120 años de 'El lago de los cisnes', el ballet más popular del mundo
29 de enero de 2015
Cómo apareció el ballet de Tchaikovski en el repertorio del teatro
de San Petersburgo y cómo su argumento se fue adaptando a la nueva vida
del siglo XX.
A finales de enero de 1895 en el teatro
Marinski se estrenó este legendario ballet con la música de Piotr Tchaikovski. En 120
años, 'El lago de los cisnes' se ha convertido en el ballet más representado
del mundo. Existe una versión con final feliz y otra con final trágico, con
distintos perfiles para los personajes protagonistas. Sin embargo, la versión
clásica a día de hoy sigue siendo la del teatro Marinski.
El primer 'Lago de los cisnes', con
coreografía de Wentsel Reisinger, se estrenó el 4 de marzo de 1877 en el teatro
Bolshói de Moscú, pero no tuvo demasiado éxito entre el público y fue eliminado
del repertorio.
“En esta versión había numerosos episodios de
pantomima. Odette hablaba en detalle sobre su destino, sobre el malvado brujo…
Los testigos de este espectáculo señalaron que la parte de danza era muy pobre
y los críticos escribieron que el componente musical predominaba claramente
sobre la coreografía”, comenta Olga Makárova, redactora de la sección editorial
del teatro Marinski.
Estreno de 1895
“El milagro del ballet nació de la interacción
entre la propia música de Tchaikovski y la coreografía estrictamente
dramatúrgica de Petipa y de Ivanov”, señala Makárova.
Sin embargo, la versión moderna es
considerablemente distinta a la primera puesta en escena. A finales del siglo
XIX, en la danza clásica, los hombres no ejecutaban saltos complejos, los
bailarines en general se limitaban a moverse bellamente por el escenario
adoptando poses elegantes y asistiendo a la bailarina. Las bailarinas también
eran distintas: llevaban vestidos más cerrados y no podían levantar la pierna
demasiado alto en el escenario, ya que se consideraba algo indecoroso.
“Todos los ballets deberían llamarse
‘El lago de los cisnes”
El argumento del ballet se ha modificado en
numerosas ocasiones. Por ejemplo, en los años 30, la legendaria bailarina
Agrippina Vagánova decidió una puesta en escena en clave social y cambió totalmente el libreto. En
este ballet, Rothbart no era un brujo malvado, sino un barón que había perdido
su riqueza y buscaba un buen partido para casar a su hija. Al final, Odette
moría a causa de un disparo de Rothbart y Sigfrido se suicidaba.
En 1950 apareció una nueva versión del
coreógrafo Konstantín Serguéyev, y por primera vez con final feliz. En esta
nueva puesta en escena, Sigfrido derrotaba al brujo en un combate rompiéndole
el ala, tras lo cual el reino del mal llegaba a su fin. Esta puesta en escena
se sigue representando en el Marinski en la actualidad.
El gran George Balanchine dijo que 'El lago de
los cisnes' era la tarjeta de visita del ballet ruso y señaló que “todos los
ballets deberían llamarse 'El lago de los cisnes”.
Este sigue siendo uno de los espectáculos más
representados del Marinski, y goza de una alta demanda bastante estable. Los
teatros internacionales, cuando invitan a la compañía del Marinski de gira, a
menudo solicitan precisamente este ballet.
El argumento de 'El lago de los
cisnes'
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El libreto está basado en algunos motivos del
folclore popular, entre ellos la antigua leyenda alemana sobre la princesa
Odette, que fue convertida en cisne por la maldición de un malvado brujo, el
caballero Rothbart. En los cuatro actos del ballet se suceden escenas reales y
fantásticas.
Celebrando su mayoría de edad en el jardín del
palacio, el príncipe Sigfrido se divierte con sus amigos cuando de pronto se
siente atraído por una bandada de cisnes que sobrevuela el jardín. En el
bosque, a la orilla de un lago, entre las jóvenes-cisnes el príncipe encuentra
a Odette, la reina de los cisnes, que lleva una corona en la cabeza. Cautivado
por su belleza e impresionado por su relato sobre el malvado amo del lago,
Rothbart, Sigfrido jura a Odette amor eterno.
En un baile en el castillo, por voluntad de la
madre de Sifgrido, este debe escoger prometida. Pero el príncipe se muestra
indiferente hasta que aparece Odile, en la que Sigfrido cree ver a Odette, de
modo que se decide por ella. Al comprender que ha cometido un error fatal,
Sigfrido corre al lago e implora perdón a Odette, pero no lo consigue.
Arrancando la corona de la cabeza de Odette,
Sigfrido lanza un desafío a Rothbart, que en el ballet encarna al destino (la
corona mantiene a Odette a salvo del brujo). El príncipe espera que la
joven-cisne vaya con él al mundo humano…
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