LA PANOPLIA DE UN JEFE ASTUR EN UNA MONEDA DE CARISIO-PROYECTO MAURANUS
PROYECTO MAURANUS por José Ángel Hierro Gárate.
Casco, hacha y puñal: la panoplia de un jefe astur en una moneda de Carisio
PROYECTO MAURANUS por JOSÉ ÁNGEL HIERRO GÁRATE
Hace unos días he podido ver la
"versión beta" del folleto del encuentro arqueológico que tendrá lugar
en Octubre en Gijón (y del que ya adelanté algo en una entrada anterior) y
en él aparecen representadas algunas monedas acuñadas durante la
conquista del norte de Hispania por las tropas de Augusto (las imágenes
que he utilizado para acompañar al texto están sacadas de él, por
cierto). Y ha sido la visión de esas monedas lo que me ha llevado a
redactar esta entrada, así que, sin más preámbulo, voy al lío.
En el año 25 a. de C., tras la toma de
Lancia y el final de su campaña victoriosa contra los Astures, el
legado romano que ejercía como gobernador de la provincia de Lusitania,
Publio Carisio, fundó la colonia para veteranos de Emerita Augusta,
actual Mérida. En paralelo a esa fundación, también acuñó una serie de
monedas para conmemorarla y para recordar su triunfo sobre los
habitantes de Asturia (aunque también suele incluirse en esa celebración
a los Cántabros, lo cierto es que Carisio sólo operó en el frente
astur, por lo que sólo ésa, y no la de Cayo Antistio en Cantabria, es la
campaña que aparece reflejada en sus monedas). La historia y
características de las monedas emeritenses de Carisio son bien
conocidas, así que no entraré en ellas. Quien esté interesado en el tema
tiene un buen resumen aquí (nótese que el texto, pese a ser
apreciable, contiene algunos errores, como llamar "cuchillo afalcatado" a
lo que es en realidad una falcata; y da por buenas algunas
interpretaciones iconográficas que se ponen en duda en esta misma
entrada, como se verá más adelante).
Aquí voy a fijarme únicamente en una
emisión, aunque también habrá que atender de forma algo superficial a
otras dos para tratar de aclarar algunos aspectos relacionados con ella.
Todas tienen la efigie de Octavio en el anverso, con la leyenda
IMP(ERATOR) CAESAR AVGVSTVS, mientras que sus reversos muestran
distintas composiciones, todas ellas con armas. El ejemplar en cuestión
(en realidad, su reverso) es éste:
En él, rodeados por la leyenda
P(UBLIVS) CARISIVS LEG(ATUS) PRO PR(AETORE), se sitúan una cabeza con
casco (en el centro), un puñal (a su derecha) y un hacha de dos filos (a
su izquierda) que, tradicionalmente, se han considerado como una
representación de las armas de los enemigos derrotados por Carisio en su
campaña astur. Y digo "tradicionalmente" porque, no hace muchos años,
se ha propuesto otra interpretación completamente distinta (esa que
menciono más arriba). Su responsable, M. P. García-Bellido, considera
que no nos encontramos ante una panoplia indígena sino frente a los
símbolos de las dos legiones con cuyos veteranos se fundó Emerita. Así, según esta autora (2004: 80-81), la cabeza galeada no sería tal, sino un casco con máscara y penacho de plumas de alondra que representaría a la Legio V Alaudae; y a su izquierda no habría una bipennis, sino un malleolus (o martillo) utilizado en los trabajos mineros a los que la Legio X Gemina
estaría íntimamente ligada (para el puñal no encuentra una explicación
satisfactoria y lo deja en el aire). Como no estoy en absoluto de
acuerdo con esta forma de "leer" el anverso de la moneda, utilizaré esta
entrada para argumentar en contra (aunque ése no sea su principal
objetivo lo cierto es que me viene bien para hilar el discurso). Y para
ello nada mejor que ir por partes, así que empezaré por el casco.
¿Por qué no creo que se trate, en
realidad, de un casco de legionario con máscara y un penacho de plumas
de alondra? En primer lugar, porque las máscaras son un "complemento"
(para usar en entrenamientos y competiciones) a los cascos de algunos
jinetes y no parece que fueran utilizadas por la infantería (y menos en
combate); y, por eso mismo, no tendría ningún sentido emplear, como
imagen de una legión (compuesta fundamentalmente por infantes), un
elemento que sólo portarían, ocasionalmente, algunos de sus soldados
montados (alguna cosa acerca de estas máscaras y varios ejemplos
holandeses, aquí).
