Hoy se conmemora el 112 aniversario de la muerte del CIUDADANO DE AMERICA, el insigne educador EUGENIO MARÍA DE HOSTOS
Eugenio María de Hostos y Bonilla. Independentista puertorriqueño, luchador antiesclavista, sociólogo, filósofo, intelectual, escritor y educador que fundó las Escuelas Normales de la República Dominicana. Nació en Mayagüez, Puerto Rico, el 11 de enero de 1839.
Llamado el "Ciudadano de América", por haber entregado su existencia a la lucha por la emancipación de su patria, la unidad de las Antillas y de América Latina.
En mayo de 1874, tras la frustrada tentativa de expedición a Cuba, alzada contra España, en compañía del general Francisco Vicente Aguilera, salió para la República Dominicana en el vapor Tybee que hacía la ruta de Nueva York a Santo Domingo. Desembarcó en Puerto Plata el día 30 de dicho mes. Esta ciudad era el más activo centro de los exiliados puertorriqueños y cubanos.
En Santo Domingo
En Puerto Plata encontró al compatriota y también independentista Ramón Emeterio Betances y trató a Luperón. Mientras Betances prosiguió su viaje a otras playas, Hostos asumió la redacción de la revista semanal Las Dos Antillas, fundada el 3 de abril de 1874 bajo la dirección de Enrique Coronado y dedicada exclusivamente a la defensa de Cuba y Puerto Rico.
Los artículos de Hostos fueron motivo de constantes quejas y protestas de los representantes consulares de España. Como la República Dominicana había firmado en 1874 un tratado de paz, amistad, comercio, navegación y extradición con ese país, la revista apareció desde julio de ese año fechada en las islas Turcas para no ser objeto de represalias, aunque en realidad seguía imprimiéndose en Puerto Plata, pero este ardid no dio resultado. Las amenazas de las autoridades españolas obligaron al presidente Ignacio María González a solicitar al Congreso que actuara contra la revista, quien decretó su supresión.
Sin embargo, el semanario volvió a circular con el nombre de Las Tres Antillas, cuya existencia fue igualmente efímera, y luego con el de Los Antillanos, también suprimida. El laborantismo de Hostos movió al Gobierno dominicano a expulsarlo de la República, a cuyo fin le expidió un pasaporte a principios de septiembre de 1874.
El 17 de septiembre de 1874 partió para la ciudad de Santo Domingo. Aunque se ignoran los motivos, es de suponer que su visita se relacionase con su situación política, ya que, pese a la orden de expulsión, regresó a Puerto Plata, donde volvió a editar Los Antillanos, desaparecida definitivamente el 4 de noviembre.
Las protestas de la prensa dominicana contra la actitud del Gobierno con los emigrados cubanos y puertorriqueños provocaron el cierre de varios periódicos, como El Nacional, órgano de la sociedad La Republicana de Santo Domingo, y La Idea, en cuyas páginas se decía que la emigración al país de los nativos de Cuba y Puerto Rico era más valiosa que el tratado concertado entre la República Dominicana y España.
González intentó expulsar a los emigrados del país, pero tanto Luperón como otros prominentes dominicanos se opusieron a esa medida y los emigrados pudieron continuar con sus trabajos. Inmerso de lleno en la política dominicana, Hostos tuvo una destacada participación en la Convención Electoral de Puerto Plata a favor de la candidatura presidencial de Ulises Francisco Espaillat, de ideas liberales, cuya plataforma redactó. Consciente, sin embargo, de que el mandato del prócer no duraría mucho por la debilidad de la democracia dominicana, Hostos abandonó la República el 5 de abril de 1876 en el mismo vapor que lo había traído a ella.
En Venezuela
De Nueva York se trasladó en noviembre de 1876 viaja a Venezuela, donde conoce a Belinda Otilia de Ayala, natural de La Habana, hija del Dr. Filipo Carlos de Ayala y de doña Guadalupe Quintana, con la cual contrae matrimopnio el 9 de julio de 1877 en Caracas.
Siendo rector del Colegio Nacional de Puerto Cabello, recibió la noticia del Pacto del Zanjón, que puso fin a la Guerra de los 10 años en Cuba. Sin querer darle crédito, escribió a Luperón, desterrado en Saint Thomas, para que le confirmase la noticia. El general dominicano la negó, pero la triste realidad se impuso.
