domingo, 1 de febrero de 2015

Máximo Gómez

Máximo Gómez

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Máximo Gómez Báez (1836-1905). Militar y político cubano nacido en Santo Domingo. General en jefe del Ejército Libertador cubano. Una de las figuras militares más destacadas de la Guerra de Independencia de Cuba.
Gómez nació el 18 de noviembre de 1836 en la ciudad de Baní, Santo Domingo, en una familia de medianos propietarios de tierras ganaderas y de bosques. Sus padres encomendaron su educación a su padrino, el sacerdote del lugar. Durante su infancia, la parte española de la isla perteneció a Haití hasta 1844, y en 1855, ante una nueva invasión haitiana, el joven Gómez abandonó los preparativos que hacía para iniciar estudios eclesiásticos, según deseo de su padre, y se incorporó al ejército. Peleó en varias acciones de guerra como la batalla de Santomé, con el grado de alférez de la caballería banileja. Siguió a su jefe, el general Pedro Santana, cuando este anexó el país a España en 1861, y alcanzó el grado de comandante de las tropas dominicanas del ejército español. Al triunfo de la Revolución Restauradora, al igual que otros militares dominicanos, se trasladó a Cuba en 1865, acompañado por su madre y sus hermanas.
Al llegar a la Isla renunció al servicio de las armas coloniales y se estableció en la oriental jurisdicción de Bayamo, donde se dedicó a negocios agrícolas y madereros. Allí, su observación de las miserias de la esclavitud y del racismo lo indujo a unirse a los conspiradores de la zona; al comenzar la Guerra de los Diez Años se alzó en armas, el 16 de octubre de 1868, y se le reconoció el grado de sargento. El día 25 del mismo mes llevó a cabo, en Pino de Baire, la primera carga al machete de las contiendas por la independencia, para detener una columna española que avanzaba desde Santiago de Cuba con el propósito de recuperar la ciudad de Bayamo, ocupada por los insurrectos y convertida en centro del movimiento revolucionario. A partir de entonces, entre las fuerzas mambisas se generalizó esa forma de ataque, que llegó a ser especialmente temida por las tropas españolas.
En pocos días, dada su experiencia militar, se confirió a Gómez el grado de general. Se casó en la manigua con la cubana Bernarda (Manana) Toro, quien lo acompañó durante la contienda. Se destacó por sus ataques sobre los cafetales de El Cobre, cerca de Santiago de Cuba; por su acción por liberar las dotaciones de esclavos y por su actividad ofensiva durante 1870. Fue segundo jefe de la División de Cuba, que abarcaba todo el sur oriental desde el golfo de Guacanayabo hasta Baracoa y Maisí, y sucedió en el mando a Donato Mármol a la muerte de este. En 1871, después de haber asumido el mando de esa División, dirigió una de las más brillantes operaciones de aquella guerra: la invasión y campaña de Guantánamo, territorio hasta entonces dominado por los españoles. Esa constituyó la primera campaña exitosa de los patriotas tras el incendio de Bayamo, para que la ciudad no fuese ocupada por los enemigos y la feroz y tenaz ofensiva española que desarticuló las fuerzas mambisas y las llevó a replegarse en los montes y serranías. Gómez inició entonces, con apoyo del presidente de la República de Cuba en Armas, Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, los preparativos de un audaz plan dirigido a trasladar fuerzas, por vía marítima y de manera sorpresiva, de la región oriental al centro de la Isla, para llevar el esfuerzo bélico hacia el occidente, donde se agrupaban las plantaciones azucareras y esclavistas. Pero el 8 de junio de 1872 fue depuesto de su mando por el presidente Céspedes, quien lo creyó hostil hacia su persona. Exactamente un año después, Céspedes lo designó en sustitución de Ignacio Agramonte -a la muerte de este- en la jefatura militar de Camagüey, región donde Gómez tomó las poblaciones de Nuevitas y Santa Cruz del Sur, y ganó los importantes combates de La Sacra y Palo Seco.
En 1874, al frente de tropas concentradas para invadir el territorio de Las Villas, ganó los combates de Naranjo y Mojacasabe, y la batalla de Las Guásimas, la mayor de la Guerra de los Diez Años. Tales victorias -obtenidas las últimas durante el gobierno presidido por Salvador Cisneros Betancourt- levantaron significativamente la moral de los patriotas, aunque obligaron al general a gastar buena parte de los recursos destinados al avance hacia occidente. El 6 de enero de 1875 cruzó la Trocha de Júcaro a Morón con 300 hombres de caballería y 600 de infantería, con lo cuales penetró en Las Villas y marchó por las tierras azucareras de Cienfuegos, amenazando la rica región de Matanzas, donde ya actuaban algunas de sus avanzadas. Pero su movimiento invasor se vio interrumpido por las divisiones surgidas dentro del campo mambí y la actitud reacia al envío de refuerzos que asumieron algunos jefes orientales. La oposición de algunos caudillos locales a los jefes de otras regiones le hizo devolver a algunos del oriente del país a su región de origen, y él mismo se vio precisado a resignar el mando de Las Villas, cuestionado también por no ser nativo de Cuba. Entonces fue nombrado para desempeñar la Secretaría de la Guerra, a la cual renunció en 1877, ante la creciente desintegración de las fuerzas revolucionarias. Salió de Cuba después de la paz que siguió al Pacto del Zanjón en 1878, convencido de que resultaba imposible sostenerse sobre las armas, por lo cual rehusó unirse a Antonio Maceo tras la Protesta de Baraguá.
