La Voyager 1, a unas 17 horas-luz de la Tierra, es el objeto de fabricación humana más alejado de nuestro planeta. Habiendo dejado atrás hace años a los planetas de nuestro sistema solar más alejados del Sol, el rumbo de la Voyager 1 ya solo puede llevarla hacia otras estrellas, aunque deberán transcurrir muchos miles de años antes de que pase relativamente cerca de una de ellas.
Como ninguna nave humana ha llegado jamás al espacio interestelar, resulta difícil para la comunidad científica reconocerlo como tal, sobre todo por lo ambiguo de la frontera que separa el espacio que se extiende más allá de todos los planetas de nuestro sistema solar pero que aún pertenece a éste, del espacio que ya corresponde al medio interestelar propiamente dicho. La Voyager 1 ya lleva volando desde hace algún tiempo por una zona extraña del cosmos, donde las lecturas para muchas condiciones físicas son muy distintas a las que eran típicas del medio espacial cuando la nave no estaba aún tan lejos de la Tierra.
Un reanálisis de las últimas observaciones hechas por la Voyager 1 ha llevado a un equipo de científicos dirigido desde la Universidad de Maryland en College Park, Estados Unidos, a plantear que quizá la Voyager 1 ya ha ingresado en el medio interestelar, y que la extraña zona por la viaja la nave no es por tanto una frontera a modo de “tierra de nadie” sino el espacio interestelar propiamente dicho.
El equipo de Marc Swisdak y James F. Drake, de la Universidad de Maryland, y Merav Opher de la Universidad de Boston en Massachusetts, Estados Unidos, ha elaborado un modelo de la frontera del sistema solar, y de lo que hay más allá, que concuerda con las sucesivas observaciones hechas por la Voyager 1, incluyendo no solo las que se habían predicho, sino también las que han resultado ser una sorpresa para la comunidad científica.
Si el nuevo modelo es correcto, la Voyager 1 salió al espacio interestelar hace poco más de un año, una conclusión que contradice a la defendida por otros científicos, la de que la lejana nave está en una frontera exótica, o “tierra de nadie”, entre la zona del cosmos dominada por la influencia local del Sol, y el resto del cosmos galáctico.
Según el nuevo modelo, la dirección del campo magnético interestelar coincide con la del campo magnético proveniente de nuestro Sol, lo que habría contribuido a la dificultad en discernir la salida de la nave al espacio interestelar.
Esa dificultad se ve acrecentada por el hecho evidente de que es difícil reconocer aquello que nunca antes se ha visto. Dado que ninguna nave humana ha llegado anteriormente al espacio interestelar, nadie puede saber cómo es dicho medio con la certeza que da la experiencia.
Probablemente se iniciará ahora un arduo debate sobre si la Voyager 1 ha salido ya, o todavía no, al espacio interestelar. En cualquier caso, es una mera cuestión de tiempo que esta nave, una de las más legendarias de la historia de la astronáutica y todavía en funcionamiento, permita que algún un día, hoy o dentro de unos años, se pueda decir que la humanidad ha ascendido al rango de civilización con presencia interestelar.
Cortesía de NCYT / Amazings (Noticiasdelaciencia.com)
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