Manuscritos antiguos al asalto del futuro
11 de noviembre de 2014
Está en marcha un proyecto para digitalizar los libros antiguos más
valiosos de los fondos de las bibliotecas rusas. Nuestro colaborador de
RBTH ha visitado el departamento de escaneo de la Biblioteca del Estado
Ruso para asistir al renacimiento, en formato digital, de libros que son
monumentos.
A mediados de la década de 2000 la Biblioteca
del Estado Ruso inició el proyecto Biblioteca Nacional Electrónica, uno de
cuyos objetivos es la digitalización de los libros publicados antes de 1831.
Tatiana Garkushova, miembro del personal del departamento de escaneo, me muestra en la pantalla del ordenador páginas de libros antiguos ya escaneados. Por ejemplo, el manuscrito del Evangelio de Arjánguelsk de 1092, el cuarto en antigüedad de todos los manuscritos eslavos orientales de los que se tiene conocimiento. O el Oktoíjos (u Octoechos) de Fiol (un libro de cantos ortodoxos para los oficios religiosos), uno de los primeros libros impresos en alfabeto cirílico, cuya impresión fue obra de Schweipolt Fiol, en 1941, en Cracovia. Este libro tiene un enorme valor (su precio se estima en varios millones de dólares), pero no se puede comprar ni vender, pues el ejemplar es propiedad del Estado.
Fuente: Antón Chúrochkin
“Antes, sólo se dejaba consultar este tipo de libros previa presentación de un permiso especial y a investigadores de seriedad incontestable”, explica Tatiana. Ahora están accesibles a todo el mundo en la página de la Biblioteca Electrónica.
Digitalizar el pasado
Fuente: Antón Chúrochkin
“El fondo de libros raros de la Biblioteca del Estado Ruso cuenta con aproximadamente 300.000 unidades de almacenaje”, dice Tatiana. “De estas, a día de hoy, se han digitalizado cerca de 9.000”. Hace poco el proyecto Biblioteca Electrónica Nacional, al que se unieron bibliotecas de todo el país, recibió el apoyo del Ministerio de Cultura.
Hasta ahora el papel era el soporte que garantizaba una vida más larga: después de todo, la “época” digital tiene poco más de treinta años. “Los libros se digitalizan con la finalidad de hacerlos accesibles a todo el mundo”, dice el jefe del departamento de escaneado, Román Kurbátov. “Además, hay también factores materiales. En el siglo XIX, se utilizaban tintas de cinc que con el tiempo roen las páginas de papel y traspasan el dorso. Paulatinamente, hace que el texto no se pueda leer en ninguna de las dos partes de la página”.
Fuente: Antón Chúrochkin
“Un hecho que da que pensar es que se conservan mejor los libros de mayor antigüedad y los más caros”, dice Román. “Recibieron un cuidado exquisito desde el principio, se conservaron en condiciones especiales, se abrían en muy contadas ocasiones. Resulta que tenemos una edición francesa de una obra de François Rabelais, publicada en vida del autor, aproximadamente de la década de 1530, cuyo estado no es peor que los libros de mediados del siglo XIX”.
Tipografía del año 1818. Fuente: Antón Chúrochkin
El escaneo se debe efectuar con mucha cautela para evitar que el escáner cause daños al libro. El libro se coloca sobre una “cuna”, un soporte suave fabricado con la forma de la encuadernación y teniendo en cuenta su grosor. Hay escáneres de todos los formatos, desde el más pequeño al más grande, ya sea para ediciones en miniatura o para el formato de partida AO, que equivale a un metro de superficie. Utilizan una luz especial que no daña las tintas ni el papel.
Tecnología espacial para Da Vinci
Fuente: Antón Chúrochkin
Entre las ediciones que se han conservado hay muchos ejemplares de formato grande y no estandarizado: libros de regalo, atlas de gran escala, álbumes, hojas gráficas. Para su escaneo en la Biblioteca se ha instalado un escáner de la compañía Metis Systems, que soporta en su cuna libros de hasta medio metro de grosor y de hasta 50 kilos de peso. Este escáner se utilizó recientemente para digitalizar el Códice Atlántico de Leonardo Da Vinci, colección encuadernada de doce volúmenes que consta de 1.119 hojas. Los ingenieros que crearon el escáner trabajaban antes en el Departamento de Aeronáutica y Astronáutica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Fuente: Antón Chúrochkin
En el sitio web de la Biblioteca del Estado Ruso las copias digitales se pueden leer con cualquier navegador, descargar en .pdf o en formato para iPad.
En acceso abierto se encuentran auténticos tesoros: el calendario personal de Pablo I, un Evangelio de mediados del siglo XVII, libros del siglo XVI de Francisco Skorina de una imprenta de Praga… Los escaneos tienen tan alta calidad que incluso se ven los más mínimos detalles del acabado, los grabados y los ex libris (marca de propiedad que consiste en una estampa, etiqueta o sello que suele colocarse en el reverso de la cubierta o tapa de un libro, y que contiene el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria).
