Martin Luther King: la cima de la montaña
En el mundo se forman
hombres de dura resistencia y de almas elevadas por sus luchas. Hombres
altos en valor y decoro, seres verdaderamente extraordinarios. De frente
a esos gigantes hay que levantarse al nivel de las nubes para tocar su
estatura, pues son grandes del sacrificio por los demás. Su vida
constituye un martirio y terminan entregándose en cuerpo y espíritu.
Ellos son personajes universales, representan como Martín Luther King (Premio Nobel de la Paz 1964), la cima de la montaña, el sitial de pureza y el espacio para las visiones amplias de la existencia humana.
Increíblemente, cien años después de abolirse la esclavitud en Estados Unidos (1863-1963), la libertad seguía siendo una promesa incumplida. “Me parece que en la América blanca ningún otro grupo étnico ha sido esclavo. La sociedad hizo del color negro una mancha, un estigma. Y eso no se pueda pasar por alto”. Son las palabras de Martin Luther King que se convertirían en razón de sus luchas.
“Veo a Martin Luther King como el Profeta de Nuestra Era, liberó a la nación de su mal más profundo. -Infiere un profesor universitario norteamericano-. Alguien dijo, quién fue como Miguel Ángel, como Mozart o Galileo. Yo digo, quién fue como Martin Luther King (Atlanta, EE.UU. 1929-1968), fue único”, concluye. “Todas sus palabras y acciones tenían un motivo para el futuro”. Enfatiza el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, con una expresión de admiración. Mientras Condoleezza Rice, exsecretario de Estado de USA, manifiesta que “la gran historia de King es la gran inspiración que trajo”.
MARTÍN LUTERO (EN INGLÉS “MARTIN LUTHER”)
El invierno suele se cruel en Atlanta, Georgia, pero a veces regala satisfacciones inolvidables como lo sucedido el 15 de enero de 1929, fecha feliz para los esposos Michael King, -pastor evangélico de 30 años de edad- y Alberta Williams, quienes ese día recibieron a su segundo hijo, al que llamaron Michael King. El pequeño fue creciendo con la rapidez del viento y mostrando actitudes, encantos y virtudes que lo distinguían como joven estudioso y amante de la lectura de obras clásicas.
Michael tenía la tez color leche con mucho café, el pelo encrespado y rebelde como las ideas guardadas en su cabeza. Su nariz poseía ventanas abiertas para espirar con la facilidad necesaria y pronunciar discursos en tono alto. Sus labios de altoparlantes semejaban moduladores de sonido y en sus pómulos brillosos se reflejaban las luces de las cámaras fotográficas, pareció diseñado para proyectar fotografías en los periódicos y canales televisivos.
De hecho, sus ojos estaban llenos de albor, los cuales les iluminaban la frente. King se parecía a Platón en el porte, a Carlomagno en la firmeza de sus pasos, a Sócrates en la forma sabia de responder, a Demóstenes al hablar con elocuencia y a Ciro el Grande por su coraje al defender su pensamiento.
Michael King viajó con su esposa Alberta Williams a Alemania, en casa quedaron sus tres hijos, Chritine, Michael y Alfred Daniel. El padre investigó en el referido país europeo detalles históricos de la vida del legendario Martín Lutero (1483-1546, inspirador de la reforma protestante). Al regresar a su tierra decidió cambiar su nombre Michael por el de “Martin Luther”. La misma suerte le siguió a su heredero hijo Michael Jr., quien pasó a llamarse como su padre “Martin Luther King”.
Martin Luther King Jr. se casó en 1953 con la afro-estadounidense Coretta Scott. La atractiva mujer, estudiante de música, colmó de armonía al recién casado. Le pareció que King estaba predestinado a ser una gran personalidad por sus dotes de orador. En el período 1955-1963 tuvieron cuatro hijos, dos hembras (Yolanda y Bernice) y dos varones (John y Martin). El reverendo Martin Luther King se graduó de licenciado en Teología e hizo un doctorado en Filosofía.
ASIENTOS PARA LOS BLANCOS
En los Estados Unidos durante más de cien años, muchos dormían en la oscuridad de su piel y en la falta de información, desconocían que no podían ser discriminados por su color, que blancos y negros tenían los mismos derechos y que todos son iguales.
La independencia de Norteamérica (1776) fue la independencia de los blancos porque los negros continuaron siendo esclavos. Pese a la abolición de la esclavitud persistió la segregación racial, es decir, la separación de los blancos y de los negros exclusivamente por motivos de color.
En el norte de Estados Unidos en la década de los años cincuenta, los de descendencia africana sufrían hacinamiento, discriminación y pobreza. En el sur las leyes imponían la segregación racial en casi todos los aspectos de la vida. Los afroamericanos debían ir a colegios diferentes, beber agua en fuentes distintas, así como comer en otros lugares. “Cruzar la línea de color era un peligro al que pocos se arriesgaban”. En Alabama, estado del sur de mayoría negra, las humillaciones incluían que los negros debían viajar en los asientos traseros de los autobuses.
