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“No hay peligro en seguirme, porque en ningún momento la investidura con que pueda favorecerme el resultado de los comicios de mayo, servirá para tiranizar la voluntad popular a la cual sirvo en este momento y a la que serviré lealmente en el porvenir”.
Así se expresó Rafael Leonidas Trujillo Molina en el Manifiesto al pueblo dominicano emitido el 24 de abril de 1930 al aceptar ser postulado a la presidencia de la República para el período 1930-34.
“No hay peligro en seguirme, porque en ningún momento la investidura con que pueda favorecerme el resultado de los comicios de mayo, servirá para tiranizar la voluntad popular a la cual sirvo en este momento y a la que serviré lealmente en el porvenir”.
Así se expresó Rafael Leonidas Trujillo Molina en el Manifiesto al pueblo dominicano emitido el 24 de abril de 1930 al aceptar ser postulado a la presidencia de la República para el período 1930-34.
“Si la suerte nos favoreciera con el triunfo, -seguía el manifiesto- en las alturas del poder habría cesado la lucha para continuar allí por más tiempo que aquél que hayan señalado la confianza del pueblo y el voto de la ley”.
Su promesa la hacía en ese momento “individual y colectivamente, a los partidos políticos que sustentan mi candidatura, hijos del más profundo convencimiento y animados de la más clara sinceridad”.
“Las ambiciones de mi juventud, -continúa en ese manifiesto- y el brillo de mi carrera empeñados hoy en esta lucha en que, si he de ser sincero, debo decir que no soñé verme envuelto jamás, me impelen a enfrentarme resueltamente a todas las contingencias, siempre que ello fuera para no dejar perecer la obra de alta trascendencia cívica iniciada el 23 de febrero último”.
Trujillo se refiere al levantamiento del 23 de febrero de 1930 que resultó con el derrocamiento del presidente Horacio Vásquez, en momento que el mandatario desarrollaba su campaña reeleccionista para continuar en el cargo.
El general Trujillo era entonces jefe del Ejército Nacional, y aunque había expresado lealtad a Vásquez, la referencia a lo que él llama obra de alta trascendencia cívica de ese movimiento, revela su complicidad con la asonada golpista que públicamente encabezó el general Rafael Estrella Ureña.
En el susodicho manifesto, Trujillo decía que aun cuando la suerte le fuera adversa, “no deseo que pueda decirse que desfallecimos en el camino”.
Refería que “las generaciones venideras, más severas en sus juicios que las que contemplan este trascendental momento histórico porque atravesamos, arrojaría sobre nuestro nombre la pesadumbre de sus anatemas, si encontraran un día trunca, en el templo de la historia, la estatua que nosotros empezamos a golpe de resolución y energía”.
Trujillo resaltaba que el hecho singular de que en el poderoso núcleo que sustentaba su candidatura, “se encuentren reunidos todos los partidos que asociaron esfuerzos, espontánea y libremente, para realizar el movimiento cívico que al derrocar al régimen, (de Vásquez) ha modificado radicalmente la política del país, en el presente y para el futuro”.
“Es esto precisamente lo que más anima mi fe- decía Trujillo- en el triunfo, lo que pone ante mi vista más claros destellos sobre la ruta que va a recorrer la República para realizar los nobles destinos a que está llamada por la grandeza de su historia y por el esfuerzo de su lucha”.
Trujillo estaba consciente que no todo el país estaba a su lado en lo que llamó “hora de fundamental renovación política”.
“Hemos asumido graves responsabilidades; pero hemos echado las bases del edificio del futuro”, sostuvo.
Trujillo estaba consciente que no todo el país estaba a su lado en lo que llamó “hora de fundamental renovación política”.
“Hemos asumido graves responsabilidades; pero hemos echado las bases del edificio del futuro”, sostuvo.
Señalaba en la pieza que “todo el país ha visto nuestra obra porque ella ha sido realizada sincera y noblemente, a los ojos de todos, para defender los derechos del pueblo afianzando en nuestro medio político el principio de la democracia”.
“Hemos defendido al pueblo -afirma Trujillo- cuando nuestro interés parecía indicarnos combatirlo. Hemos desafiado el peligro atrayéndolo hacia nosotros, cuando se levantaba contra el pueblo”.
Puntualizaba que mientras esto ocurría, “lo único que podía respaldar nuestra acción era ese mismo pueblo inerme contra el cual los déspotas de las alturas, no conformes con haberlo arruinado, iban a descargar las armas de la Nación”.
“El pueblo añade -ha sido de este modo nuestro protegido y nuestro aliado. Nosotros quisimos infundirle nuestra propia fuerza y levantarlo de la abyección para que, consciente y decidido, defendiera sus derechos y resolviera sus problemas”.
Trujillo advierte que “nadie puede inferir que hemos procedido así para realizar fines ulteriores”.
Trujillo advierte que “nadie puede inferir que hemos procedido así para realizar fines ulteriores”.
“Nuestro mayor deseo hubiera sido que, después de realizada la obra, hubiésemos podido obtener, por toda recompensa, el descanso espiritual que rodea a las conciencias tranquilas en la venturosa paz del hogar”.
Justifica continuar en ese propósito “porque inmediatamente después de nuestro primer esfuerzo aparecieron los amagos de reacción, amenazando destruir lo que ya había creado nuestro leal desprendimiento”.
Aunque en el manifiesto Trujillo hace la promesa de acabar con el continuismo, como propugnaba el régimen anterior del presidente Vásquez, dejó entrever en su campaña de 1930 su apego al poder, y así se demostró con los 31 años de gobiernos, la más larga tiranía de la historia republicana del país.
UN APUNTE
Siempre prometen
La mayoría de los candidatos a la presidencia casi siempre prometen no continuar más allá del término por los que son elegidos, pero cuando el período está finalizando y se presenta la coyuntura de seguir cambian de parecer.
http://elnacional.com.do/trujillo-prometio-terminar-con-continuismo-en-el-poder/
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