Indias.
El carácter y la constitución física de los esclavos eran de gran  importancia para los propios compradores, que querían asegurar sus inversiones en hombres  fuertes, sanos y sumisos. Aquellos esclavos que tenían fama de rebeldes, perezosos o débiles eran repudiados por poco rentables
La faja costera comprendía tres regiones: la Senagambia, la Alta  y Baja Guinea. En cada una de esa  zonas los traficantes explotadores europeos establecieron fuertes y poblados a donde eran llevados los esclavos capturados en correrías o bien comprados a los propios reyezuelos africanos, que no tenían impedimento algunos en vender a sus  súbditos o a  aquellos que eran apresados en las numerosas guerras tribales existentes en esa épocas.
LA DOCUMENTACION  DOMINICANA
Por cronistas, documentos y escritos se sabe que a Santo Domingo llegaron esclavos  de distintos  orígenes étnicos. Uno  de los  documentos, es el inventario de los bienes del ingenio  de Hernando Gorjón, inventario que se realizo el 17 de  diciembre de 1547. En  ese documento aparecen los nombres y apellidos de varios esclavos pertenecientes al ingenio. Otros papeles, relativos a las  devastaciones de Osorio en 1605 y 1606,  contienen  nombres de esclavos rebeldes que tropas  del gobernador lograron reducir o matar.
Muy frecuentemente los esclavos  traídos a América  eran rebautizados con el  nombre del amo y el  apellido que correspondía al gentilicio de sus relativas tribus, pero también conviene advertir  que  a menudo, ese gentilicio no correspondía exactamente  al pueblo del esclavo, sino al de la zona o lugar por donde era embarcado.
Así sucedía,  como muchos de los esclavos llamados minas,  quienes en realidad no eran de esa etnia, sino que recibieron ese apelativo por el nombre del fuerte El Mina, establecido por los portugueses. La relación  de gentilicios africanos conocidos  hasta el momento  en Santo Domingo abarcan, entre otros, los nombres de: Angola, Arará, Bámdara o Bambara, Biafara, Bran, Calabar, Carabalí,  Congo, Fala,  Locumí,  Mandinga, Matamba, Mina, Tierranova, Zafres.
La localización  geográfica  y la posible ascendencia de algunos de esos gentilicios:
ANGOLA.- Con este  gentilicio pasaron a Santo Domingo numerosos esclavos de las seis provincias que dividían el territorio de Nadongo. Los viajeros que visitaron  Angola, que es nombre dado por los portugueses a parte del Imperio Congolés, nos  ofrecen  descripciones contradictorias de los moradores de esa  región, pues mientras unos  los  tenían  en gran aprecio como esclavos por su habilidad  en las artes mecánicas, otros los despreciaban por ser de calidad inferior
ARARÁ.-  Estos  esclavos debieron ser muy numerosos en la colonia española, Los  Ararás pertenecían a la tribu ew-fon de Dohomey,  y eran tomados generalmente de Whydah. El nombre de  Arará procede a su vez de Allada,  capital  del reino de Ardrá. Los Ararás llegados a Santo Domingo eran muy conocidos por haber constituidos cofradías religiosas integradas exclusivamente por ellos, como la  llamada de San Cosme y San Damián. También  suministraron grandes contingentes  de esclavos a la colonia francesa de Santo Domingo.
BAMBARA.- Integraban un  grupo étnico muy característico que, a principios del siglo XVII, constituyo dos reinos a orillas del río Níger;  el de Segú y el de Kaarta. Al parecer, el origen  de los bambara hay  que  establecerlo a partir de la desmembración del Imperio de Mandinga. Eran  según los cronistas y viajeros de  la época, agricultores y animistas
BIAFARA.- Los documentos coloniales dominicanos nombran a este pueblo con  ortografía  variada: biafra,  biafara, biafada,  y braffala. Sin embargo, conviene establecer una  clara distinción entre  biafara y biafra, que son tribus diferentes una guineana y la otra bantú. Los  primeros negros del reino del Biguda, en la ribera del  viejo río Grande. Los  biafra pertenecen a una tribu bantú que los especialistas no han logrado identificar todavía. Los otros nombres son sinónimos de biafara-
Bran.- Por los datos, los esclavos de esta nación  debieron  entrar en  número considerable a la isla. Eran  embarcados  en la factoría de  San Jorge de Mina. El verdadero nombre de estos esclavos es brong. Vinieron  de los alrededores de la  mencionada posesión lusitana. En la Costa de Oro.
