El banquete tóxico del hotel Matum
o, un grupo de 110 abogados decidieron reconocer los 40 años de ejercicio profesional del destacado jurista Federico Carlos Alvarez Perelló, reuniéndose para ese propósito en el hotel Matum de Santiago de los Caballeros, celebrando la ocasión con un banquete y un discurso.
La pieza oratoria del reconocimiento al notable jurista, oriundo de Montecristi, la pronunció otro eminente jurista, Eduardo Sánchez Cabral, integrante del bufete del licenciado Marcos Antonio Cabral Bermúdez.
En la ponderación del homenajeado, Sánchez Cabral omitió el nombre del generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, entendiendo que se trataba de un reconocimiento muy personal a un togado en ocasión de ejercer cuatro décadas su profesión.
Ese lapsus motivó que la señora Milady Félix de L, Official y el senador Andrés Nicolás Sosa denunciaran la omisión de Trujillo en un encuentro de profesionales del derecho, como una herejía, una ofensa premeditada, un sacrilegio, una demostración palpable de deslealtad al Perínclito Barón de San Cristóbal, al Padre de la Patria Nueva, al Primer Maestro, y disertante y homenajeado fueron conducidos al Tribunal de Honor del unívoco Partido Dominicano, el singular juicio político que realizó ese “partido” en 31 años de tiranía.
Se citan entre los juristas asistentes al homenaje a los doctores Salvador Jorge Blanco, Aníbal Campagna García y José Augusto Vega Imbert y decenas de abogados de diferentes ciudades y pueblos.
Una cita para reconocer los valores de un gran profesional de las ciencias jurídicas.
Fue un homenaje singular a un jurista con un banquete que terminó intoxicando a todos en una sobrecarga a la mucosis política. y en una versión fehaciente más de la ausencia de oxígeno ni para festejar y reconocer los méritos de un profesional de las ciencia jurídicas por su erudición y honestidad, en una tiranía sofocante de oxígeno ni para un acto como ese.
El licenciado Alvarez Perelló dispuso por prudencia elemental, colocar una foto enorme del dictador, conforme expuso en el Tribunal de Honor del Partido Dominicano, en el juicio político a que fue sometido, foto reseñada por El Caribe del 13 de septiembre de 1955, insertada en esta descripción, un desagravio postrero y lejano a un jurista honorable y a un ciudadano intachable.
Homenajeado y orador fueron despojados de sus títulos de profesores de la Universidad de Santo Domingo, y el Partido Dominicano organizó una concentración (mitín) de desagravio el 18 de agosto de 1955 en el parque Duarte de Santiago de los Caballeros.
El diario La Nación del 13 de agosto de 1955 reseña la defensa que hizo el doctor Joaquín Balaguer del licenciado Alvarez Perelló, consignando que sí se hizo alusión al generalísimo Trujillo “cuando se habló allí del decoro profesional se mencionó implícitamente a Trujillo que es quien en 25 años de formidable acción constructiva, ha creado las condiciones de orden económico y de orden moral indispensables para el ejercicio digno y remunerativo de todos los profesionales liberales”
El licenciado Alvarez Perelló expuso ante el Tribunal de Honor del Partido Dominicano que “en el acto, al fondo de la mesa principal, estaba la vera efigie del jefe único de esta época”, reseña El Caribe del 13 de septiembre de 1955, página siete.
Apenas 48 meses después de este incidente tóxico, el licenciado Alvarez Perelló fue designado por Trujillo presidente del Instituto Trujilloniano, y en febrero de ese año designado Miembro Correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia, sin escribir libro alguno de esa disciplina ni de ninguna otra materia, conforme declaró, recogidas en El Caribe del 13 de septiembre de 1955, donde textualmente dice: “No he sido autor de obras, yo no he escrito nada sobre la profesión”.
El licenciado Alvarez Perelló nunca fue abogado litigante y su especialidad la concentró en la vertiente del derecho civil y comercial, resolviendo los casos de sus clientes, formando y asesorando empresas, en su bufete de la entonces calle Julia Molina, hoy Independencia, con calle España, parte baja, residiendo en la segunda planta en un edificio de mampostería que se preserva hoy (20l4) y donde ejerce su hijo doctor Federico Carlos Alvarez Morales.
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