Por ejemplo, en una oportunidad en que la joven costurera de raza negra Rosa Parks, intenta subir a un autobús, el conductor le prohibió entrar por la puerta delantera, en voz alta le dijo, “negra por la puerta de atrás”, pero cuando ella caminaba el conductor de color blanco cerró la puerta del vehículo y entre carcajadas no permitió que subiera al autobús. En otra ocasión el mismo conductor le pidió a Rosa que se parara para permitir que un pasajero blanco se sentara, la señora Parks prefirió ir a la cárcel y pagar multa pero no se levantó del asiento.
La gente negra decidió organizar una protesta en contra de los autobuses de la ciudad. El acontecimiento tomó fama nacional y se conoce como “El boicot de autobuses de Montgomery, Alabama”. Uno de los volantes distribuidos en las calles se ha preservado para contar esa historia de suprema dignidad: “Otra mujer fue arrestada y encarcelada por no querer levantarse del asiento que ocupaba en el autobús, para cederle el lugar a una persona de tez blanca. Es la segunda vez desde el caso de Rosa Parks que una mujer de color es arrestada por tal motivo. Esto tiene que dejar de suceder. La gente de color también tiene derechos, y si dejasen de usar el sistema de autobuses, tal sistema no podría seguir operando. Tres cuartas partes de los pasajeros de autobús son negros, y de todas formas somos arrestados, o tenemos que viajar de pie aunque haya asientos vacíos enfrente de nosotros.
De no hacer nada en pos de detener estos arrestos, van a continuar sucediendo. La próxima vez podrías ser tú, o tu hija, o tu madre. El juicio de esta mujer será el lunes. De tal forma, pedimos a cada negro que se rehúse a viajar en autobús este lunes en protesta a este arresto y juicio. No tomes autobuses al trabajo, ni a la ciudad, ni a la escuela, ni a ningún lugar el lunes. Puedes faltar al colegio un día si no tienes otra forma de ir que no sea el autobús. También puedes permanecer fuera de la ciudad, sólo por un día. En caso de que trabajes, toma un taxi o bien, camina. Pero por favor, niños y adultos, no usen el autobús el lunes.”
El movimiento popular necesitaba un portavoz, recurrieron al nuevo pastor de la iglesia bautista o cristiana evangélica Martin Luther King Jr. Tenía 26 años. “Al sentarnos en la parte de atrás se tiene un sentimiento falso de inferioridad. Y al dejar que el blanco se siente delante y te empuje hacia tras, él tiene un sentimiento falso de superioridad”. Dijo King frente a las cámaras de la televisión, al tiempo que aceptó la causa debido a sus creencias religiosas. Su lucha dio resultado, la Corte Federal declaró ilegal la segregación en los autobuses públicos. Había nacido un nuevo movimiento. “Los ciudadanos negros de Montgomery volverán mañana por la mañana a unos autobuses en los que no habrá segregación”. Subrayó King.
KING EL DESPERTADOR
La victoria lo convirtió en una figura nacional, apareció en la portada de la revista Time, uno de los primeros negros en hacerlo. Comenzaron a llamarlo desde todas partes del país “ven a ayudarnos, aquí tenemos la misma situación. ¿Se convirtió King en líder por casualidad o había nacido para ocupar ese puesto?
Las marchas continuaban y la represión iba en aumento. Pero aunque en la comunidad negra de toda la nación todavía no se reconocían los derechos civiles de los afroamericanos y muchos dormían, siempre emergen quienes hacen el papel de potentes despertadores que timbran con intensidad para que se despierte de ese letargo impuesto por los de arriba. Martín Luther King, el gallo despertador de las madrugadas, se fue transformando, en las distintas manifestaciones pacíficas de protesta que encabezaba con frecuencia, en algo más que un reloj despertador de conciencia. Él ya era un sol sin crepúsculo que entraba por la ventana para hacer levantar de sus camas a los que por la profundidad del sueño parecían no escuchar la alarma de sus sermones. ¡Levántese que el camino es largo!
La voz de King logró despertar millones, incluso algunos de los blancos gringos que se molestaron con los timbrazos de sus palabras. Su voz continuó rompiendo candados y abriendo puertas prohibidas para que la “gente de color” pudiera pasar. -Para quien redacta este trabajo es indignante tener que escribir la frase, “gente de color”, como si los negros necesitáramos ese apellido para ser reconocidos como persona. El racismo da asco y quienes aun persisten en esa aberración me provocan náuseas, porque no hay peor mal que discriminar al prójimo por su piel. Yo diría que eso es podredumbre espiritual, lodo del alma-.
Nadie en Norteamérica gritó con tonos más altos en defensa de los pobres de su país que el reverendo Martin Luther King. Los altoparlantes de su espíritu informaron al planeta que la nación más poderosa del mundo estaba agujereada interiormente por la pobreza, pero por una pobreza con color negro únicamente, por una pobreza múltiple: miseria económica, miseria étnica, miseria anímica y fundamentalmente, miseria moral.
