Máximo Gómez
Máximo Gómez Báez
(1836-1905). Militar y político cubano nacido en Santo Domingo. General
en jefe del Ejército Libertador cubano. Una de las figuras militares
más destacadas de la Guerra de Independencia de Cuba.
Gómez nació el 18 de noviembre de 1836 en
la ciudad de Baní, Santo Domingo, en una familia de medianos
propietarios de tierras ganaderas y de bosques. Sus padres encomendaron
su educación a su padrino, el sacerdote del lugar. Durante su infancia,
la parte española de la isla perteneció a Haití hasta 1844, y en 1855,
ante una nueva invasión haitiana, el joven Gómez abandonó los
preparativos que hacía para iniciar estudios eclesiásticos, según deseo
de su padre, y se incorporó al ejército. Peleó en varias acciones de
guerra como la batalla de Santomé, con el grado de alférez de la
caballería banileja. Siguió a su jefe, el general Pedro Santana, cuando
este anexó el país a España en 1861, y alcanzó el grado de comandante de
las tropas dominicanas del ejército español. Al triunfo de la
Revolución Restauradora, al igual que otros militares dominicanos, se
trasladó a Cuba en 1865, acompañado por su madre y sus hermanas.
Al llegar a la Isla renunció al servicio
de las armas coloniales y se estableció en la oriental jurisdicción de
Bayamo, donde se dedicó a negocios agrícolas y madereros. Allí, su
observación de las miserias de la esclavitud y del racismo lo indujo a
unirse a los conspiradores de la zona; al comenzar la Guerra de los Diez
Años se alzó en armas, el 16 de octubre de 1868, y se le reconoció el
grado de sargento. El día 25 del mismo mes llevó a cabo, en Pino de
Baire, la primera carga al machete de las contiendas por la
independencia, para detener una columna española que avanzaba desde
Santiago de Cuba con el propósito de recuperar la ciudad de Bayamo,
ocupada por los insurrectos y convertida en centro del movimiento
revolucionario. A partir de entonces, entre las fuerzas mambisas se
generalizó esa forma de ataque, que llegó a ser especialmente temida por
las tropas españolas.
En pocos días, dada su experiencia
militar, se confirió a Gómez el grado de general. Se casó en la manigua
con la cubana Bernarda (Manana) Toro, quien lo acompañó durante
la contienda. Se destacó por sus ataques sobre los cafetales de El
Cobre, cerca de Santiago de Cuba; por su acción por liberar las
dotaciones de esclavos y por su actividad ofensiva durante 1870. Fue
segundo jefe de la División de Cuba, que abarcaba todo el sur oriental
desde el golfo de Guacanayabo hasta Baracoa y Maisí, y sucedió en el
mando a Donato Mármol a la muerte de este. En 1871, después de haber
asumido el mando de esa División, dirigió una de las más brillantes
operaciones de aquella guerra: la invasión y campaña de Guantánamo,
territorio hasta entonces dominado por los españoles. Esa constituyó la
primera campaña exitosa de los patriotas tras el incendio de Bayamo,
para que la ciudad no fuese ocupada por los enemigos y la feroz y tenaz
ofensiva española que desarticuló las fuerzas mambisas y las llevó a
replegarse en los montes y serranías. Gómez inició entonces, con apoyo
del presidente de la República de Cuba en Armas, Carlos Manuel de
Céspedes y del Castillo, los preparativos de un audaz plan dirigido a
trasladar fuerzas, por vía marítima y de manera sorpresiva, de la región
oriental al centro de la Isla, para llevar el esfuerzo bélico hacia el
occidente, donde se agrupaban las plantaciones azucareras y esclavistas.
Pero el 8 de junio de 1872 fue depuesto de su mando por el presidente
Céspedes, quien lo creyó hostil hacia su persona. Exactamente un año
después, Céspedes lo designó en sustitución de Ignacio Agramonte -a la
muerte de este- en la jefatura militar de Camagüey, región donde Gómez
tomó las poblaciones de Nuevitas y Santa Cruz del Sur, y ganó los
importantes combates de La Sacra y Palo Seco.
