sábado, 10 de noviembre de 2012

Los lisonjeros.


Los  lisonjeros.
 La prueba evidente de los poco que se conoce a sí mismo es el alma humana es la facilidad que se doblega a las melosas y egoístas alabanzas de los lisonjeros.
Donde surge el talento, donde brota la actividad, donde reina  la alegría, allí  está, como asquerosa sierpe que se esconde en vistoso reluciente pellejo, la lisonja.
La lisonja, el himno eterno de los lisonjeros.
Los lisonjeros, esos mezquinos egoístas que  turbados por el bien ajeno, lo cantan con sonoras y sobornantes alabanzas;   como queriendo destruir, no con maldad de los perversos pensamientos ni  con la ruindad de la asechanza, sino con la causticidad de la mentira, cantada con cascabelesco y soporífero ropaje de verdad.
La diferencia esencial entre  el envidioso y el lisonjero; el envidioso destruye a su víctima con el mal,  la ruindad y el escarnio; el lisonjero, con la musicalidad del engaño, haciéndola ahogar en el borrascoso de su propio orgullo.
Uno mata produciendo el  desencanto que aniquila, el otro,  haciendo renacer el desconocimiento de sí mismo, la arrogancia que  anula nuestro propio yo  y nos convierte  en  fracasados payasos que hacen gala de una miserable personalidad inexistente
Los lisonjeros son los eternos  asesinos de la vida; cuántos  talentos destruidos en ciernes, cuantas almas emprendedoras que han sido detenidas en la mitad de su brillante camino, cuantas esperanzas tronchadas cuando  aun solamente se vislumbraban los primeros albores de las policromas  auroras que anunciaban sus  comienzos;… Los lisonjeros son más terribles que las más crueles guerras; estas destruyen millones de vidas;  aquellos, millones de almas.
Húyele a la lisonja como el mayor enemigo de tu vida, las almas que luchan y que  aspiran  necesitan estímulos, no alabanzas.
Ante el consejo sabio y sencillo detén  tu alma, despierta  tu entendimiento y escúchalo como  una fervorosa oración  que alienta y reconforta
Ante la palabras melosas de la lisonja, privase de la vibraciones del sonido, despójate de la luz, insensibilízate y esconde tu alma en lo más  profundo de u ser
Si quiere salvarte de los lisonjeros practica con amor y asiduidad  el  sapientísimo pensamiento del grande filosofo  ateniense, se convierte en principio-guía de tu vida el humano  aforismo “” conócete a ti mismo””.
Fuente: Dr. Guido Despradel y Batista. Obras. Archivo General de  la Nación.  Tomos II. Vol. LXXXVI. Año 2010. Pág. 25-26

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