Situándonos en un presente, pocas personas poseen resortes de la sensibilidad tan desarrollados como los de Martin Luther King. El predicador tiene antenas en su alma que se activan cuando observa la situación de los suburbios de importantes ciudades estadounidenses, donde la drogadicción y el alcoholismo son coronas de espinas que cargan en su cabeza los alienados y marginados. King repite una y otra vez, “¿cómo es posible?” Y al sentirse impotente para darle una solución inmediata a la problemática quisiera poseer el don del milagro para transformar esa realidad como lo hacen los magos, con un toque de la varita mágica.
Sin proponérselo, Martin Luther King se había convertido en el líder espiritual de los negros estadounidenses, que sentían como el nuevo profeta lo guiaría hasta conseguir la igualdad entre los blancos y la gente de piel negra. La voz de King fue escuchada en la Casa Blanca y el Congreso estadounidense y los legisladores tuvieron que tirar al zafacón las injustas leyes discriminatorias. Dos presidentes de Estados Unidos como Kennedy y Lyndon B. Jonson le anunciaron a la nación y el mundo, la promulgación de las leyes de la igualad de los derechos civiles entre blancos y negros.
El liderazgo de Martin Luther King en los años de 1958-1968 es irrepetible. Probablemente sea el líder más carismático de Norteamérica en su historia contemporánea. Su presencia generaba espontáneos aplausos y desde que iniciaba un discurso el silencio era total, como si nadie quisiera perder una sola de sus frases. Su hablar cautivaba y hasta quienes tenían dificultad para escuchar podían seguir los gestos del idioma de sus manos en movimiento. ¡Es fascinante!, murmuraban muchos.
Se recuerda en esas grandes jornadas la manifestación a Washington del 28 de agosto de 1963, que ha sido valorada como la mayor reunión pacífica de la historia de Norteamérica. Parecía una marea humana. Simpatizantes famosos de Hollywood y New York, incluyendo al actor Marlon Brando. Toda la nación con sus oídos y sus ojos abiertos. El maestro de ceremonia anuncia, “Tengo el honor de presentarle al líder moral de nuestra nación, al doctor Martin Luther King jr.” El discurso pronunciado “Yo tengo un sueño” es considerado el mejor dado por un norteamericano. Viéndolo en este instante me doy cuenta que no habló un hombre, no habló un predicador, no habló Martin Luther King. Habló un espíritu de lo alto, habló un espíritu desde la cima de la montaña, el espíritu de la verdad, el espíritu de la justicia que descendió de la cumbre y se vistió de Martin Luther King.
Y pensar que Gandhi, el inmensamente grande, no solo parió a Gandhi, pareció haber engendrado a este titán que conmovía desde el púlpito a la nación de Norteamérica. Los presentes no han olvidado ni olvidarán jamás que el espíritu de un Mesías negro o de un Jesús de Nazaret de color, le habló desde aquel pedestal semejante a la cima de la montaña.
¿REVOLUCIONARIO O EXTREMISTA?
Para la década de los años sesenta estaban de moda los focos guerrilleros. Martin Luther King no se fue a pelear con ropas de camuflaje a la cima de la montaña. No obstante, se comportó en sus innumerables manifestaciones en contra del racismo y la pobreza de la comunidad negra en Estados Unidos igual que un revolucionario o extremista. Porque un revolucionario o extremista es una voluntad firme que rechaza la injusticia en todas sus formas. Una voluntad férrea y sin miedo a perder la vida. La muerte es lo mínimo que le puede suceder, lo importante es cumplir con el deber moral de combatir el mal.
El revolucionario o extremista coloca su existencia detrás de su misión o ilusión, no mide el riesgo de su sueño, camina aunque miles de obstáculos les cierren la marcha. Sabe que golpes y prisiones son parte de las dificultades de su propósito. La cárcel le fue familiar a Martin Luther King y en muchas ocasiones resultó detenido por encabezar marchas de protesta. Él desde el calabozo llegó a decir: “Transformaremos estas prisiones de mazmorras de vergüenza en cielos de victoria”. King comentó sobre el arresto al indicar: “Yo estaba orgulloso de mi crimen, fue el crimen de experimentar con mi gente una protesta no violenta contra la injusticia”.
En otro momento fue víctima de un atentado y una estocada en el pecho, cerca de la vena Orta, casi le cuesta la vida. El doctor le dijo, “si hubieras estornudado hubieras muerto”. Al retirarle el puñal le quedó una marca en forma de cruz. Mirándose la herida expresó, “A algunos nos quedarán cicatrices pero venceremos”.