Durante la forzada emigración se estableció con su familia, primero, en Jamaica, y después en Honduras, donde se reunieron muchos emigrados cubanos cobijados por el gobierno liberal de Marco Aurelio Soto. El presidente lo incorporó al ejército y lo designó jefe militar del puerto de Amapala, cargo que abandonó con posterioridad para establecerse en San Pedro Sula y dedicarse a negocios agrícolas, con tan poca fortuna que su familia vivió precariamente, murieron dos de sus hijos y él mismo enfermó de gravedad. En 1884 aceptó los requerimientos de la emigración cubana en Estados Unidos, en nombre de la cual le había escrito José Martí, y abandonó Honduras junto con Antonio Maceo -quien también se había radicado en ese país-, para encabezar un nuevo proyecto bélico independentista, cuyos lineamientos básicos delineó en el Proyecto de San Pedro Sula. Tras múltiples gestiones en Estados Unidos, sin que se materializara el apoyo económico prometido por cubanos ricos, y por el abandono del plan por parte de Martí -quien consideró a Gómez animado de propósitos caudillescos- viajó por el Caribe, y al llegar a República Dominicana fue apresado, por el temor del gobierno de que las armas que colectaba estuvieran destinadas a emplearse en su contra.
En 1886 desistió del plan revolucionario, por los múltiples obstáculos que enfrentaba para intentar llevarlo a cabo. Trabajó por un tiempo en las obras del canal de Panamá, viajó a Lima a finales de 1887 en un fracasado intento patriótico y, por último, se estableció en 1888 en República Dominicana, dedicándose a faenas agrícolas en su finca La Reforma. A mediados de 1892 fue elegido general en jefe del futuro Ejército Libertador por los militares miembros del Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí, con quien alcanzó plena identificación humana y revolucionaria, y elaboró el plan militar de inicio de la nueva contienda: un alzamiento simultáneo en todas las provincias cubanas, combinado con varias expediciones que condujeran al territorio a los principales jefes residentes fuera de la Isla y los recursos militares. El plan resultó abortado por una delación que redundó en la pérdida de los barcos y los pertrechos, la Guerra de Independencia comenzó el 24 de febrero de 1895 con su aprobación. Firmó junto con Martí, el 25 de marzo de 1895, el Manifiesto de Montecristi, en el cual se exponían al mundo los propósitos de la revolución cubana.
Desembarcó en Cuba con Martí para dar inicio a la nueva contienda y asumió de inmediato la jefatura militar de la insurrección. Estuvo presente en la conferencia de la finca La Mejorana, 5 de abril de 1895, donde acordaron ambos, junto con Maceo, organizar el gobierno de la República en Armas. Dirigió el combate de Dos Ríos, acción en la cual el 19 de mayo Martí encontró la muerte, sin que Gómez pudiera rescatar su cadáver. En junio de ese año penetró en la provincia de Camagüey, donde desarrolló su famosa "campaña circular" de acciones alrededor de la ciudad, que puso en pie de guerra toda la región. Aprobada la Constitución de la república el 16 de septiembre de 1895 en la Asamblea de Jimaguayú, se le confirmó como general en jefe del Ejército Libertador. Ese mismo mes pasó a Las Villas para avivar allí la insurrección y atraer sobre sí la atención del mando español, con el fin de despejar el territorio que debería atravesar la columna invasora desde el oriente. Se reunió con Maceo y el 15 de diciembre ambos generales obtuvieron resonante victoria en el combate de Mal Tiempo. Al llegar la invasión a La Habana, mientras Maceo continuaba hasta el extremo occidental de la Isla, Gómez desarrolló durante cerca de un año una intensa campaña de combates diarios en ese estrecho territorio. A mediados de 1896 libró en Camagüey la batalla de Saratoga, una de las más importantes de la guerra, y hacia finales de ese año planeó la campaña de La Reforma, consistente en atraer sobre sí a grandes fuerzas enemigas para entretenerlas y batirlas en un territorio de apenas diez leguas cuadradas en la región central del país.
Frustrada la revolución independentista por la intervención norteamericana en 1898, se opuso a la contratación de un empréstito para la paga de los libertadores, con el fin de no endeudar a la república antes de su nacimiento, y aceptó un donativo del ejecutivo estadounidense. Ello provocó su destitución por la dirección civil de la revolución, agrupada en la Asamblea del Cerro, la cual se autodisolvió ante el rechazo popular a su decisión.
Gómez siempre mantuvo la postura de una Cuba plenamente libre e intentó movilizar la opinión y las fuerzas sociales cubanas para la consecución de la independencia absoluta. Rechazó la presidencia por no considerarse apto para su desempeño. Rodeado del respeto y del cariño del pueblo cubano, lo sorprendió la muerte en La Habana, el 17 de junio de 1905, cuando ejercía su influencia política contra la reelección presidencial de Tomás Estrada Palma. En su honor se dio su nombre al pueblo de Recreo, en la provincia de Matanzas.

