No
son mayores de edad, pero son
los verdaderos jefes de la familia.
No son delincuentes comunes,
pero pegan, amenazan, roban,
agreden psicológicamente...
Son los protagonistas del llamado
"síndrome del emperador",
un fenómeno de maltrato
de hijos a padres que se ha
instalado con fuerza en la sociedad.
Este
tipo de violencia no es nueva,
pero en los últimos años
su incidencia se ha disparado:
desde el año 2000, los
casos de este tipo de maltrato
se han multiplicado por seis,
con cerca de 6 mil 500 denuncias
recibidas por la Fiscalía
General del Estado el año
pasado.
Estos
datos podrían reflejar
sólo la punta del iceberg
del problema, por la resistencia
de los padres a denunciar a
sus propios hijos. La pasada
primavera, un caso sacó
a la luz pública esta
situación: una madre
asturiana rogó a los
servicios sociales que se ocuparan
de su hija, cuyo comportamiento
violento (golpes, robos, amenazas)
ya no era capaz de resistir.
Sin
embargo, "éste no
es un caso característico,
la tendencia de los padres es
a encubrir el problema",
explica Luis González
Cieza, coordinador del programa
de maltrato infantil de la Agencia
para la Reeducación y
Reinserción del Menor
Infractor, y que participó
en una jornada sobre el "síndrome
del emperador", organizada
por el Colegio Oficial de Psicólogos
de Madrid.
En
otros países, el fenómeno
se ha tratado durante más
años y los datos sobre
su incidencia son más
preocupantes. Un estudio realizado
en Estados Unidos advierte que
la violencia (no exclusivamente
física) de adolescentes
hacia sus padres tiene una incidencia
de entre el 7 y el 18 por ciento
en las familias tradicionales
(en las monoparentales llega
hasta el 29, mientras que las
estadísticas canadienses
aseguran que uno de cada 10
padres son maltratados).
Razones:
¿Qué
puede ocurrir en la personalidad
de un niño para que llegue
a agredir a sus padres? Los
expertos señalan innumerables
causas genéticas, familiares
y ambientales que ayuden al
desarrollo de este síndrome.
Carlos
Peiró, psicólogo
de la Unidad de Orientación
a la Familia de la Comunidad
de Madrid, menciona, entre ellas,
"el abandono de las funciones
familiares, la sobreprotección
y sobre exigencia simultáneas,
los hábitos familiares
determinados por la escasez
de tiempo, la ausencia de autoridad,
la permisividad y, sobre todo,
la falta de elementos afectivos,
como la calidez en la relación
con los hijos. Se les educa
más en otros entornos
sociales que en la familia,
algo que no ocurría hace
tan sólo una década".
Sin
embargo, para otros expertos,
aspectos familiares o sociales,
como la permisividad o la ausencia
de autoridad, no son suficientes
para explicar este fenómeno.
Así lo cree Vicente Garrido
Genovés, psicólogo
criminalista y autor de Los
hijos tiranos: el síndrome
del emperador.
"Un
padre excesivamente permisivo
tiene como resultado un hijo
caprichoso e irresponsable,
pero no un hijo violento. La
permisividad puede echar a perder
a un niño (hacerse vago,
juntarse con malas compañías,
cometer delitos), pero si hay
violencia es como resultado
de un proceso de deterioro personal
por falta de educación,
generalmente al final de la
adolescencia", explicó.
Para
Garrido, la clave está
en que estos niños "son
incapaces de desarrollar emociones
morales (como la empatía,
el amor o la compasión),
lo que se traduce en dificultad
para mostrar culpa y arrepentimiento
sincero por las malas acciones".
Por
ello, asegura que el "síndrome
del emperador" tiene causas
tanto biológicas (dificultad
para desarrollar emociones morales
y conciencia) como sociológicas,
ya que, en la actualidad, "se
desprestigia el sentimiento
de culpa y se alienta la gratificación
inmediata y el hedonismo.