King no usó un fusil para persuadir, predicaba sus sermones religiosos en un lenguaje rebelde pero pacifista. No faltaron quienes les gritaron “¡maldito comunista!”. Sin embargo, su líder fue Jesús no Karl Marx. Y su libro guía la Biblia no El capital. “Debemos enfrentar la violencia no con violencia. Recuerden las palabras de Jesús: “El que vive por la espada perecerá por la espada”. Debemos amar a nuestros hermanos blancos, sin importar lo que nos hagan. Debemos hacerles saber que los amamos. Debemos enfrentar el odio con amor”. Acostumbraba King a repetir en sus prédicas.
Algunos opositores del predicador King lo tildaban de extremista por su defensa de la causa de los negros indigentes.King al ser preguntado sobre si era en esencia un extremista manifestó: “Aunque en un principio me decepcionó ser calificado como un extremista, mientras seguía pensando sobre el asunto, gradualmente fui ganando una medida de satisfacción de la etiqueta. ¿No fue Jesús un extremista del amor?: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.” ¿No era Amós, un extremista de la justicia?: “Corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso” ¿No era Pablo un extremista del Evangelio cristiano?: “Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. ¿No fue Martín Lutero un extremista?: “Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa, que Dios me ayude”. ¿Y Jean Valjean? –Protagonista de Los Miserables de Víctor Hugo-: “Voy a permanecer en la cárcel hasta el fin de mis días antes de hacer una carnicería de mi conciencia.
¿Y Abraham Lincoln?: “Esta nación no puede sobrevivir como mitad esclava y mitad libre”. ¿Y Thomas Jefferson?: “Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales…” Así que la pregunta no es si vamos a ser extremistas o no, pero ¿qué clase de extremistas seremos? ¿Seremos extremistas por odio o por amor?”. ¿Seremos extremistas por la preservación de injusticia o por la extensión de la justicia?”. Así se expresó.
A LA SOMBRA DE LA MUERTE 1968
Nadie pensó, quién se podía imaginar que esa noche el orador elocuente, el predicador de fibras y voz armoniosa cual cantante épico, estaba a la sombra de la muerte. King parece presagiar su partida a la gloria. (Se recuerda que en el funeral de Kennedy (1963) dijo, “si han matado al presidente yo no llegaré con vida a los 40). Cerca de 12 mil feligreses presentes en la iglesia temblaron de asombro al escuchar a su líder en una sugestiva despedida:
“Como cualquiera, me gustaría vivir una vida larga. La longevidad gusta. Pero eso ahora no me preocupa. Quiero hacer la voluntad de Dios. Él me ha permitido subir a la montaña. He mirado al otro lado, y he visto la Tierra Prometida. Quizás yo no llegue a ella con ustedes. Pero esta noche quiero que sepan, que nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida. Por eso, esta noche estoy contento. No hay nada que me preocupe. No temo a hombre alguno. Mis ojos han visto la gloria de la llegada del Señor”.
Menos de 24 horas después, salió al balcón de la habitación de su hotel y un disparo asesino acabó con su vida el 4 de abril de 1968, con apenas 39 años de edad. Aquella noche, cuando se supo la noticia, las ciudades de todo el país explotaron en llamas de indignación y de fuego. Los disturbios se prolongaron por días, solo en Washington tuvieron que usar más de 10 mil agentes federales para controlar las protestas. Fue la mayor ocupación militar de una ciudad desde la Guerra Civil.
Una familia: su esposa y cuatro hijos, un movimiento, una ciudad, una nación y la humanidad estaban de duelo. Mientras la intolerancia sonreía, lograron acallar por el momento la voz de “King el despertador”. -Vuelvo de nuevo al presente-. Los latidos de su corazón ya no se escuchan, pero el tictac del reloj despertador continúa indicando que el tiempo sigue su marcha, como las ideas de King que no han muerto con el tiro que detuvo su vida.
Yo he interrumpido el teclado para presenciar con lágrimas las imágenes en YouTube del funeral de Martin Luther King. No me parece real, he tenido la ilusión de que estoy viendo una película de esas que el protagonista simula morir. Pero no, estoy en la realidad y solo un fuerte puñetazo sobre mi mesa de trabajo, acompañado de un profundo “cobardes”, me permite recobrar la tranquilidad para lograr concluir esta historia apasionada sobre Martin Luther King.
La vida del rey, del King predicador de la Palabra, de este personaje universal crucificado en la cruz de sus ideales, su vida –repito-, abre finalmente una interrogante existencial: ¿Qué somos? A penas soñadores intentando hacer realidad un sueño. ¿Qué somos? Quizás criaturas iguales a mariposas reclamando el derecho a una primavera de prosperidad. ¿Qué somos? Sin dudas, gaviotas elevando vuelo para llegar a la paz encubierta en la cúspide de la cordillera.
Martin Luther King enseñó con su ejemplo que se debe ascender sin miedo a la cima de la montaña, porque desde allí se ven más de cerca las estrellas y el sol. ¡Martín Luther King!, ¡eres mil veces inmortal. Y lo eres, porque tu obra traspasó, como el rayo de lo infinito, la eternidad.
“Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: “¡Libres al fin!” “¡Libres al fin!” Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libre al fin!”. Martin Luther King.
Ellos son personajes universales, representan como Martín Luther King (Premio Nobel de la Paz 1964), la cima de la montaña, el sitial de pureza y el espacio para las visiones amplias de la existencia humana.
Increíblemente, cien años después de abolirse la esclavitud en Estados Unidos (1863-1963), la libertad seguía siendo una promesa incumplida. “Me parece que en la América blanca ningún otro grupo étnico ha sido esclavo. La sociedad hizo del color negro una mancha, un estigma. Y eso no se pueda pasar por alto”. Son las palabras de Martin Luther King que se convertirían en razón de sus luchas.
“Veo a Martin Luther King como el Profeta de Nuestra Era, liberó a la nación de su mal más profundo. -Infiere un profesor universitario norteamericano-. Alguien dijo, quién fue como Miguel Ángel, como Mozart o Galileo. Yo digo, quién fue como Martin Luther King (Atlanta, EE.UU. 1929-1968), fue único”, concluye. “Todas sus palabras y acciones tenían un motivo para el futuro”. Enfatiza el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, con una expresión de admiración. Mientras Condoleezza Rice, exsecretario de Estado de USA, manifiesta que “la gran historia de King es la gran inspiración que trajo”.
MARTÍN LUTERO (EN INGLÉS “MARTIN LUTHER”)
El invierno suele se cruel en Atlanta, Georgia, pero a veces regala satisfacciones inolvidables como lo sucedido el 15 de enero de 1929, fecha feliz para los esposos Michael King, -pastor evangélico de 30 años de edad- y Alberta Williams, quienes ese día recibieron a su segundo hijo, al que llamaron Michael King. El pequeño fue creciendo con la rapidez del viento y mostrando actitudes, encantos y virtudes que lo distinguían como joven estudioso y amante de la lectura de obras clásicas.
Michael tenía la tez color leche con mucho café, el pelo encrespado y rebelde como las ideas guardadas en su cabeza. Su nariz poseía ventanas abiertas para espirar con la facilidad necesaria y pronunciar discursos en tono alto. Sus labios de altoparlantes semejaban moduladores de sonido y en sus pómulos brillosos se reflejaban las luces de las cámaras fotográficas, pareció diseñado para proyectar fotografías en los periódicos y canales televisivos.
De hecho, sus ojos estaban llenos de albor, los cuales les iluminaban la frente. King se parecía a Platón en el porte, a Carlomagno en la firmeza de sus pasos, a Sócrates en la forma sabia de responder, a Demóstenes al hablar con elocuencia y a Ciro el Grande por su coraje al defender su pensamiento.
Michael King viajó con su esposa Alberta Williams a Alemania, en casa quedaron sus tres hijos, Chritine, Michael y Alfred Daniel. El padre investigó en el referido país europeo detalles históricos de la vida del legendario Martín Lutero (1483-1546, inspirador de la reforma protestante). Al regresar a su tierra decidió cambiar su nombre Michael por el de “Martin Luther”. La misma suerte le siguió a su heredero hijo Michael Jr., quien pasó a llamarse como su padre “Martin Luther King”.
Martin Luther King Jr. se casó en 1953 con la afro-estadounidense Coretta Scott. La atractiva mujer, estudiante de música, colmó de armonía al recién casado. Le pareció que King estaba predestinado a ser una gran personalidad por sus dotes de orador. En el período 1955-1963 tuvieron cuatro hijos, dos hembras (Yolanda y Bernice) y dos varones (John y Martin). El reverendo Martin Luther King se graduó de licenciado en Teología e hizo un doctorado en Filosofía.
ASIENTOS PARA LOS BLANCOS
En los Estados Unidos durante más de cien años, muchos dormían en la oscuridad de su piel y en la falta de información, desconocían que no podían ser discriminados por su color, que blancos y negros tenían los mismos derechos y que todos son iguales.
La independencia de Norteamérica (1776) fue la independencia de los blancos porque los negros continuaron siendo esclavos. Pese a la abolición de la esclavitud persistió la segregación racial, es decir, la separación de los blancos y de los negros exclusivamente por motivos de color.
En el norte de Estados Unidos en la década de los años cincuenta, los de descendencia africana sufrían hacinamiento, discriminación y pobreza. En el sur las leyes imponían la segregación racial en casi todos los aspectos de la vida. Los afroamericanos debían ir a colegios diferentes, beber agua en fuentes distintas, así como comer en otros lugares. “Cruzar la línea de color era un peligro al que pocos se arriesgaban”. En Alabama, estado del sur de mayoría negra, las humillaciones incluían que los negros debían viajar en los asientos traseros de los autobuses.