Regreso a Santo Domingo
El 2 de junio de 1879 se fue a Saint Thomas y de esa isla a Mayagüez. En marzo de 1879 estaba otra vez en la República Dominicana, gobernada por Cesáreo Guillermo. Aunque en el país había varios colegios y academias dedicadas a la enseñanza primaria y secundaria, carecía de escuelas para la preparación de maestros.
Ejecutivo remitió al Congreso un proyecto de ley para el establecimiento de escuelas normales redactado por Hostos, el cual fue aprobado y sancionado por Guillermo el 26 de mayo. La Escuela Normal de Santo Domingo no pudo empezar a funcionar de inmediato debido a la carencia de un local apropiado y de los útiles necesarios para el nuevo método de enseñanza que se implementaría, así como por la deposición del Gobierno de Guillermo.
Solo cuando Luperón ascendió a la presidencia provisional de la República pudo abrir sus puertas la primera Escuela Normal, a cuyo frente estuvo Hostos. En ese tiempo imperaban en la enseñanza dominicana el empirismo, la doctrina escolástica y el memorismo. Hostos opuso el evolucionismo a la creación, el razonamiento a la verdad revelada, el experimento al dogma y el racionalismo a la retórica tradicional. El éxito que alcanzó fue saludado fervorosamente por la prensa dominicana.
En 1880, y como consecuencia de la obra del puertorriqueño, se reanudaron, después de una prolongada interrupción, los estudios universitarios en el Instituto Profesional dirigido por monseñor Meriño, y en 1881 se fundó el Instituto de Señoritas Salomé Ureña para el entrenamiento de maestras. El director del colegio San Luis Gonzaga, Francisco Javier Billini, atacó desde las páginas del periódico La Crónica la filosofía pedagógica de Hostos, la cual, aseveró, proscribía a Dios de las escuelas y era causa del aumento de la criminalidad en el país. Billini retiró esas acusaciones poco después, pero fueron continuadas por el arzobispo Meriño, quien tildó a los hostosianos de librepensadores, anticatólicos, renegados y ateos.
El ambiente opresivo que se respiraba en la República y el repetido llamamiento que le formulaba el Gobierno de Chile para que fuese a ese país a reformar la enseñanza impulsaron a Hostos a renunciar de la dirección de la Escuela Normal y de sus cátedras de Derecho Público y Economía Política. Los esfuerzos de las personas más respetables de la sociedad capitaleña para que desistiera de su viaje fueron inútiles.
Viaje a Chile
Hostos se marchó con su familia en la goleta Leonor para Curazao, de donde siguió hacia Chile. La lejanía de la República Dominicana no le impidió mantenerse al día de los acontecimientos que en ella sucedían. En carta a Luperón de 11 de junio de 1895 le anunció que probablemente elegiría a Santo Domingo como la patria nativa de la mayoría de sus hijos, lugar de residencia final y sepultura.
Regreso a Santo Domingo
Finalizada la última guerra de independencia en Cuba, decidió dejar Chile y en abril de 1898 se encaminó a Nueva York. Dos veces estuvo en Puerto Rico, que había pasado de colonia española a norteamericana.
Asesinado el presidente dominicano Ulises Heureaux el 26 de julio de 1899, sus alumnos y el Ejecutivo provisional, Horacio Vázquez, le rogaron que volviera a la República. El 6 de enero de 1900 fue recibido jubilosamente. Federico Henríquez y Carvajal, director del Colegio Central, le cedió el puesto.
El 1 de junio fue designado Inspector General de Enseñanza Pública. Su proyecto de ley general de educación generó acaloradas controversias a favor y en contra, hasta que sus propios patrocinadores decidieron aplazarlo. En su lugar entró en vigor la Ley General de Estudios de 1884, por decreto de 4 de julio de 1902, el cual creó la Dirección General de Enseñanza Normal.
Muerte
Eugenio María de Hostos murió en República Dominicana debido a una fiebre infecciosa a la edad de 64 años, el 11 de agosto de 1903. Falleció rodeado de su familia. Su cuerpo está enterrado en el Panteón de los Héroes Nacionales en Santo Domingo siendo el único puertorriqueño que descansa ahí. Su último deseo fue morir en Santo Domingo y que fuese llevado a Puerto Rico cuando su patria fuése libre.