En segundo, porque, aun estando de acuerdo en lo de la rareza del
penacho, no veo las plumas (ni de alondra ni de otra ave) por ninguna
parte. Y, finalmente, porque la forma del casco representado no coincide
con la de ninguno de los modelos romanos de la época (o al menos con la
de ninguno de los que yo conozco). Y esto último también es un problema
si, como es mi caso, vemos en esa cabeza galeada la representación de
un guerrero indígena. ¿Por qué? Pues porque siempre he pensado
(siguiendo a quienes saben más de esto) que el tipo de casco utilizado
por los pueblos del norte de la Península en el momento de la conquista
romana sería el ubicuo Montefortino, o alguna de sus variantes. Y
resulta que ese casco, de origen céltico, también era usado por los
romanos desde mucho tiempo atrás e iba incluido en ese grupo que acabo
de comentar unas líneas más arriba. Entonces, si no es un Montefortino,
¿qué es? ¿Un tipo de casco desconocido? E. Peralta, en un artículo sobre el armamento de los pueblos del norte peninsular, se refiere así a él:
"En las monedas de Carisio se
documenta otro tipo de casco hecho en metal. Era de forma cónica e iba
rematado en una peculiar cimera curva con dos sujeciones para sendos
penachos. Parece llevar carrilleras que enmarcan de forma acentuada la
extraña cara del guerrero representado, caso de que no sea una especie
de protección en forma de máscara que cubría el rostro, como la del
casco del posible trofeo cántabro representado en la espaldera de la
coraza del Augusto de Prima Porta"
Después de ver la moneda del folleto
recordé que había salido un nuevo libro acerca de un conjunto de cascos
celtibéricos que se hicieron tristemente famosos hace poco (las imágenes
de algunos de ellos ya habían sido publicadas por F. Quesada en un libro anterior, divulgativo y muy recomendable, que me compré hace unos años). El nuevo libro es éste y la historia de los cascos puede leerse, en varios artículos de "El País", aquí.
Aunque aún no he podido acceder a la publicación (no está en la BUC),
por lo que he podido entresacar de lo que está colgado en Academia.edu
y de alguna cosilla que he leído por ahí, se trataría de piezas de un
tipo nuevo, bautizado por sus tres autores como "hispano-calcídico", que
tendría su origen remoto en los cascos calcídicos griegos y que habría
sido privativo de las elites guerreras del mundo celtibérico entre los
siglos V y II a. de C. (hasta la conquista romana, vamos).
Algunos cascos "hispano-calcídicos" (Imagen tomada de soriaymasnoticias.files.wordpress.com. Enlace aquí)
Como puede observarse en las
fotografías, todos tienen una serie de características comunes muy
definidas. Y son, precisamente, esas características las que, tras
volver a echarles un ojo, me hicieron pensar que también podrían figurar
en la moneda de Carisio (y ayudarnos a resolver el enigma del "casco
misterioso"). Siguiendo el orden de las marcas de colores de la imagen
inferior, serían las siguientes:
1: un nervio en forma de "cejas" rematadas en volutas en la zona frontal
2: la forma de doble arco (uno para
cada ojo) separado por el arranque de un protector nasal del borde
inferior de la parte frontal
3: los laterales del casco, donde se articularían las carrilleras
4: las propias carrilleras
5: el apéndice para sujetar la cimera, colocado en la parte superior
Y, sin perder tiempo, me puse a comparar y ésto fue lo que vi:
Comparación
de los elementos presentes en el casco de la moneda y los que se
observan en uno de tipo "hispano-calcídico" (La imagen del casco de la
derecha, sacada de aquí)
Es cierto que la equivalencia entre
uno y otros está lejos de ser total y que existen algunas diferencias
importantes: las "cejas" en el ejemplar de la moneda son completamente
distintas a las de los cascos celtibéricos (quizá no se trate de eso en
realidad, sino de algún tipo de elemento decorativo colocado en los
laterales, como son las enormes "alas" de algunos de los ejemplares
"hispano-calcídicos") y el "protector nasal", que sólo está insinuado en
las piezas recientemente identificadas, está completamente desarrollado
en el presunto casco astur de la moneda emeritense (tampoco hay que
olvidar que algunos cascos calcídicos griegos,
si bien mucho más antiguos, presentan un protector nasal de la misma
longitud y características que éste de la moneda). Sin embargo, hay que
tener en cuenta que, de ser correcta mi interpretación, entre la fecha
más reciente del uso de los cascos de tipo "hispano-calcídico" en
Celtiberia y el Bellum Asturicum (momento en el que se acuñaría