 

Bibliografía activa
Ideario cubano: Máximo Gómez, Academia de la Historia de Cuba, Imprenta El Siglo XX, La Habana, 1933.
Revoluciones… Cuba y hogar, Imprenta de Rambla y Bouza, La Habana, 1927.
Diario de campaña, 1868-1898, Editorial Centro Superior Tecnológico de Ceiba del Agua, La Habana, 1940.
Gómez, Máximo. Cartas a Francisco Carrillo, Compilación, introducción y notas por Hortensia Pichardo Viñals, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971.
Máximo Gómez. Selección de textos, Selección e introducción por Salvador Morales, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.
El pensamiento vivo de Máximo Gómez, Compilación por Bernardo García Domínguez, 2 t., CEDEE, Santo Domingo, Casa del Caribe de Santiago de Cuba, 1991.
Máximo Gómez, selección de documentos (1895.1905), Compilación por Yoel Cordoví Núñez, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2003.
Máximo Gómez. 100 años, Selección por Ana Cairo Ballester, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.
Bibliografía pasiva
Almeida Bosque, Juan: El General en Jefe, Máximo Gómez, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.
Álvarez Pitaluga, Antonio: La familia de Máximo Gómez, Editora Política, La Habana, 2008.
Callejas, Bernardo: Máximo Gómez en la independencia patria. Visión múltiple de un guerrero excepcional, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1986.
Centro de estudios de historia militar: Mayor general Máximo Gómez Báez. Sus campañas militares, Editora Política, 2 t., La Habana, 1986.
Cordoví Núñez, Yoel: Máximo Gómez, utopía y realidad de una república, Editora Política, La Habana, 2003.
Flint, Grover: Marchando con Gómez, Prólogo crítico por Francisco Pérez Guzmán, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984.
Ibarra, Jorge: Máximo Gómez frente al imperialismo, 1895-1905, Editora Cole, Santo Domingo, 2000.
Pérez Guzmán, Francisco: Máximo Gómez. La guerra de liberación, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.
Pérez Guzmán, Francisco y Violeta Serrano Rubio: Máximo Gómez. Aproximación a su cronología, 1836-1905, Editorial Academia, La Habana, 1986.
Ruiz, Ernesto: Máximo Gómez. Selección bibliográfica y documental, Editorial Academia, La Habana, 1986.
Souza, Benigno: Máximo Gómez, el Generalísimo, Editorial Trópico, La Habana, 1936.

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