En 1874, al frente de tropas concentradas
para invadir el territorio de Las Villas, ganó los combates de Naranjo y
Mojacasabe, y la batalla de Las Guásimas, la mayor de la Guerra de los
Diez Años. Tales victorias -obtenidas las últimas durante el gobierno
presidido por Salvador Cisneros Betancourt- levantaron
significativamente la moral de los patriotas, aunque obligaron al
general a gastar buena parte de los recursos destinados al avance hacia
occidente. El 6 de enero de 1875 cruzó la Trocha de Júcaro a Morón con
300 hombres de caballería y 600 de infantería, con lo cuales penetró en
Las Villas y marchó por las tierras azucareras de Cienfuegos, amenazando
la rica región de Matanzas, donde ya actuaban algunas de sus avanzadas.
Pero su movimiento invasor se vio interrumpido por las divisiones
surgidas dentro del campo mambí y la actitud reacia al envío de
refuerzos que asumieron algunos jefes orientales. La oposición de
algunos caudillos locales a los jefes de otras regiones le hizo devolver
a algunos del oriente del país a su región de origen, y él mismo se vio
precisado a resignar el mando de Las Villas, cuestionado también por no
ser nativo de Cuba. Entonces fue nombrado para desempeñar la Secretaría
de la Guerra, a la cual renunció en 1877, ante la creciente
desintegración de las fuerzas revolucionarias. Salió de Cuba después de
la paz que siguió al Pacto del Zanjón en 1878, convencido de que
resultaba imposible sostenerse sobre las armas, por lo cual rehusó
unirse a Antonio Maceo tras la Protesta de Baraguá.
Durante la forzada emigración se
estableció con su familia, primero, en Jamaica, y después en Honduras,
donde se reunieron muchos emigrados cubanos cobijados por el gobierno
liberal de Marco Aurelio Soto. El presidente lo incorporó al ejército y
lo designó jefe militar del puerto de Amapala, cargo que abandonó con
posterioridad para establecerse en San Pedro Sula y dedicarse a negocios
agrícolas, con tan poca fortuna que su familia vivió precariamente,
murieron dos de sus hijos y él mismo enfermó de gravedad. En 1884 aceptó
los requerimientos de la emigración cubana en Estados Unidos, en nombre
de la cual le había escrito José Martí, y abandonó Honduras junto con
Antonio Maceo -quien también se había radicado en ese país-, para
encabezar un nuevo proyecto bélico independentista, cuyos lineamientos
básicos delineó en el Proyecto de San Pedro Sula. Tras múltiples
gestiones en Estados Unidos, sin que se materializara el apoyo económico
prometido por cubanos ricos, y por el abandono del plan por parte de
Martí -quien consideró a Gómez animado de propósitos caudillescos- viajó
por el Caribe, y al llegar a República Dominicana fue apresado, por el
temor del gobierno de que las armas que colectaba estuvieran destinadas a
emplearse en su contra.
En 1886 desistió del plan revolucionario,
por los múltiples obstáculos que enfrentaba para intentar llevarlo a
cabo. Trabajó por un tiempo en las obras del canal de Panamá, viajó a
Lima a finales de 1887 en un fracasado intento patriótico y, por último,
se estableció en 1888 en República Dominicana, dedicándose a faenas
agrícolas en su finca La Reforma. A mediados de 1892 fue elegido general
en jefe del futuro Ejército Libertador por los militares miembros del
Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí, con quien alcanzó
plena identificación humana y revolucionaria, y elaboró el plan militar
de inicio de la nueva contienda: un alzamiento simultáneo en todas las
provincias cubanas, combinado con varias expediciones que condujeran al
territorio a los principales jefes residentes fuera de la Isla y los
recursos militares. El plan resultó abortado por una delación que
redundó en la pérdida de los barcos y los pertrechos, la Guerra de
Independencia comenzó el 24 de febrero de 1895 con su aprobación. Firmó
junto con Martí, el 25 de marzo de 1895, el Manifiesto de Montecristi,
en el cual se exponían al mundo los propósitos de la revolución cubana.