Fuente: Antón Chúrochkin
Los escaneos, por supuesto, no transmiten la sensación de que tienes el libro en las manos. “Cuando escaneábamos la Biblioteca Schneerson, en los libros encontramos cosas interesantes a modo de marcadores de lectura: plumas de ganso, cabellos, cadenitas, dinero, notas privadas”¸ comenta Kurbátov.
Tatiana Garkushova, miembro del personal del departamento de escaneo, me muestra en la pantalla del ordenador páginas de libros antiguos ya escaneados. Por ejemplo, el manuscrito del Evangelio de Arjánguelsk de 1092, el cuarto en antigüedad de todos los manuscritos eslavos orientales de los que se tiene conocimiento. O el Oktoíjos (u Octoechos) de Fiol (un libro de cantos ortodoxos para los oficios religiosos), uno de los primeros libros impresos en alfabeto cirílico, cuya impresión fue obra de Schweipolt Fiol, en 1941, en Cracovia. Este libro tiene un enorme valor (su precio se estima en varios millones de dólares), pero no se puede comprar ni vender, pues el ejemplar es propiedad del Estado.
Fuente: Antón Chúrochkin
“Antes, sólo se dejaba consultar este tipo de libros previa presentación de un permiso especial y a investigadores de seriedad incontestable”, explica Tatiana. Ahora están accesibles a todo el mundo en la página de la Biblioteca Electrónica.
Digitalizar el pasado
Fuente: Antón Chúrochkin
“El fondo de libros raros de la Biblioteca del Estado Ruso cuenta con aproximadamente 300.000 unidades de almacenaje”, dice Tatiana. “De estas, a día de hoy, se han digitalizado cerca de 9.000”. Hace poco el proyecto Biblioteca Electrónica Nacional, al que se unieron bibliotecas de todo el país, recibió el apoyo del Ministerio de Cultura.
Hasta ahora el papel era el soporte que garantizaba una vida más larga: después de todo, la “época” digital tiene poco más de treinta años. “Los libros se digitalizan con la finalidad de hacerlos accesibles a todo el mundo”, dice el jefe del departamento de escaneado, Román Kurbátov. “Además, hay también factores materiales. En el siglo XIX, se utilizaban tintas de cinc que con el tiempo roen las páginas de papel y traspasan el dorso. Paulatinamente, hace que el texto no se pueda leer en ninguna de las dos partes de la página”.
Fuente: Antón Chúrochkin
“Un hecho que da que pensar es que se conservan mejor los libros de mayor antigüedad y los más caros”, dice Román. “Recibieron un cuidado exquisito desde el principio, se conservaron en condiciones especiales, se abrían en muy contadas ocasiones. Resulta que tenemos una edición francesa de una obra de François Rabelais, publicada en vida del autor, aproximadamente de la década de 1530, cuyo estado no es peor que los libros de mediados del siglo XIX”.
Tipografía del año 1818. Fuente: Antón Chúrochkin
El escaneo se debe efectuar con mucha cautela para evitar que el escáner cause daños al libro. El libro se coloca sobre una “cuna”, un soporte suave fabricado con la forma de la encuadernación y teniendo en cuenta su grosor. Hay escáneres de todos los formatos, desde el más pequeño al más grande, ya sea para ediciones en miniatura o para el formato de partida AO, que equivale a un metro de superficie. Utilizan una luz especial que no daña las tintas ni el papel.
Tecnología espacial para Da Vinci
Fuente: Antón Chúrochkin
Entre las ediciones que se han conservado hay muchos ejemplares de formato grande y no estandarizado: libros de regalo, atlas de gran escala, álbumes, hojas gráficas. Para su escaneo en la Biblioteca se ha instalado un escáner de la compañía Metis Systems, que soporta en su cuna libros de hasta medio metro de grosor y de hasta 50 kilos de peso. Este escáner se utilizó recientemente para digitalizar el Códice Atlántico de Leonardo Da Vinci, colección encuadernada de doce volúmenes que consta de 1.119 hojas. Los ingenieros que crearon el escáner trabajaban antes en el Departamento de Aeronáutica y Astronáutica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
Fuente: Antón Chúrochkin
En el sitio web de la Biblioteca del Estado Ruso las copias digitales se pueden leer con cualquier navegador, descargar en .pdf o en formato para iPad.
En acceso abierto se encuentran auténticos tesoros: el calendario personal de Pablo I, un Evangelio de mediados del siglo XVII, libros del siglo XVI de Francisco Skorina de una imprenta de Praga… Los escaneos tienen tan alta calidad que incluso se ven los más mínimos detalles del acabado, los grabados y los ex libris (marca de propiedad que consiste en una estampa, etiqueta o sello que suele colocarse en el reverso de la cubierta o tapa de un libro, y que contiene el nombre del dueño del ejemplar o de la biblioteca propietaria).
Fuente: Antón Chúrochkin
Los escaneos, por supuesto, no transmiten la sensación de que tienes el libro en las manos. “Cuando escaneábamos la Biblioteca Schneerson, en los libros encontramos cosas interesantes a modo de marcadores de lectura: plumas de ganso, cabellos, cadenitas, dinero, notas privadas”¸ comenta Kurbátov.
No hay comentarios:
Publicar un comentario