Por ejemplo, en una oportunidad en que la joven costurera de raza negra Rosa Parks, intenta subir a un autobús, el conductor le prohibió entrar por la puerta delantera, en voz alta le dijo, “negra por la puerta de atrás”, pero cuando ella caminaba el conductor de color blanco cerró la puerta del vehículo y entre carcajadas no permitió que subiera al autobús. En otra ocasión el mismo conductor le pidió a Rosa que se parara para permitir que un pasajero blanco se sentara, la señora Parks prefirió ir a la cárcel y pagar multa pero no se levantó del asiento.
La gente negra decidió organizar una protesta en contra de los autobuses de la ciudad. El acontecimiento tomó fama nacional y se conoce como “El boicot de autobuses de Montgomery, Alabama”. Uno de los volantes distribuidos en las calles se ha preservado para contar esa historia de suprema dignidad: “Otra mujer fue arrestada y encarcelada por no querer levantarse del asiento que ocupaba en el autobús, para cederle el lugar a una persona de tez blanca. Es la segunda vez desde el caso de Rosa Parks que una mujer de color es arrestada por tal motivo. Esto tiene que dejar de suceder. La gente de color también tiene derechos, y si dejasen de usar el sistema de autobuses, tal sistema no podría seguir operando. Tres cuartas partes de los pasajeros de autobús son negros, y de todas formas somos arrestados, o tenemos que viajar de pie aunque haya asientos vacíos enfrente de nosotros.
De no hacer nada en pos de detener estos arrestos, van a continuar sucediendo. La próxima vez podrías ser tú, o tu hija, o tu madre. El juicio de esta mujer será el lunes. De tal forma, pedimos a cada negro que se rehúse a viajar en autobús este lunes en protesta a este arresto y juicio. No tomes autobuses al trabajo, ni a la ciudad, ni a la escuela, ni a ningún lugar el lunes. Puedes faltar al colegio un día si no tienes otra forma de ir que no sea el autobús. También puedes permanecer fuera de la ciudad, sólo por un día. En caso de que trabajes, toma un taxi o bien, camina. Pero por favor, niños y adultos, no usen el autobús el lunes.”
El movimiento popular necesitaba un portavoz, recurrieron al nuevo pastor de la iglesia bautista o cristiana evangélica Martin Luther King Jr. Tenía 26 años. “Al sentarnos en la parte de atrás se tiene un sentimiento falso de inferioridad. Y al dejar que el blanco se siente delante y te empuje hacia tras, él tiene un sentimiento falso de superioridad”. Dijo King frente a las cámaras de la televisión, al tiempo que aceptó la causa debido a sus creencias religiosas. Su lucha dio resultado, la Corte Federal declaró ilegal la segregación en los autobuses públicos. Había nacido un nuevo movimiento. “Los ciudadanos negros de Montgomery volverán mañana por la mañana a unos autobuses en los que no habrá segregación”. Subrayó King.
KING EL DESPERTADOR
La victoria lo convirtió en una figura nacional, apareció en la portada de la revista Time, uno de los primeros negros en hacerlo. Comenzaron a llamarlo desde todas partes del país “ven a ayudarnos, aquí tenemos la misma situación. ¿Se convirtió King en líder por casualidad o había nacido para ocupar ese puesto?
Las marchas continuaban y la represión iba en aumento. Pero aunque en la comunidad negra de toda la nación todavía no se reconocían los derechos civiles de los afroamericanos y muchos dormían, siempre emergen quienes hacen el papel de potentes despertadores que timbran con intensidad para que se despierte de ese letargo impuesto por los de arriba. Martín Luther King, el gallo despertador de las madrugadas, se fue transformando, en las distintas manifestaciones pacíficas de protesta que encabezaba con frecuencia, en algo más que un reloj despertador de conciencia. Él ya era un sol sin crepúsculo que entraba por la ventana para hacer levantar de sus camas a los que por la profundidad del sueño parecían no escuchar la alarma de sus sermones. ¡Levántese que el camino es largo!
La voz de King logró despertar millones, incluso algunos de los blancos gringos que se molestaron con los timbrazos de sus palabras. Su voz continuó rompiendo candados y abriendo puertas prohibidas para que la “gente de color” pudiera pasar. -Para quien redacta este trabajo es indignante tener que escribir la frase, “gente de color”, como si los negros necesitáramos ese apellido para ser reconocidos como persona. El racismo da asco y quienes aun persisten en esa aberración me provocan náuseas, porque no hay peor mal que discriminar al prójimo por su piel. Yo diría que eso es podredumbre espiritual, lodo del alma-.
Nadie en Norteamérica gritó con tonos más altos en defensa de los pobres de su país que el reverendo Martin Luther King. Los altoparlantes de su espíritu informaron al planeta que la nación más poderosa del mundo estaba agujereada interiormente por la pobreza, pero por una pobreza con color negro únicamente, por una pobreza múltiple: miseria económica, miseria étnica, miseria anímica y fundamentalmente, miseria moral.