Desembarcó en Cuba con Martí para dar
inicio a la nueva contienda y asumió de inmediato la jefatura militar de
la insurrección. Estuvo presente en la conferencia de la finca La
Mejorana, 5 de abril de 1895, donde acordaron ambos, junto con Maceo,
organizar el gobierno de la República en Armas. Dirigió el combate de
Dos Ríos, acción en la cual el 19 de mayo Martí encontró la muerte, sin
que Gómez pudiera rescatar su cadáver. En junio de ese año penetró en la
provincia de Camagüey, donde desarrolló su famosa "campaña circular" de
acciones alrededor de la ciudad, que puso en pie de guerra toda la
región. Aprobada la Constitución de la república el 16 de septiembre de
1895 en la Asamblea de Jimaguayú, se le confirmó como general en jefe
del Ejército Libertador. Ese mismo mes pasó a Las Villas para avivar
allí la insurrección y atraer sobre sí la atención del mando español,
con el fin de despejar el territorio que debería atravesar la columna
invasora desde el oriente. Se reunió con Maceo y el 15 de diciembre
ambos generales obtuvieron resonante victoria en el combate de Mal
Tiempo. Al llegar la invasión a La Habana, mientras Maceo continuaba
hasta el extremo occidental de la Isla, Gómez desarrolló durante cerca
de un año una intensa campaña de combates diarios en ese estrecho
territorio. A mediados de 1896 libró en Camagüey la batalla de Saratoga,
una de las más importantes de la guerra, y hacia finales de ese año
planeó la campaña de La Reforma, consistente en atraer sobre sí a
grandes fuerzas enemigas para entretenerlas y batirlas en un territorio
de apenas diez leguas cuadradas en la región central del país.
Frustrada la revolución independentista
por la intervención norteamericana en 1898, se opuso a la contratación
de un empréstito para la paga de los libertadores, con el fin de no
endeudar a la república antes de su nacimiento, y aceptó un donativo del
ejecutivo estadounidense. Ello provocó su destitución por la dirección
civil de la revolución, agrupada en la Asamblea del Cerro, la cual se
autodisolvió ante el rechazo popular a su decisión.
Gómez siempre mantuvo la postura de una
Cuba plenamente libre e intentó movilizar la opinión y las fuerzas
sociales cubanas para la consecución de la independencia absoluta.
Rechazó la presidencia por no considerarse apto para su desempeño.
Rodeado del respeto y del cariño del pueblo cubano, lo sorprendió la
muerte en La Habana, el 17 de junio de 1905, cuando ejercía su
influencia política contra la reelección presidencial de Tomás Estrada
Palma. En su honor se dio su nombre al pueblo de Recreo, en la provincia
de Matanzas.
Bibliografía activa
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Máximo Gómez. 100 años, Selección por Ana Cairo Ballester, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.
Bibliografía pasiva
Almeida Bosque, Juan: El General en Jefe, Máximo Gómez, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.
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Callejas, Bernardo: Máximo Gómez en la independencia patria. Visión múltiple de un guerrero excepcional, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1986.
Centro de estudios de historia militar: Mayor general Máximo Gómez Báez. Sus campañas militares, Editora Política, 2 t., La Habana, 1986.
Cordoví Núñez, Yoel: Máximo Gómez, utopía y realidad de una república, Editora Política, La Habana, 2003.
Flint, Grover: Marchando con Gómez, Prólogo crítico por Francisco Pérez Guzmán, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984.
Ibarra, Jorge: Máximo Gómez frente al imperialismo, 1895-1905, Editora Cole, Santo Domingo, 2000.
Pérez Guzmán, Francisco: Máximo Gómez. La guerra de liberación, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986.
Pérez Guzmán, Francisco y Violeta Serrano Rubio: Máximo Gómez. Aproximación a su cronología, 1836-1905, Editorial Academia, La Habana, 1986.
Ruiz, Ernesto: Máximo Gómez. Selección bibliográfica y documental, Editorial Academia, La Habana, 1986.
Souza, Benigno: Máximo Gómez, el Generalísimo, Editorial Trópico, La Habana, 1936.
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