la moneda), habría pasado más de un siglo, tiempo en el que esos modelos
celtibéricos habrían evolucionado por su cuenta en uno de los pocos
territorios peninsulares no sometidos a Roma (hay algún buen ejemplo de
esto mismo, aplicado a un tipo determinado de fíbula, en el registro
arqueológico de la Edad del Hierro en territorio cántabro. Si Rafael
Bolado no se anima a hacer una entrada sobre el tema, como le llevo
pidiendo desde hace años, tendré que hacerlo yo mismo...). Esa evolución
local serviría para explicar tanto los elementos comunes (entre los que
me parece casi definitiva la forma del borde inferior, con el doble
arco para los ojos, que sólo está presente en los cascos de ese tipo y
completamente ausente en todos los demás) como esas diferencias ya
señaladas. En cuanto a la presunta máscara, creo que se trata, sin más,
de la cara del guerrero: la acusada forma de triángulo invertido se debe
a que la imagen que se reproduce es la de un casco con carrilleras
(todos los de tipo "hispano-calcídico" las tienen, a diferencia de
muchos de los Montefortinos encontrados en la Península, que carecen de
ellas) y a que éstas están atadas (como ya propusiera E. Peralta en el
párrafo citado más arriba).
Dejando el casco y pasando al objeto
situado a su izquierda (a la derecha según se mira), tampoco estoy de
acuerdo con que pueda identificarse como un martillo de minero. No sólo
porque parezca un hacha de dos filos, que lo parece, sino porque también
está representado en otra de las monedas de esa serie emeritense;
formando parte, junto con otras armas, de un trofeo astur. Y no tendría
ningún sentido que entre las armas de los vencidos (lanzas, jabalinas,
caetras y espadas) apareciese un martillo de minero, pero sí que lo
hiciese una bipennis; arma, que, por vías indirectas, sabemos que
formaba parte de la panoplia de los Cántabros y que, por tanto, bien
podría hacerlo también de la de los Astures. Aprovechando esta nueva
moneda, también me gustaría señalar que una de esas espadas del trofeo
que acabo de mencionar es una falcata, cuya presencia en otra de estas
acuñaciones ha dado lugar a cierta controversia y ha llevado a algunos
autores, dada su ausencia hasta el momento en el registro material astur
o cántabro, a descartar que esa acuñación (en la que comparte reverso
con una caetra y una punta de lanza) tenga que ver con la conquista de
Asturia y a proponer que se trata, en realidad, de una evocación de la
provincia de Lusitania, donde se localiza Emerita. A la vista de
esta moneda, creo que hay que poner en cuarentena tanto esa última
interpretación como la afirmación tajante de que los Astures no usaban
falcatas (en eso, como en tantas cosas, la arqueología dará y quitará
razones).
Presencia
de un hacha bipenne (círculo rojo) y de una falcata (óvalo amarillo) en
un trofeo astur representado en el anverso de una moneda de Carisio (a
la derecha en la imagen). En el caso del primero, la comparación con el
objeto representado en la moneda de la izquierda no deja lugar a la
duda.
Finalmente, del puñal situado a la
derecha de la cabeza con casco no hay gran cosa que decir (ya que nadie
ha puesto en duda que sea precisamente éso: un puñal). Se trataría de
una daga hispánica y, como curiosidad, hay que señalar que la forma de
su remate recuerda a la de uno de los dos puñales representados en las
monedas acuñadas por Bruto para conmemorar el asesinato de Julio César
(el otro es uno de tipo bidiscoidal, típico del mundo celtibérico, en
sentido amplio). Este hecho no tiene nada de particular ni implica la
"romanidad" del arma de la moneda de Carisio ya que, en esos momentos,
las dagas de los legionarios y los puñales de los pueblos hispanos son
iguales: los primeros empezaron a adoptar los de los segundos tiempo
atrás. En cuanto al tipo de arma, el remate y la forma de la empuñadura
permiten descartar que se trate de un bidiscoidal y, tanto esas
características como su presencia en la citada moneda de Bruto junto a
uno de aquéllos (donde estarían representadas las dos dagas legionarias
típicas del siglo I a. de C., ambas de origen hispano) y su hoja
pistiliforme hacen que pueda plantearse que se trate de un puñal de
filos curvos. Estas piezas, que serían típicas de los pueblos de la
Meseta norte y del alto Ebro, habrían pasado a las tropas romanas
precisamente en el siglo I a. de C. y habrían sido muy importantes
(junto a las bidiscoidales) en la configuración del pugio romano (es muy recomendable leer este trabajo de R. de Pablo, donde explica todas estas cuestiones).