Situándonos en un presente, pocas personas poseen resortes de la sensibilidad tan desarrollados como los de Martin Luther King. El predicador tiene antenas en su alma que se activan cuando observa la situación de los suburbios de importantes ciudades estadounidenses, donde la drogadicción y el alcoholismo son coronas de espinas que cargan en su cabeza los alienados y marginados. King repite una y otra vez, “¿cómo es posible?” Y al sentirse impotente para darle una solución inmediata a la problemática quisiera poseer el don del milagro para transformar esa realidad como lo hacen los magos, con un toque de la varita mágica.
Sin proponérselo, Martin Luther King se había convertido en el líder espiritual de los negros estadounidenses, que sentían como el nuevo profeta lo guiaría hasta conseguir la igualdad entre los blancos y la gente de piel negra. La voz de King fue escuchada en la Casa Blanca y el Congreso estadounidense y los legisladores tuvieron que tirar al zafacón las injustas leyes discriminatorias. Dos presidentes de Estados Unidos como Kennedy y Lyndon B. Jonson le anunciaron a la nación y el mundo, la promulgación de las leyes de la igualad de los derechos civiles entre blancos y negros.
El liderazgo de Martin Luther King en los años de 1958-1968 es irrepetible. Probablemente sea el líder más carismático de Norteamérica en su historia contemporánea. Su presencia generaba espontáneos aplausos y desde que iniciaba un discurso el silencio era total, como si nadie quisiera perder una sola de sus frases. Su hablar cautivaba y hasta quienes tenían dificultad para escuchar podían seguir los gestos del idioma de sus manos en movimiento. ¡Es fascinante!, murmuraban muchos.
Se recuerda en esas grandes jornadas la manifestación a Washington del 28 de agosto de 1963, que ha sido valorada como la mayor reunión pacífica de la historia de Norteamérica. Parecía una marea humana. Simpatizantes famosos de Hollywood y New York, incluyendo al actor Marlon Brando. Toda la nación con sus oídos y sus ojos abiertos. El maestro de ceremonia anuncia, “Tengo el honor de presentarle al líder moral de nuestra nación, al doctor Martin Luther King jr.” El discurso pronunciado “Yo tengo un sueño” es considerado el mejor dado por un norteamericano. Viéndolo en este instante me doy cuenta que no habló un hombre, no habló un predicador, no habló Martin Luther King. Habló un espíritu de lo alto, habló un espíritu desde la cima de la montaña, el espíritu de la verdad, el espíritu de la justicia que descendió de la cumbre y se vistió de Martin Luther King.
Y pensar que Gandhi, el inmensamente grande, no solo parió a Gandhi, pareció haber engendrado a este titán que conmovía desde el púlpito a la nación de Norteamérica. Los presentes no han olvidado ni olvidarán jamás que el espíritu de un Mesías negro o de un Jesús de Nazaret de color, le habló desde aquel pedestal semejante a la cima de la montaña.
¿REVOLUCIONARIO O EXTREMISTA?
Para la década de los años sesenta estaban de moda los focos guerrilleros. Martin Luther King no se fue a pelear con ropas de camuflaje a la cima de la montaña. No obstante, se comportó en sus innumerables manifestaciones en contra del racismo y la pobreza de la comunidad negra en Estados Unidos igual que un revolucionario o extremista. Porque un revolucionario o extremista es una voluntad firme que rechaza la injusticia en todas sus formas. Una voluntad férrea y sin miedo a perder la vida. La muerte es lo mínimo que le puede suceder, lo importante es cumplir con el deber moral de combatir el mal.
El revolucionario o extremista coloca su existencia detrás de su misión o ilusión, no mide el riesgo de su sueño, camina aunque miles de obstáculos les cierren la marcha. Sabe que golpes y prisiones son parte de las dificultades de su propósito. La cárcel le fue familiar a Martin Luther King y en muchas ocasiones resultó detenido por encabezar marchas de protesta. Él desde el calabozo llegó a decir: “Transformaremos estas prisiones de mazmorras de vergüenza en cielos de victoria”. King comentó sobre el arresto al indicar: “Yo estaba orgulloso de mi crimen, fue el crimen de experimentar con mi gente una protesta no violenta contra la injusticia”.
En otro momento fue víctima de un atentado y una estocada en el pecho, cerca de la vena Orta, casi le cuesta la vida. El doctor le dijo, “si hubieras estornudado hubieras muerto”. Al retirarle el puñal le quedó una marca en forma de cruz. Mirándose la herida expresó, “A algunos nos quedarán cicatrices pero venceremos”.
King no usó un fusil para persuadir, predicaba sus sermones religiosos en un lenguaje rebelde pero pacifista. No faltaron quienes les gritaron “¡maldito comunista!”. Sin embargo, su líder fue Jesús no Karl Marx. Y su libro guía la Biblia no El capital. “Debemos enfrentar la violencia no con violencia. Recuerden las palabras de Jesús: “El que vive por la espada perecerá por la espada”. Debemos amar a nuestros hermanos blancos, sin importar lo que nos hagan. Debemos hacerles saber que los amamos. Debemos enfrentar el odio con amor”. Acostumbraba King a repetir en sus prédicas.