Texto: ecured
Fotos: entierro de Eugenio María de Hostos
Eugenio María de Hostos y Bonilla. Independentista puertorriqueño, luchador antiesclavista, sociólogo, filósofo, intelectual, escritor y educador que fundó las Escuelas Normales de la República Dominicana. Nació en Mayagüez, Puerto Rico, el 11 de enero de 1839.
Llamado el "Ciudadano de América", por haber entregado su existencia a la lucha por la emancipación de su patria, la unidad de las Antillas y de América Latina.
En mayo de 1874, tras la frustrada tentativa de expedición a Cuba, alzada contra España, en compañía del general Francisco Vicente Aguilera, salió para la República Dominicana en el vapor Tybee que hacía la ruta de Nueva York a Santo Domingo. Desembarcó en Puerto Plata el día 30 de dicho mes. Esta ciudad era el más activo centro de los exiliados puertorriqueños y cubanos.
En Santo Domingo
En Puerto Plata encontró al compatriota y también independentista Ramón Emeterio Betances y trató a Luperón. Mientras Betances prosiguió su viaje a otras playas, Hostos asumió la redacción de la revista semanal Las Dos Antillas, fundada el 3 de abril de 1874 bajo la dirección de Enrique Coronado y dedicada exclusivamente a la defensa de Cuba y Puerto Rico.
Los artículos de Hostos fueron motivo de constantes quejas y protestas de los representantes consulares de España. Como la República Dominicana había firmado en 1874 un tratado de paz, amistad, comercio, navegación y extradición con ese país, la revista apareció desde julio de ese año fechada en las islas Turcas para no ser objeto de represalias, aunque en realidad seguía imprimiéndose en Puerto Plata, pero este ardid no dio resultado. Las amenazas de las autoridades españolas obligaron al presidente Ignacio María González a solicitar al Congreso que actuara contra la revista, quien decretó su supresión.
Sin embargo, el semanario volvió a circular con el nombre de Las Tres Antillas, cuya existencia fue igualmente efímera, y luego con el de Los Antillanos, también suprimida. El laborantismo de Hostos movió al Gobierno dominicano a expulsarlo de la República, a cuyo fin le expidió un pasaporte a principios de septiembre de 1874.
El 17 de septiembre de 1874 partió para la ciudad de Santo Domingo. Aunque se ignoran los motivos, es de suponer que su visita se relacionase con su situación política, ya que, pese a la orden de expulsión, regresó a Puerto Plata, donde volvió a editar Los Antillanos, desaparecida definitivamente el 4 de noviembre.
Las protestas de la prensa dominicana contra la actitud del Gobierno con los emigrados cubanos y puertorriqueños provocaron el cierre de varios periódicos, como El Nacional, órgano de la sociedad La Republicana de Santo Domingo, y La Idea, en cuyas páginas se decía que la emigración al país de los nativos de Cuba y Puerto Rico era más valiosa que el tratado concertado entre la República Dominicana y España.
González intentó expulsar a los emigrados del país, pero tanto Luperón como otros prominentes dominicanos se opusieron a esa medida y los emigrados pudieron continuar con sus trabajos. Inmerso de lleno en la política dominicana, Hostos tuvo una destacada participación en la Convención Electoral de Puerto Plata a favor de la candidatura presidencial de Ulises Francisco Espaillat, de ideas liberales, cuya plataforma redactó. Consciente, sin embargo, de que el mandato del prócer no duraría mucho por la debilidad de la democracia dominicana, Hostos abandonó la República el 5 de abril de 1876 en el mismo vapor que lo había traído a ella.
En Venezuela
De Nueva York se trasladó en noviembre de 1876 viaja a Venezuela, donde conoce a Belinda Otilia de Ayala, natural de La Habana, hija del Dr. Filipo Carlos de Ayala y de doña Guadalupe Quintana, con la cual contrae matrimopnio el 9 de julio de 1877 en Caracas.
Siendo rector del Colegio Nacional de Puerto Cabello, recibió la noticia del Pacto del Zanjón, que puso fin a la Guerra de los 10 años en Cuba. Sin querer darle crédito, escribió a Luperón, desterrado en Saint Thomas, para que le confirmase la noticia. El general dominicano la negó, pero la triste realidad se impuso.
