martes, 17 de junio de 2014

Esta elegía fue escrita en La Habana apenas días después del 14

Esta elegía fue escrita en La Habana apenas días después del 14. Cuando apenas se sabía que aquello había sido un disparate trágico. O más bien como lo había presagiado, en breve conversación conmigo, el 27 de febrero de ese año 59, uno de los mártires, Manuel Lorenzo Carrasco:"Tiberio, esto es un holocausto".
        Además del lamento por los caídos y su evaluación de la humana  pérdida que los dominicanos tuvimos en esas jornadas ("los tejidos en una labor mas fina que la de las arañas"), asoma en los versos del poeta, su protesta, pienso que por lo precipitado y por ende pobremente organizado del evento, y por sus magros frutos: "Ni un rumor, ni una hazaña secreta, ni un vencido poblado".
        De mi parte, en este dia de tristes recuerdos, una lágrima y una oración, por Pedro, Manolo, Cuco, Lulú, Puellito, Luquita, Felipe y los otros compañeros caídos por la Patria.
Un abrazo,
Tiberio

Se respira a estas horas
bocanadas de aire de una atmósfera inquieta.
Cruzan puñales de silencio, lívidos
puñales de silencio innominado.
Ni un rumor, ni una hazaña secreta,
ni un vencido poblado. 

El dolor más oscuro cava incesantemente.
Muerde la boca su vencida lengua, y chupa
la sangre airada que tiene un sabor a gente.
Galopa la brisa con la muerte en la grupa.

 Saber que los hombres puros, los tejidos
en una labor mas fina que la de las arañas,
muerden y pelean sin horas ni sonidos,
sin flautas del esfuerzo ni tímpanos de hazañas.

Ver lo que envuelve el silencio mas crudo.
Que es la lucha mas firme y la fe delicada,
hecha de piedra pura y de corazón desnudo,
convertida en silencio y en edificio de nada.

Saber que aquellas frentes vestidas por la luna
de una genuina palidez, sudor de sueño,
transitan por un eco de noticia ninguna,
por un triunfo sin arco y una gloria sin dueño.

Dolidamente cruzan sus manos de ira
los relojes callados, erguidos en la esfera.
Es un tiempo que pasa y que parece mentira.
Sólo la sien golpeando parece verdadera.

Y nadie sabe nada, sólo que no se rinde
nunca la piedra pura y el corazón abierto.
Y que toda esperanza se recoge en la linde
sollozada de luna de un combatiente muerto.

Y que toda victoria tiene melancolia.
Taciturno perfil de mariposa inquieta.
Justa gloria, aunque no hayan ruidos sobre el tejado.
Ni crucen en las horas solas de lejanía,
ni un rumor, ni una hazaña secreta,
ni un vencido poblado.

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