Recapitulando, creo que puede
afirmarse que en la moneda que ha dado pie a esta entrada está
representada parte de la panoplia de un jefe astur, ca. 25 a. de C. No
es ninguna novedad, lo sé, pero tampoco está de más recordarlo (y
argumentar a su favor) en unos tiempos en los que ha sido puesto en
duda. Los tres elementos que figuran en ella, si están bien
interpretados, nos dan cierta información interesante acerca del mundo
indígena y de sus elites guerreras. Así, el casco de tipo
"hispano-calcídico" evolucionado nos hablaría de los importantes
influjos celtibéricos que habrían recibido los Astures, especialmente
los de la zona cismontana (que no conviene olvidar que era la parte
principal y más extensa de Asturia, pese a la distorsión que pueda crear
en la imagen que tenemos hoy la Asturias cantábrica actual). Ese
influjo celtibérico (en sentido amplio e incluyendo el valle del Duero
al completo, una parte del cual, por cierto, estaría ocupada por los
propios Astures) puede rastrearse también en Cantabria (y en relación
con las capas más altas de la sociedad prerromana), donde se conocen
varios elementos de prestigio relacionados con las elites ecuestres (signa equitum)
con buenos paralelos en Numancia y donde, como ya he comentado, también
parece que se da la última fase (sin injerencias romanas) en la
evolución de esa cultura; algo que, sin duda, también debió suceder en
Asturia. Además, al tratarse de un elemento de lujo y al alcance sólo de
unos pocos, el casco también nos indica que las armas representadas no
son las de un típico guerrero, sino las de un jefe de rango elevado.
Aspecto en el que incidiría la presencia del hacha de dos filos, cuya
existencia apenas nos ha sido insinuada por la arqueología (sólo se
conocen algunas miniaturas con función votiva) pero que sabemos por
Silio Itálico que era utilizado por jefes guerreros, como el Laro
cántabro que cita en su "Púnica" (que es un personaje de ficción pero
que, sin duda, está representado con los atributos de los Cántabros que
se enfrentaron a roma a finales del siglo I a. de C.). Finalmente, el
puñal de filos curvos completaría el conjunto, ya que esas armas cortas
eran imprescindibles para cualquier guerrero hispano de la época. En
este caso concreto, su presencia nos indica que los Astures eran un
pueblo del norte de la Península que participaba de la cultura material
de la Meseta norte (junto a Vacceos, Cántabros, Turmogos y Autrigones)
y, por tanto y de nuevo, de ese mundo celtibérico entendido en sentido
amplio. Puede que en la Asturias transmontana o en las zonas confinantes
con Gallaecia la cultura material astur estuviese, lógicamente, más
influida por el mundo atlántico y la cultura castreña del Noroeste, pero
no hay que olvidar que el principal hecho de armas de la primera
campaña de Carisio contra Asturia fue la toma de Lancia tras derrotar a
los Astures en campo abierto. Y que Lancia miraba al Duero, no al
Cantábrico.
Lamentablemente, Antistio y el resto
de legados que intervinieron militarmente en Cantabria no nos regalaron
unas acuñaciones comparables a las de Carisio, por lo que no contamos
(al menos que yo conozca) con representaciones seguras de la panoplia
cántabra. Aunque siempre nos quedará la arqueología, tampoco sería
descabellado extrapolar a los Cántabros, con las debidas precauciones,
lo reflejado en las monedas emeritenses. Estoy convencido de que un jefe
guerrero astur del norte del Duero o los alrededores de Lancia y un
miembro de las elites ecuestres cántabras de la zona de los grandes oppida
de la pre-meseta se vestirían y adornarían para el combate de forma muy
parecida. Y lucharían con armas similares, si no idénticas.
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