CALABAR.- Pertenecían a la región de Calabar o Carabales, entre   el Delta de Río Níger y el Río Rey. Todos los esclavos de esa zona, densamente poblada entraron a Santo Domingo y al resto de América con el nombre de carabalíes. Tenían fana de amables y pacíficos.
LOS CONGOS
CONGO.- Con este gentilicios se engloban a  todos los habitantes de las orillas  del Río Zaire, descubierto en 1482 por el portugués Diego Cao. El monarca de esta región recibía  el titulo de Monicongo, y  con ese nombre pasaron  a Santo Domingo numerosos esclavos. El reino  del Congo, formado por negros bantús, comprendía diversos pueblos, parte de cuyos moradores fueron también  conocidos  en la colonia de Santo Domingo por sus respectivos gentilicios.
La cultura conga se transculturó fuertemente en la colonia,  y varios de sus  rasgos pasaron a integrarse a la  dominicana de  hoy.
FALA.- Se trata, sin duda de,  los fula. Grupo originalmente  localizado en la estepa arenosa del Futa Tora, en el Senegal Central. Es un pueblo mestizado de mandinga y Serere. A  los fula se le conocía también  con el nombre de  papúes, y con el pasaron a la actual Haití. Tenían  rasgos caucasoides, y  por  eso sus vecinos africanos los denominaban “blancos”. De  religión mahometana, mucho de ellos hablaban y escribían  el árabe.
LUCUMI.-  Este nombre es una variante de locumi, apelativo dados a los horubas,  quienes pasaron a América con distintos nombres. En Haití y Brasil se conocían  como nagos, mientras en Cuba y Santo Domingo se le llamaba lucumis. Los Lucumis o Yorubas constituyeron el grueso de la esclavitud en Cuba y Brasil, y por eso los remanentes  culturales africanos vigentes en esos dos países están llenos de rasgos procedentes de esa nación africana.
MANDINGA. Los mandingas formaban parte del grupo  mandé y se establecieron un reino que, surgido de los valles  del Senegal y el Níger, seria posteriormente absorbido por  los solinké. Abundaron mucho  en América y  en algunos lugares como México y Venezuela, su gentilicio ha  quedado como sinónimo de diablo y brujo. El antropólogo brasileño Arthur Ramos dice de ellos que eran de índole guerrera y cruel.
MINA.- Las diversas tribus que se  extendían entre  los ríos Bandana y Volta aportaron números esclavos a América. Esta región comprendida en parte  llamada Costa de Oro, repartida en diversos reinos,  El  centro esclavista más  importante de esa   costa fue la Fortaleza Factoría de San Jorge de Mina, y  por eso la mayor  parte de los negros capturados por los portugueses en  esa zona entraban a  América con  el apelativo  común de minas. Los minas son  muy conocidos en la historia colonial de Santo Domingo. Con ellos  se estableció en la margen oriental del Ozama un pueblo llamado San Lorenzo  de los Minas. Eran todos ellos esclavos fugitivos de la colonia francesa, que al llegar a territorio español recibieron su libertad.
TIERRANOVA.- Con este nombre  pasaron a  América esclavos probablemente sacados de Porto Novo,  en la cercanía de Whydah, Larrazábal recuerda que Sandoval  cita a los lucumis o terranovos como negros  que pasaron a la trata  por  la isla de Santo Tomé.
ZAPE. Tribu de Sierra Leona, cuyo territorio solía  incluirse, en la época de la trata, en la región de la Alta Guinea. Los  Zapas debieron venir en gran número a Santo Domingo en el siglo XVI a pesar de que la zona de Sierra Leona no aportó grandes contingentes de esclavos a América
Si se toma en cuenta los gentilicios señalados, se puede distinguir la mayoría de las tribus llegadas a Santo Domingo en  tres grandes áreas culturales africanas:
a)- El área del  Congo, Bandú, de economía agrícola, aldeas de  casas rectangulares, paredes de barro y techos de paja organización sociopolítica muy compleja y de base familiar matriarcal
b)-El área Guineana, de lengua Sudanesa, muy desarrollada culturalmente, de religión compleja (vudú), orichas) y prácticas mágicas y adivinatorias asociadas a sus cultos
c)- El área Sudanesa occidental, de carácter marginal, de grandes reinos e imperios y con pueblos predominantemente pastores y agricultores muy influidos por rasgos y complejos culturales musulmanes.
Fuente: Carlos Esteban Deive. “Etnias Africanas  en la esclavitud en Santo Domingo.” Revista ¡AHORA! No. 721. 5 de septiembre de 1977. Págs. 30 al 32.




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