Los lisonjeros.
La prueba evidente de los poco que se conoce a sí mismo es el alma
humana es la facilidad que se doblega a las melosas y egoístas alabanzas de los
lisonjeros.
Donde surge el talento, donde
brota la actividad, donde reina la
alegría, allí está, como asquerosa
sierpe que se esconde en vistoso reluciente pellejo, la lisonja.
La lisonja, el himno eterno de
los lisonjeros.
Los lisonjeros, esos mezquinos
egoístas que turbados por el bien ajeno,
lo cantan con sonoras y sobornantes alabanzas;
como queriendo destruir, no con
maldad de los perversos pensamientos ni
con la ruindad de la asechanza, sino con la causticidad de la mentira,
cantada con cascabelesco y soporífero ropaje de verdad.
La diferencia esencial entre el envidioso y el lisonjero; el envidioso
destruye a su víctima con el mal, la
ruindad y el escarnio; el lisonjero, con la musicalidad del engaño, haciéndola
ahogar en el borrascoso de su propio orgullo.
Uno mata produciendo el desencanto que aniquila, el otro, haciendo renacer el desconocimiento de sí
mismo, la arrogancia que anula nuestro
propio yo y nos convierte en
fracasados payasos que hacen gala de una miserable personalidad
inexistente
Los lisonjeros son los
eternos asesinos de la vida;
cuántos talentos destruidos en ciernes,
cuantas almas emprendedoras que han sido detenidas en la mitad de su brillante
camino, cuantas esperanzas tronchadas cuando
aun solamente se vislumbraban los primeros albores de las
policromas auroras que anunciaban
sus comienzos;… Los lisonjeros son más
terribles que las más crueles guerras; estas destruyen millones de vidas; aquellos, millones de almas.
Húyele a la lisonja como el
mayor enemigo de tu vida, las almas que luchan y que aspiran
necesitan estímulos, no alabanzas.
Ante el consejo sabio y
sencillo detén tu alma, despierta tu entendimiento y escúchalo como una fervorosa oración que alienta y reconforta
Ante la palabras melosas de la
lisonja, privase de la vibraciones del sonido, despójate de la luz,
insensibilízate y esconde tu alma en lo más
profundo de u ser
Si quiere salvarte de los
lisonjeros practica con amor y asiduidad
el sapientísimo pensamiento del
grande filosofo ateniense, se convierte
en principio-guía de tu vida el humano
aforismo “” conócete a ti mismo””.
Fuente: Dr. Guido Despradel y
Batista. Obras. Archivo General de la Nación. Tomos II. Vol. LXXXVI. Año
2010. Pág. 25-26
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