"La
familia y la escuela han perdido
la capacidad de educación,
y esto favorece que chicos con
esta predisposición,
que antes eran mantenidos por
la sociedad, ahora tengan mucha
más facilidad para exhibir
la violencia".
Carlos
Peiró coincide en que
el elemento decisivo son "las
carencias más o menos
claras en la adquisición
de competencias personales",
agudizado por el hecho de que
"el hijo ideal de los padres
está en franca contradicción
con los hijos sociales ideales
definidos por la sociedad de
consumo".
La
importancia de los medios en
este factor es clave: "La
televisión enseña
valores muy hedonistas y consumistas
-apunta Garrido-, y dificulta
el aprendizaje del autocontrol,
es decir, la capacidad de esforzarse
por renunciar a cosas inadecuadas
y para perseguir metas que requieren
esfuerzos. Los hijos tiranos
ven en los medios muchas conductas
y metas que son coincidentes
con lo que ellos desean: pasarlo
bien y hacer lo que quieran
sin que nadie les obstaculice".
Lo
que para muchos es una falta
de disciplina que se soluciona
con un "cachete a tiempo",
es, sin embargo, un problema
mucho más profundo que
exige "ayudar a que el
niño desarrolle una conciencia
sólida; ésta es
la mejor policía. Y ello
se logra aplicando castigos
razonables, pero firmes, y explicando
las razones morales y prácticas
que supone su mala acción.
En los casos más graves
es, por desgracia, casi imposible",
lamenta Garrido.
Las
madres, principales víctimas.
Los escasos estudios realizados en España sobre este fenómeno no permiten elaborar un perfil exacto de las familias que acogen a un niño o joven con el "síndrome del emperador". Sin embargo, los expertos coinciden en una mayor incidencia en las familias monoparentales.
"La
mayoría de los casos
se da en madres que vuelven
a tener otra pareja", explica
Luis González Cieza.
Uno de los pocos estudios realizados
al respecto es "La violencia
de los jóvenes en la
familia, una aproximación
a los menores denunciados por
sus padres", elaborado
por el Centro de Estudios Jurídicos
de la Generalitat de Cataluña.
El
informe asegura que la madre
es la víctima en el 87
por ciento de las ocasiones
que se produce este tipo de
violencia, y que principalmente
recibe agresiones físicas,
aunque también son habituales
las verbales. En el 13.8 por
ciento de los casos, el estudio
refleja que la intimidación
se produjo con un cuchillo o
un arma similar.
González
Geza añade que la edad
media de los menores denunciados
por este tipo de violencia es
inferior a la de otros delitos.
Mientras que en estos últimos
es de 17.5 años, en el
"síndrome del emperador"esde
16 años. Sus protagonistas,
además, no suelen tener
historial delictivo.
Una
última característica
es que esta violencia familiar
tiene una incidencia sensiblemente
superior en hijos adoptados
frente a los biológicos.
Cómo
detectar un 'emperador' en casa:
1.- Incapacidad para desarrollar emociones morales (empatía, amor, compasión, etcétera) auténticas. Esto se traduce en muchas dificultades para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones. 2.- Incapacidad para aprender de los errores y de los castigos. Ante la desesperación de los padres, no parece que sirvan regaños y conversaciones, él busca su propio beneficio, parece guiado por un gran egocentrismo. 3.- Conductas habituales de desafío, mentiras e incluso actos crueles hacia hermanos y amistades.
Cómo
enfrentarse al síndrome:
1.- Desarrollar de manera intencionada y sistemática las emociones morales y la conciencia de los hijos, dándoles oportunidades para que practiquen actos altruistas y que extraigan lecciones morales. 2.- Establecer límites firmes que no toleren la violencia y el engaño. 3.- Prestar ayuda para que desarrollen habilidades no violentas que satisfagan su gran ego.
Fuente/http://www.nuestraedad.com.mx/sindromedelemperador.htm
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