Regreso a Santo Domingo
El 2 de junio de 1879 se fue a Saint Thomas y de esa isla a Mayagüez. En marzo de 1879 estaba otra vez en la República Dominicana, gobernada por Cesáreo Guillermo. Aunque en el país había varios colegios y academias dedicadas a la enseñanza primaria y secundaria, carecía de escuelas para la preparación de maestros.
Ejecutivo remitió al Congreso un proyecto de ley para el establecimiento de escuelas normales redactado por Hostos, el cual fue aprobado y sancionado por Guillermo el 26 de mayo. La Escuela Normal de Santo Domingo no pudo empezar a funcionar de inmediato debido a la carencia de un local apropiado y de los útiles necesarios para el nuevo método de enseñanza que se implementaría, así como por la deposición del Gobierno de Guillermo.
Solo cuando Luperón ascendió a la presidencia provisional de la República pudo abrir sus puertas la primera Escuela Normal, a cuyo frente estuvo Hostos. En ese tiempo imperaban en la enseñanza dominicana el empirismo, la doctrina escolástica y el memorismo. Hostos opuso el evolucionismo a la creación, el razonamiento a la verdad revelada, el experimento al dogma y el racionalismo a la retórica tradicional. El éxito que alcanzó fue saludado fervorosamente por la prensa dominicana.
En 1880, y como consecuencia de la obra del puertorriqueño, se reanudaron, después de una prolongada interrupción, los estudios universitarios en el Instituto Profesional dirigido por monseñor Meriño, y en 1881 se fundó el Instituto de Señoritas Salomé Ureña para el entrenamiento de maestras. El director del colegio San Luis Gonzaga, Francisco Javier Billini, atacó desde las páginas del periódico La Crónica la filosofía pedagógica de Hostos, la cual, aseveró, proscribía a Dios de las escuelas y era causa del aumento de la criminalidad en el país. Billini retiró esas acusaciones poco después, pero fueron continuadas por el arzobispo Meriño, quien tildó a los hostosianos de librepensadores, anticatólicos, renegados y ateos.
El ambiente opresivo que se respiraba en la República y el repetido llamamiento que le formulaba el Gobierno de Chile para que fuese a ese país a reformar la enseñanza impulsaron a Hostos a renunciar de la dirección de la Escuela Normal y de sus cátedras de Derecho Público y Economía Política. Los esfuerzos de las personas más respetables de la sociedad capitaleña para que desistiera de su viaje fueron inútiles.
Viaje a Chile
Hostos se marchó con su familia en la goleta Leonor para Curazao, de donde siguió hacia Chile. La lejanía de la República Dominicana no le impidió mantenerse al día de los acontecimientos que en ella sucedían. En carta a Luperón de 11 de junio de 1895 le anunció que probablemente elegiría a Santo Domingo como la patria nativa de la mayoría de sus hijos, lugar de residencia final y sepultura.
Regreso a Santo Domingo
Finalizada la última guerra de independencia en Cuba, decidió dejar Chile y en abril de 1898 se encaminó a Nueva York. Dos veces estuvo en Puerto Rico, que había pasado de colonia española a norteamericana.
Asesinado el presidente dominicano Ulises Heureaux el 26 de julio de 1899, sus alumnos y el Ejecutivo provisional, Horacio Vázquez, le rogaron que volviera a la República. El 6 de enero de 1900 fue recibido jubilosamente. Federico Henríquez y Carvajal, director del Colegio Central, le cedió el puesto.
El 1 de junio fue designado Inspector General de Enseñanza Pública. Su proyecto de ley general de educación generó acaloradas controversias a favor y en contra, hasta que sus propios patrocinadores decidieron aplazarlo. En su lugar entró en vigor la Ley General de Estudios de 1884, por decreto de 4 de julio de 1902, el cual creó la Dirección General de Enseñanza Normal.
Muerte
Eugenio María de Hostos murió en República Dominicana debido a una fiebre infecciosa a la edad de 64 años, el 11 de agosto de 1903. Falleció rodeado de su familia. Su cuerpo está enterrado en el Panteón de los Héroes Nacionales en Santo Domingo siendo el único puertorriqueño que descansa ahí. Su último deseo fue morir en Santo Domingo y que fuese llevado a Puerto Rico cuando su patria fuése libre.
Texto: ecured
Fotos: entierro de Eugenio María de Hostos
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