La intención del presente trabajo es contribuir a dar visión más completa de un personaje muy conocido, pero poco estudiado con profundidad, y que es parte esencial en la historia común de México y España. Se trata de don Sebastián Ramírez de Fuenleal, de quien el maestro mexicano Justo Sierra lapidariamente escribió que "puso todo el poder de la autoridad en la promulgación del bienestar y en la redención de los indios, y el que inauguró la casi nunca interrumpida era de paz (en los tiempos novohispanos) en que se formó lentamente la nacionalidad mexicana ..." 1 Y a pesar de elogios como éste, que refleja la decisiva importancia de la actuación de Fuenleal en México, no existe, que sepamos, una sola biografía, digna de tal nombre, acerca de él. Fuera de las imprescindibles alusiones a su persona en obras recientes o de las sumarias noticias recogidas por algunos escritores del siglo XVI como Las Casas, Mendieta y Remesal, y luego por Herrera y Torquemada, no es mucho lo escrito sobre varón tan preclaro en la historia de Santo Domingo y México. Y otro tanto habrá que decir respecto de su poco menos que olvidada actuación en España, ya que a ella volvió y fue obispo de Tuy en Galicia, más tarde de León y al fin de Cuenca, sin omitir su gestión como presidente de la Chancillería de Valladolid, la ciudad donde había realizado sus estudios. Importa, por consiguiente, ofrecer siquiera los datos más sobresalientes que acerca de su vida hemos podido allegar para ocuparnos luego, con mayor detenimiento, de lo que significaron su presencia y actuación en la Nueva España.
* Interesa recordar aquí que este trabajo fue presentado originalmente en una conferencia dada en el Colegio de Santa Cruz, Universidad de Valladolid. Ello explica que entonces, a modo de introducción, se aludiera a Valladolid con estas palabras:
"Atañe directamente nuestro asunto al rico legado de cultura de la muy noble ciudad de Valladolid, de su Universidad y de su Colegio de Santa Cruz. La Chancillería de Valladolid, con la de Granada, dieron la pauta para la organización de las primeras audiencias americanas en Santo Domingo y en México. En Valladolid se concibió más tarde la gran reforma carolina que cristalizó en las Leyes Nuevas, de 1542. Con Valladolid estuvieron vinculados, por nacimiento, por haber realizado aquí sus estudios o por haber actuado desde ella, no pocos varones eximios, humanistas hispanos del siglo XVI , que dejaron honda huella en el ámbito del Nuevo Mundo. |
"Específicamente quiero evocar la estrecha relación que adquirió la Nueva España respecto de Valladolid a través de la serie de preclaras figuras que, de un modo o de otro, de la capital hispánica provinieron. Fray Andrés de Olmos, el primer gramático de las lenguas náhuatl, huaxteca y totonaca e investigador insigne de las antigüedades indígenas, se crió precisamente en la villa cuyo nombre hizo suyo, cercana a la ilustre ciudad. En el monasterio del Abrojo lo conoció el primer obispo de México, fray Juan de Zumárraga, y en Valladolid concertó con él la partida de ambos al recién conquistado México. Juez de Comisión en la Chancillería de Valladolid había sido el celebérrimo don Vasco de Quiroga antes de ir a México, en 1530, como miembro de la segunda audiencia. A él, que fue después obispo de Michoacán, se debe huella imborrable de humanismo al hacer realidad en su diócesis la utopía de Tomás Moro. Fray Juan de Gaona, lector en la universidad vallisoletana, donde, según el cronista Jerónimo de Mendieta, 'lució como la luz en el candelero, pasó, años después, en 1538, a la Nueva España para ser uno de los primeros maestros de otro colegio, llamado también de Santa Cruz, en el barrio de Tlatelolco, dentro de la capital. En él escribió, entre otras cosas, una obra en lengua mexicana, clásica por su estilo y hondura de pensamiento, que intitulóColoquios de la paz y tranquilidad del alma. En Valladolid estuvo también largos períodos de su vida el dominico que dio a España lo que ninguna otra potencia colonizadora jamás tuvo. Me refiero a fray Bartolomé de Las Casas que, con libertad que se antoja inverosímil, denunciando injusticias se convirtió en conciencia de la misma nación que había realizado las conquistas. Y podría alargarse la lista con los nombres de otros personajes que, desde Valladolid, llevaron a México ideales de cultura y criterios de acción en favor de los pueblos vencidos." |
1 Justo Sierra, Evolución política del pueblo mexicano, FCE , México, 1950, p. 62.
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