Algunos opositores del predicador King lo tildaban de extremista por su defensa de la causa de los negros indigentes.King al ser preguntado sobre si era en esencia un extremista manifestó: “Aunque en un principio me decepcionó ser calificado como un extremista, mientras seguía pensando sobre el asunto, gradualmente fui ganando una medida de satisfacción de la etiqueta. ¿No fue Jesús un extremista del amor?: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen.” ¿No era Amós, un extremista de la justicia?: “Corra el juicio como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso” ¿No era Pablo un extremista del Evangelio cristiano?: “Yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. ¿No fue Martín Lutero un extremista?: “Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa, que Dios me ayude”. ¿Y Jean Valjean? –Protagonista de Los Miserables de Víctor Hugo-: “Voy a permanecer en la cárcel hasta el fin de mis días antes de hacer una carnicería de mi conciencia.
¿Y Abraham Lincoln?: “Esta nación no puede sobrevivir como mitad esclava y mitad libre”. ¿Y Thomas Jefferson?: “Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales…” Así que la pregunta no es si vamos a ser extremistas o no, pero ¿qué clase de extremistas seremos? ¿Seremos extremistas por odio o por amor?”. ¿Seremos extremistas por la preservación de injusticia o por la extensión de la justicia?”. Así se expresó.
A LA SOMBRA DE LA MUERTE 1968
Nadie pensó, quién se podía imaginar que esa noche el orador elocuente, el predicador de fibras y voz armoniosa cual cantante épico, estaba a la sombra de la muerte. King parece presagiar su partida a la gloria. (Se recuerda que en el funeral de Kennedy (1963) dijo, “si han matado al presidente yo no llegaré con vida a los 40). Cerca de 12 mil feligreses presentes en la iglesia temblaron de asombro al escuchar a su líder en una sugestiva despedida:
“Como cualquiera, me gustaría vivir una vida larga. La longevidad gusta. Pero eso ahora no me preocupa. Quiero hacer la voluntad de Dios. Él me ha permitido subir a la montaña. He mirado al otro lado, y he visto la Tierra Prometida. Quizás yo no llegue a ella con ustedes. Pero esta noche quiero que sepan, que nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida. Por eso, esta noche estoy contento. No hay nada que me preocupe. No temo a hombre alguno. Mis ojos han visto la gloria de la llegada del Señor”.
Menos de 24 horas después, salió al balcón de la habitación de su hotel y un disparo asesino acabó con su vida el 4 de abril de 1968, con apenas 39 años de edad. Aquella noche, cuando se supo la noticia, las ciudades de todo el país explotaron en llamas de indignación y de fuego. Los disturbios se prolongaron por días, solo en Washington tuvieron que usar más de 10 mil agentes federales para controlar las protestas. Fue la mayor ocupación militar de una ciudad desde la Guerra Civil.
Una familia: su esposa y cuatro hijos, un movimiento, una ciudad, una nación y la humanidad estaban de duelo. Mientras la intolerancia sonreía, lograron acallar por el momento la voz de “King el despertador”. -Vuelvo de nuevo al presente-. Los latidos de su corazón ya no se escuchan, pero el tictac del reloj despertador continúa indicando que el tiempo sigue su marcha, como las ideas de King que no han muerto con el tiro que detuvo su vida.
Yo he interrumpido el teclado para presenciar con lágrimas las imágenes en YouTube del funeral de Martin Luther King. No me parece real, he tenido la ilusión de que estoy viendo una película de esas que el protagonista simula morir. Pero no, estoy en la realidad y solo un fuerte puñetazo sobre mi mesa de trabajo, acompañado de un profundo “cobardes”, me permite recobrar la tranquilidad para lograr concluir esta historia apasionada sobre Martin Luther King.
La vida del rey, del King predicador de la Palabra, de este personaje universal crucificado en la cruz de sus ideales, su vida –repito-, abre finalmente una interrogante existencial: ¿Qué somos? A penas soñadores intentando hacer realidad un sueño. ¿Qué somos? Quizás criaturas iguales a mariposas reclamando el derecho a una primavera de prosperidad. ¿Qué somos? Sin dudas, gaviotas elevando vuelo para llegar a la paz encubierta en la cúspide de la cordillera.
Martin Luther King enseñó con su ejemplo que se debe ascender sin miedo a la cima de la montaña, porque desde allí se ven más de cerca las estrellas y el sol. ¡Martín Luther King!, ¡eres mil veces inmortal. Y lo eres, porque tu obra traspasó, como el rayo de lo infinito, la eternidad.
“Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada aldea y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, puedan unir sus manos y cantar las palabras del viejo espiritual negro: “¡Libres al fin!” “¡Libres al fin!” Gracias a Dios omnipotente, ¡somos libre al fin!”. Martin Luther King.
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